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¿Trastorno por déficit de atención o de motivación?

El trastorno por déficit de atención – hiperactividad (TDAH) se diagnostica cada vez con más frecuencia en niños. Tal vez con demasiada frecuencia.

Hace escasos 20 años esta enfermedad era prácticamente desconocida. Pero en la actualidad hay zonas donde se diagnostica de déficit de atención a uno de cada cinco niños o más.

El tratamiento en la mayoría de los casos es un medicamento, el metilfenidato. Es un estimulante. Para ser exactos una anfetamina. En los casos de déficit de atención reales, puede mejorar mucho la vida del niño. Pero en mi consulta veo una y otra vez diagnósticos más que dudosos.

Y en muchos casos existen alternativas al tratamiento menos agresivas y con menos efectos secundarios.

El primer problema es que creo que se diagnostica demasiado. ¿Y esto por qué?

Pues a mi parecer, el motivo es que no se tienen claras ciertas cosas:

¿Qué es de verdad el Trastorno por déficit de atención – hiperactividad o TDAH?

Es un defecto del cerebro. En las personas que lo sufren (también los hay adultos), la parte anterior del cerebro, que es la que regula la conducta, es menos activa de lo normal. Eso hace que les cueste mantener la atención y que su conducta sea desordenada.

Una de las cosas que resulta llamativa es que en los niños hiper-activos se use un estimulante como tratamiento. Pero es porque el efecto de los estimulantes en estas personas es diferente al que cabría esperar. Como el problema es que la parte que controla la conducta está como adormecida (por eso actúan de forma desordenada, lo que hace que les llamen hiper-activos), al darle un estimulante esta zona del cerebro se activa, tomando el control de la conducta. Pasa a actuar de una forma más centrada y controlada.

Del mismo modo, si le damos algún medicamento que habitualmente produce somnolencia (como los antihistamínicos) responden poniéndose más nerviosos.

La forma en que reaccionan ante estimulantes y medicamento que dan sueño es para mí más clara para diagnosticar un TDAH que cualquier otro test.

El problema a veces es que para hacer el diagnóstico se recurre a test basados en preguntas y respuestas.

Es cada vez más habitual que en los colegios se hagan evaluaciones psicológicas a los alumnos. Entre las pruebas que se realizan está cada vez con más frecuencia el diagnóstico de TDAH. Para eso se pasa un Test de preguntas y respuestas en el que se valora la capacidad de concentración del niño.

En algunos casos se pasan esas mismas pruebas en niños que tienen problemas de rendimiento escolar y ya se sospecha que pueda sufrirlo.

El problema es que en un niño que tiene mal rendimiento escolar porque los estudios no le motivan o le aburren (lo que puede hacerle parecer despistado), al pasar este tipo de prueba puede también tener la misma falta de motivación y que los resultados respalden la sospecha sin que sea real.

La falta de motivación de los niños en los estudios sí es cada vez más frecuente. Y yo creo que gran parte del diagnóstico que hoy en día se hace de TDAH corresponde en realidad a niños con falta de motivación.

Con mucha frecuencia llegan a mi consulta niños a los que se ha diagnosticado o catalogado como sospecha de TDAH y que en realidad no lo sufren.

¿Porqué creo que se tiende a sobre-diagnosticar y porqué es un problema?

Pues porque es más sencillo pensar que el problema de nuestro hijo se soluciona «dándole una pastillita» que abordar un problema psicológico como es la falta de motivación. Y más en adolescentes.

Ante esto se está viendo cada vez más niños diagnosticados de TDAH con efectos secundarios de la medicación y sin mejora de su supuesto TDAH.

Pero lo más grave no es eso, sino que muchos padres llegan a la conclusión de que diagnosticado y tratado; no ha funcionado; luego no hay solución. Se pasa por encima de lo que es más frecuente: la falta de motivación. Y no se hace nada, quedando estos niños tras el fracaso diagnóstico y de tratamiento sumidos en el fracaso escolar.

Otros aspectos a tener en cuenta

Ir más allá del tratamiento puramente farmacológico

De hecho yo prefiero empezar por otros enfoques. No puedo negar que soy un gran amante de la psicología. Y que veo a la Psiquiatría como un paliativo de nuestra incapacidad en muchos casos de dar soluciones más adecuadas. Recurrir a las anfetaminas y punto es un abordaje muy pobre incluso en los casos en los que el TADH está bien diagnosticado y en los que el niño mejora con el fármaco. Porque lo hace depender de él.

Hay muchos factores que pueden mejorar la hiperactividad y el déficit de atención con y aún sin el tratamiento farmacológico

Alimentación:

Se ha visto que en muchos niños el exceso de azúcar en la dieta, de grasas trans y de aditivos alimentarios como colorantes y conservantes empeoran el TADH y que dar una dieta en la que reduzcamos lo más posible estas sustancias supone una clara mejoría. Merece la pena controlar este aspecto.

Sueño:

Entre lo que presenta un niño con TADH y lo que podemos ver en un niño cuya calidad o tiempo de sueño es pobre no hay mucha diferencia: Tendrá dificultad para concentrarse y una conducta más desordenada. Y en muchos casos cosas tan simples como no dejar que un niño tenga televisión, ordenador, tablet o móvil en su habitación e insistir en que se vayan a la cama antes y sin estas distracciones es más que suficiente para apreciar una mejora en su conducta.

Apoyo psicológico:

Que un niño aprenda técnicas de concentración y relajación y los padres usen estrategias adecuadas para reforzar la motivación del niño, supera con mucho a largo plazo los beneficios de cualquier fármaco. Esto es algo en lo que no me da miedo generalizar. Siempre es mejor tener las herramientas para afrontar problemas vitales en nuestro interior, que depositar nuestra capacidad de adaptarnos a ellos en una pastilla que mañana puede o no estar ahí.

Incluso si nos garantizasen que nunca nos faltará, no hay mejor pastilla para trata la mente que la que nuestra propia mente es capaz de fabricar, adaptar a nuestras particularidades y regular según nuestras necesidades. Eso lo hace superar los problemas desde la psicología. Jamás lo consigue la farmacología.

La farmacología sólo nos ayuda en esos casos en los que la situación de partida psicológica es tan pobre que dificulta mucho dar los pasos iniciales. Pero esto es la excepción, no la regla.