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Destete nocturno en bebés

Destete nocturno

Escribo este Peketema del destete nocturno en respuesta a la duda de una madre en Facebook: «¿Como retirar el pecho a un niño si de noche es su chupete?»

Siempre que hablamos de retirar el pecho saltan las alarmas. ¡No se lo quites! Sigue dándoselo…

Aquí no vamos a entrar en eso. Hay muchos motivos justificados para retirar el pecho y la persona más cualificada para decidir cuando y porqué en cada caso es la madre que lo da. Para quien tengan ganas de gresca con el tema recomiendo la lectura del artículo «Madres juzgadas». Y os recuerdo que nuestra comunidad se basa en el respeto a todos sus miembros.

La cuestión es que cuando se decide el destete nocturno surgen también muchas dudas de cómo hacerlo. Le has dado el pecho hasta ahora porque pensabas que era lo mejor para tu hijo. Y ahora que has decidido que retirarlo es también la mejor opción en vuestras circunstancias, quieres hacerlo de la mejor forma para él.

Lo que te recomiendo es usar lo que llamamos «Destete respetuoso: No ofrecer, no negar».

Pero concretamente, cómo hacer el destete nocturno en un bebé que usa el pecho en su ritual de sueño

Como siempre, para dar una respuesta hace falta aclara antes algunas cosas que influyen en la situación:

  • Los bebés se duermen usando un ritual de sueño. Todos lo hacemos en realidad. Son el conjunto de cosas que necesitamos para que un niño haga el paso de estar despierto a dormido. En la mayoría de los bebés que hacen lactancia materna a demanda el pecho es uno de los elementos esenciales de ese ritual. Pero por suerte no el único y podemos valernos de los demás para hacer el destete nocturno.
  • Cambiar el ritual de sueño de un bebé puede ser difícil. A veces es necesario hacer cambios más intensos y otras podemos hacerlo de forma gradual. Pero depende de cada niño. Algunos se adaptan con una facilidad sorprendente a cualquier cambio de su rutina. Mientras que para otros es casi imposible lograr un cambio si no surge de su propia iniciativa.
  • No existen soluciones milagrosas. Tendemos a pensar que lo que nos ha funcionado a nosotros debería funcionar en todos los casos. Y eso es totalmente falso. Por lo que lo único que podemos hacer es dar opciones para hacer el destete nocturno y que los padres prueben en un orden determinado dependiendo de sus propias preferencias y el conocimiento que solo ellos tienen de su hijo.

Así que os expongo dos opciones evidentes para el destete nocturno:

  1. Probar a que lo duerma en brazos el padre u otro cuidador distinto de la madre. Como decía, cada bebé es diferente. Los hay en los que el pecho es un elemento variable de su ritual de sueño. Que se duermen a veces con el padre, a veces con la madre. Para hacer un destete nocturno en estos niños la forma más fácil es que durante unas semanas sea el padre quien duerma al bebé.
  2. Probar a dormirlo la madre en brazos con el chupe o tomando el biberón. Evidentemente sólo es una opción en los bebés que usan chupe o biberón.

Hay una cuestión añadida. Y es ¿lo que queremos es que acabe aprendiendo a dormir sólo? O ¿queremos hacer colecho pero sin seguir dándole el pecho?

Si la opción es seguir haciendo colecho no hay problema en que se duerma al bebé en brazos dando chupe o biberón.

Pero si lo que pretendemos es que aprenda a dormir sólo os recomiendo que leáis «cómo enseñar a un bebé a dormir sólo sin dejarlo llorar».

Otra cuestión es, ¿pasamos de darle el pecho cada vez que se despertaba a nada poco a poco o de golpe?

Si aplicamos el principio de destete respetuoso lo que debemos hacer es intentar en cada despertar dormirlo sin darle el pecho de entrada (no ofrecer), pero si ves que no funciona, no te pongas a pelear para no dárselo a las 4 de la mañana (no negar). Dáselo y todos a dormir.

Poco a poco serán cada vez más los despertares en los que volverá a dormirse sin el pecho, del mismo modo que de día serán menos las ocasiones en las que lo pida.

Algo importante es que en función de la respuesta del bebé te adaptes en el ritmo, e incluso, si era una opción, no una necesidad, te replantees hacer el destete nocturno más adelante si claramente tu hijo no está preparado para hacerlo aún.

En cuanto a los motivos, si por lo que has decidido probar el destete nocturno es porque tu bebé se despierta mucho y pide sistemáticamente el pecho, te aviso de que quitar el pecho sin más no arregla ese problema en casi ningún caso. En esos casos lo que hay que plantearse es cuál es el ritual de sueño que preferiríamos que tenga nuestro hijo y hacer los cambios necesarios para ayudarle a ir en esa dirección.

De nuevo, si lo que pretendemos es que aprenda a dormir sólo os recomiendo que leáis «cómo enseñar a un bebé a dormir sólo sin dejarlo llorar».

Si has pasado por esta situación, te agradecemos que nos cuentes tu experiencia en Facebook.

Entre todos podemos ayudar mejor a quienes pasan por ella en este momento.

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El bebé de alta demanda afectiva

Bebés de Alta demanda

Hay bebés de alta demanda, que piden continuamente ser atendidos, alimentados, entretenidos, ¿Es así por su propio carácter o es que lo hacemos todo mal?

Son niños que se caracterizan por lo que sigue:

-Pide comida continuamente:

Suele hacer tomas muy cortas pero muy frecuentes.

– Pide afecto continuamente:

Tolera muy mal la separación de los padres. Especialmente de la madre.

– Exigente:

Tiene crisis de llanto exigente. Pide la satisfacción inmediata de sus necesidades. Calmándose momentáneamente en cuanto es atendida.

– Carácter fuerte:

Cuando quiere algo no para hasta conseguirlo.

– Muy activo:

Sus ratos de descanso son mínimos. Durante el día casi no duerme. Y en cuando una crisis de llanto cesa porque le damos lo que pide, comienza otra al poco rato.

– Agotador:

Superan la capacidad de esfuerzo de padres, abuelos y casi cualquiera que se ofrezca a echar una mano.

-Insatisfecho:

Es como si nunca tuviese suficiente. A pesar de atender todo la anterior, enseguida vuelve a llorar por otra cosa.

– Impredecible:

Cuando parece que empiezas a cogerle el tranquillo, lo que ayer ayudó, no sirve hoy.

– Muy sensible:

Nota cualquier mínimo cambio. La despierta cualquier ruido. Es muy influenciable por el estado de ánimo de los que le rodea.

En estos niños, la estrategia que parece funcionar mejor es lo que algunos llaman “Crianza Natural”.

Básicamente consiste en:

– Alimentación con pecho a demanda.

– Contacto continuo íntimo con la madre.

– Colecho (duerme en la cama de los padres).

Aunque es un método válido para cualquier familia, en los bebés de alta demanda, otras alternativas son casi insoportables. Aplicando métodos próximos a la «Crianza Natural» suelen mejorar poco a poco en el primer año de vida.

Yo no conocía la existencia de los bebés de alta demanda cuando acabé la especialidad. No me explicaron nada sobre ellos.

Mi experiencia como pediatra, es que lo más duro para los padres de un bebé de alta demanda es la sensación de frustración que les genera. El sentimiento de culpa que nace en ellos pensando que no son buenos padres. La mayoría de los padres a los que toca un bebé de este tipo no repiten. Yo los llamo a veces «niños cuco» (donde entra uno, no hay más).

En muchos casos, lo que más agradecen los padres cuando les das el diagnóstico, no es que les des una solución (que la que hay no es fácil), sino que por fin entienden que su hijo es así, y no lo es porque ellos sean malos padres. Sino que posiblemente para que su hijo progrese, van a tener que ganarse el título de PADRES con mayúsculas.

A la larga también tiene su parte buena:

– Los niños que fueron bebés de alta demanda son muy inteligentes y muy constantes. Lo que a la larga es una garantía de que conseguirán en la vida casi cualquier cosa que se propongan. La labor de los padres es que intentemos orientarlos hacia objetivos positivos.

Son grandes actores en potencia y personas con muchísimo carisma.

 

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Niños superdotados

Llamamos superdotado al niño que destaca en alguna capacidad intelectual comparado con la media de la población. ¿Pero qué significa más allá de serlo o no?

Este es un tema que me he resistido a escribir. Y lo he hecho, porque de todas las etiquetas que pueden colgársele a un niño, calificarlo de superdotado es una de las que creo que más repercute en su vida.

Podría hablar sobre las pruebas, las clasificaciones y otras consideraciones para llegar a calificar a un niño de superdotado. Si queréis información sobre estos asuntos podéis echar un vistazo a la página de wikipedia sobre superdotación intelectual.

Pero yo voy a centrarme en este artículo en otros enfoques.

¿Qué significa para los padres tener un niño superdotado?

En la mayoría de los casos, un problema. Puede que asombre, pero es cierto. Y lo es porque raramente la superdotación es general y equilibrada.

Me refiero a que la inteligencia no es algo unificado. Cada vez se distinguen más tipos de inteligencia. Si hacemos una reducción muy exagerada yo distinguiría inteligencia emocional (que más bien llamaría madurez afectiva) e inteligencia en su concepción clásica, como capacidad de aprendizaje, comprensión de conceptos y creatividad… Como digo es una reducción burda. Pero útil para lo que quiero explicar.

Consideramos habitualmente como superdotados intelectuales a los que tienen una alta capacidad en la inteligencia. Pero no tienen porqué tenerla en la madurez afectiva.

Lo que vemos muchas veces es a niños que con edades muy precoces son capaces de entender cosas que a la mayoría de los de su edad se les escapan. Pero el problema es que en muchos casos su madurez afectiva no está al nivel de asimilar esas cosas que entienden. Temas como la muerte, los problemas económicos familiares, una mala relación de pareja entre los padres, problemas sociales, políticos o económicos… Algunos de estos niños podrían explicarnos perfectamente esos temas, pero otra cosa es que sepan cómo afrontarlos a nivel afectivo. Y en muchos casos viven esos temas con angustia.

Para los padres, tratar con un niño superdotado puede ser complejo, porque se debe cuidar la información que se le facilita y cómo se hace. Y hay que estar especialmente atento a la forma en la que le afecta anímicamente. Suelen dar la impresión de ser demasiado sensibles, pero es que entienden lo que captan más allá de lo que cabría esperar para su edad, con una capacidad para asimilarlo similar a su edad real.

Otra preocupación para muchos padres de niños superdotados, es que se sienten a veces abrumados por una responsabilidad añadida. ¿Qué deberíamos hacer para que pueda desarrollar ese «don» que ha recibido? ¿Colegios especiales? ¿Actividades extra-escolares?

En bastantes casos significa, por raro que parezca, tener problemas en el colegio. Esto lo explicaremos en el siguiente apartado.

¿Qué significa para un niño ser superdotado?

Lo primero y más llamativo, como decía, problemas en el colegio. Aunque parezca extraño, la mayoría de los niños superdotados que conozco tienen problemas en el colegio. Especialmente en los primeros años de escolarización. A veces mejoran con la edad y otras empeoran.

Y creo que el factor determinante en esto es si conseguimos que su madurez afectiva alcance a su alta capacidad intelectual. Cuanto mayor es el desfase, peor lo pasa. Si conseguimos reducir el desfase, mejora.

Puede resultar extraño que un a un «niño listo» no le vaya bien en el colegio, pero no lo es. Un niño superdotado suele aburrirse con los niños de su edad. Entiende y le interesan cuestiones que la mayoría de los de su clase no comprenden aún. Con lo que cuando entra en una conversación o un juego e intenta llevar la atención del grupo hacia uno de los temas que le gustan a él suelen mirarlo extrañados sin entender de lo que va. Si esto ocurre con frecuencia no es raro que se sienta marginado.

Es frecuente que acabe intentando juntarse con niños mayores que él o incluso con adultos, rehuyendo a los niños de su edad. Eso suele interpretarse como un problema para relacionarse con los demás. Pero no lo es. Es que está fuera de sitio. Por eso cuando se habla de subir de curso a algunos de estos niños superdotados puede ser un acierto. No como medida general, pero sí individualizada. Dependerá de si tiene un nivel de madurez afectiva que le permita relacionarse con niños mayores.

Otra de las cosas que ocurren es que suelen responder muy bien a actividades nuevas, pero llevan fatal la repetición. En cuanto dominan una actividad les aburre soberanamente hacerla una y otra vez. Muchas veces se dicen cosas como «iba muy bien y ahora, de repente, ha dado pasos atrás». Cuando en realidad si probamos a que afronte el paso siguiente vemos que responde adecuadamente. No es que haya olvidado lo que logró hace una semana, es que necesita un reto nuevo y si le hacen repetir lo de la semana pasada lo hace cada vez con más desgana.

Tengo que decir que a un buen número de los niños superdotados que he conocido los habían calificado de niños con déficit de atención. Lo que significa que se otorga este diagnóstico tal vez de forma muy superficial en algunos casos.

¿Qué pasa cuando «descubren» que es un niño superdotado?

Pues puede variar mucho.

Depende de la forma en la que reaccionan los adultos que le rodean: los profesores y especialmente sus padres.

Hay gente que es como si descubriese una mina de oro: «Hay que sacar hasta la última pepita». Está claro que esa actitud convierte al niño en un esclavo de su «don». «Deberías hacer tal o cual cosa porque tú puedes». No somos felices porque hagamos lo que podemos hacer mejor que nadie. Sino porque hagamos lo que nos guste hacer.

También los hay que lo hacen mucho mejor. Centrándose en que es un niño con necesidades especiales y podemos facilitárselas. El planteamiento aunque parezca similar difiere mucho. No es cuestión de hacer todo lo necesario para que gane el premio Nobel. Sino de poner a su alcance lo necesario para que acabe siendo feliz y se sienta realizado. Y eso significa:

  1. Adecuar su ritmo educativo a sus demandas (y estas no tienen porqué ser lineales). Pero esto es complicado porque los centros escolares llevan mal la educación a ritmo individualizado. No es cuestión de voluntad, que la hay, sino de medios en la mayoría de los casos. Si un sistema no permite la movilidad de estudiantes entre niveles y satura a los profesores con un número excesivo de alumnos y una carga burocrática incomprensible e inútil, la individualización es la primera sacrificada.
  2. Que los padres nos esforcemos ante todo en ayudarle en la maduración afectiva, que como decía antes, creo que es la clave real para que estos niños superdotados acaben siendo felices.
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El Cólico del Lactante

Cólico del Lactante

El bebé con gases o cólico del lactante es un tema difícil para quienes lo sufren y para muchos pediatras. Os cuento lo que he aprendido sobre él.

Qué es el Cólico del Lactante

El Cólico del Lactante es una de las mayores pesadillas para los padres los primeros meses de vida.
 Resulta desesperante.

Son niños que lloran mucho con dolor de barriga.

Definición clásica:

Niño menor de 3 meses que llora más de 3 horas al día, más de 3 días por semana.

En teoría sin que esté enfermo.

Esta definición me lleva a la primera consideración importante sobre el cólico: El cólico del lactante no existe.

Si lees esto porque tu hijo cumple la definición y te lo han diagnosticado estarás pensando: «pues empezamos bien».

A lo que me refiero es que el «Cólico del lactante» no es un problema concreto: Es un cajón de sastre en el que se mete a todos los bebés que cumplen la definición. Y ahí está el primer error.

Hay muchas teorías sobre el cólico del lactante.

Hay muchas soluciones para el mismo.

Y hay muchos bebés que tras teorías, medidas alimentarias y medicinas varias siguen con el cólico del lactante durante meses.

Las teorías que hay hablan de intolerancias alimentarias, defectos en la movilidad del intestino…

Lo que se puede ver en todo niño con cólico del lactante es:

– Niño entre los 15 días y los 3-4 meses. Hablar de cólico antes de los 15 días es mucho decir. Ya se apuntan maneras, pero es una fase en la que se está empezando a adaptar a la alimentación y no puede decirse que puntuales momentos de más dolor sean un cólico como tal. En cuanto al final, generalmente suele ceder poco a poco a partir de los 2 meses y medio o 3 meses, aunque hay alguno que sigue hasta los 6 meses.

– Son niños ansiosos para comer.

La solución que me enseñaron para el Cólico del Lactante

Lo que a mí me enseñaron en la especialidad es lo siguiente:

«Pues no la hay.
 Es decir, hay demasiadas. Y cuando algo tiene muchos remedios…
»

Desde el punto de vista de lo que podemos darle hay 3 opciones:

Medicinas que aumentan el movimiento del intestino favoreciendo que echen los gases. 
(Aerored, Carminativo Juventus, Lupidón, Enterosilicona…Colikind, Nux vomica).

Infusiones como Blevit Digest, Colimil, Alivit…

Leches especiales como Blemil AC, Almirón Omneo, Nutramigen, Novalac AC…

Como digo, los hay que después de probarlo todo no mejoran con nada.

¿Porqué no funciona y cómo me planteo el cólico en la actualidad?

Lo que he aprendido del cólico es que en realidad en cada niño es diferente. Ese llanto del niño suele ser el resultado de la combinación de varios problemas. Lo difícil es que cada niño tiene una mezcla diferente. Pero los elementos que están presentes en la mayoría son una lista corta:

  1. Una mala pauta de alimentación.
  2. Gases.
  3. Intolerancia a la lactosa.
  4. Intolerancia a las proteínas de la leche de vaca.
  5. Reflujo gastro-esofágico.
  6. Niño de alta demanda.

No hay tratamiento para el cólico del lactante. Pero sí que lo hay para cada una de las posibles cosas que se combinan en cada caso dando lugar a él. El problema es averiguar cual es la mezcla en un niño concreto. No es algo tan sencillo como dar una infusión o un medicamento. Pero mi experiencia es que con este abordaje es posible obtener mejorías importante en poco tiempo.

Para llegar a descubrir esas causas y cómo solucionarlas ofrezco 3 opciones:

Espero que alguna de esas opciones pueda ayudaros.

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Peketip: Cada bebé a su ritmo

Cada bebé a su ritmo

Todo bebé dispone de mecanismo para adaptarse a los cambios mucho más complejos de lo que somos capaces de comprender.

Todo lo que sabemos hasta ahora sobre esos mecanismos son una burda aproximación.

Por eso, intentar forzarlos es mala idea.

Mientras no tengamos una prueba clara de que la forma en la que un bebé se adapta a un cambio le perjudica (lo que a veces pasa), no deberíamos interferir.

Si dejamos que sus mecanismos adaptativos actúen irán afinando su respuesta, haciéndolo cada vez mejor.

Si en lugar de interferir, observamos como funcionan, aprenderemos a entender mejor las necesidades de nuestro hijo y responderemos de forma más adecuada la próxima vez.

Observa mucho a tu hijo, disfruta que tienes el honor de vivirlo y piensa antes de actuar.

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Los bebés se calman en brazos

Los típicos tópicos sobre educación en un tema muy concreto: los niños y los brazos (de sus padres)

«No lo cojas tanto en brazos que se va a acostrumbrar.»

Seguro que os lo han dicho alguna vez. «Y si no os lo han dicho es que tenéis que cogerlo más» (es broma).

Los bebés se calman en brazos. Pues sí. Son muy raros, les gusta que les abracen y sentirse queridos. Yo soy igual de raro. Me gusta que me abracen, el contacto con las personas que me agradan. Sentirme seguro y relajado disfrutando de estar con alguien de quien sólo espero cosas buenas. No dejes que nadie te diga que hacer eso a tu hijo es malo. O pasa totalmente de quien lo haga…

«Los bebés no son capaces de regular el estrés, por lo que depende  del contacto con su figura de apego, su calor y su voz para tranquilizarse y sentirse seguro». Esto es verdad a medias. Los bebés si que son capaces de regular el estrés. Si no dispone de la figura de apego, acabará activando otros mecanismos para superarlo. Ningún niño se muere porque sus padres no puedan atenderle de forma inmediata.

El problema es que son mecanismos que precisan un esfuerzo mucho mayor por parte del niño. Forzarlo a recurrir a esos mecanismos más difíciles no tiene mucha justificación si nuestro único planteamiento es: podría cogerlo y abrazarlo en este momento, pero no se si es bueno que lo haga. Hazlo, por su puesto que es bueno. Pero tampoco te agobies si empieza a llorar justo en el momento que te das cuenta que se está quemando la comida. Puede esperar a que apagues el fuego.

«Un bebé primitivo que no llorase y reclamara los brazos de sus progenitores sería rápidamente capturado por cualquier depredador al acecho». Esto significa que los bebés han adquirido esa necesidad a lo largo de cientos de miles de años de evolución de la humanidad. Si pretendemos que eso cambie, es posible, pero va a costar. A veces las circunstancias familiares lo hacen necesario. Pero si no lo es, mi consejo es que le evites ese esfuerzo de adaptación.

Derivado de lo anterior, los bebés llevados en brazos lloran menos y durante menos tiempo. Esto no sólo se debe a los beneficios directos de la cercanía (movimiento, calor, olor) sino también a que el adulto que le lleva está más atento a los signos de incomodidad que pueda tener el bebé y, por tanto, puede atenderlos antes (por ejemplo, el hambre).

Entonces, ¿en brazos hasta los 18 años?

No. Todo tiene su momento. Yo he llevado mucho en brazos a mi hijo. Gracias a eso y a otras muchas muestras de afecto me he ganado que se preocupe por mi bienestar. Llegó un momento con unos 5 años (es bastante delgado, con lo que no me ha costado hasta ese momento cogerlo) en que ya empezaba a resultarme molesto cogerlo en brazos con mucha frecuencia (dolores de espalda). Pero lo entendió perfectamente. En cuanto le expliqué unas cuantas veces que no lo podía coger tanto como antes porque ya pesaba mucho y luego me dolía la espalda, ha ido dejando de pedirlo, y lo entiende cuando se lo digo. Es bueno, me quiere y no quiere que haga algo que me va a doler.

¿Significa eso que ya nunca lo cojo en brazos?

Pues no. Cuando llegamos a casa tarde y está muerto de sueño lo cojo. Y no sé si le gusta más a él o a mí sentirlo como deja su cabeza vencida sobre mi hombro.

A veces tras una larga caminata (larga para él) me pide que lo coja. Yo ya sé que con que lo lleve unos minutos luego va a entender perfectamente que debe seguir a pie. Es mejor hacerlo así que liarla para que siga andando a buen ritmo cuando realmente ya está cansado. Es lo que hago si tenemos prisa. Si no la hay, pues paramos un poco a descansar y seguimos.

El resumen:

Con los niños todo tiene su momento. Cuando hacemos las cosas de forma razonable, casi siempre el resultado acaba siendo igual de sensato. Se pueden conseguir las mismas cosas de formas muy diferentes. No pretendo que mi hijo sea egoísta, caprichoso ni consentido. Pero reivindico la palabra «mimado». El mío lo es, y me encanta que lo sea. Significa que se siente querido. Pero eso no le impide valerse por si mismo, ser sensato en lo que puede serlo para su edad y saber que a veces no es posible lo que le apetece.

Escoged vuestra propia forma de hacerlo. Aquella con la que os sintáis felices junto a vuestro hijo. Esa es la mejor garantía de éxito criando niños.

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Los portabebés ayudan al establecimiento de la lactancia materna

Los portabebés ayudan al establecimiento de la lactancia materna y al mantenimiento de la misma.

El pecho funciona cuando lo damos a demanda. Eso se debe a dos aspectos:

  1. El pecho funciona de una forma compleja, pero a la vez muy simple: Produce más cuanto más lo vacian.
  2. La cantidad que un lactante necesita mamar varía de una toma a otra. Y se va modificando conforme el niño crece. La mejor forma de que lo que el pecho produce se amolde a lo que el niño necesita es que pueda tomarlo a demanda. Cada vez que lo pida y durante el tiempo que quiera. Si lo hacemos así, reducimos la ansiedad del niño comiendo, los gases… Y favorecemos que el niño tenga una relación con la comida en la que aprende a regular su apetito poco a poco por sí mismo.

Durante los primeros meses esa demanda puede ser tan intensa que dificulta a la madre hacer casi cualquier otra cosa. En esas condiciones un portabebés puede ser una gran ayuda. Ya que permite dar el pecho al niño mientras la madre se mueve y tiene las manos libres para hacer otras actividades. Y permite además dar el pecho en lugares en los que no se dispone de intimidad con total discrección.

Pero para hacer esto, no todos los portabebés son iguales ni permiten por ejemplo dar el pecho cómodamente dejando libres las manos. Y no todas las mochilas portabebés son adecuadas para todas las edades.

Si tienes claro que necesitas una mochila portabebé pero no sabes cual escoger te aconsejo que visites esta página en la que una madre experta en porteo te asesora para escoger tu mejor opción:

Si tienes dudas puedes hacer una

Consulta Online sobre Lactancia Materna

y obtener tu respuesta en menos de 24 horas.

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Los bebés necesitan ir en brazos

Soy pediatra y no voy a regañar a una madre por «tener a su hijo en brazos» tanto como desee. ¿Porqué?

Una de las cosas que me resulta llamativa en mi actividad como pediatra es que para muchos padres uno es como el «policía de la crianza» o algo así.

Trabajo en un hospital donde visito a diario a los nuevos padres. Y es frecuente que me comenten como una de sus dudas: «Es dejarlo en la cuna y llora, pero se calla en cuanto lo cogemos. Pero nos han dicho que tenemos que dejarlo en la cuna, que si no se va a acostumbrar a que lo tengamos siempre en brazos.»

Entonces es cuando les explico lo siguiente:

Hay formas diferentes de criar niños.

Existe una que consiste en que los niños deben hacer las cosas que nosotros consideramos adecuadas cuando nosotros consideramos adecuado.

Pero hay otra que se basa en entender que cada niño tiene su propio ritmo. Es mucho mejor entender sus necesidades y que hay un momento adecuado en cada niño para los cambios que generar conflictos innecesarios por querer hacerlos en un momento que no está preparado.

Si escogéis como yo la segunda opción, debemos entender que un bebé necesita que lo cojan. Al nacer ha salido de un ambiente de recogimiento que le inspira seguridad. Verse sólo en un espacio muy abierto le genera inseguridad. Si cuando lo dejas en la cuna llora y si lo coges se calla, tu instinto te dice que lo cojas, tu corazón te dice que lo cojas: ¡Pues cógelo!

Algunos dicen que si se coge a un niño demasiado se le hace inseguro y dependiente. Pero es al revés. Cuando un niño es llevado en brazos con frecuencia y recibe afecto de forma continua se cría sintiéndose querido y seguro. Poco a poco, la curiosidad le hará buscar la separación para explorar el ambiente que lo rodea.

Así que escoged vuestra forma de criar a vuestro hijo. Si lo que os sale es darle afecto constantemente, no os cortéis. Al afecto no hace daño nunca.

Y si vamos a llevar a un niño en brazos hasta que esté preparado para «independizarse» hay cosas que pueden ayudar. Como las mochilas porta bebés. Ayudan a que llevar al niño en brazos sea compatible con un mayor número de actividades y a que hacerlo resulte más cómodo. Las mochilas ergonómicas lo hacen además en la postura más adecuada para el niño.

Si queréis información sobre cual escoger según vuestras necesidades os recomiendo el siguiente enlace. En este formulario una madre experta en porteo os puede asesorar sobre la elección.

 

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¿Qué mochila portabebés es la mejor para mí?

Si quieres una mochila para llevar a tu bebé y no sabes cual escoger, hay expertas que pueden ayudarte.

En esta web encontráis mucha información gratuita sobre salud infantil. Mi deseo es ayudar a los padres a ser más autónomos. Pero yo no soy experto en todo lo que pueda relacionarse con niños. Y a veces establezco colaboraciones con otras personas que lo son en campos complementarios. Si tu lo eres no dudes en comentármelo.

El tema del porteo es uno de ellos. Yo puedo hablar de las ventajas para la salud que tiene el porteo. Es una necesidad que en realidad tienen todos los padres: Llevar a su bebé en brazos. Pero especialmente recomendable en niños con Reflujo o con Cólico del lactante. Pero hay una madre a la que conocí a través de la web que ha hecho de ello una pasión y al tiempo una forma de sacar adelante a su propia familia. Y colaboro con ella por medio de un sistema de afiliación. Lo que quiere decir que si compráis vuestra mochila a través de uno de los enlaces presentes en esta página yo recibo una comisión y esta madre vende sus productos. Lo que no supone que os los cobren por encima del precio de mercado. Es una forma de «premiarme» sin que a vosotros os cueste nada por la información que os doy.

En este caso, para escoger la mochila con la que transportar a vuestro bebé que puede ser útil en tu caso, hay que tener en cuenta varias cuestiones: Edad y peso de tu bebé, cuál es la utilidad que quieres darle a la mochila, tus propias preferencias…

Una de las ventajas de la web que os recomiendo es que su autora está disponible para que podáis pedirle información sobre cuál es la mochila que mejor se adapta a vuestras necesidades.

Podéis solicitar su ayuda a través de este formulario.

 

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Los terribles dos años

A veces los niños sufren cambios que parecen bruscos. A los dos años hay cosas llamativas en la conducta.

Recuerdo que refiriéndose a la pubertad mi padre decía en muchas ocasiones: «de pequeños estaban para comérselos, y de grandes, que pena de no habérselos comido.»

Pero eso es algo que muchos padres piensan mucho antes: Algunos lo llaman los «terribles dos años» o la «crisis de los dos años». Se puede resumir en una palabra: «No.»

Vamos a intentar entenderlo, porque sólo entendiéndolo se dota uno del arma más necesaria en esa situación: La «santa paciencia».

El desarrollo de los niños no es lineal, y además cada niño tiene sus variantes. Pero en torno a los dos años es frecuente que los padres noten algunos cambios significativos en la conducta de su hijo. Es la etapa de las rabietas, de llevar la contraria a todo, suelen ser más frecuentes las pesadillas, los miedos y los terrores nocturnos. En resumen, que cuando parecía que íbamos tomándole el tranquillo a esto de criar niños se nos desmonta todo.

Encima es para muchos niños su primera invierno de escolarización, y algunos no paran de pillar infecciones. Otros empiezan a seleccionar la dieta y a no querer comer alimentos que hasta entonces aceptaban bien.

Vamos a añadirle que llegamos a un nivel de razonamiento y de lenguaje que le permite escoger y expresar sus elecciones, pero aún de forma imperfecta (lo que le genera frustración si no es entendido).

Suele juntarse con todo esto que parece que toca quitar el pañal y el chupe (si lo tenían). Y que en muchos de los que siguen con el pecho empieza el destete (evidentemente se puede seguir por encima de esta edad).

Si a todo este panorama le sumamos un hermanito recién nacido (los dos años son la cadencia más habitual entre hermanos) la tenemos pero bien liada.

¿Cuál es la clave del problema? Autonomía.

Voy a intentar explicarlo: Al principio los padres solemos agobiarnos porque los niños son seres totalmente indefensos. Dependen para todo de nuestro cuidado. No es raro que eso suponga para muchos padres la mayor responsabilidad que se ha asumido en la vida.

Pero va pasando el tiempo, vamos conociendo a nuestro hijo y empezamos a entender sus necesidades, cómo nos las expresa y cómo cubrirlas. Incluso empezamos a entender que tenemos cierto margen de maniobra y que podemos escoger entre formas difrentes de suplir sus necesidades.

Cuando esto ocurre, empezamos a tener la sensación de que dominamos la situación y que hasta podemos escoger la forma de hacer las cosas que mejor se amolda a nuestras preferencias.

Pero entonces, de repente, el niño adquiere la capacidad de hacer cosas de forma autónoma, o de no hacerlas… Y eso es nuevo. De repente, perdemos la capacidad de planificar mínimamente, porque él empieza a tener iniciativa de temas que antes ni se planteaba (lo que quiere hacer en este momento y lo que no, o sus preferencias, escoge ropa, comida, juegos, juguetes, compañía…), y además empieza a expresarlo de forma clara.

Se está definiendo su personalidad. Y eso quiere decir que disfruta escogiendo las opciones que más le gusta, y al mismo tiempo, que le disgusta tremendamente que no se respeten esas elecciones.

Como decía al principio aparecen:

El no. Es decir, la capacidad de escoger no hacer lo que hemos planeado nosotros y le incluye.

La rabieta. Es su forma de expresar la frustración cuando no consigue que los demás se sumen a su elección.

La agresividad. Es una forma de rabieta que se expresa con violencia porque su capacidad de hacer daño es ahora mayor. Al principio no interpretan que hacen daño. Poco a poco lo identifican y ante eso hay niños que abandonan la violencia y otros que la intensifican. Depende mucho del vínculo afectivo, de los ejemplos que tiene en su entorno, y por supuesto de la propia personalidad del niño.

La clave general es entender que esto es uno de los procesos de cambio necesarios para su desarrollo. En el futuro esperamos que sea cada vez más autónomo.

Lo que recomiendo a los padres es que ante cualquier elección del niño que no se amolda a nuestra idea inicial valoremos:

– Lo que ha escogido el niño es una alternativa aceptable: Cede. Refuerzas su autoestima y le muestras que eres flexible cuando puedes serlo.

– Lo que ha escogido podría aceptarse pero en este momento prefieres no hacerlo: Valora si ante una conducta de presión por parte del niño vas a ceder. Si es así, no esperes a que haga una conducta que no deseas (como la rabieta) para ceder tras ella.

– Es claramente una opción no aceptable: Pues toca aguantar, a pesar de la rabieta. Y tras ella con cariño, con paciencia, explicar porqué no es posible y que usando ese medio no va a conseguir las cosas.

Lo desesperante de todo esto, es que incluso haciéndolo bien, los resultados no son nunca inmediatos. Pero en eso consiste la educación y por eso es tan difícil ser buenos padres.