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¿Debo evitar que la gente toque a mi bebé?

Gérmenes y bebés. Microbios, infecciones y miedo al contagio

Una de las preocupaciones más extendidas entre muchas familias: El miedo al contagio de gérmenes a su bebé. Te explico algo muy importante y con lo que pocos cuentan.

Entre las causas del increíble descenso de la mortalidad infantil en los países desarrollados, una de las más importantes es la mejora en la salubridad, en las condiciones de higiene.

Pero como en otras muchas cuestiones corremos el riesgo de pasarnos de un extremo al otro y pagar las consecuencias.

Evidentemente, crecer en una ciudad sin alcantarillado, donde es difícil conseguir agua no contaminada de los gérmenes de todo el mundo y sin una higiene básica, favorece el contagio de enfermedades infecciosas, parasitosis y todo lo que se nos ocurra.

Pero podemos dar por hecho que ese nivel básico de salubridad pública está garantizado en nuestra sociedad.

De lo que quiero hablar aquí es de algo muy común en esta “sociedad limpia”: El miedo casi obsesivo de muchas familias a que su bebé sea contagiado de una infección por cualquiera.

Costumbres como no salir a la calle en las primeras semanas, evitar los lugares bulliciosos con el bebé, limpiar constantemente las manos del bebé durante los primeros meses para que no se meta las manos sucias en la boca, hacer de “Guardia Pretoriana” para que nadie se le acerque….

Para que entandáis esto voy a aclarar un par de conceptos que no suelen explicarse.

¿Está indefenso un bebé durante los primeros meses de vida?

La especie humana ha sobrevivido durante cientos de miles de años sin jabón, sin antibióticos, sin toallitas esterilizantes….

El sistema defensivo del bebé está preparado desde que nace para defenderse de las infecciones. De hecho está mejor preparado durante los primeros meses. Y es así porque durante el embarazo, de la sangre de la madre, pasan al bebé los anticuerpos contra todas las infecciones que la madre ha pasado en toda su vida. Es lo que llamamos Inmunización Pasiva. 

En los primeros 6-8 meses, cuando un bebé tiene contacto con cualquier infección que su madre ha pasado, es bloqueada por los anticuerpos que su madre le pasó en el embarazo.

Sin que sufra fiebre, ni mocos, ni tos, ni vómitos, ni diarrea… Sin desarrollar síntomas, los anticuerpo de mamá frenan al germen y avisan al sistema defensivo del bebé.

Le dicen: “Míra, sistema defensivo del bebé, este bicho es malo, liquídalo… Y a partir de ahora, cuando vuelvas a verlo por aquí, a por él.”

Este proceso se repite con un germen tras otro durante los primeros meses. Lo normal es que si el niño vive en el mismo entorno en el que lo ha hecho su madre, en esta etapa identifique y frene en estos primeros meses un amplio porcentaje de los gérmenes con los que va a tener que vivir el resto de su vida. 

De indefenso nada.

¿Qué ocurre cuando evitamos el contacto del bebé con gérmenes durante los primeros meses de vida?

Evitar este contacto al 100% es imposible. Porque en este mundo hay bichos por todas partes.

Pero podemos reducir mucho el contacto con gérmenes que pueden crecer en nuestro cuerpo si limitamos el contacto con otros seres humanos. ¿Debemos hacerlo o no?

Si limitamos el contacto con otras personas para evitar contagios:

  1. Estamos impidiendo que el bebé tenga esos primeros contactos cuando cuenta con la ayuda de los anticuerpos de mamá. Antes o después acabará recibiéndolos. Evitarlo en la primera etapa sólo le retrasará el trabajo para que se le venga todo encima cuando ya no cuente con la ayuda de la Inmunización Pasiva. Pasará con fiebre, tos, mocos, vómitos y/o diarrea infecciones que pudo superar sin síntomas en los primeros meses. 
  2. El sistema defensivo debe aprender a reaccionar de forma adecuada. Para regularse debe trabajar. Cuando tiene contacto con muchos gérmenes diferentes, aprende a reaccionar de forma más intensa con los más agresivos y a ser más tolerante con los que no lo son. Cuando no se le deja una carga mínima de trabajo, va acumulando capacidad defensiva y en cuanto puede, tiende a reaccionar con más intensidad de la adecuada. Por eso muchos niños que viven en su burbuja antiinfecciosa, en cuanto pillan un virus que irrite un poco la vía respiratoria, desarrollan bronquiolitis.
  3. Las medidas de higiene permiten fundamentalmente evitar bacterias, hongos y parásitos. Pero son muy poco efectivas frente a virus. Es por eso que en la actualidad generan más ingresos hospitalarios las infecciones virales que las bacterianas. Cuando siempre fue al revés. El problema es un sistema defensivo infrautilizado que concentra toda su capacidad en reaccionar frente al único estímulo que no logramos evitar: Los virus. Por eso la mayoría de los niños pequeños, cuando se les hace una analítica y vemos sus células defensivas tiene Linfocitosis: Entre las células defensivas hay Linfocitos (que luchan fundamentalmente contra virus) y Neutrófilos (que luchan especialmente contra las bacterias). Los niños suelen tener un porcentaje de neutrófilos bajo y de Linfocitos alto. Esto acaba generando hiperreactividad frente a esas infecciones virales. Algo responsable de las bronquitis de repetición que si no se soluciona acaba generando asma.

Por lo tanto:

Es razonable que tu bebé no gatee por un urinario de un bar.

No lo bañes en una alcantarilla.

Es adecuado que limpiemos las hortalizas que han sido regadas con aguas residuales…

Pero evitar de forma obsesiva que nadie se acerque a él es claramente contraproducente.