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El Crecimiento

Una idea de conjunto del proceso de crecimiento infantil

La pediatría se define como la medicina del ser humano en crecimiento.

Es un proceso constante durante toda la edad pediátrica pero no uniforme. Cada edad tiene su ritmo.

La alteración de ese ritmo es a veces por si sola signo de problemas, que en algunos casos no da otros síntomas. Asimismo, supuestas patologías que no alteren ese ritmo nos dicen que la patología no es tal o es mucho menos grave de lo que parece.

Evolución del peso en los primeros meses.

Cuando nace el niño, la primera semana suele perder peso, debido a que al nacer tiene un exceso de agua que tiene que eliminar. Puede llegar a perder hasta una décima parte de su peso al nacimiento. Así un niño que al nacer pesó 3 kg puede pesar a la semana 2,7 kg sin que haya ningún problema. Pérdidas superiores si suelen indicar un problema para asimilar el alimento o simplemente una falta de él.

Desde ese momento empezará a recuperarse y aproximadamente a los 10 días de vida suele alcanzar de nuevo su peso al nacimiento. A partir de ahí el ritmo de ganancia de peso suele ser de 150-200 gramos por semana hasta los tres meses. Edad desde la cual se enlentece a un ritmo aproximado de 100 gramos por semana hasta los 9 meses. Entre los 9 meses y los dos años mantienen ya una ganancia de unos 50 gramos por semana.

Estas cifras son orientativas. Los niños ni son relojes ni tienen un contrato que les obligue a cumplir con ellas. Son seres vivos que se ven influidos por sus propios condicionamientos y por todo lo que les rodea, por lo que son normales las fluctuaciones. Es normal por tanto que si en una semana gana 500 gramos en la siguiente no gane o incluso pierda porque se haya empachado y coma menos. También es normal que si pesa con 4 meses 8 kg cuando lo normal sería que pesara 6, ralentice su crecimiento desde ese momento y pase a no ganar nada en un mes.

Evolución de la talla en los primeros meses de vida

En cuanto a la talla, hasta que se cumplen los dos años lo que se mide es la longitud (tumbado). A partir de esa edad se mide la talla (de pie). Los primeros días puede haber un aumento llamativo de la longitud. A veces es más debido a una mayor relajación del recién nacido (se estira mejor) que a un crecimiento real. Los dos primeros meses suele crecer unos 3-4 cm por mes. Desde entonces se irá frenando, de modo que a partir de los 9 meses suele ganar uno centímetro por mes hasta los 2 años.

Los 3 parámetros más usados para controlar el crecimiento en los niños son peso, talla y perímetro cefálico (circunferencia de la cabeza).
En el primer año de vida son peso y perímetro cefálico los que tienen una mayor importancia para controlar el correcto desarrollo del niño.
Este último, el perímetro cefálico, para ser valorado correctamente hay que saber medirlo bien e interpretarlo conjuntamente con el grado de cierre de las suturas de la cabeza y su forma. Algo realizable por un pediatra, por lo que no tendría mucho sentido que os de unos valores de referencia que de poco os valdrán. Desde el cierre total de las suturas del cráneo (que suele ocurrir entre los 6 y los 15 meses) el control del desarrollo pasa a centrarse más en peso y talla.

La talla suele tener un crecimiento más regular, que puntualmente puede acelerarse por la fiebre. No es que como dice la gente le de fiebre porque va a crecer, sino al revés. El crecimiento es continuo y no tenemos fiebre de forma continua. Lo que sucede es que cuando tenemos cualquier infección por la que sube la fiebre, al aumentar la temperatura del cuerpo se acelera el metabolismo, y como parte de él, se crece más rápido. Es como si pisáramos el acelerador.

Los dolores de crecimiento

Otra cosa que suele relacionar la gente con el crecimiento son los dolores articulares. También falso. El crecimiento no duele.

Los dolores atribuidos al crecimiento, son en realidad dolores por sobrecarga. Los niños no paran, incluso cuando se hacen daño, en muchos casos, al no ser un traumatismo con fractura ni esguince grave, pueden y de hecho siguen jugando. Después, cuando paran, al enfriarse, los pequeños daños de articulaciones, tendones y músculos empezarán a hacerse más evidentes y a doler. Ese tipo de dolores no es típico de los niños mientras crecen por el crecimiento, sino por el tipo de actividad que tienen. De hecho es el mismo tipo de dolores que mantienen los deportistas (aunque ya no crezcan). Desde que se estabilice el crecimiento de la talla a partir de los 2 años en torno a 5-7 cm por año, se mantendrá a ese ritmo hasta la pubertad.
Entonces llegará el “estirón” del cambio hormonal en el que pueden crecer a un ritmo de entre 6 y 12 cm por año durante 2-3 años tras los cuales se frenará bruscamente por el cierre completo de los cartílagos de crecimiento de los huesos largos.
Desde ese momento tendrá la que será su talla adulta con variaciones de no más de 5 cm.

¿De qué depende que un niño llegue a ser más o menos alto?

Hay una gran variedad de factores que influyen en ello. Vamos a tratar los principales.

  • La herencia genética: suele decirse que se puede calcular la talla futura de un niño en función de la de los padres.
    Sin duda la información genética que determinó la talla de los padres influirá en el hijo de forma similar, hasta el punto de que muchos niños bajos no tienen más causa para su escasa talla que el provenir de una familia de talla baja (talla baja familiar).
    Pero es imposible determinar con exactitud la talla futura de un niño sólo en función de ello.
    Si fuese así la talla media de nuestros hijos sería la misma que la nuestra y es evidente cuando estudiamos las 3 ó 4 últimas generaciones de españoles que se ha producido un aumento significativo de la talla media.
    Eso no puede ser por herencia a no ser que los padres legítimos de una cada vez mayor proporción de españoles sean turistas suecos. Si es así debe ser uno de los secretos mejor guardados de las españolas. ;P
  • La nutrición: el principal factor que ha propiciado ese crecimiento en las últimas generaciones ha sido el nutricional.
    De hecho la talla media de cualquier país aumenta con el progreso económico. Algún lector avispado en este punto me diría que no debe ser entonces tan mala la alimentación actual infantil que critico en otros artículos de esta web.
    Pues se siente, pero me mantengo en mis trece. La alimentación infantil actual es una basura, mezcla del marketing y la hiper selección caprichosa de alimentos.
    Que tiene el efecto secundario del mayor crecimiento de nuestro hijos, pues sí. Que es a costa de reducir sensiblemente su calidad de vida futura, pues también.
    De hecho lo que había antes era una carencia de alimentación, no en calidad (que era sensiblemente mejor) sino en cantidad. Antes estaban desnutridos por falta de comida. No alcanzaban la talla de las nuevas generaciones por que aunque su plano genético era tan bueno como el nuestro había carencia de ladrillos para construir.
    Hoy esa falta no existe, hay exceso de oferta alimentaria, de hecho y haciendo honor a la verdad la calidad de los alimentos no procesados es también mayor que la que había antes.
    El problema está en la forma tan desequilibrada en que los consumimos. Junto con los ladrillos necesarios para construir estamos metiendo mucho embalaje, mucho adorno y mucha vidriera. El resultado, como en cualquier construcción es que cuando sustituimos los ladrillos por adornos y vidrieras el edificio se embellece, pero si nos pasamos pierde resistencia y puede derrumbarse.
    Hoy en día estamos sustituyendo los azúcares complejos por refinados y aumentando la proporción de grasas, proteínas y sales en la dieta.
    Resultado: más altos, más obesos, más hipertensos, colesterol alto, diabetes, cáncer…
  • El tercer factor fundamental que determina la talla final de un niño es la edad con la que se produzca la pubertad. El crecimiento en talla se produce fundamentalmente por el crecimiento de los huesos largos del cuerpo. Estos huesos suelen tener en cada uno de sus extremos un cartílago con hueso a ambos lados. El hueso como tal crece poco o nada, es una estructura bastante rígida. Estos cartílagos son más flexibles y cuando sus células se multiplican, la matriz que los envuelve puede crecer. En su límite con el hueso esta matriz va poco a poco solidificándose transformándose en hueso, pero mientras este proceso sea más lento que la multiplicación de las células del centro del cartílago el hueso seguirá creciendo. Es lo que pasa durante toda la infancia. Lo que antes referíamos a la relación de fiebre y crecimiento se debe a que la fiebre estimula la reproducción de las células cartilaginosas. Cuando llega la pubertad, hay un aumento en la secreción de hormonas sexuales. Estas hormonas tienen un efecto potente sobre la maduración del cartílago de crecimiento. De modo que producen una aceleración del crecimiento pero acaban por agotarlo. El resultado son los 2-3 años de crecimiento más rápido en talla de la vida tras los cuales se para casi en seco. Por ello la edad de comienzo de la pubertad resulta determinante.
    Hay niños que la empiezan antes de modo que rápidamente superan al resto de sus compañeros de clase. Pero al haber iniciado ese último tramo de crecimiento rápido desde niveles más bajos, una vez finalicen el proceso quedarán por debajo del resto.
    Aquellos que iniciaron la pubertad en último lugar han seguido creciendo al ritmo lento del resto de la infancia durante más tiempo, y al iniciar la última fase de crecimiento rápido lo hacen desde una talla mayor superando en la mayoría de los casos a los que fueron más precoces.
    Esta es la razón por la que la mayoría de los hombres son más altos que la mayoría de las mujeres: Los hombres maduran después.
    Cuando tenemos un niño con talla baja una de las primeras pruebas diagnósticas que pueden orientarnos hacia el pronóstico de talla es comprobar el estado de sus cartílagos de crecimiento respecto a su edad. Esto nos indica si el proceso de maduración final está ya iniciándose y en que grado se ha completado.
    Así, un niño con una edad de 10 años cuya talla corresponda a la de un niño de 9, si presenta en la radiografía unos cartílagos correspondientes a 8 años no tendrá problema en alcanzar la talla media, incluso superándola con facilidad.
    Si este mismo niño en la radiografía tiene unos cartílagos equivalentes a una edad de 11 años quiere decir que no solo tiene una talla inferior a la media de su edad sino que dado que ha agotado una porción de su potencial de crecimiento mayor al que correspondería para su edad, las posibilidades de recuperar ese atraso se reducen considerablemente.

Tabla de Crecimiento de la Organización Mundial de la Salud