Categorías
Embarazo

Los buenos padres

Mejorarte como persona, la mejor forma de mejorar como padre y educar a tu hijo.

Mejorarte como persona, la mejor forma de mejorar como padre y educar a tu hijo.

Cuando hablamos de educación pensamos casi siempre que es algo que se hace sobre los hijos. Aunque bien aprovechado es algo que los hijos hacen también sobre sus padres. Yo he aprendido mucho de mi hijo, entre otras cosas a conocerme mejor a mí mismo.

Los niños no sólo aprenden de nosotros aquello que les transmitimos de forma intencionada.

Aprenden más de lo que les comunicamos de forma inconsciente.

Existen muchas formas de comunicación.

Y la comunicación no verbal es mucho más potente que la verbal.

Decir a un niño que actúe de una forma mientras nos ve actuar del modo contrario continuamente, es un mensaje al menos confuso.

Dado que todos tenemos nuestra propia forma de ser y cuesta mucho esfuerzo modificarla, es algo que debéis plantearos de forma consciente y concienzuda.

Sobre todo si tenéis algún rasgo de vuestro carácter que sabéis que os causa problemas es importante que intentéis corregirlo para no transmitirlo a vuestros hijos de forma inconsciente.

Es especialmente importante que intente controlar esos aspectos de su carácter la persona que domina en la relación entre los padres, cuando esa dominación existe (lo cual no es deseable). De hecho el primer rasgo a corregir sería no ser dominante.

Un niño tiene más facilidad para asumir por buena la forma de actuar de la persona dominante en un ambiente (la familia, la escuela…).

En este aspecto hay una serie de rasgos negativos que es frecuente que se transmitan a los hijos de forma inconsciente (son ejemplos para que se entienda):

El “egocéntrico con ataques de nervios”.

Hay personas que pierden los papeles con mucha facilidad.

Cuando se comunica con otro, no para de hablar (frecuentemente gritando), sin atender a nada que puedan hacer o decir aquellos a los que va dirigido su mensaje. Repitiendo una y otra vez la misma frase. Con gran gesticulación y una fuerte carga emotiva y teatral.

Su comunicación con los demás es totalmente unidireccional. Para estas personas comunicarse es expresar a los demás lo que ellos sienten. Pero nunca escuchar al otro.

El flujo de comunicación que sale de ellos es tan intenso que no permite que entre nada.

Es LA PEOR característica (es mi opinión) que se puede tener para ser padre o madre.

Genera en las personas con las que se relaciona una especie de escudo protector que hace que lo ignoren absolutamente.

Lo que suele “ponerlos aún más de los nervios”.

Si le funciona y controla a su familia de ese modo, sus hijos es fácil que imiten su conducta, asumiendo la forma de actuar del agente dominante.

Y como buenos imitadores del modelo, basaran la comunicación con sus padres en no escucharlos nunca pero exigir continuamente su atención.

Estas familias funcionan como discusiones de sordos: “Todos gritan y nadie escucha”.

La virtud contraria a este defecto es la Serenidad, que es, para mí, la mejor virtud de unos buenos padres.

El Miedo.

Conozco a gente que parece como si estuviera siempre encogida sobre si misma, como agarrotada. Continuamente en tensión.

Es como si les doliese moverse por el mundo. Tienen miedo a lastimarse con cualquier cosa y ante cualquier iniciativa de los demás se retiran.

Con sus hijos suelen ser súper-protectores. Necesitan dominar totalmente el entorno de su hijo, porque les obsesiona el miedo a peligros desconocidos.

Crían a sus hijos en jaulas doradas.

Si el niño tiene un carácter fuerte puede acaba rebelándose ante ese ambiente agobiante.

Si no tiene mucho carácter será como ellos.

Han estado tan sobre protegidos que desarrollan una intolerancia extrema al dolor, la frustración y la adversidad.

Si descubren las drogas durante el proceso de emancipación de la protección familiar es fácil que sustituyan una forma de huida de la realidad, por la otra, o que sustituyan la protección familiar por la de cualquier otro que se cruce en su existencia.

Por algo uno de los tatuajes más populares entre los heroinómanos de los `80 era: “Amor de Madre”.

Es importante que estos padres saquen fuerzas de flaqueza para ser un apoyo suficientemente firme para sus hijos.

Deben ser capaces de aceptar cierto grado de peligro asumible.

Hay que dejar que el niño de vez en cuando se dañe con cosas poco graves para que sepa evitar las que realmente lo son.

La virtud que contrarresta este defecto es la Confianza. En uno mismo y en las capacidades del hijo.

La Falta de auto-estima.

Algunos padres no se quieren a sí mismos, piensan que valen menos que los demás.

No es raro que a estos individuos desde pequeños, las personas que “supuestamente” les querían, les hayan repetido una y otra vez lo poco que valen.

Cuando tenemos un hijo intentamos poner en él lo mejor de nosotros mismos.

Si tenemos muy arraigada la idea de que no valemos nada es eso lo que le daremos a nuestro hijo.

Conozco varias formas de falta de auto-estima:

El arrogante. Sufre una inseguridad del valor propio, que le hace necesario mostrarse constantemente por encima de los demás. Necesita que los demás le reconozcan como superior para no sentirse inferior.

Como siente la necesidad de sentirse superior a los demás, no parará hasta que su hijo se sienta inferior a él.

El apocado. “No valgo nada, por mí no te preocupes, decidid vosotros que yo me amoldo a lo que sea.”

Y su hijo, que es parte de él tampoco vale nada, con lo que se dedica continuamente a desmotivarlo. “No merece la pena que te esfuerces, eres como yo y nunca llegarás a nada.”

El enemigo de sí mismo. Se repite continuamente “lo poca cosa que es, lo mal que lo hace todo, lo estúpido, feo, gordo… que ha sido, es y será siempre.”

El odio es como el pus, se retiene y va creciendo hasta que al final se derrama sobre los demás.

La virtud contraria a este defecto es evidentemente la Auto-estima.

Nada en este mundo es definitivo. Se puede caer (todos lo hacemos alguna vez) pero hay que saber levantarse y no vernos nunca incapaces de nada que deseemos.

Y sobre todo tener una coraza que nos proteja de las opiniones de los demás sobre nosotros. Nadie te conoce mejor que tú mismo. Y que alguien diga que eres de un modo u otro, no lo hace cierto.

No es que no los oigas, pero si te encuentras con arrogantes en tu ambiente, debes entender que son personas que se consideran menos que tú, pero para no sentirse pura basura sienten la necesidad de hundirte a ti.

Tu tienes defectos, pero es que todos los tenemos.

No son tus defectos los que te hacen mejor o peor que los demás, sino la forma en que tú superas los tuyos.

En lugar de intentar hundir a los demás por debajo del nivel que tú crees tener, esfuérzate por superarte a ti mismo.

Y ante todo, no dañes la auto-estima de tu hijo corrigiendo cada gesto y recordándole continuamente sus errores.

Anímale a que se supere y a no prestar atención a los que lo atacan con el único propósito de hacerle daño. Y evidentemente no seas tú uno de ellos.

Agresividad.

Es una herramienta que muchos siguen usando en el medio privado, pero que el Estado se reserva en exclusiva en la sociedad.

Cada vez se tolera menos en ese medio privado y debe ser así, porque el ejercicio de la fuerza de un individuo hacia otro nunca es un argumento.

Sólo se justifica para la defensa o la contención: Evitar que el otro con su agresividad provoque daños. De hecho el mismo Estado sólo debe usarlo con ese fin.

Y en esos casos siempre debe ser menor el daño fruto de la defensa que el que podía sufrirse por no defenderse.

Como ya hemos explicado, en un determinado medio, es fácil que los niños tiendan a imitar la conducta del individuo dominante.

Por eso no es raro que los maltratadores sean hijos de maltratadores y eduquen maltratadores.

El mejor consejo si convives con un maltratador (o maltratadora, que también las hay, aunque parece que sea tabú hablar del tema) es que lo abandones, y lo hagas ya.

Si de verdad piensa cambiar, que lo haga, pero que se lo demuestre a otra persona.

Si eres tú la persona agresiva, pide ayuda. Es muy difícil evitar la agresividad, pero se puede con ayuda profesional. Pídela o acabarás perdiendo a las personas que quieres.

La virtud contraria a este defecto es la Tolerancia

y de nuevo la Serenidad.

Amenazar sin cumplir.

Si no te portas bien, no vendrán los Reyes Magos”.

Evidentemente al final vienen los Reyes Magos.

Tal vez algunos padres piensan que cuando al niño le dicen algo que le interesa se le olvida con facilidad. Pues no es así.

“Si no comes papá no te va a querer”.

El amor de los padres por su hijo NO es algo negociable.

Debe ser algo con lo que el niño cuente siempre.

Llegará la adolescencia, y con ella la apertura a las influencias de amigos y enemigos.

En ese momento crucial de su vida, vuestra opinión tendrá para él, respecto a las demás, el valor que él otorgue a vuestro cariño.

“Como no comas te llevo al médico a que te ponga un pinchazo”.

Va al médico y lo pasa fatal.

Y encima no le pincha.

“Como vuelvas a hacerlo, te voy a quitar todos los juguetes y se los voy a regalar al primer niño que pase por la calle”.

“No hay huevos” (con perdón), es lo que pensaría el niño si usara tacos.

Y no los hay.

En resumen, que ser padre es muy complicado y hay que morderse mucho la lengua.

Todos somos esclavos de nuestras palabras.

Pero los padres mucho más que los demás.

No hay mejor forma de perder totalmente el respeto de nuestros hijos que amenazarle o prometer continuamente cosas que no cumplimos. Y que además sabemos desde el principio que no vamos a cumplir.

El martillo repetidor.

No seáis excesivamente repetitivos.

La saturación del lenguaje verbal lleva a que te ignoren.

Es mucho más efectivo decir lo que queremos claramente una vez y apoyarlo con nuestra conducta de forma constante que repetir 30 veces lo mismo.

Por ejemplo:

Hay niños que vomitan cuando no se les concede un capricho.

Ante eso hay padres, que cada vez que empieza a hacer arcadas, se ponen atacados y empiezan con el:

“No se te ocurra, no te atrevas, como se te ocurra… siempre hace lo mismo…” tralará, tralará, tralará.

Y así hasta que vomita.

Pero con tal de que no vomiten y a veces después de que lo haga ceden y le dan aquello que pedía.

Mensaje captado por el niño:

Quiero algo y no me lo dan.

Obra de teatro.

Mi papel: ¡Que vomito!!!!

El de mis padres: Se ponen atacados y me lo dan.

Pues nada, cada vez que se pongan tontos a repetir la función, que nos la sabemos todos muy bien.

Lo que creo que deberían hacer es:

Cuando te pide algo piensa un poco.

Puedes darle lo que pide y no le perjudica: Dáselo antes de armarla.

No puede ser o le perjudica:

Vomitar es algo desagradable incluso para el niño.

Lo hace porque le funciona para lograr el objetivo, no porque le guste el medio.

Si vomita, sin perder los nervios (no sirve para nada perderlos), lo limpiamos y le repetimos que lo que pedía no se lo podemos dar, y que vomitando no lo va a conseguir.

Todo con Tranquilidad.

Menos palabras,

menos nervios

y más coherencia.