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¿Sabes por qué algunos bebés rechazan la fruta de repente?

Sabes por qué algunos bebés rechazan la fruta de repente cuando antes la tomaban bien?

Hay bebés que tomaban fruta muy bien y de repente la rechazan. ¿Sabes por qué? Te lo explico para que sepas cómo actuar y no empeorar la situación.

La conducta de los niños es un misterio. Especialmente durante la etapa en la que aún no pueden usar el lenguaje para expresar los motivos de lo que hacen.

Pero es un misterio que puede resolverse en muchos casos pensando en cuestiones simples.

En este caso vamos a centrarnos en una situación muy común. Escribo esto porque son muchos los padres que me lo han preguntado y creo que viene bien entenderlo. Es útil en esta situación concreta, bastante frecuente, pero también a modo de ejemplo para entender otras conductas, aparentemente incomprensibles.

Un bebé que ya tomaba fruta sin problema de repente la rechaza

Puede haber niños a los que les gustan más unos alimentos que otros.

Pero lo llamativo en estos casos es que inicialmente han aceptado muy bien la fruta. Puede que incluso lleven varias semanas tomándola.

Y un día de repente la rechazan.

No parece haber un motivo, pero vemos que el bebé es insistente en el tema. Dejamos de insistir, le damos otro alimento, como por ejemplo la leche, y la acepta sin problemas. Volvemos a probar con la fruta y vuelve a rechazarla. Y cada vez con mayor insistencia.

Una modificación de conducta tan brusca nos resulta muy llamativa. No entendemos qué ocurre ni qué es más adecuado hacer:

  • ¿Dejamos de insistir con la fruta y que coma lo que sí acepta?
  • ¿Insistimos en que la coma porque la fruta es un alimento importante?

¿Qué opinas tú?

Debo confesarte que durante muchos años no tenía clara la respuesta o estaba más a favor de la segunda opción. Pero es que en unos años mi visión de los niños ha cambiado.

Los niños no siempre escogen lo que les conviene. Pero en muchos casos tienen motivos más que justificados para hacer ciertas cosas. Si entendemos esos motivos podemos hacer las cosas de forma que superemos los problemas. Si no las entendemos podemos empeorarlos.

Cuando un niño rechaza la fruta de repente suele ser por dolor

Y qué tiene la fruta que pueda producir dolor:

  • De forma inmediata, acidez.
  • A medio plazo, fructosa.

Situaciones en las que un niño rechaza la fruta por su acidez:

  1. Aftas o llagas en la boca. Hay muchas infecciones vírales que pueden originar aftas o llagas en la mucosa de la boca. Algunas se acompañan de erupciones alrededor de los labios. Cuando es así es fácil suponer que pueda haber alguna lesión también en el interior. Pero en muchos casos las lesiones son escasas y sólo están donde no las vemos. Imagina qué le pasa a un niño que tiene un afta y que de repente toma fruta ácida. ¿No es normal que la rechace?
  2. Los dientes. Cuando los dientes salen las encías se están abriendo. Los receptores de dolor están hiperexcitados. Cualquier estímulo en ese momento puede ser más doloroso de lo habitual. Al tomar fruta ácida irrita las heridas de las encías que los dientes están abriendo al salir. ¿Es extraño que rechace la fruta en esta situación?

Situaciones en las que el bebé rechaza la fruta por intolerancia a la fructosa:

  1. En Intolerantes a la Fructosa. Hay personas que tienen un defecto que les impide digerir el azúcar de la fruta. La fructosa es un «azúcar doble» que nuestro intestino debe partir por la mitad para que pueda absorberse. Para eso usamos una enzima. Si no somos capaces de producirla en cantidad suficiente por un defecto genético, no podremos digerir y absorber ese azúcar. El resultado es que se queda en el intestino, es consumido por los gérmenes de nuestra flora intestinal que lo fermentan produciendo gases y ácidos que irritan la pared del intestino. El resultado es que al poco rato de tomar la fruta hay dolor de barriga y diarrea ácida. Si esto te ocurriese cada vez que tomas fruta, ¿no acabarías rechazándola?
  2. Tras algunas gastroenteritis virales se puede originar una intolerancia transitoria a la fructosa. En el punto anterior decía que hay personas que tienen un defecto genético que les impide digerir la fructosa. Pero en otros casos puede ser algo puntual. Si tienes una infección en el intestino y se altera la mucosa, la fructosa es digerida con una encima que se produce en la zona más expuesta, la superficie. Si esta superficie de la mucosa es barrida y perdemos la capacidad de digerir la fructosa (y la lactosa, el azúcar de la leche). Podemos recuperar esa capacidad en cuanto se regenera la mucosa. Pero es que la diarrea producida por la propia intolerancia puede mantener la mucosa dañada. Es la pescadilla que se muerde la cola. Estas diarreas ácidas suelen ceder en cuanto retiramos de la dieta del niño los azúcares que no digiere: Fructosa y Lactosa.

¿Qué hacer cuando un bebé rechaza la fruta de repente?

Una vez que entendemos mejor las razones del niño que rechaza la fruta, pensemos cómo actuar.

Evidentemente nuestro objetivo es que el bebé acabe tomando la fruta de nuevo.

Pero si hay un problema que produce dolor al tomarla, e insistimos, sólo conseguiremos que el rechazo a la fruta se haga cada vez más fuerte y duradero.

Lo adecuado es eliminar la fruta de su dieta mientras dure el problema y ayudar si podemos a que se resuelva la causa del dolor.

En la práctica lo que debes hacer en cada una de las situaciones que generan dolor al tomar fruta es:

  • Rechaza la fruta por dentición. Habitualmente los dientes crecen dando estirones. Suelen estar activos durante unos 3-4 días. Es la fase en la que van rompiendo encía para salir y en la que estará más sensible. Si vemos que un niño rechaza la fruta y tiene dientes saliendo deja de ofrecerle fruta hasta que veas que los dientes detienen su avance y un par de días más para que la encía se repare.
  • Rechaza la fruta por un afta o llaga. Lo normal en las infecciones que las generan es que estén saliendo llagas nuevas durante 2-4 días y tras eso tarden en curar otros 2-3 días. En total una semana más o menos. Para que las llagas molesten menos y se curen antes lo que parece dar mejor resultado son aplicaciones de ácido hialurónico. Lo que hace es formar una capa protectora sobre la lesión.
  • Rechazan la fruta con gases y diarrea ácida. En estas situaciones lo que recomiendo es que elimines la fruta y la lactosa (el pecho no tiene problema, si toma leche, sin lactosa, puede tomar yogur y queso) y le des un probiótico. Hacemos esto hasta que desaparezcan los gases y la diarrea ácida y una semanita más. Cuando pase este periodo vuelve a ofrecerle lactosa y fruta. Si al hacerlo empeora de nuevo elimínalas de su dieta un mes. Si al reintroducírselas en la dieta vuelve a empeorar consulta a su pediatra, porque tal vez, no se trate de una intolerancia pasajera.

Como os decía al principio del artículo, un niño no siempre sabe lo que le conviene. Pero sus reacciones no son por ello injustificadas, absurdas o imcomprensibles.

Insistir a un niño a que coma algo que rechaza no es nunca la solución. Incluir la pelea sólo puede empeorar el problema. Empeorará la relación del niño con la comida y contigo.

Pero ¿Y si el niño simplemente está seleccionando la comida y rechaza la fruta porque prefiere otras cosas?

Esto es bastante frecuente. Pero ocurre porque ofrecemos al niño una dieta inadecuada.

Si tú ofreces a un niño lácteos azucarados es fácil que estos vayan suplantando progresivamente a otros alimentos que resultan menos apetecibles al niño.

La solución en estos casos pasa por 3 consejos simples:

  1. Confía en la capacidad de tu hijo de comer la cantidad necesaria. No hagas nada para que coma más. No suele funcionar y suelen ser soluciones contraproducentes.
  2. Elimina de la dieta del niño esos productos comodín que están suplantando a la comida. No le des más productos azucarados. Son caros, no aportan nada que no tenga una dieta variada y se cargan la dieta sana.
  3. Ofrécele comida variada pero en plato único. Es decir, no pongas primero, segundo y postre. Ofrece plato único. Y hazlo de forma que en conjunto haya variedad. Pero en cada comida ofrecemos un sólo alimento y de eso que coma la cantidad que quiera.

Haciéndolo así conseguirás sin pelear que tu hijo tome una dieta variada. Este es el objetivo, y lo haremos mejorando su relación contigo y con la comida.

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El recorrido del agua en el cuerpo de un niño o bebé

El agua es el principal componente del cuerpo del bebé. Es importante mantenerlo hidratado y hacerlo con agua de buena calidad.

El agua es el principal nutriente del organismo. Este vídeo explica fácilmente el camino que sigue en el organismo de un niño o bebé.

El agua es el nutriente más importante de los seres vivos. Para los seres humanos no es una excepción.

Y los niños tienen una mayor proporción de su cuerpo en forma de agua.

El vídeo nos muestra de forma esquemática algunos detalles importantes:

  • El agua entra en forma de líquido o con los alimentos.
  • En el intestino la absorbemos y pasa a la sangre.
  • La circulación la lleva a todos los puntos del organismo. Sirve de base de transporte, pasa a los tejidos ocupando espacio entre las células y en su interior.
  • Arrastra además los desechos del organismo que son purificados en el riñón y expulsados en la orina.
  • Pero no todo el agua que ingerimos es absorbida. Una parte debe quedar en las heces. Cuando esa cantidad es muy baja nos estreñimos. Cuando es demasiada aparece la diarrea.
  • La perdemos además a través de la respiración, en la mucosidad y con el sudor…

El cuerpo debe mantener una cantidad casi constante de este elemento. Y está muy bien preparado para hacerlo. Pero cuando hay pérdidas extraordinarias puede necesitar un aporte de agua por encima de lo normal.

Las situaciones que pueden hacer perder agua con más facilidad a un bebé o un niño son:

  • Diarrea. Cuando hay una irritación en el intestino que impide que absorba el agua que el cuerpo necesita. Aunque estemos tomándola en cantidad adecuada, se pierde.
  • Vómitos. Una irritación del estómago hace que lo que entra en él no pase hacia el intestino, sino que se retenga y sea expulsado por arriba. Suele ocurrir cuando el estómago detecta algo que le daña y se activan mecanismos para expulsarlo en lugar de permitir que pase hacia el intestino y lo dañe.
  • Fiebre. Cuando el cuerpo sube su temperatura puede perder agua por dos vías: Sudando y con la respiración, ya que cuanto más sube la fiebre más se acelera la respiración y más agua sale en ella.
  • Exceso de calor en el ambiente. Por ejemplo si dejamos a un bebé en la playa en las horas centrales del día. Aunque esté bajo una sombrilla puede estar a temperaturas muy superiores a 40º C. Y en esas condiciones la única vía para mantener la temperatura del cuerpo es sudar.

Aporte adecuado de agua

En todas estas situaciones es especialmente importante aportar cantidad suficiente a niños y bebés para evitar la deshidratación. Y será mucho más acuciante cuanto menor sea la edad del bebé. Ya que en los más pequeños la capacidad de adaptación es menor.

Cuando falta en el organismo hablamos de deshidratación. En un bebé suele notarse porque la boca está seca, la piel pálida y las ojeras marcadas.

Lo ideal para evitarlo es aportar cantidades pequeñas pero frecuentemente. Así suele ser mejor tolerada que si damos mucha cantidad de golpe. Especialmente será recomendable fraccionar las tomas cuando el bebé presente vómitos o diarrea. Porque cuando toma cantidades más pequeñas es más fácil que se retenga y asimile. Cuando toma cantidades mayores es más probable que se desencadene el vómito o el retortijón que acabe en diarrea.

En el cuerpo hay un equilibrio importante entre minerales y agua. Cuando aportamos un exceso de minerales deben ser eliminados por el riñón. Es parte de su trabajo. Entre las cualidades a destacar de un agua buena para niños y bebés está el hecho de que tenga una mineralización baja. Ya que si no es así, para el riñón supone una sobrecarga tener que eliminar constantemente una cantidad mayor de minerales que el cuerpo no necesita.

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La importancia de una correcta hidratación en los niños

Hidratación en Bebés y Niños.

Hidratación adecuada en niños. Calidad del agua. Una de las bases de una dieta sana, porque el agua es en porcentaje nuestro nutriente más abundante.

El agua es el componente más abundante del ser humano. Supone una parte importante de nuestro peso.

En los niños más que en los adultos. Conforme crecemos y envejecemos aumenta poco a poco la proporción de grasas y calcio, por ejemplo, reduciéndose la de agua.

Mantenerse bien hidratado es fundamental en todas las etapas de la vida, y se habla mucho de los beneficios que un consumo suficiente de agua aporta para la salud y las funciones vitales del organismo.

Aparte de ser una parte fundamental de nuestro cuerpo, gastamos agua con la respiración, con el sudor y debemos eliminar agua en las heces y en la orina. Por lo tanto hay una parte importante de agua que sale cada día de nuestro cuerpo y debemos reponer.

Lo que entra en el cuerpo con el agua

Disponer de un agua de calidad es importante. Es una de las partes esenciales de una dieta sana.

Un agua contaminada puede contener cantidades importantes de sustancias tóxicas para el organismo.

Por ejemplo en las Islas Canarias hay una alta concentración de metales pesados que hace desaconsejado el uso del agua del grifo para consumo humano.

Y muchas zonas del mundo no reúnen las condiciones mínimas de salubridad para evitar que el agua corriente sea una vía de contagio de infecciones.

¿Cuánta agua debe beber un bebé para mantener su correcta hidratación?

Sabéis que yo soy de pocas cifras exactas. Establecer una cantidad concreta de agua a beber es irreal. Ya que cada día es diferente y cada niño también:

  • Un día de calor, sudando puede necesitarse más agua. Un día de frío puede necesitarse menos.
  • Una diarrea, vómitos o fiebre pueden aumentar la pérdida de agua necesitando aumentar su aporte.

En este sentido, las recomendaciones generales en adultos aconsejan un consumo mínimo de 2 litros de líquidos diarios (unos 8-10 vasos), de los cuales, un 80 % deben ser de agua y el 20 % restante se puede completar con alimentos u otras bebidas como infusiones, frutas, caldos, verduras, etc.

Además, se debe prestar especial atención a aquellos colectivos en los que el riesgo de deshidratación es mayor. Entre ellos, se encuentran los lactantes, los bebés y los niños por el contenido en agua en relación a su peso.

Debemos tener en cuenta que los bebés menores de 6 meses toman sólo líquido (leche). Y que esta leche aporta una cantidad de líquido suficiente. Un bebé bien alimentado con leche a demanda no se deshidrata.

Aunque en esta edad tampoco podamos decir que darles agua sea perjudicial, es innecesario.

Es a partir de la introducción de la alimentación complementarias cuando debemos plantearnos qué va a beber nuestro hijo.

Y en esto soy muy claro: Bebida sana para quitar la sed, sólo una, el agua.

Calidad del agua que toma tu hijo

Por otro lado, no sólo hay que tener en cuenta la cantidad sino también la calidad del agua de bebida. Aguas aptas para el consumo humano hay muchas, desde la del grifo, según localización, tal y como explico más detalladamente en este artículo: http://www.mipediatraonline.com/agua-de-grifo-embotellada/, hasta infinidad de aguas minerales embotelladas.

La diferencia entre la gran oferta de estas últimas depende, principalmente, de su contenido en minerales. La mayor o menor concentración de estos en el agua embotellada varía en función del origen, y queda reflejado en el etiquetado de las botellas bajo el nombre de residuo seco.

En este sentido, las aguas de mineralización muy débil son las que menor contenido en minerales tienen ya que su residuo seco es menor de 50 mg/l. Un exceso de sales en el agua puede causar una sobrecarga de los riñones. Por lo que es recomendable especialmente en niño dar aguas con una mineralización débil o muy débil.

Además, son una buena opción para preparar biberones y alimentos infantiles ya que su baja mineralización ayuda a preservar el sabor original de los alimentos.

Por todo esto, elegir un agua que se adapte a las necesidades y permita facilitar el alcance de las cantidades recomendadas para cada etapa es de vital importancia en la edad infantil.

Crear unos buenos hábitos de hidratación, junto a una dieta variada y equilibrada, un buen descanso, bienestar emocional y la práctica de ejercicio físico regular son los pilares que marcarán una vida saludable en un futuro.

Pistas que pueden hacerte pensar que tu hijo necesita tomar más agua por falta de hidratación

Más que contar la cantidad de agua que un niño toma para intentar que se ajuste a una cifra, lo que os recomiendo es que estéis atentos a algunos signos de falta de agua:

  • Boca seca.
  • Orina oscura.
  • Heces duras.
  • Facilidad para que le suba la fiebre, o dificultad para que baje.
  • Pérdidas extraordinarias como sudor abundante, vómitos o diarrea.

En todos estos casos ofrece agua a tu hijo con más frecuencia de lo habitual.

No puedes pelear con él para que la tome. Pero ofrécela con frecuencia.

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Probióticos en el tratamiento del Cólico del Lactante

Probióticos en el tratamiento del Cólico del Lactante

Probióticos: esos suplementos a base de gérmenes buenos. ¿Cuál es su papel en el tratamiento del Cólico del Lactante? ¿Son la solución o una parte de ella?

Creo que ya conocéis mi planteamiento sobre el cólico del lactante, pero por si no es así os hago un resumen muy breve:

  • El Cólico del Lactante no existe.
  • Es sólo una etiqueta con la que agrupamos bebés que lloran mucho. 
  • Si un bebé llora siempre es por algo. 
  • Hay una serie de causas identificables que por sí solas o con más frecuencia combinadas entre sí producen el llanto en cada bebé concreto.
  • Son identificables y tratables. 
  • No existe un remedio único para el cólico. 
  • Sí un Protocolo de actuación para resolverlo. Es lo que aplicamos en el Proyecto Bebé sin Cólico.

Uno de los elementos que siempre uso en el Protocolo de Bebé sin Cólico es un Probiótico. Pero es importante entender su papel, que no es el de protagonista, sino el de un colaborador necesario.

El Probiótico por sí sólo no puede curar el Cólico del Lactante

La idea con la que se prescriben Probióticos en el Cólico es que suele identificarse con Gases. Y los gases pueden estar en el intestino por tres motivos:

  • Entran muchos. Esencialmente por comer con ansiedad.
  • Salen pocos. Estreñimiento y Pseudo-estreñimientos del lactante.
  • Se producen muchos en su interior. Por intolerancias alimentarias y/o alteración de la flora intestinal. Sólo en este último caso el Probiótico es la solución.

Pero es que hay otras causas que no tienen que ver con los gases.

Por eso, pretender que un Probiótico sea la solución para cualquier Bebé con Cólico del Lactante no es realista.

Y sin embargo recomiendo dar un Probiótico a todos los bebés con Cólico del Lactante

El motivo es el siguiente. Sea cual sea la causa o causas del Cólico del Lactante, para tratarlo hago a los padres unas recomendaciones que tienen algo en común. Todas influyen en las condiciones que hay en el intestino y eso va a modificar la Flora Intestinal. Digamos que abrimos el «Casting para elegir Flora Intestinal nueva».

Esto es un poco lotería. Dar un Probiótico durante todo el proceso en el que resolvemos el Cólico del Lactante es trucar la lotería garantizando que al final de todos esos cambios lo que quede sea una flora intestinal amigable.

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Tratamiento de la Diarrea en Niños

Tratamiento de la Diarrea en niños y bebés

Diarrea es hacer tantas deposiciones que se pierden líquidos, sales y nuetrientes que el cuerpo necesita, porque el intestino no hace bien su trabajo.

Este es un artículo elaborado en colaboración con La Farmacia del Bebé.

¿Qué es diarrea?

Habitualmente esto significa hacer muchas veces. Pero a veces consideramos que hay diarrea aunque sólo haga dos o tres veces en un día porque son muy abundantes, van acompañadas de dolor y expulsan como decimos un líquido sales y nutrientes que son necesarios.

Es frecuente que sea líquida, pero también pueden ser mucosas o contener simplemente los alimentos casi sin digerir.

Suelen ser abundantes, pero a veces son escasas en la cantidad que expulsan, pero tan numerosas e irritantes que siguen siendo un problema.

La diarrea es muy frecuente en los bebés y niños menores de 5 años ya que su sistema inmunitario esta menos desarrollado que el de los adultos. Puede estar acompañada o no de otros síntomas como vómitos, fiebre o dolor de tripa (flexiona las piernas, las estira y llora).

Lo más importante cuando un bebé tiene diarrea es mantenerle bien hidratado y alimentado, tarea no siempre fácil cuando la diarrea viene acompañada de vómitos, fiebre o dolor abdominal. Cuando además hay vómitos intensos y continuos aumenta la probabilidad de deshidratación. Con los bebés de pocos meses de edad y menores de 5 años debemos ser especialmente cuidadosos porque pueden deshidratarse en pocas horas.

Suele acompañarse también de dolor: Los retortijones. El motivo es que al estar irritado el intestino activa su movimiento con más facilidad en cuanto se dilata un poco. Esto hace que tanto el líquido como la comida sea mejor tolerado cuando se toma en cantidades pequeñas y frecuentes.

Aunque la gastroenteritis puede deberse a una intolerancia o alergia a un alimento, sus principales responsables son los virus, seguidos de las bacterias. El rotavirus es el más llamativo de los habituales, y se suele caracterizar por vómitos, diarrea líquida y amarilla y más tendencia a la deshidratación. Si existe fiebre por encima de 39ºC, dolor abdominal intenso y sangre en las heces es más probable que se trate de una infección bacteriana por Campylobacter, E. coli, Salmonella o Yersinia.

También pueden producir diarrea los parásitos, aunque en España no es muy frecuente. El que se detecta con más frecuencia es Giardia, que tiene en las guarderías las mejores condiciones de propagación. Afecta principalmente a bebés o niños pequeños que acuden a la guardería o bien tienen hermanos que acuden a la misma. Tiende a producir episodios más prolongados de diarrea, donde hay etapas diarreicas y etapas en las que las cacas son normales.

 

En los casos en que el causante es una bacteria o parásito hay tratamiento específico contra cada uno.

Pero en la mayoría que son causadas por virus no existe ningún tratamiento específico para la diarrea, por lo que el objetivo es la prevención y el tratamiento de la deshidratación.

Las soluciones de rehidratación oral, una pauta de alimentación en la que se fraccionen las tomas y los probióticos son los principales y casi únicos tratamientos para los niños con diarrea.

Soluciones de rehidratación oral (SRO)

Las Soluciones de Rehidratación Oral (SRO) contienen los líquidos y sales minerales necesarias para reponer lo que se pierde. Tienen la cantidad exacta de agua, sodio, potasio y azúcar que los niños necesitan.

Es importante puntualizar que las SRO no detienen la diarrea, esta se cura por sí sola en unos pocos días. El verdadero peligro es la pérdida de líquidos y nutrientes corporales que padece el niño, que puede causarle deshidratación y desnutrición.

Para los niños se recomiendan las soluciones hipotónicas. Debe asegurarse que sea apta para los niños. No se deben emplear en prematuros y niños menores de un mes.

  • Las SRO deben administrarse fresquitas, pues mejora el sabor. Aunque la solución no debe estar demasiado fría ya que podría acelerarse el movimiento del intestino.
  • Se administran en pequeñas cantidades. Si se administra muy rápido puede ocasionar vómitos y retortijones, especialmente al principio, empeorando la deshidratación.
  • Deben administrarse con frecuencia pero sin forzar al niño a tomarlos, ya que si el niño no tiene sed es poco probable que esté deshidratado.
  • Algunos preparados contienen amarillo anaranjado (E-110) y pueden dar reacciones de tipo alérgico, incluido asma, especialmente en niños alérgicos al acido acetil salicílico.

La rehidratación con SRO se debe iniciar tan pronto como empecemos a apreciar deshidratación (decaimiento, boca seca, piel pálida), se debe dar en pequeñas cantidades y poco a poco para facilitar la tolerancia:

Diarrea sin vómitos:

Se puede comenzar ofreciendo 5-10 ml cada 5 o 10 minutos e ir aumentando la cantidad según vaya tolerando.

  • Menores de dos años 50-100 ml de SRO después de cada deposición liquida. Máximo 500 ml al día.
  • Mayores de 2 años 100 – 200 ml de SRO después de cada deposición liquida. Máximo 1000 ml al día.

 Diarrea con vómitos:

Una pauta orientativa, como en el caso anterior. Recordad no forzar y valorar si el decaimiento mejora o empeora, ya que eso es lo importante:

  • Primera hora 2.5 ml cada 10 minutos
  • Segunda hora 5 ml cada 10 minutos
  • Tercera hora 5 ml cada 5 minutos
  • Cuarta hora 10 ml cada 5 minutos
  • A partir de la cuarta hora se puede administrar 10 ml cada 2-3 minutos, una vez que no vomite durante 6 horas se puede introducir alimentación solida sin forzar.
  • Si vomita, se recomienda descansar 30-60 minutos antes de volver a empezar de nuevo.

Tipos de soluciones

SRO en polvo

En estos casos lo más importante es añadir la cantidad exacta de agua que recomienda el fabricante. Si queda demasiado concentrada puede causar daño y si queda demasiado diluida puede ser inefectiva.

Una vez preparada se debe mantener fría en la nevera.

Consumir en un plazo máximo de 24 horas. Hay que desechar el sobre abierto o la solución ya preparada una vez pasadas 24 horas.

No se pueden disolver en leche, sopa, zumos de fruta o una bebida refrescante tipo Aquarius.

Tampoco se puede añadir azúcar para modificar el sabor pues se corre el riesgo de dar soluciones hipertónicas que producen diarrea osmótica.

La hipernatremia o exceso de sal que puede aparecer por usar suero no indicados para niños (Aquarius y similares) produce somnolencia, taquicardia, presión arterial elevada, irritabilidad, inquietud, edema de pies y miembros inferiores.

Desde La Farmacia del Bebé las que normalmente recomendamos son las siguientes:Bioralsuero Baby

BI ORALSUERO BABY (indicado para lactantes de menos de 12 meses)

Tiene la ventaja de la asociación de sales de rehidratación oral con un probiótico (reuteri protectis) para mezclar en el momento. Contiene un vaso graduado que permite la preparación en 250 ml de agua. Con sabor neutro y sin colorantes.

Recuerda que las SRO no se deben emplear en prematuros y niños menores de un mes.

 Sueroral Hiposódico

SUERORAL HIPOSODICO

Pueden usarlo lactantes mayores de un mes. Cada sobre se debe disolver en un litro de agua. Con sabor a naranja y colorante amarillo anaranjado E-110.

SRO en forma liquida

Ya vienen preparadas para abrir y beber (botellitas con tapón para succión o en tetrabrik), también se presentan en gelatinas o en forma de polo-flash. Las hay de diferentes sabores e incluso sin sabor o sabor neutro. Tienen la ventaja que al venir preparadas ya tienen la cantidad recomendada de agua. Desde La Farmacia del Bebé las que normalmente recomendamos son las siguientes:

Bioralsuero en Tetrabrick

BI ORALSUERO

Sal de rehidratación con probióticos para reducir la duración de la diarrea. Incorpora una pajita con Lactobacillus Reuteri Protectis, que es arrastrado con el líquido al ser aspirado a través de la pajita. De 2-3 tetrabricks al día. Apto para celiacos.

Citoral Junior Zinc

CITO-ORAL JUNIOR ZINC

Contiene zinc para reducir la severidad y la duración de la diarrea. Con sabor a fresa muy aceptado por los niños y con tapón deportivo para hacerlo más fácil y cómodo.

Citoral Junior Aquagel

CITO-ORAL AQUAGEL

En niños a partir de un año. Las soluciones de rehidratación oral en forma de gelatina son una excelente fuente de líquidos y se toleran mejor, sobre todo si hay vómitos. Con sabor a naranja. Se puede usar 4-6 tarrinas diarias.

Neopeques suero Flash

SUERO EN FLASH NEO PEQUES

Los flash tienen mejor sabor y son muchísimo más atractivos para los niños. Tomar 1 flash cada 3 horas (hasta un máximo de 9 al día). Puede tomarse frío o congelado.

Alimentación

Lo primero que debemos hacer es corregir la deshidratación y luego la recuperación nutricional. Tras un período corto de tiempo (unas 3-4 horas) a base de SRO, debe iniciarse la alimentación. Es importantísimo mantener la alimentación durante la diarrea. En cuanto tolere 4-5 sorbitos del suero se puede empezar a ofrecerle la comida, un trocito de pan, una cucharada de yogurt, un poco de jamón de york.

La realimentación precoz no agrava la diarrea y reduce la bajada de peso.

  • En niños con lactancia materna (1-5 meses). Se debe continuar con lactancia materna a demanda (cuantas veces quiera) ofreciéndole suero oral entre las tomas si la diarrea es muy abundante, pero sin forzarle. Si no quiere el suero pero toma pecho con frecuencia es difícil que se deshidrate. El Pecho es el mejor suero de rehidratación para un lactante.

La leche materna contiene unos compuestos (mucinas defensivas como la lacthaderina) que previenen y protegen al lactante frente al virus.

  • En niños con fórmula artificial. Se debe seguir con la misma leche. No se debe sustituir por leche diluida, leches sin lactosa (puede ser necesaria en diarreas prolongadas), hidrolizados de proteínas o fórmulas de soja, a no ser que el pediatra así lo recomiende. Y si la diarrea es muy abundante complementar con SRO entre tomas. Dar suero oral sin forzarle.
  • Niños con alimentación complementaria. No hay una alimentación específica para la diarrea. Deben respetarse las preferencias y costumbres familiares. Mejor si se eligen alimentos con buena digestibilidad y tolerancia. En general hay una pérdida del apetito y no se debe de forzar a comer. Evitar los zumos de frutas, las grasas y fritos, la pastelería y líquidos azucarados. Son adecuados y aconsejables: el arroz, la patata o zanahoria, pescados o carnes, caldos o sopas, plátano, manzana y yogurt. En general se harán preparaciones sencillas.

Probióticos

Favorecen la recuperación de la flora intestinal que se altera en algunas diarreas. Pueden ser un complemento a la rehidratación ya que pueden acortar la duración y la gravedad de algunas diarreas infecciosas, sobre todo en las de origen viral y preferentemente por rotavirus. Sus efectos pueden ser limitados para las de origen bacteriano.

Son más efectivos al inicio de la enfermedad, cuando se administran en dosis altas y durante no menos de 5 días.

Las cepas más eficaces son:

  • Saccharomyces boulardii (ultralevura)Útil en diarreas leves a moderadas cuando se usa en las primeras 48 horas. Niños hasta 6 años 1 cápsula (50 mg) 1-3 veces al día, dosis máxima 3 cápsulas (150 mg/día).
  • Lactobacillus rhamnosus GG(bivos): Útil en diarreas por rotavirus, 1-2 sobres al día. En caso de presentación en gotas 1 sobre equivale a 9 gotas.

Bivos Probiótico

En La Farmacia del Bebé puedes encontrar nuestras recomendaciones para tratar la diarrea en bebés así como los productos para tratar la diarrea en niños. Si tienes cualquier duda puedes contactarnos a través de nuestro chat online, correo electrónico o teléfono. Estaremos encantados de resolver cualquier duda que tengas.

 

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¿Qué hacer cuando un niño vomita? 4º Vídeo en MedicinaTV

Canal de Pediatría en MedicinaTV

¿Qué hacer cuando un niño vomita? 4º Vídeo en el canal de Pediatría de MedicinaTV en el que explicamos qué son los vómitos, porqué se producen y cómo atajarlos.

Con este vídeo completamos nuestro primer mes en este canal de Youtube dirigido a padres y cuidadores de niños en general.

En esta ocasión hablamos de otro de los síntomas más alarmantes en los niños: Los vómitos.

Os contamos qué podemos hacer los padres cuando nuestro hijo vomita.

Respondemos a dudas como:

¿Para qué sirven los vómitos y cómo se generan?

Si me pide agua nada más vomitar ¿Es bueno o malo que se la dé?

¿Qué es lo mejor para re-hidratar a un niño cuando vomita? ¿Aquarius, Coca-cola sin gas, manzanilla? ¡No! Os contamos porqué.

¿Cuándo debo acudir a urgencias si mi hijo vomita?

¿Cuándo puede volver a comer mi hijo tras vomitar?

Esperamos que se resuelvan vuestras dudas y si os queda alguna haced un comentario al vídeo en Youtube. 

Este vídeo es el cuarto de la serie que estamos publicando todas las semanas en el canal de Pediatría de MedicinaTV en Youtube. Con él completamos nuestro primer mes de difusión con miles de visualizaciones. Muchas gracias a todos. Esperamos seguir respondiendo a vuestras inquietudes.

Añade un comentario en Youtube con el tema del que te gustaría que hagamos nuevos vídeos.

Cada martes un nuevo vídeo en el que trataremos un problema frecuente de salud infantil.

Intentamos usar un lenguaje claro, con el objetivo de que aprendáis a comprender y manejar los cambios más habituales en la salud de vuestros hijos.

Puedes accecer a los vídeos anteriores sobre la fiebre la tos y los mocos.

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Mi hijo está malo desde que empezó el curso

«Mi hijo siempre está malo » Algo muy frecuente el primer año de guardería. No busques respuestas milagrosas sino entender cuándo preocuparte o verlo normal.

¿Tienes un hijo menor de tres años que acude por primera vez a la guardería este año?

Si es así, seguro que el título te ha llamado la atención. Debes llevar dándole vueltas desde hace meses.

Es frecuente que el primer año de guardería pagues para que se ponga malo. Va dos días, una semana sin ir. Vuelve otros dos días, otra semana malo…

Suelo decir que si uno calcula lo que se paga de guardería y el número de días que va de verdad, sale más caro que enviarlo a estudiar a EEUU.

Como habréis deducido, es bastante normal. Vuestro hijo no es una excepción. No tiene las defensas mal.

Y no es que no acabe de curarse ni que tenga un «resfriado mal curado». La causa real es que no han acabado con una infección cuando ya están incubando la siguiente.

¿Porqué está malo constantemente?

Cuando un niño se escolariza por primera vez empieza a tener relación con muchos niños que provienen de familias difrerentes. Sin que un niño se relacione con otros también puede enfermar. Los adultos lo hacemos con menor frecuencia porque ya hemos pasado y formado defensas contra la mayoría de los gérmenes que nos rodean.

Para que se entienda voy a poner un ejemplo conocido: La varicela.

La mayoría la hemos pasado en nuestra infancia. Las personas que han pasado la varicela, si en un momento determinado tienen una bajada de sus defensas pueden reactivar ese virus, que está como hivernando en nuestro interior. Aparece lo que llamamos una «Culebrina» o herpes zoster.

Cuando un adulto tiene una culebrina libera vírus de la varicela. Si un niño está cerca y aún no la ha pasado, puede desarrollarla. El período de incubación es de 7-10 días habitualmente. Y en ese tiempo el niño ya está liberando virus que pueden contagiar a otros.

Si un niño no está escolarizado las posibilidades de que un adulto de su entorno desarrolle una culebrina son bajas.

Pero si está escolarizado las posibilidades de que alguno de sus compañeros tenga contacto con un adulto con culebrina se multiplican.

Por eso enferman más si van a la escuela.

¿Deberíamos evitarlo no llevándolo a la escuela hasta que sea mayor?

El sistema defensivo es un elemento que como todos los demás en los niños está en construcción. Pero es uno de los que maduran más rápidamente hasta el máximo de capacidad. Nos va en ello la supervivencia.

Los primeros 3-4 meses contamos con la ayuda de los anticuerpos que pasa la madre a su hijo a través de la placenta.

Tras el nacimiento la ayuda puede mantenerse a través de la lactancia, pero de forma más limitada que en la primera fase.

A partir de ahí los niños deberían haber desarrollado su propia capacidad de defenderse.

Suele considerarse que las infecciones en menores de 3-6 meses son más graves que en niños mayores de los 6 meses. Porque antes de esa edad consideramos inmaduro al sistema defensivo.
Y eso nos lleva a algo: Que la escolarización antes de los 6 meses debería estar contraindicada. Pero para eso sería necesario que la baja tras el nacimiento durase ese período como mínimo.

A partir de esa edad las probabilidades de un niño de enfermar cuando se escolarice son las mismas, lo haga a los 6 meses o a los 6 años.

La diferencia está en que se hará de forma más condensada si se escolariza pronto. Si lo hace tarde irá pasando infecciones a un ritmo menor. Pero el resultado final, si hiciésemos un recuento del número de infecciones sufridas sería casi el mismo.

Pero algunos niños están malos con más frecuencia que otros

Eso es algo que cualquiera puede apreciar. Los propios trabajadores de las escuelas infantiles lo notan y cuando los padres hablan entre sí también.

¿Qué ocurre? ¿Es que hay niños que sufren todas las infecciones y otros que no? Pues en realidad está ahí la diferencia. Lo que marca la diferencia entre las veces que enferman los niños no es que los gérmenes no afecten a unos y si a otros. Sino la forma en la que lo hacen.

Hay niños que cuando contactan con un virus, por ejemplo, desarrollan algo de moqueo y en un par de días están bien. Otros ante ese mismo virus se defienden haciendo fiebre alta, una bronquitis, vómitos, diarrea… Síntomas mucho más llamativos. Y en realidad el segundo, el que parece enfermar más no es que tenga una falta de defensas, sino que responde de forma mucho más exagerada.

Luego hay niños que tienen una mayor tendencia a que ciertos gérmenes aniden en su cuerpo. Es el caso de los niños con amigdalitis (anginas) o infecciones de orina de repetición.

En estos niños hay cosas que podemos hacer para reducir su tendencia a reaccionar de forma exagerada frente a las infecciones o a evitar esas infecciones de repetición. Es labor del pediatra ir un poco más allá de tratar cuadros agudos uno tras otro y plantear estrategias de prevención. Especialemente cuando el cuadro que sufre el niño es repetitivo y casi siempre con el mismo patrón.

No podemos evitar que el siguiente germen con el que tenga contacto le infecte. Pero sí podemos modular o prevenir ciertas formas de enfermar que vuelven una y otra vez.

El problema para hacer ese planteamiento es que se necesita tiempo. Muchos pediatras no disponen de ese tiempo por masificación y el resultado es que se pierde la oportunidad de conocer adecuadamente a un paciente hasta el punto de poder controlar bien sus particularidades y prevenir problemas posteriores. Lo que reduciría la demanda.

Otro problema es la continuidad. Ante la masificación de muchas consultas algunos padrs se ven obligados a acudir una y otra vez a urgencias y eso hace que su hijo sea atendido como cuadro agudo una y otra vez sin que ningún pediatra de urgencias pueda establecer una estrategia de prevención estable y que pueda seguir para adaptar a la evolución del niño.

Por eso, cuando un niño empieza la escolarización, mi consejo a los padres es que tengáis un pediatra de referencia al que acudáis cada vez que vuestro hijo enferme y recurráis a urgencias sólo cuando no podáis hacerlo a vuestro pediatra «de cabecera».

Pero ante todo, y a pesar de lo desesperante que pueden ser estos primeros años, asume que es normal que mañana pueda tener una nueva infección y da gracias si pasa una tras otra sin necesitar ser hospitalizado. Porque eso significa que en realidad está superando este reto de forma adecuada y debe hacerlo.

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Probióticos y antibióticos en niños

Probióticos frente a antibióticos en niños

Respuesta a una consulta en Facebook: ¿Qué probióticos dar a los niños tras un antibiótico? Los probióticos son gérmenes que fortalecen nuestra flora intestinal.

Los antibióticos son medicamentos que matan bacterias. Los utilizamos cuando una bacteria produce una infección para ayudar al cuerpo a eliminarla.

Anti- Antibióticos.

Hay gente que está en contra del uso de los antibióticos.

Se dicen cosas como que:

«Son sustancias químicas que interfieren con la capacidad del organismo de defenderse por sí mismo»

Para empezar, los antibióticos son sustancias que obtenemos de la naturaleza. Lo que hacemos es observar cómo ciertas sustancias (presentes en la naturaleza) dificultan el crecimiento de microbios que causan infecciones en el ser humano. Cuando identificamos una de ellas, se estudia cual es el efecto de esa sustancia en nuestro organismo. Le los miles de sustancias presentes en la naturaleza que pueden atacar a los microbios que nos infectan se escogen aquellas que siendo más potente contra microbios más peligrosos, tienen menos efectos indeseables en el ser humano. Han salvado millones de vidas y evitado secuelas que antes del descubrimiento de los antibióticos eran frecuentes.

«Cuando toma antibiótico el niño come peor»

Es cierto. Pero es debido a que cuando toma antibióticos es porque el niño está enfermo.

«Destroza la flora intestinal»

Hay antibióticos más agresivos en esto que otros. Pero es cierto. Los antibióticos actúan sobre mecanismos que afectan no sólo a gérmenes perjudiciales. Toda nuestra piel y mucosas están cubiertos por gérmenes que no nos dañan. Es lo que llamamos nuestra «flora saprofita». El sitio donde es más rica es el intestino y de hecho lo que hay en el intestino acaba definiendo en gran medida lo que acaba colonizando el resto de nuestra piel y mucosas.

Los antibióticos pueden también matar una parte importante de los gérmenes no perjudiciales (o algunos incluso beneficiosos) que conviven con nosotros. Y eso sí es perjudicial porque el espacio que no ocupan ellos puede ser conquistado por otros perjudiciales.

Para evitarlo, cuando tomamos antibiótico podemos acompañarlo de probióticos. Son gérmenes de los beneficiosos que queremos que ocupen el espacio libre tras el efecto de los antibióticos.

Es recomendable tomarlos siempre que tenemos que tomar antibiótico hasta acabar el tratamiento y  unos días más. Haciéndolo podemos obtener el beneficio de los antibióticos para vencer infecciones que pueden ser graves evitando los efectos perjudiciales de una flora pobre.

Por tanto, la solución no es no usar los antibióticos. Es escoger el adecuado, usarlo sólo cuando es necesario y recuperar de forma adecuada la flora intestinal.

Para mí la mejor opción sería que los antibióticos se vendiesen de forma conjunta con el probiótico más adecuado para reparar la flora tras su uso (idea de marketing para laboratorios).

Cuál es el mejor probiótico con los antibióticos

En los últimos años se han comercializado montones de probióticos. Están de moda. Y evidentemente todos los laboratorios tienen estudios que defienden al suyo.

La realidad es que posiblemente a cada persona le va mejor uno concreto, porque se adapte mejor a las características de su organismo.

Pero yo los que más recomiendo son Lactobacillus fermentum Lc40, Lactobacillus reuteri y una levadura, Sacaromices Boulardii.

Especialmente Sacaromices Boulardii es útil en reparación de la flora intestinal con tratamientos antibióticos. Ya que al ser una levadura y no una bacteria los antibióticos no le hacen daño. Eso permite empezar a reparar incluso durante el tratamiento antibiótico.

Hay muchos antibióticos y no todos afectan igual a la flora intestinal. Si tuviese que nombrar a «la bestia negra de la flora» en niños sería sin duda la Amoxicilina con ácido clavulánico. Pero es un gran antibiótico en cuanto a efectividad contra las infecciones. Esto significa que no debe usarse a la ligera. Que si la infección creemos que puede combatirse con otros antibióticos menos agresivos, optemos por otros. Pero que si es una infección grave y necesitamos este antibiótico debemos usarlo.

Pero eso sí, siempre con probióticos. Y en este caso mi recomendación es empezar al mismo tiempo que el antibiótico a tomar Sacaromices boulardii y seguir tomándo el probiótico hasta unos días después de acabar el tratamiento antibiótico.

Los probióticos como tratamiento preventivo de infecciones

Otro uso posible de los probióticos es que en algunos casos de infecciones de repetición los probióticos pueden actuar reduciendo la tendencia de algunos niños a desarrollar algunas infecciones concretas.

Algunas mastitis, orzuelos, enterocolitis, amigdalitis, otitis de repetición pueden reducir su frecuencia o desaparecer cuando reforzamos la flora con probióticos.

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Los Vómitos en niños y bebés

Vómitos en niños y bebés. Explicación a los padres de causas y soluciones.

¿Tu hijo tiene vómitos? Resuelve tus dudas, comprende cuando puede ser peligroso o no y cómo puedes actuar para aliviar su malestar y que cedan los vómitos.

Alarman porque resultan inesperados y porque se acompañan de síntomas vagales (palidez, ojeras, decaimiento…). Además son a veces signo de enfermedad grave. Y si se dan en niños pequeños o son persistentes pueden deshidratar a un niño en pocas horas.

Lo primero que hay que diferenciar hablando de vómitos y niños es:

¿Vómitos o bocanadas en el lactante?

El vómito es echar el contenido del estómago por la boca de forma brusca y con fuerza. Vacían el estómago casi por completo. Es como si el propio estómago se exprimiera hasta la última gota.

La bocanada es como si escurriese el contenido del estómago poco a poco hacia fuera. Vacía sólo parte. Parece como si dejásemos abierta una bolsa de agua caliente, según la postura o si se le aprieta desde fuera derrama parte de su contenido.

En los lactantes las bocanadas son muy frecuentes. Debido a que el cierre superior del estómago en los primeros meses puede ser muy débil, con lo que cuando llenan mucho la barriga pueden echar, se va escapando su contenido como si rebosara. Suele coincidir con momentos en los que movemos al niño, de tal modo que si apretamos la barriga lo suficiente puede salir con fuerza como en los vómitos. Pero nunca vaciará del todo el estómago.

Ya que el vómito vacía el estómago y la bocanada sólo echa parte del contenido, con el vómito puede deshidratarse el niño, con las bocanadas (y a veces muchas más en número) queda contenido que pasa al intestino y se absorbe siendo más difícil que se deshidrate.

En las bocanadas el tema es cuánto echa y sobretodo cuánto queda, de modo que:

Si un niño echa 20 bocanadas al día, pero gana el peso que debe, es que echa lo que le sobra.

Pero si no gana o incluso pierde peso (lo cual sólo se comprueba pesándolo), es que está echando más de la cuenta.

En el primer caso (si gana peso) la razón de que eche es que come más de lo que debe y punto.

En el segundo es que hay un cierre del estómago excesivamente débil (Reflujo Gastro-esofágico), está enfermo (Infección de orina por ejemplo), hay algo que impide que el alimento pase hacia el intestino (Estenosis hipertrófica de Píloro) o no tolera el alimento que se le da (Intolerancias a las proteínas de la leche de vaca o a la lactosa).

Por tanto, si pierden peso, sí hay que averiguar la causa y tratarla.

Si gana peso, puede darse las tomas más frecuentes pero con menos cantidad y si aun así echa pero sigue ganando peso, pues se gasta más en leche y lavadora pero no pasa nada.

Todo lo anterior se refiere al lactante, ya que conforme crecen es cada vez más rara la bocanada.

El vómito en preescolares y escolares atiende a dos causas fundamentalmente:

Casi siempre a una enfermedad, pero hay niños que se lo provocan, bien porque les gusta (mericismo) o porque les sirve como arma de chantaje.

Lo más difícil de tratar es el mericismo.

Se pueden usar anti-eméticos pero la mayoría de las veces la única solución es psicológica.

En cuanto a los que vomitan como forma de chantaje, la clave es que el niño llegue a la conclusión de que no consigue nada vomitando.

Para ello hay que ser inflexible, de modo que si pide algo y como forma de presión si no se le da vomita, nunca debe cederse.

Se le limpia con las mínimas manifestaciones posibles de que nos moleste (nada de enfados) y se le explica porqué no se lo damos, se confirma que no se le va a dar y que nunca se le dará nada que pida con pataletas o vómitos.

Los vómitos de verdad, los que pueden deshidratar al niño se tratan desde 3 puntos de vista:

Dieta que recomiendo a un niño que vomita:

Cuando sólo hay vómitos sin diarrea no tiene sentido poner dieta astringente (arroz, zanahoria…).

En estos casos solo hay que evitar las grasas, que son los alimentos que más irrita la mucosa del estómago.

Es decir, se evitaran fritos, bollería, pastelería y embutidos y quesos curados.

En cuanto a cantidad, se dará de comer más veces al día pero menos cantidad en cada toma.

De este modo llenamos menos el estómago, lo que hace el vómito menos probable.

No debemos insistir con la comida en el niño con nauseas.

Si toma 2 cucharadas y no quiere la tercera es mejor aguantar dos que echar tres.

Reponer lo que se pierde con el vómito para evitar la deshidratación.

Se pierde agua pero también sales por lo que para reponer las pérdidas no vale el agua ni la manzanilla sola.

Se deben tomar sueros de re-hidratación oral en pequeños sorbos para que lo tolere mejor.

En los últimos años ha habido un esfuerzo por parte de los laboratorios por ajustarlos a las necesidades reales de los niños y a sus gustos.

Los más soportables a mi parecer son Recuperation, Bioralsuero, Oralsuero, Citorsal, Citoral e Isotonar.

Depende de las preferencias en sabor de unos niños y otros la elección entre ellos.

El Recuperation lo venden ya preparado y hay de cola, plátano y mango, naranja, sabor a caldo de gallina y yogur. Por sabores no será.

En cualquier caso guardándolo en el frigorífico cualquiera de ellos mejora sensiblemente su sabor.

El Aquarius y demás bebidas para después de hacer deporte no sirven y pueden ser peligrosas.

Medicaciones para calmar los vómitos en niños: Hay muchas.

Cuando los vómitos son seguidos y muy frecuentes la medicación hay veces que hay que ponerla pinchada o en un suero intravenoso.

Tras el pinchazo, se deja al niño una hora sin que tome nada y a partir de ahí empieza con sueros de re-hidratación a pequeños sorbos durante 1-2 horas y si lo tolera ya puede empezar a comer (sin grasas y sin forzar).

Si haciendo todo lo anterior en cualquier momento vuelve a vomitar hay que dejarlo una hora sin tomar nada y empezar de nuevo poco a poco con los sueros de re-hidratación y después con la dieta.

Si aún así sigue vomitando todo lo que toma, debe re-hidratarse por vena (es decir en el hospital) y dejarlo a dieta absoluta (sin tomar nada por boca).

Tanto en los vómitos como en la diarrea, el problema principal es la deshidratación.

Cuando un niño se deshidrata se nota en:

La boca está seca. Si a un niño se le cae la baba, aunque halla vomitado 10 veces o hecho diarrea otras tantas, no está deshidratado.

En los lactantes pequeños que aún tienen abierta la fontanela (“mollerilla”), si está hundida cuando el niño está tumbado (que se hunda un poco cuando está de pie es normal) es signo de que anda escaso de líquido.

Cuando se van deshidratando, las ojeras se van marcando cada vez más.

El niño está más decaído y más pálido.

Si apretamos las uñas, al soltarlas el lecho de la uña se ha quedado pálido, pero recupera su color rápidamente. Si tarda más de 3 segundos es que el riego de sangre es escaso lo que entre otras puede ser signo de deshidratación (a veces ocurre con la fiebre o con la anemia por ejemplo).

Si aparecen estos signos es recomendable que sea valorado por un pediatra lo antes posible.

Pero, por encima de todo lo que te he explicado, no pierdas de vista lo esencial:

En la mayoría de los casos los vómitos son pasajeros y no son graves. Pero es una ocasión de que tu hijo sienta tu cercanía y le aportes un refugio seguro cuando sufre. No te agobies y hazlo todo dándole tanto afecto como preocupación sientes.

Cuéntanos tu experiencia en Facebook y si te parece útil, compártelo.

 

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Dar manzanilla a los bebés

manzanilla

¿Es necesario dar manzanilla a un bebé? ¿Puede perjudicarles? ¿Ayuda en el cólico del lactante?

¿Es necesario dar manzanilla a un bebé?

En España hay mucha afición a dar manzanilla a los bebés.

Pero, realmente ¿hace falta?

Evidentemente la respuesta es no. Antes de que la humanidad inventara el fuego y tras ello las infusiones, sobrevivimos.

La manzanilla es una planta que preparada en infusión tiene efectos calmantes y de alivio del dolor de tripa.

Pero un bebé sin problemas no la necesita, del mismo modo que tampoco la toman las crías de ningún otro mamífero.

En la leche está todo lo que un lactante necesita para alimentarse. Tiene líquido más que suficiente y el alimento que le resulta imprescindible. Mientras que la manzanilla es agua con muy poco más.

Hace años a las madres se recomendaba no dar agua a los niños pequeños y dar sólo manzanilla.

La razón era que para prepararla había que hervir el agua. En esa época una de las primeras causas de mortalidad en niños pequeños eran las diarreas, que en muchos casos se contagiaban a través de un agua poco potable. Hacer manzanilla era la forma de esterilizar el agua.

manzanilla bebe

Pero es que en realidad los lactantes no necesitan más agua que la que toman en su alimento: La leche.

Ningún lactante se deshidrata tomando la cantidad de leche que necesite.

Vale, no hace falta ¿Pero es malo si le doy?

La manzanilla no es venenosa, pero cuanta más manzanilla tome, menos leche le entra. Y la manzanilla no alimenta.

Se ven niños que tomando cantidades exageradas de manzanilla no ganan peso. Algunos prefieren su sabor y rechazan la leche.

No tiene sentido preocuparse por el peso y estar llenando su estómago con algo que no alimenta.

Además, si lo que toma es pecho, no te recomiendo alterar la lactancia materna introduciendo un biberón si no es imprescindible por falta de alimento. Y en ese caso está claro que no es manzanilla lo que necesita.

¿Puede ayudarle si tiene cólico del lactante?

Entre sus propiedades, la manzanilla tiene un efecto calmante y de relajación del intestino que puede aliviar el dolor de barriga.

Pero no he visto un sólo caso de cólico del lactante que se cure sólo con manzanilla y sí muchos que se han curado sin ella.

Si quieres tener una idea clara de como solucionar el cólico te recomiendo ver el Proyecto «Bebé sin Cólico».