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Mamitis: Niños «excesivamente dependientes»

Mamitis: Excesiva dependencia de algunos niños

Respuesta al tema propuesto en Facebook como Peketema de la semana:

«Mi bebé tiene «mamitis»: No quiere que lo suelte, cuando me voy al baño llora, corre por detrás mío y me agarra las piernas, tiene un año y cuatro meses…¿cómo podría ayudarlo a ser más seguro y confiar en otras personas?»

Vamos a centrarlo primero. A mí me gusta ver a los niños en su contexto. Una de las cosas más importantes que debemos entender de ellos es que son seres que no paran de evolucionar. De hecho también lo hacemos los adultos mientras seguimos vivos. Pero en ellos, especialmente en los primeros años, este proceso es muy rápido.

Cuando hablamos de la dependencia debemos entender que cuando un bebé nace tiene el máximo grado de dependencia de sus cuidadores. Pero ya es menor del que tenía cuando estaba dentro del útero de mamá.

Durante las primeras fases del embarazo los fetos son totalmente dependientes de su madre. Si por algún motivo su madre va a morir y debemos extraerlo hay un número de semanas de gestación (22-24 semanas) por debajo de las cuales la supervivencia del feto es casi imposible. Depende de la madre totalmente.

Superadas esas semanas el bebé podría sobrevivir fuera de su madre. Se ha vuelto menos dependiente. En realidad es un cambio radical. Pero pasaría a depender de los cuidados médicos que pudiésemos prestarle en el exterior.

Llega un momento en que el bebé está preparado para vivir fuera de su madre sin necesitar cuidados médicos especiales. En otro gran salto.

Pero aún así, cuando nace lo necesita casi todo: Alimento, limpieza y cambios de ropa o pañal, Estímulos… Los cuidados habituales. Por sí mismo sólo sabe respirar, digerir alimentos, evacuar sobras, mantener la temperatura y procesar estímulos…. No es poco, pero siguen siendo tremendamente dependientes.

El bebé sigue evolucionando y gracias al desarrollo de su cerebro (que consume estímulos para que pueda crecer) va adquiriendo cada vez más movilidad, capacidad de comunicación, capacidad de anticipación….

Todo esto le va haciendo menos dependiente en cierta medida, pero también hace que aparezcan los miedos y se vuelva más selectivo escogiendo claramente quién prefiere que supla sus necesidades. Llegamos al punto en que se centra la consulta que ha generado este Peketema.

La Mamitis

Durante meses ha existido una persona concreta que ha aportado al bebé mayoritariamente las soluciones a sus necesidades. Lo normal es que esa persona sea la madre.

Cuando el bebé necesitaba alimentarse, especialmente si ha tomado lactancia materna, la fuente de la alimentación era mamá.

En la mayoría de los casos, especialmente al principio, se dormía mientras era alimentado por su madre. Lo que ha generado un ritual de sueño dependiente de ella.

Y los Estímulos, afectivos, sensoriales, de cambio de postura, los ha recibido tal vez de muchas personas. Pero una ha estado mucho más presente: Mamá.

Sus tres necesidades básicas: Comida, Sueño y Estímulos han tenido una figura de referencia que servía de fuente constante. Habitualmente esta figura es Mamá.

La gente suele decir que un niño tiene Mamitis cuando ya con el grado suficiente de autonomía física para poder desplazarse busca constantemente a mamá y tolera mal la separación de ella, aún pudiendo quedarse con otras personas con las que también tiene una relación de confianza.

He buscado otra definición más «correcta» de mamitis, pero ni en Wikipedia ni en el Diccionario de la RAE existe tal definición. Así que partamos desde ahí, que es lo que suele entender la gente como tal.

Cuándo podemos considerar a unos niños «excesivamente dependientes» o con Mamitis

El exceso de dependencia no puede definirse como una fecha con la que el niño debería ser capaz de separarse de su madre.

No creo que la mamitis dependa ni de la edad, ni siquiera de la separación en sí.

Para mí son muy importantes las apreciaciones personales de los implicados:

  1. Puede haber niños que toleran mal la separación de la madre con 3-4 años y cuya madre lleve muy bien ese contacto constante.
  2. También puede haber casos de niños que acaban de empezar a caminar con poco más de un año y cuya madre lleve mal ser necesaria de forma constante para su hijo.

Habrá quien plantee que el primer caso es excesivo, que mantener un grado tan grande de dependencia perjudica al niño evitando que desarrolle su autonomía.

Por el lado contrario también habrá críticas. Seguro que hay quien piensa que la segunda madre tiene poco espíritu de sacrificio y debería estar disponible para su hijo mientras la necesite.

Pero es que ya sabéis, criticar a una madre… Eso es una de las mayores aficiones de esta sociedad. Hagas lo que hagas te equivocas para alguien.

A mí no me importan las opiniones de los demás. Me importa lo que supone para vosotros. Y en este aspecto voy a centrarme en los directamente implicados, que son a mi entender: El niño, la madre y los demás miembros de la familia (padre y hermanos, si los hay).

El niño y la Mamitis

Desde el punto de vista del niño yo considero que es excesivamente dependiente cuando serlo le perjudica.

Vamos a ver cómo:

  • Si un niño en situaciones normales de la vida (que su madre vaya al baño, que tenga que atender a otro hermano, que tenga que hacer una actividad en la que el niño no puede estar presente…) sufre por la separación de su madre, es que la dependencia es excesiva. Porque si fuese algo menor sufriría menos.
  • Si un niño limita seriamente su capacidad de disfrutar con otras personas que no sean la madre porque tiene una relación de dependencia tan fuerte que no puede hacerlo más que con ella, es que la dependencia es excesiva, porque se está perdiendo muchas oportunidades de enriquecer su experiencia y sus capacidades sociales.

Se pueden plantear otros ejemplos. Pero creo que con estos vale. Suficiente para entender que no siempre las necesidades que un niño expresa van en su beneficio.

La madre y la Mamitis

Hay que entender algo antes de hablar de esto. La maternidad es la faceta de mayor vulnerabilidad de una mujer en su vida. Porque es la que más implicación afectiva tiene.

Tal vez por esto es una de las épocas en las que más consejos bienintencionados (de los amigos) y más críticas despiadadas (de los enemigos) vas a recibir.

Uno de esos críticos clave es la propia madre. En algunos casos la crítica más despiadada es ella misma. Muchas madres se consideran a sí mismas malas madres. Creen que lo hacen todo mal. No es algo aislado, es parte de un carácter que en otros aspectos también tiende a la autocrítica, pero como decimos en este caso la implicación afectiva es mayor y se hace más intenso.

En el tema de la mamitis, algunas madres se meten solas en un callejón sin salida. Por un lado no confían en nadie para que atienda al bebé. Y por otro llega un momento en que están agotadas de ejercer constantemente esa tarea.

Es natural que la madre tenga aquí un papel de gran protagonismo, el mayor, especialmente si se hace lactancia materna. Pero no necesariamente debe tener un protagonismo absoluto. Otras personas pueden dar al bebé muchas cosas: Afecto, estímulos, cuidados, alimento cuando llegue el momento de complementar con cosas diferentes al pecho…

Y aquí hay madres que tienen apoyo y otras que no. Pero también hay madres que pudiendo disponer de ese apoyo, cuando se les ofrece sinceramente, lo rechazan. En el fondo existe una incapacidad de delegar o una falta de confianza en la capacidad de hacer bien las cosas por parte de quien se ofrece a compartir ese papel.

De un modo u otro suele llegarse a situaciones en las que, como decíamos antes, el niño lo pasa mal si la madre no está, porque hemos generado una dependencia insostenible, o estamos limitando la capacidad de interacción social del niño.

Pero ¿Y la madre? ¿No tiene esto ninguna repercusión negativa para ella de forma directa? Claro que sí.

Muchas madres se sienten mal de pensar lo siguiente:

«Necesito tiempo para mí».

La mayoría de las madres están encantadas de dedicar una parte sustancial de su tiempo a su hijo, ¿pero todo? ¿Absolutamente todo?

Lo normal es que esto sea insostenible. No debemos olvidar que ser madre no te hace dejar de ser persona. Y todas las personas necesitan volver de vez en cuando a sí mismas. Podemos dar, y dar… Pero si no cuidamos un poco de nosotros mismos llega un momento que nos sentimos vacíos.

Cuando esa necesidad va creciendo al pasar los meses, ante una situación en la que el niño pide constantemente nuestra atención, para muchas madres no es una alarma de que algo debe cambiar, sino un generador de sentimientos de culpa. Muchas sienten que no deberían pensar eso. Que si fuesen buenas madres estarían dispuestas a darlo todo por sus hijos.

Y lo están. Pero en realidad es que están llegando al límite de lo que como personas pueden aportar.

Y una madre al límite no es la mejor madre para su hijo.

De verdad, ¿No hay una alternativa mejor para todos? Creo que sí.

Seguro que habrá quien critique a la madre que ha escrito la consulta que ha dado lugar a este Peketema. Y a las decenas de madres que han dado su me gusta para que hable de él. Hasta me criticarán a mí por no defender que simplemente la madre debe sacrificarse… Pero bueno, es el deporte nacional.

La Mamitis y los demás miembros de la Familia

La relación de «excesiva dependencia de un niño con su madre» o Mamitis, puede tener efectos también sobre las otras personas que conviven con ellos dos.

El padre, si lo hay

A ver, padre biológico, en teoría siempre lo hay. Pero no siempre está y estando no siempre si implica. Aún con esas matizaciones voy a centrarme en lo habitual. Un padre que quiere participar de la crianza y no sabe cuál es su papel cuando la relación de dependencia del niño hacia la madre es casi total.

Algunos niños lloran si los cambia el padre, si el padre juega con ellos, si el padre les da afecto. Porque estando la madre prefieren siempre esa opción. Ante eso lo normal es que se sientan mal.

En otras ocasiones el problema es que aunque quieran hacer esas cosas la madre no les deja «porque no lo hacen bien». El problema para algunas personas es que bien es hacerlo exactamente como lo hacen ellas.

Esto es un claro error que pagan todos:

  • El niño, al perder la oportunidad de criarse con modelos diferentes que enriquecen su experiencia.
  • La madre, al hacerse imprescindible más allá de lo que va a poder mantener en el futuro.
  • Para la pareja es un generador de problemas serios.

Otros hijos cuando hay Mamitis

Donde más evidente resulta a muchas madres el perjuicio de una «excesiva dependencia» es cuando hay un niño mayor. Si un bebé precisa el 100% de tu tiempo, ¿Qué queda para el hermano?

Creo que ya a estas alturas tenemos claras un par de ideas:

  1. Todos los niños son dependientes.
  2. Pero puede llegarse a extremos en los que todos en la familia se ven perjudicados si esa dependencia supone una dedicación absoluta por parte de la madre. Llamaremos a estas situaciones Mamitis. Dependen mucho de los implicados y en cada familia tendrán sus particularidades. Pero sólo vosotros, los que la estáis viviendo, podéis valorar si es llevadera o necesita claramente un cambio por el bien de todos.

Vale y ¿Cómo cambiamos una situación de Mamitis?

Pues como todo problema complejo tiene varios pasos:

  1. Antes de abordar un cambio todos los implicados que tienen capacidad de comunicarse deben estar de acuerdo en que hay que cambiar. Es decir, que los padres deben hablar del tema. Intentando hacerlo de forma constructiva. Debéis entender que posiblemente es una situación límite para todos los implicados y que no se consigue nada buscando «culpables» o echando en cara cosas. Sino viendo cuáles son las alternativas y cuál puede ser el papel de cada cual en la solución.
  2. Pedir y aceptar ayuda. Si eres la madre y estás llegando a tu límite acepta que eso no significa incapacidad como madre. Significa que eres tan buena que te das cuenta de lo no evidente y aceptas tus propias limitaciones. Si es así, tu hijo tiene suerte de que seas su madre. Mucha más suerte que si no reconocieses que de seguir igual vais a sufrir todos. Hace falta que seas además capaz de confiar en quienes pueden echarte una mano: El padre, otros familiares, los cuidadores de una escuela infantil… Debes ser capaz de confiar en que otros pueden aportar a tu hijo parte de lo que cada día te resulta más imposible darle. Y que eso no es una muestras de que no seas suficiente como madre. Sino de que las necesidades de tu hijo van creciendo y tú no puedes cubrirlas todas. Ni debes hacerlo, por su bien. Ya que debe vivir en un mundo en el que hay millones de personas a parte de ti que pueden aportarle cosas positivas.

Estos son los dos aspectos esenciales. En la práctica luego hay muchas formas que dependen de las circunstancias familiares.

Lo mejor es hacer estos cambios de forma gradual. Esto significa que aquella persona en la que la madre vaya a delegar parte de la atención al niño debe primero compartirlos con ella para poco a poco hacerse cargo por solitario de una parte cada vez mayor. Hasta que se alcanza un equilibrio sostenible en el que cada cual aporta lo mejor que puede al niño.

Un punto esencial en esto es que cuando se comparta la madre controle su impulso de corregir constantemente al colaborador, especialmente mientras están con el niño. Ya que hacerlo desmotiva al colaborador y le hace perder capacidad frente al niño. ¿Cómo va a sentirse el niño seguro con papá si mamá «le salva» constantemente de él? Por poner un ejemplo.

Necesitáis hablar mucho. La madre para indicar al padre que se quedaría más tranquila si cuando esté con el bebé hace las cosas de tal o cuál manera y el padre para explicar a la madre porqué en algunas ocasiones prefiere hacer las cosas de un modo diferente. Cada cual tendrá sus razones, pero debéis comunicarlas para que os entendáis.

Lo mismo ocurriría con cualquier otro tipo de colaboración, de otros familiares o de educadores. El niño debe ver que la madre confía en ellos, y sin él delante debe haber una buena comunicación entre la madre y los otros cuidadores.

Cuando esto funciona, la madre estará más tranquila cuando no esté con su hijo, recuperará una parte de sí misma que le hará estar mejor con él cuando lo esté, los otros cuidadores actuarán con mayor confianza y el niño estará mejor.