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Vuelta al trabajo de mamá

La conciliación familiar y laboral es para la mayoría de las madres una utopía. Y la situación en la que eso se hace más evidente es la reincorporación de la madre al trabajo tras la baja maternal.

En España esa baja es de tan sólo 16 semanas. Y yo conozco a muchas madres que son trabajadoras autónomas y se plantean incorporarse mucho antes. La situación económica no acompaña. Y la legislación menos aún.

Quien inventase la frasecita «conciliación familiar y laboral», hizo uno de los chistes macabros más ingeniosos en mucho tiempo.

Tenemos unos horarios que piensan en todo menos en que unos padres puedan compaginar su trabajo con el horario escolar o con el cuidado de los hijos. Ha sido el sistema educativo el que ha ido desarrollando ofertas para cubrir la necesidades organizativas de los padres. Empezando por los comedores escolares, las aulas matinales, las actividades extra-escolares, los cursos o campamentos de verano… El problema es que gran parte de esos recursos son limitados y en la mayoría de los casos sufragados por los padres. Con lo que vemos una pescadilla que se muerde la cola: Hay que trabajar más para cubrir gastos, pero hay que buscar qué hacer con los niños mientras se trabaja más, con lo que volvemos a tener más gastos… Es una espiral que lleva a muchos padres a perderse literalmente la infancia de sus hijos.

Evidentemente en esto hay muchas situaciones diferentes. Hay gente con más margen de maniobra o otros si prácticamente ninguno.

Mientras, se nos cae la baba viendo como países de Europa con sistemas de impuestos que no superan a los nuestros pueden dar a los padres de sus países bajas maternales de hasta 3 años de duración, posibilidad de compatibilizar prestación por maternidad con actividad laboral desde casa a tiempo parcial… Pero no pagan más IVA que nosotros, ni más IRPF, ni más impuestos de sociedades, ni más seguridad social… Simplemente sus gobiernos tienen otras prioridades. En nuestro país hay prestaciones similares, pero sólo para unos pocos. Yo aluciné cuando me enteré de lo que duraba la baja maternal de alguien que trabajaba en la Diputación…

Yendo a lo práctico para el común de los mortales

La mayoría de las madres en nuestro país tiene que pensar antes de los 4 meses:

  1. Cómo adaptar la alimentación del bebé para cuando vaya a trabajar.  Otra nueva situación que juega en contra de la lactancia materna. Estamos hartos de decir que todas las recomendaciones sobre lactancia indican que lo ideal es mantener el pecho como alimentación única hasta los 6 meses de edad del bebé. Eso y el final de la baja maternal a los 4 meses deja a las madres dos opciones: Saltarse la recomendación iniciando antes la alimentación complementaria con el riesgo de aparición de alergias e intolerancias alimentarias, o sacarse leche para que el niño la tome en su ausencia. Esta segunda opción tiene muchos inconvenientes. No todas las madres pueden obtener la leche suficiente para esto. No todas pueden organizar un sistema de conservación y transporte seguro para que le den su leche en buenas condiciones sus cuidadores…
  2. Quién cuidará del bebé durante su horario laboral. Aquí de nuevo tres opciones: Familiar, persona contratada a domicilio, escolarización precoz… Y existen las tres opciones porque las condiciones de las distintas familias pueden variar muchísimo.

Lo que sí os recomiendo es que sea cual sea la opción que prefiráis, vuestra capacidad de maniobra y vuestras posibilidades, conviene planificarlo con el mayor tiempo posible:

– Encontrar la opción de cuidado más adecuada (no pudiendo ser los propios padres, que está claro que sería la deseable), va a precisar su tiempo. Salvo la posibilidad de recurrir a los benditos abuelos, todas las demás llevan un proceso de selección que puede resultar muy agobiante si no se encuentra nada que nos inspire confianza y se va acercando la fecha de incorporación al trabajo.

– No podemos pasar de dar el pecho a demanda un día a ausentarnos 8 horas durante la mañana sin que eso afecte a la lactancia. Si lo hacéis puedo aseguraros que en cuanto lleguéis el primer día del trabajo no vais a ir al baño, sino corriendo a ofrecerle el pecho a vuestro bebé, porque vais a reventar. Y si eso pasa lo normal es que el pecho interprete que sobra leche y empiece a producir menos, si es que nos os cuesta una mastitis. La solución es hacerlo de forma gradual desde unas semanas antes, o llevar saca-leches al trabajo si es factible.

– Tampoco podemos pasar de ser la referencia constante de un bebé a dejarlo ese tiempo con una persona distinta de un día para otro. Tanto el bebé, como la madre y la persona que vaya a cuidarlo van a necesitar de un periodo de adaptación a la nueva situación.

Por tanto planificadlo con tiempo y empezar a adaptar vuestra rutina a la opción escogida de forma gradual con al menos 2 semanas (mejor un mes) antes de la fecha de incorporación al trabajo.

La otra opción

Comprad lotería.

No, ya en serio. Porque el tema lo es, y bastante. Sé que hay gente que tras leer este artículo, especialmente los defensores de la crianza natural, dirán que todo esto es absurdo, un sinsentido. Y que la única opción razonable es que la madre priorice el bienestar de su hijo y que el Estado tiene capacidad pero no voluntad para hacerlo posible.

Esto pasa por un contacto constante de la madre con su hijo durante los (más o menos) tres primeros años de vida del niño. Pero yo sé que siendo lo deseable (y posible en otros países), con la situación actual no es posible para la inmensa mayoría de las madres. No sin asumir un coste social que en muchos casos no tienen margen para afrontar. Con la legislación y situación económica que tenemos, en la práctica para muchas madres significaría quedar fuera del mundo laboral. En algunos casos de forma casi irreversible.

Más vale que nuestro país vaya dando pasos para que esta «conciliación familiar y laboral» sea posible en un futuro cercano, porque sino nos espera un porvenir muy negro.

Basta con que los políticos dejen de pensar que el progreso de un país pasa por hacer un «Metro» en cada capital de provincia y mega-proyectos similares. El metro de Jaén lleva años paralizado. Tras gastar mucho más dinero del que costaría hacer compatible trabajo y crianza en toda la provincia de Jaén en acabarlo, a nadie se le ocurrió hacer un estudio de viabilidad y ahora no hay quien asuma ponerlo en marcha. Otro tanto pasa con el de Granada. Una ciudad con las comunicaciones destrozadas durante años, el Camino de Ronda (una de las vías fundamentales de comunicación de la ciudad) ha visto como la calle se volvía intransitable durante 5 años. Lo que unido a la crisis ha supuesto la desaparición de más de 1000 pequeñas empresas en esa zona. Y me apuesto el cuello a que cuando por fin lo acaben tardará años en ponerse en marcha porque como en Jaén llegarán tras acabarlo a la conclusión de que no es sostenible. En lugar de semejantes proyectos megalómanos sin sentido (pero que dejan buenas comisiones) deberían centrarse más en los problemas reales de la gente. Y la conciliación es uno de ellos.

Pero me parece que es demasiado esperar algo así de los políticos de este país. Ojalá me equivoque.