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Terrores nocturnos en niños

 

Niños con terrores nocturnos, diferéncialos de las pesadillas y aprende cómo actuar.

Un terror nocturno es un fenómeno anómalo del sueño que suele aparecer en niños de 2-4 años. Aunque puede ocurrir antes de esa edad y va bajando en su frecuencia hasta la edad adulta.

El niño parece estar despierto, grita como si estuviese asustado y actúa como si viese algo que le causa pánico. Pero en realidad está dormido. Se encuentra en la fase N3 de Sueño No REM. Una forma de sueño muy profundo.

El niño no responde normalmente a los estímulos de su entorno, porque cuando vamos a tranquilizarlo no nos reconoce pudiendo incluso empeorar la reacción cuando nos acercamos a él.

Estas crisis ceden solas volviendo a dormirse el niño a los 5-15 minutos. Y si preguntas al niño a la mañana siguiente no recuerda nada. Él ha dormido bien. Por el contrario, si le despiertas se encontrará desorientado. Por lo que se recomienda no hacerlo.

En un terror nocturno lo único que debemos hacer es evitar que se haga daño.

Es mejor no contarle nada al día siguiente, porque no le va a ayudar y puede preocuparle al hacerle pensar que hay algo raro en él.

Cómo evitar los terrores nocturnos:

Los terrores nocturnos suelen ocurrir en las primeras horas de sueño o en las siestas cuando el niño se duerme especialmente agotado. Esto puede deberse a que tenga una mala calidad de sueño (por ejemplo si ronca mucho), a que se acueste muy tarde, a que haya tenido un día agotador….

Por lo que lo primero que debemos hacer es respetar sus horarios.

Si vemos que hay un día especialmente agotador, insistirle en que eche una siesta a media tarde (especialmente en los menores de 5 años).

Si hay algún problema que empeore su calidad de sueño, corregirlo. Si quieres que te ayude en esto puedes hacerme una consulta por WhatsApp.

Además podemos aplicar lo que llamamos despertares programados. 

Es una técnica en Psicología que consiste en despertar al niño o casi despertarlo una media hora antes de la que suele tener los terrores. Cuando lo hacemos varias semanas seguidas dificultamos la tendencia que tienen estos niños a hacer el terror nocturno.

Puede hacerse durante un mes, la frecuencia se reduce claramente. Y si vuelven puede repetirse la pauta.

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Miedos infantiles ¿Cómo actuar ante ellos?

Miedos Infantiles

Miedos en niños y bebés. ¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia? ¿Qué significan? ¿Cómo actuar ante ellos para que desaparezcan?

El miedo es algo con lo que todos convivimos. Todos tenemos nuestros miedos o temores. En su mayoría los superamos de forma adecuada y no nos impiden tener una vida normal.

En Wikipedia se define como :

El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.

Cuando el miedo es tan intenso e irracional que nos limita en nuestro día a día hablamos de Fobias.

Pero aquí vamos a hablar de los miedos en general en la infancia. Miedos que todos los bebés y niños empiezan a manifestar antes o después. La intención es que entendamos cuándo y cómo aparecen y cómo en su mayoría desaparecen. Si tenemos que hacer algo especial, o poco a poco el propio niño los superará.

¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia?

Podríamos hablar de miedos genéricos, como el miedo a la separación o al abandono. Algunos dirían que es la primera manifestación de miedo que aparece en los bebés. Pero yo no lo llamaría miedo aún.

Entiendo el miedo como una emoción más elaborada, que no aparece en la primera etapa de la vida hasta que se tiene una capacidad mínima de pensar.

Cuando un bebé llora si lo dejamos sólo hablamos de una reacción biológica muy básica. Más basada en un instinto que en la elaboración mental de una emoción por parte del bebé.

Otro ejemplo son lo que la gente llama «sustos» o «repullos» por aquí. Son esos movimientos bruscos cerrando los brazos con las manos abiertas en forma de garra que hacen ante movimientos o ruidos bruscos. De nuevo no son una emoción o pensamiento que anticipa un peligro, sino simplemente un reflejo.

Suelo explicar que los bebés en los primeros meses funcionan de forma muy elemental. Tienen necesidades y sensaciones y lloran cuando hay una necesidad sin cubrir (sueño, hambre o falta de estímulos, entre los que el contacto es uno de los esenciales porque aporta seguridad) o una sensación desagradable (frío, calor, dolor, picor, escozor…) o actúan por reflejos simples.

Para que aparezca el miedo debe haber interpretación por parte del que la sufre de que está en peligro, lo que implica una memoria de situaciones anteriores y la previsión de consecuencias negativas. Y esto en los primeros meses de vida escapa a la capacidad del bebé porque implica un grado de consciencia y anticipación que aún o tiene. Pero todo llega.

Un ejemplo que vivo en la consulta a diario:

Cuando atendemos bebés muy pequeños suelen llorar al explorarlos si notan frío cuando les quitamos la ropa o si tenemos las manos frías al tocarles. Pero cuando el ambiente es cálido, nuestras manos están calentitas y le manipulamos con movimientos lentos no suelen llorar.

Así pueden pasar los primeros 3-4 meses. Pero de repente un día, en cuanto te acercas a explorarlo llora. Sin haberle quitado la ropa, y sin siquiera tocarle. ¿Qué ha pasado?

Puede haber varias explicaciones:

  • «Ya extraña». Es la expresión con la que nos referimos a que el niño rechaza a los extraños que no forman parte de su círculo habitual. Y esto ocurre antes o después. Los hay en esto  más confiados y menos. Hay niños que extrañan más y otros que menos.
  • Ha acumulado experiencias negativas. Como yo le digo a los padres: «Si tras la tanda de vacunas que lleva un bebé a los 6 meses, ve una camilla y un tipo con bata blanca y no llora… Es que no es muy espabilado…»

En realidad los miedos son un signo de que el desarrollo va avanzando.

Cuando entendemos lo explicado nos damos cuenta de que en realidad los miedos son parte del desarrollo y realmente son una pista de que las cosas van evolucionando bien.

El cerebro de nuestro bebé se hace cada vez más complejo y empieza a discriminar. Distingue personas y situaciones que le hacen sentir seguro y otras que le generan inseguridad. Esto es algo necesario para evitar daños. Es bueno que un niño no confíe en cualquiera, porque cualquiera puede ser bueno o malo. Es bueno que ante situaciones que previamente llevaron a sufrir un daño el niño se ponga en alerta y evite así «tropezar dos veces con la misma piedra». El miedo es la herramienta que nos ayuda ahí.

En este sentido podemos hablar incluso de miedos positivos y negativos:

  • Un miedo positivo es aquél que te protege, que evita que te pongas en peligro de forma real alertándote de que hay un riesgo real y debes evitarlo.
  • Un miedo negativo es aquél que te limita para hacer cosas que pueden ser positivas. Por ejemplo el miedo a andar tras una primera caída es un miedo a superar. Porque todos cuando aprendimos a andar caímos en algún momento. Pero si no lo superamos jamás volveríamos a caminar.
  • Algunos miedos pueden empezar siendo positivos y volverse negativos. Usando el mismo ejemplo anterior, si un bebé intenta andar antes de estar preparado puede sufrir muchas caídas y que alguna de ellas le ocasione un daño serio. Que en esa fase en la que aún su equilibrio, su fuerza en las piernas o su coordinación son insuficientes el miedo le lleve a no intentarlo es positivo. Pero el bebé va creciendo y esas cualidades necesarias para caminar con más seguridad se van desarrollando hasta que llega el momento en que realmente está preparado. Ese miedo que inicialmente le protegió de daños es ahora necesario que desaparezca para dar una oportunidad a un paso para el que ya sí está listo y es positivo se dé.

¿Cómo puedo actuar para ayudar a mi hijo a que ese miedo desaparezca?

Cuando nuestro hijo tiene un miedo, lo primero que debes pensar es ¿Por qué? Cuál es la razón y si ese miedo le protege o le limita.

Aquellos miedos que le protegen no deben ser combatidos, pero siempre deben ser seguidos para que tampoco lleguen a ser un día una limitación innecesaria.

En los miedos que sí suponen más problema que beneficio mi planteamiento sería:

  • Vamos a entender la causa.
  • Entendiéndola vamos a diseñar una estrategia para que desaparezca.

Os pondré un ejemplo muy habitual: El miedo a la oscuridad.

Yo diría que casi todos los niños lo acaban desarrollando en mayor o menor intensidad, antes o después.

¿Cómo aparece el miedo a la oscuridad?

Su origen suele estar en la noche. Llega un momento en que todos tenemos sueños y con ellos también pesadillas. Cuando un niño está durmiendo a oscuras y se despierta en una pesadilla lo normal es que llore y sus padres acudan a consolarle.

Habitualmente, cuando hacemos esto encendemos la luz. Este gesto al que no damos importancia la tiene. El niño estaba viviendo una experiencia muy agobiante con imágenes para él muy reales. Y de repente papá o mamá aparecen con la luz y todo lo malo desaparece como por arte de magia.

Esto tiene tal fuerza y se ha instaurado de forma tan firme en nuestra mente durante los primeros años de vida que son muchas las religiones que asocian la Luz al Bien y la Oscuridad al Mal.

La cuestión es que en la mente del niño se empieza a hacer esta asociación. Se vincula a los monstruos y las situaciones que le generan temor con la oscuridad y a su desaparición con la luz.

Muchos niños a partir de esa asociación se niegan a quedarse a oscuras en su dormitorio e insisten o buscan cualquier excusa que nos retenga a su lado. Es el miedo a que vuelvan las pesadillas.

El resultado es que muchos padres dejan entonces una pequeña luz en la habitación del niño durante toda la noche. Puede ayudar en un primer momento. Pero no es la solución. Se trata de un miedo que no protege y limita. Nuestro objetivo es eliminarlo.

¿Cómo eliminar el miedo a la oscuridad en un niño?

Para hacerlo lo que os sugiero es que si vuestro hijo está empezando a tener pesadillas vayáis a tranquilizarlo a oscuras. Las imágenes negativas de la pesadilla desaparecen, no porque encendamos la luz, sino porque el niño ya se ha despertado. Si lo calmamos a oscuras no aparecerá esa vinculación entre pesadilla y oscuridad, luz y salvación. Y esto es bueno porque para un descanso adecuado lo mejor es que de día el niño esté expuesto constantemente a la luz y de noche haya la menor posible. Esto marca el ritmo de secreción de melatonina que garantiza una mayor calidad de sueño.

Igual que este ejemplo, cada miedo que resulta limitante y no protector tiene una estrategia adecuada que puede eliminarlo. La persona que puede ayudarte a diseñar estas estrategias es el Psicólogo. Te recomiendo que busques su ayuda, especialmente si el miedo desencadena reacciones tan irracionales que limitan seriamente la capacidad de ser feliz o ponen en peligro al niño. Es cuando hablamos de Fobias.

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Salud Infantil en Halloween

Halloween, salud y niños

Halloween: Caras pintadas, pesadillas y chucherías. Una combinación que a veces genera preocupación. Claves para que los niños lo disfruten sin problemas.

Yo no voy a entrar en discusiones sobre si esta fiesta tiene sentido en nuestra cultura, bla, bla, bla…

Los que me conocéis sabéis que soy muy pragmático. Y la realidad es que Halloween se está convirtiendo en una festividad de alcance mundial en cualquier cultura. Hay lugares donde siempre ha existido con otros nombres y lo que siempre fue está siendo «contaminado» por la visión difundida en televisión e internet de Halloween. Pero eso no afecta a la salud infantil y aquí de lo que hablamos es de salud en niños.

Sí hay 3 aspectos que Halloween toca de forma muy directa en este campo:

  • Los riesgos de alergia por el uso de maquillaje en niños.
  • Las pesadillas por la propia estética de esta fiesta.
  • Las chucherías en la salud de los niños.

Alergias a maquillajes de Halloween en niños

Una de las cosas típicas de Halloween es disfrazar a los niños (y a los adultos). Como parte del disfraz suelen usarse maquillajes. Os voy a dar una serie de consejos simples al respecto:

  • No uses maquillajes de mala calidad adquiridos en cualquier parte sin garantías. Uno de los «seguros mínimos» es que miréis que tienen el sello de calidad correspondiente a vuestro país. En España «CE» de la Comunidad Europea.
  • Si además especifica que son hipoalergénicos y apto para uso en niños mejor.
  • Otra opción es usar productos que ya conocéis. Por ejemplo, para poner una cara blanca va muy bien cualquier pasta al agua de las que usáis para proteger el culete mientras usan el pañal, o un protector solar de los que os han sobrado del verano.
  • Prueba si tu hijo es alérgico al producto antes de usarlo: Si vas a usar cualquier producto nuevo, antes de poner toda la cara de tu hijo cubierta con él, prueba a pintar una zona pequeña en la muñeca y esperar unas horas. Si aparece irritación en la piel sabrás que tu hijo es alérgico a alguno de sus componentes y habrás evitado ponerle toda la cara encendida como una bombilla.
  • No usar lentillas en niños como parte del disfraz. Los niños tienen los ojos especialmente delicados. Una lentilla de disfraz no es precisamente un producto de alta calidad. En algunos casos pueden llegar a producir daños serios. Y si, como es tendencia normal en los niños, se frota con la lentilla puesta porque le molesta, puede causar erosiones corneales.
  • En niños con Dermatitis atópica todo lo anterior es especialmente importante. Hablando del disfraz en sí, en muchas ocasiones están hechos de telas bastante irritantes para una piel atópica. Es recomendable que evitemos el contacto directo con la piel poniendo bajo el disfraz ropa de algodón.

Pesadillas en los niños por culpa de Halloween

Depende de cada niño. Es difícil valorar si el uso que se hace en Halloween de objetos, personajes y animales que habitualmente son causa de pesadillas en los niños es perjudicial o beneficioso.

Por un lado está claro que en esta época las pesadillas aumentan. Ya que el tema está en todas partes es bastante difícil escapar de él.

Pero por otro lado se está contribuyendo a una banalización del tema que hace que muchos niños pierdan el miedo a elementos que sin esta aproximación festiva serían foco de miedos más intensos.

Yo creo que la clave está en que el niño se acerque a esta fiesta por propia iniciativa, de modo que su curiosidad venza a su miedo. Pero no forzando nunca por nuestra parte y estando siempre a su lado.

Chucherías en Halloween

Empecemos por la definición: Chucherías no son caramelos, chocolatinas, piruletas, nubes… Chuchería es cualquier alimento que damos al niño por su sabor apetecible o como premio, no por sus características nutricionales. Es cualquier alimento que damos sin que el niño lo necesite como parte de su dieta equilibrada.

El problema de las Chucherías es que alteran la relación con la comida sana cuando se toman con frecuencia, porque por norma general son alimentos ricos en azúcar. Y cuando el azúcar en sangre sube el hambre desaparece. Al ser alimentos más atractivos por sabor y aspecto tienen facilidad para distorsionar la dieta si el niño puede acceder a ellas con facilidad a diario.

Su riqueza en azúcar añade el riesgo de la Caries. Para evitarlo es recomendable que no reparta el consumo de chuches a lo largo de todo el día y que se cepille los dientes, especialmente antes de acostarse.

A pesar de lo importante que es para mí la dieta, mi opinión es que si un día concreto el niño se harta de chuches y hasta le sientan mal, puede ser útil para que el niño empiece a auto-regularse, lo que siempre es positivo.

Resumiendo: Como toda situación especial, Halloween tiene sus riesgos concretos para la salud. Pero está ahí y va a seguir ahí. Tu hijo va a participar en ella antes o después. Y para la mayoría de los niños es una de esas fiestas que les permite salir de la rutina y tener la oportunidad de pasárselo bien.

Tómalo como lo que es. Una ocasión de pasarlo bien con tu hijo si no se hacen barbaridades.

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¿Es malo que los bebés vean televisión?

¿Es malo que niños y bebés vean la Televisión ?

Respuesta al Peketema propuesto por una madre en Facebook: «¿Es malo que los bebés vean la televisión ?» Y ya de paso, hablamos de móvil y tablet en niños.

La tecnología y los niños. Opiniones para todos los gustos.

Me piden la mía y es lo que voy a dar.

La televisión es parte de la vida cotidiana hoy en día. Pero cada vez menos.

Lo llamativo de esto puede que sea el final de la frase. Pero la realidad es que según los estudios actuales los adolescentes ven menos televisión que hace unos años. No es que hayan descubierto el gusto por las actividades físicas, sino que su ocio se está desplazando de la televisión a otros dispositivos que acceden a internet.

Pero la televisión sigue estando ahí. ¿Se puede vivir sin ella? Pues sí. Yo conozco gente que no la tiene (¡asombroso!) y de hecho yo raramente la enciendo, habitualmente para ver noticias y poco más. Aunque lo normal no es eso.

La televisión sigue siendo el medio de comunicación más consumido en la mayoría de los hogares. Lo que significa que en casi todos los casos es algo con lo que los niños conviven desde su nacimiento. Ya que los padres no dejan de ver la televisión el día que su hijo nace.

La respuesta a «¿es malo que los bebés vean la televisión?» es que no. Siendo realistas, todos los bebés la ven. El hecho de ver una realidad distinta pero a través de una pantalla nada tiene en sí de perjudicial. Otra cosa es cómo, cuánto tiempo y qué vean los bebés o los niños en televisión.

Pueden surgir varias dudas sobre el hecho en sí de ver la televisión:

Radiaciones: Sí. La televisión emite radiaciones. Pero las anteriores de rayos catódicos las emitían más aún y la mayoría de los padres actuales las hemos consumido desde pequeños. Y hoy en día estamos inundados de radiaciones por todas partes. Se supone que son radiaciones «no ionizantes», lo que implicaría no ser capaces de producir alteraciones químicas en nuestros cuerpos, pero… La realidad es que la única forma de estar libre de todo esto sería vivir aislados. Y aún así nos llegarían ondas de radio, televisión y telefonía. Incluso muy aislados llegarían de los satélites de comunicaciones. En la práctica, es algo inherente a nuestra vida actual.

Visión: Hay quien pueden plantearse que el propio hecho de ver la televisión puede ser perjudicial para la vista. La típica frase: «No te acerques tanto a la televisión (todos los niños lo hacen), que te van a tener que poner gafas.» Como todo. Depende de cuanto tiempo vea la televisión al día. Pero haciéndolo razonablemente no hay una base científica para que eso ocurra.

Bebés que ya usan móviles y tabletas.

Los sustitutos actuales de la televisión : Móvil y Tablet

Como decía, el tiempo que los adolescentes dedican a la televisión ha descendido en los últimos años. Está siendo sustituido en parte por el uso de móvil y tablet. Y eso es bueno, en parte.

La televisión es ocio pasivo. Es decir, consiste en encenderla y ver. Ver lo que han programado en ese momento que se vea. Si tienes varios canales del tema que te gusta (dibujos animados) tienes varias elecciones. Pero siguen siendo pocas y una vez escogida tu actividad se reduce a ver.

Móvil y Tablet están desplazando esta opción porque permiten tres cosas:

Una selección infinitamente más amplia de contenidos. Hay vídeo, como la televisión, pero tu campo de elección es muchísimo mayor. Puedes escoger en cualquier momento entre millones de programas.

– Además del ocio totalmente pasivo dispones de programas con los que se interactúa (juegos fundamentalmente en los niños). Y esto es un ocio mucho menos pasivo (aunque sigue sin ser físicamente adecuado) que en algunos casos puede servir incluso para entrenar habilidades útiles. Lo que pasa es que la mayoría no orientan su uso a esto, sino al simple hecho de pasar el rato.

Comunicarse con otras personas. Cosa que no permite la televisión. Parte de la comunicación interpersonal se está desplazando a la vía electrónica. Se puede hablar mucho de los aspectos positivos y negativos de este cambio.

Problemas con la Televisión, los móviles y otros dispositivos electrónicos.

La realidad es que estos dispositivos electrónicos, y en algunos casos las videoconsolas son elementos con los que un número cada vez mayor de niños va a convivir toda su vida. Cuál es el momento idóneo para introducirlos en su vida. Dudo que nadie pueda dar una respuesta motivada que responda a eso en todos los casos.

Pero sí hay problemas que están aumentando debido a su uso. Especialmente a su mal uso:

Sedentarismo. Móvil y Tablet están sustituyendo en parte a la televisión. Pero el efecto sumado es que los niños son más sedentarios que antes de que estos existiesen. Sólo hay una solución a eso y es limitar el número de horas que permitimos a nuestros hijos acceder a ellos, pero ante todo, ofrecer actividades alternativas. No podemos tener a los niños todo el día encerrados en casa y decirles simplemente que no hay televisión ni móvil más de x horas al día. «¡Me aburro!».

Acceso a contenidos no adecuados. Esto es común a televisión y móviles o tabletas. Pero es más difícil de controlar en los últimos ya que la amplitud de contenidos accesibles es mucho mayor y permiten ver ese contenido de forma más difícil de controlar por los padres. Debéis implementar sistemas de restricción de búsqueda en los dispositivos que usan vuestros hijos y aún así controlarlos.

– En el caso de móviles y tabletas está apareciendo un problema nuevo: Contracturas y tendinitis. La sujeción de un dispositivo de este tipo durante mucho tiempo precisa mantener una postura concreta de forma fija. Y estos dispositivos tienen un peso que en algunos casos es capaz de producir molestias a adultos. En niños puede dar lugar a dolores. Los más frecuentes que vemos son: Contracturas cervicales, algunas con dolor de cabeza y tendinitis del pulgar. Especialmente del pulgar de la mano izquierda (ya que la mayoría usan la izquierda para sostener el móvil).

En resumen.

Todas estas tecnologías son propias de nuestra sociedad actual. Una parte del desarrollo y educación de nuestros hijos es que aprendan a regular el uso de cosas que tienen sus aspectos positivos y negativos.

Está claro que nuestros hijos van a necesitar en sus vidas utilizar tecnologías digitales y que aprender desde pequeños a usarlas tiene una utilidad similar a conocer otros idiomas, porque lo es. Es un nuevo idioma.

Pero su mal uso encierra también perjuicios que sólo los padres podemos limitar regulando su utilización hasta que aprendan a emplearlas de forma adecuada.

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Cómo hacer que un niño duerma toda la noche

Dormir toda la noche.

Peketema: Un tema solicitado por las madres en nuestra comunidad de Facebook. ¿Hay alguna forma de que un niño duerma toda la noche?

Hay una serie de ideas que la gente asocia a un «buen bebé»: Que coma bien, que duerma bien, que llore poco, que la caquita justa, ni mucha ni poca, que crezca bien (o si es posible incluso un poquito más de lo normal…)

Y luego está la realidad. Os diría que no hay un solo niño que lo cumpla todo. Alguna vez he pensado en poner en esta web un apartado de «intercambios»: «Cambio niño que no come por niño que no duerme…»

Hablando del tema del sueño.

¿Cuando es normal que un niño duerma toda la noche del tirón?

Pues para desgracia de los que se hacen esa pregunta, podremos decir que seguramente hay un problema a solucionar cuando un niño con más de 3 años (p0r poner una fecha) no duerme habitualmente sin despertarse toda la noche. Especialmente hasta los 18-24 meses, lo normal es que se despierten a veces.

Vamos por edades en niños sanos que no tienen ningún problema:

En las dos primeras semanas de vida se recomienda de hecho que no pasen más de 4-5 horas sin comer, porque eso puede producir un descenso de azúcar en sangre para el que no está preparado. Se recomienda que cuando pasan más de ese tiempo sin comer se haga por despertarles.

Los primeros 5-6 meses ya toleran el ayuno sin problemas (tienen reservas de azúcar en el hígado suficientes). El tiempo entre las tomas de noche suele ir aumentando. Hay incluso algunos bebés que llegan a dormir toda la noche. Muchos padres cantan victoria pensando que eso es un paso sin vuelta atrás.

Entre los 5 y los 7 meses empiezan a despertarse con más frecuencia. Esto ocurre porque maduran y cambia el patrón de sueño. Empiezan a aparecer cosas como las pesadillas y los terrores nocturnos. Y los bebés tienen más facilidad para despertarse entre ciclos de sueño (45-90 minutos) pidiendo hacer su ritual de sueño cada vez que quiere volver a dormirse.

Los siguientes 2 años el sueño estará marcado por la opción que escoja cada familia. Son básicamente 2 con tantas variantes como familias. Y en cada familia una por niño.

Hay radicales defensores de una y otra. Yo soy de la opinión de que en cada caso es adecuada una y que sólo conociendo las circunstancias, preferencias y carácter de cada caso puede decirse cuál es la más adecuada. El objetivo, prejuicios a parte debe ser que todos los implicados, es decir toda la familia, descanse lo mejor posible. Porque sea cual sea nuestra preferencia a priori, no descansar perjudica a toda la familia y al niño como miembro de ella.

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Despertares programados

Aprende a usar una técnica que puede ayudar a los padres de niños con sonambulismo o terrores nocturnos.

 

El Sonambulismo y los Terrores Nocturnos son cosas que ocurren en una fase de sueño muy profundo.

Habitualmente en la primera mitad de la noche. En muchos casos, poco después de que los padres se acuesten a dormir.

No hay tratamiento médico para estos fenómenos. Pero se puede usar una técnica psicológica llamada Despertar Programado.

Su objetivo es romper el ciclo de sueño que le llevará a la situación en la que se produce el Sonambulismo o el Terror nocturno.

Es especialmente útil cuando:

– El Sonambulismo o el Terror nocturno ocurre con mucha frecuencia.

– Tiene un horario más o menos fijo.

Cuando se dan las dos condiciones anteriores, el Despertar programado, consiste en que una hora antes de la habitual en la que el niño tiene el Terror Nocturno o el Sonambulismo, intentemos despertarlo, sin llegar a hacerlo del todo.

No es necesario que se despierte. Basta con que el niño responda a nuestro intento quejándose levemente.

Cuando eso ocurre, hemos interrumpido el ciclo de sueño que lo llevaba a la fase de sueño más profundo en la que se desencadenan el Sonambulismo o el Terror Nocturno.

Si estos eran frecuentes, veremos que tras repetir este proceso durante varias noches seguidas, los Terrores Nocturnos y el Sonambulismo desaparecen una temporada.

Si vuelven a reaparecer con frecuencia, repetimos el proceso unos cuantos días, y poco a poco iremos reduciendo la tendencia del niño a ese tipo de sueño anormal.

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Pesadillas en niños

Niños con pesadillas. Diferéncialos de los terrores nocturnos y aprende cómo deben actuar los padres.

Una pesadilla es un sueño desagradable que hace que quien la sufre se despierte.

En el momento que despierta el niño, desaparece el sueño que le asusta y aunque puede seguir un rato impresionado, cuando alguno de sus padres va a calmarlo, lo reconoce y se tranquiliza.

Si ya tiene edad de poder expresarlo, el niño recuerda en lo que consistía el sueño.

Aunque pueden aparecer en cualquier momento de la noche, son más frecuentes en la segunda mitad de la misma.

No se curan con medicinas.

Evidentemente si el origen de las pesadillas son experiencias desagradables durante el día, como discusiones, agresiones o accidentes, la medida fundamental es resolver esas situaciones.

Pero en la mayoría de los casos son simplemente elaboraciones del cerebro realizadas a partir de estímulos visuales recibidos durante el día que luego mezcla dando lugar en algunas ocasiones a sueños agradables y en otras a pesadillas.

Cuanto más cantidad de estímulos visuales tiene un niño durante el día más fácil es elaborar estas pesadillas de noche.

El principal foco de hiperestimulación visual en los niños es la televisión (los móviles y tabletas…), que en la programación “infantil” incluye cada vez contenidos menos recomendados para niños, por lo que la medida inicial más importante en un niño con pesadillas no basadas en problemas familiares, para reducirlas es limitar la televisión.

En muchos casos las pesadillas desaparecen a los pocos días. Aunque no viera en la tele más que dibujos animados de lo más tranquilos.

En el momento de la pesadilla lo que deben hacer los padres es tranquilizar al niño en su cuarto.

Debemos tener cuidado de no actuar de modo que empeoremos el problema:

  • No conviene encender la luz de la habitación, sino calmarlo a oscuras o casi. Evitamos así que el niño desarrolle miedo a la oscuridad. O que luego sea imposible dormirlo de nuevo.
  • Si preferimos que aprenda a dormir sólo, no debemos dormir con él porque haya tenido una pesadilla, sea en su cama o en la nuestra. El objetivo cuando se quiere que un niño duerma solo, es que aprenda a superar las pesadillas, no que incrementen su dependencia de nosotros.
  • Si es nuestra intención hacer Colecho (es decir, dormir con él siempre que quiera), seguimos durmiendo con él.

Las pesadillas son de cualquier modo episodios normales en el desarrollo de los niños, que acaban pasando.

 

Siguiente Capítulo: Terrores Nocturnos…

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