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La autoridad

Autoridad en la educación. Una forma de proteger a los niños durante su crecimiento.

¡Qué palabra más horrible!

Es pronunciarla y piensas en la monja con malas pulgas que te castigaba continuamente en 2º de EGB, en bigotitos ridículos de dictador, en el látigo, en el castigo sin salir una semana por llegar un minuto tarde.

Vamos, un asco de palabra.

Ahora viene la segunda parte:

Tienes un hijo.

Tú tienes más experiencia que él.

Reconoces de forma instantánea el peligro que representan ciertas situaciones.

Algunos de ellos tu hijo aún no es capaz de entenderlos aunque intentes explicárselo.

Ejemplo:

Niño de dos años que va andando por la calle un metro por delante de ti.

Arranca a correr y se acerca rápidamente a una carretera. Va a cruzar sin mirar.

Desde su altura (menor que la tuya y entre coches aparcados) no ve que se aproxima un coche.

Y aunque te movieras a la velocidad del rayo, no te daría tiempo a cogerlo.

Tú das un grito diciéndole que se pare.

La diferencia entre que pase de ti y lo pille el coche o se detenga en el acto es un ejemplo de Autoridad.

Ya no suena tan mal la palabreja.

Se pueden dar ejemplos parecidos con los cables eléctricos, los bordes de precipicios, las piscinas, el fuego, la olla de agua hirviendo… pero también para que deje de pegar a alguien, romper objetos, interrumpir una rabieta o incluso para que haga cosas que debe hacer por su propio bien.

Dicho de otra manera:

La Autoridad es algo que nace de la responsabilidad de los padres.

Por sí sola se va apagando con el tiempo, conforme el niño va entendiendo las consecuencias de sus actos y sus peligros.

Pero mientras no tiene esa conciencia es responsabilidad de sus padres el protegerlo.

Y muchas veces eso significa imponer algo que el niño aún no entiende.

La Autoridad es la capacidad de los padres

para conseguir que el niño

obedezca una orden suya

sin entenderla.

Es vital para proteger al niño que los padres la tengan.

Pero la Autoridad tiene sus reglas:

1º Es difícil de conseguir y fácil de perder.

2º Hay que ser muy selectivo al aplicarla.

Para conseguirla hay que ser coherente.

Debéis pensarlo mucho antes de enfrentaros con vuestro hijo.

No viváis en continua guerra por cualquier tontería.

Lo que os concede la Autoridad es la continuidad de vuestra victoria en los enfrentamientos en los que habéis manifestado claramente vuestra postura

Todo padre y madre tiene su cara y voz de Autoridad. Una forma de decir las cosas que transmite al niño la idea de que esta vez no se sale con la suya.

Es importante que cuando uno de los padres desencadena esta situación el otro lo apoye.

Luego, sin el niño delante se podrá discutir cuanto se quiera de si estaba o no justificado.

Conviene que la expresión de autoridad ocurra inmediatamente después o lo antes posible después de que aparece el comportamiento inadecuado.

Por ejemplo, cuando un niño se porta mal en casa de unos amigos y le regañamos horas más tarde al llegar a casa, no sirve, el niño no lo asocia con la conducta problemática.

Es importante seleccionar las situaciones en las que es necesario llegar al enfrentamiento.

Tened en cuenta que el niño tiene pocas cosas que hacer y es para él mucho más fácil mantener la presión para conseguir algo que para vosotros.

Recordad que para mantener la Autoridad es necesario un claro recuento de victorias a vuestro favor y cuanto mayor sea el número de luchas, más difícil os resultará.