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Si vomita la medicación ¿qué hago?

Qué hacer si tu hijo vomita la medicina

En respuesta a la pregunta más votada como Peketema esta semana, propuesta por Olga: «Si el niño vomita al haberle dado un medicamento: ¿Hay que volver a darle la misma dosis? ¿La mitad? …»

Esto es algo muy habitual. Vamos a reconocerlo: La mayoría de las medicinas tienen un sabor «mejorable». Pero en algunos casos es a propósito. Hay medicamentos que con pequeñas cantidades pueden producir intoxicaciones graves. En estos productos especialmente se tiende a no enmascarar el sabor.

Pero lo que por un lado puede ser útil para evitar intoxicaciones, ya que si el niño lo toma por accidente lo más probable es que lo escupa, por otro puede ser un problema para que lo tome cuando es necesario.

En otros casos no es cuestión ni del sabor. Muchos niños son así. Es intentar que se tome algo y lucha al canto. ¡Imposible! Pero cuando no interese que lo haga es capaz de tomarse lo más asqueroso que se te ocurra…

La cuestión es que en la práctica, eso que tu pediatra te pone sobre el papel que debe tomar, y parece sencillo, puede ser un gran problema lograr que se haga realidad.

Voy a la pregunta concreta que plantea Olga en el Peketema, y también a otras que guardan relación con ella:

  • ¿Qué hacer si el niño vomita la medicación tras tomarla?
  • ¿Se pueden mezclar los medicamentos con alimentos para camuflarlos?
  • ¿Es mejor darlos antes o después de las comidas?

¿Qué hacer si el niño vomita la medicación tras tomarla?

Esta es la situación que más suele desesperar. A veces tras tomarlo tranquilamente, a veces tras una pelea el niño vomita. La cuestión es ¿qué hacemos?

Pues depende de varias cosas:

  • ¿Estaba vomitando con frecuencia antes de darle el medicamento? Hay infecciones que van acompañadas de vómitos muy frecuentes, como las gastritis, algunas formas de gripe, algunas infecciones de orina… Cuando esto ocurre y se trata de medicamentos importantes es mejor darlos por otra vía diferente a la boca.
    • Por ejemplo, en algunas infecciones de orina es lo que marca que el niño debe ser ingresado en el hospital para administrarle el antibiótico por vía intravenosa. Ya que si la infección le hace vomitar y sin el antibiótico no se puede curar, hay que asegurar que se haga correctamente el tratamiento o corre riesgo de que la infección de orina se complique.
    • Cuando se trata de otros medicamentos, como por ejemplo el paracetamol, que puede administrarse por otras vías como la rectal, usamos esa vía que permite tratar al niño y evitar los vómitos.
  • ¿Vomita sólo cuando le das ese medicamento concreto o al darle cualquiera? Algo en lo que no pensamos habitualmente. Algunos niños vomitan sólo cuando toman un medicamento concreto. Eso puede deberse a dos motivos principales:
    • Que sea alérgico a ese medicamento o alguno de sus componentes. Pensamos en alergias cuando al tomar un medicamento aparece una erupción, aunque en la mayoría de los casos la erupción no es por el medicamento. Pero cuando lo vomita solemos pensar que es más porque el niño no quiere tomarlo. Si ocurre siempre que lo toma habría que descartar que sea alérgico a él.
    • Que su sabor le resulte especialmente desagradable. Puede ocurrir también. La diferencia con la alergia sería que cuando lo ocultamos en algún alimento y el niño no nota el sabor, no lo vomita.
  • ¿Cuánto rato hace que lo tomó? La mayoría de los medicamentos se absorben entre 10 minutos y una hora después de tomarlos. Si un niño vomita el medicamento de forma inmediata y echa un vómito abundante (no lo escupe), podemos asumir que lo ha expulsado por completo. Ante eso, si el medicamento es importante en el tratamiento (por ejemplo un antibiótico, un corticoide…) podemos volver a darle de nuevo la dosis completa. Estos medicamentos en su mayoría se dan a dosis muy inferiores a las que pueden generar intoxicación y por tanto aunque se haya absorbido algo y lo sumes a una nueva dosis completa no suelen generar problemas. Pero ante la duda lo adecuado es consultar en cada medicamento concreto. Si hace más de una hora que lo ha tomado yo suelo asumir que lo ha absorbido ya y la dosis no debe repetirse.
  • ¿Qué medicamento es? Como he mencionado antes, no es lo mismo lo que haremos en todos los medicamentos:
    • Medicamentos que curan. Son los que de verdad son importantes. Que el niño los tome con la pauta adecuada puede marcar la diferencia entre que se cure o empeore. Es el ejemplo que decía antes de los antibióticos en la infección de orina. La clave es si pueden administrarse bien por vía oral (la más cómoda) o cuando no es posible por los vómitos, si hay otra vía alternativa diferente a la intravenosa. Porque cuando sólo hay esta opción implica ingresar al niño en el hospital y mantenerlo con una vía, algo que siempre debemos evitar si es posible, porque agradable no es.
    • Medicamentos que alivian. Hay medicinas que no curan, ni contribuyen de forma importante en impedir las complicaciones. Simplemente tratan síntomas para que resulten menos molestos. Cuando un niño vomita con facilidad al tomar las medicinas podemos prescindir de estos y centrarnos en que tome sólo los importantes. Yo suelo plantearme como criterio en la consulta que si prescribo más de tres medicamentos diarios (en casos excepcionales 4 ó 5) es que me estoy pasando. Y aunque el niño tenga algunos síntomas que pueden resultarle molestos y para los que hay medicinas que podrían aliviarle, debo priorizar. Porque tengo claro que cuantos más medicamentos prescribo más fácil es que no cumpla el tratamiento. Por eso creo que cuando los mandamos deberíamos indicar a los padres cuáles son los más importantes y cuáles los prescindibles. Estoy hablando de mucolíticos, antitusivos, antihistamínicos, antitérmicos… Medicinas que no curan, pero que si el niño toma reducen el malestar

¿Se pueden mezclar los medicamentos con alimentos para camuflarlos?

Si lees el prospecto de los medicamentos, la mayoría indican que es mejor no mezclarlo con alimentos porque su absorción es mejor con el estómago vacío.

Me parece muy bien conocer la Farmacocinética de los medicamentos… Pero hay que ser realistas y entender que en algunos casos es imposible ajustarnos a lo ideal.

En la gran mayoría de los casos es mejor que se tome la medicina mezclada con alimentos que hacerlo sin ellos y resulte imposible o vaya seguido de un vómito sistemático.

En aquellos en los que realmente es necesario tomarlo con el estómago vacío. No se me ocurre ninguno… Debería indicártelo el médico. Pero sólo cuando realmente el alimento inutilice su acción. La realidad es que en fármacos así la vía adecuada de administración no debería ser la oral…

Si vas a mezclar un medicamento con alimentos:

  1. Ten en cuenta el sabor. Hay dos opciones:
    1. Busca un alimento con un sabor muy agradable e intenso para el niño que suele aceptar siempre. Lo típico es el dulce. Y mézclalo con la cantidad suficiente para que no note que el medicamento va en él.
    2. Piensa en algo de sabor parecido que al niño le guste. Por ejemplo jarabes con sabor a fresa con yogur «de fresa»…
  2. No lo prepares en su presencia. Los hay que ya tienen claro que «¡¡jarabe no!!». En estos, como sospechen que se lo vas a colar, despídete.
  3. Tienes que mezclarlo en la cantidad mínima de alimento para que no note el sabor, pero tengas seguridad de que se lo acaba.

¿Es mejor darlos antes o después de las comidas?

Depende de los medicamentos:

  • Medicamentos que pueden hacer daño al estómago, como los corticoides y los antiinflamatorios, mejor tras las comidas.
  • Medicamentos que se absorben mejor con el estómago vacío antes de las comidas.
  • Otros Medicamentos que no se incluyen en ninguno de los casos anteriores, mejor antes:
    • Porque si lo vomita es mejor que con la medicina no eche toda la comida.
    • Porque si lo vomita antes de comer puedes probar a dárselo mezclado en la comida.

Si lees esto y tienes algún truco para que tu hijo tome los medicamentos coméntalo en Facebook. Así aprendemos todos.

Y por supuesto si este artículo te parece útil, compártelo con tus amigas.

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Síntomas «Imaginarios» en niños

Síntomas imaginarios en niños

Los síntomas que un niño dice tener no siempre corresponden a la realidad. A veces porque no conoce su significado, a veces porque miente. ¿Cómo actuar?

Estoy escribiendo este artículo y acabo de ver a una de mis pacientes de 6 años que acude por un dolor de muñeca después de que su hermano ayer jugando le hiciese daño.

La situación es que ella no tiene signos de inflamación y mueve perfectamente la muñeca. De hecho no para de moverla gesticulando mientras me explica cómo su hermano le hizo daño.

Al preguntarle dónde le duele se señala una veces en un punto y al instante en otro. Al preguntarle 5 segundos más tarde por el punto en que dijo que sí dolía, ahora no es ahí, sino allá…

Su madre la mira, me mira, y acaba diciendo «si yo sé que no tiene nada», pero estábamos ya para entrar al colegio cuando me ha dicho que le sigue doliendo desde ayer y he pensado » a ver si me voy a pasar de lista y la niña va a tener algo de verdad».

Resultado: La niña no ha ido al colegio y a la madre le toca buscar alternativas a toda prisa para organizar la mañana.

Esto es algo bastante frecuente en cuanto un niño tiene la capacidad de hablar y decirnos lo que siente. Lo que se agradece, después de varios años en los que no podía expresarlo y teníamos que adivinarlo. Pero no siempre podemos aceptarlo sin más.

¿Es simplemente mentira? ¿Es algo «imaginario»? ¿Exagera? Hay varias posibilidades. Las más habituales:

  • Está mintiendo. Desde que podemos hablar, podemos mentir. Y decir que sientes algo que no es real es una posibilidad. Pero incluso las mentiras tiene siempre algo real, y es el motivo por el que se miente. Siempre lo hay, búscalo. Lo más frecuente son llamadas de atención buscando el afecto o que le dediquemos un instante. Otras es una mentira que le permite lograr lo que cree que no puede pedir: No ir al colegio, por ejemplo.
  • Está simplemente diciendo algo que siente, pero no sabe la importancia que tiene. Todos tenemos dolores o pequeñas molestias a lo largo del día, todos los días. Pero ya tenemos la experiencia suficiente para desechar la mayoría de esas sensaciones como no importantes. Los niños, cuando adquieren la capacidad de expresarse pueden no dar importancia a esas sensaciones o comunicarlas. Depende de su forma de ser y del resultado cuando lo hace. Si haciéndolo logra algo positivo para él, como que mostremos nuestro afecto, el niño puede hacerlo cada vez más en cuanto se nota cualquier cosa. Esto en sí no es negativo, refuerza la sensación de seguridad del niño y su confianza en nosotros. Pero debemos tener claro que es simplemente eso. Si ya nos preocupa y distorsiona nuestro día a día pasa a ser algo negativo.
  • Está expresando algo que siente pero no sabe cómo llamarlo. Para mí el ejemplo típico de esto es el mareo. Vemos con frecuencia niños que acuden porque dicen estar mareados. Se queja de otras muchas cosas, como dolor de cabeza, que está cansado… Pero cuando dice que está mareado los padres interpretan que tiene «vértigo», una alteración del equilibrio. Y eso habitualmente se asocia a causas reales. Por lo que los padres suelen explicar que lo han traído porque ya el «mareo» les ha preocupado. Pero mayoritariamente, cuando les pregunto qué es el mareo para ellos o no saben definirlo o no lo tienen.

Cómo diferenciar los síntomas importantes de los que no lo son tanto

Yo creo que en todos los casos debemos dedicar un instante a plantearnos porqué aparecen esos síntomas. Incluso en los que veamos como falsos o exagerados. Cuando un niño expresa que algo no va bien, suele ser cierto. Pero muchas veces el problema real está oculto.

¿Le impide el síntoma hacer su vida normal?

Los dolores «imaginarios», «exagerados» o «falsos» más frecuentes son de cabeza, barriga o piernas.

Estas son algunas de las preguntas típicas cuando un niño dice que le duele algo, para valorar lo importante que es:

  • ¿Le despierta de noche el dolor?
  • ¿Le impide hacer cosas que le gustan, como jugar, ver la televisión…?

Si la respuesta es que no, el dolor no suele ser importante y en algunos casos ni es real.

En otras ocasiones como decimos es real, pero aunque es leve el niño está expresándolo de forma tan repetitiva que acaba preocupándonos o directamente lo está exagerando de forma intencional para lograr algo.

¿Hay signos evidentes del dolor?

A parte de lo que nos dice seguimos teniendo los signos visibles que usábamos para darnos cuenta de que el niño no estaba bien antes de que fuese capaz de expresarlo.

Me refiero a que un dolor importante suele ir acompañado de otras cosas que son objetivas y pueden verse si uno las busca:

  • En un dolor de cabeza o barriga importante es normal que se tenga mala cara, palidez de piel, las ojeras más marcadas.
  • Un dolor tras un golpe que sea relevante es habitual que se acompañe de inflamación.

¿Qué hacer cuando el síntoma es falso o exagerado?

Hay quien pensará que simplemente debemos ignorarlo. Pero no lo veo así.

A todos nos duele algo

En los casos más simples no hay intencionalidad alguna. Simplemente, el desarrollo del lenguaje le hace posible expresar molestias leves.

Muchas veces basta con explicarle que todos tenemos molestias leves que vienen y van sin mayor importancia. Y que los demás no lo decimos porque sabemos que van a ceder y no son graves.

Qué hay detrás del síntoma imaginario

Pero en otros casos el niño expresa estas molestias con intencionalidad.

Lo más habitual es que sea una simple llamada de atención para lograr que de dediquemos un momento.

Pero en otros casos expresa un problema oculto:

  • Un niño que muestra los dolores siempre que va al colegio nos está diciendo que tiene problemas allí. De acoso, de mala relación con un profesor, de falta de amigos, de aburrimiento…
  • Un niño que expresa molestia cuando llevamos un rato atendiendo a un hermano está expresando celos.
  • Un dolor de barriga antes de comer puede ser su forma de evitar que le obliguemos a comer algo que no le gusta.

En resumen: Si tu hijo expresa un problema en su salud siempre hay una causa real, a veces es la evidente, pero otras hay que descartar lo que dice y pensar un poco más allá. Ante la duda por supuesto el pediatra puede ayudarte a comprobar si hay un problema físico o de otro tipo.

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Síntomas del Cólico del Lactante

Síntomas del Cólico del Lactante

¿Cuáles son los síntomas del Cólico del Lactante? Si tu bebé llora mucho y te han dicho que tiene Cólico del Lactante te explico los síntomas que tiene.

Hablamos de Cólico del Lactante en bebés de menos de cuatro meses de edad que presentan episodios de irritabilidad, nerviosismo o llanto, que se inician sin causa aparente, que duran tres horas o más al día por lo menos tres días a la semana, por un periodo de al menos una semana con una ganancia de peso y talla normal.

Si reúne estos criterios, según el consenso de Roma III, tiene Cólico del Lactante.

Los Síntomas que suele tener el bebé con Cólico del Lactante:

  • Son episodios limitados en el tiempo. El bebé tiene momentos en el día en los que parece estar perfectamente y otros en los que llora de forma inconsolable.
  • Esos episodios no parecen tener una causa común. En algunos bebés aparecen por la tarde-noche, otros tras la comida… Y ceden lo mismo que aparecen sin que haya una forma concreta de lograrlo.
  • El llanto es muy intenso. No es una inquietud o llanto leve. Llora con signos evidentes de dolor.
  • Suele acompañarse de movimientos bruscos que acompañan al llanto: Lo más frecuente son compresiones de las piernas sobre el abdomen, pero a veces puede estirarse con dolor.
  • Inconsolable: No deja de llorar con facilidad. No se calma simplemente con alimentarlo o entretenerlo.

Otros síntomas que suelen acompañar aunque no siempre:

  • Suele comer con ansiedad. Especialmente en la tarde-noche.
  • A veces la barriga está hinchada. No siempre ocurre.
  • Es frecuente que se calme cuando tras horas de llanto acude a urgencias. Esto parece que fuese de chiste, pero es muy habitual.
  • Suelen ganar peso al ritmo normal o incluso más.

Síntomas que descarta que sea un Cólico del Lactante (si aparecen debería ser visto por el pediatra):

  • El llanto es constante. No hay ratos en los que el bebé esté bien tras muchas horas de llanto.
  • Fiebre. La fiebre es un signo de infección habitualmente, luego si aparece, no es Cólico. Hay algo más.
  • Vómitos. Vomitar es expulsar contenido del abdomen hacia arriba, pero a diferencia de las bocanadas se precede de dolor en el momento que expulsa y mala cara evidente.
  • Rechazo constante del alimento. Cuando tiene una crisis de Cólico del Lactante un bebé puede rechazar momentáneamente que le alimenten. Pero cuando cede el dolor come con ganas. Si no come en todo el día hay que verlo.

Ante la duda, si un bebé llora mucho, conviene que el pediatra lo valore antes de asumir sin más que puede ser Cólico del Lactante.

No hay ninguna prueba diagnóstica que nos diga que lo que tiene es Cólico del lactante.

Como veis, hay mucha variabilidad en los síntomas que aparecen. Y es así porque en realidad el Cólico del Lactante no corresponde a un problema concreto.

Agrupar a los bebés de menos de 4 meses que lloran mucho sin que sepamos porqué ni cómo calmarlos es algo que hacemos nosotros, pero no implica en absoluto que todos los bebés que están en esa situación tengan una causa común.

De hecho, mi experiencia es precisamente que el error está en buscar una sola causa. Cuando en la mayoría de los casos hay varios desencadenantes simultáneos.

Otro error es creer que de verdad existen los bebés que lloran sin motivo de forma intensa. Ningún bebé llora durante horas desesperado sin que le pase nada.

Cuando he visto bebés con Cólico del Lactante, si algo tengo claro al igual que los padres, es que tiene dolor. Y ese dolor tiene siempre causa.

Pero pueden ser diferentes motivos. Y en muchos bebés el dolor proviene de varias causas a la vez. Sólo cuando logramos identificarlas podemos tratarlas.

Sólo entonces desaparece el Cólico del Lactante. Cuando desentrañamos la razón que genera los síntomas del Cólico de cada bebé concreto. Y tratamos simultáneamente todos los factores implicados.

Hacer esto es posible, con un porcentaje de éxito muy elevado y en un tiempo breve.

He intentado sistematizar mi experiencia haciéndolo en el Programa Bebé sin Cólico.

Si tu hijo lo sufre podemos ayudarte.

Bebé sin Cólico

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Cómo alargar la tomas nocturnas en un bebé

Espaciar las tomas nocturnas entendiendo y respetando ritmos del bebé

Tomas nocturnas en un bebé: ¿Hay alguna forma sencilla de lograr que espacie las tomas durante los primeros meses de vida para mejorar el descanso?

Este artículo es la respuesta a una solicitud de Peketema en Facebook. C. R. proponía como tema:

«Como alargar las tomas nocturnas. Mi bebé toma desde que nació cada dos horas, no falla, y eso que ya tiene 3 meses… ¿Es malo intentar que coma menos de noche?»

Descansar es necesario. Esta pregunta es muy común. Habrá quien diga que tener un bebé lleva no descansar en el paquete. Y es evidente que menos se descansa.

Pero en muchos casos según mi experiencia lo que ocurre es un simple fallo en el ritmo con el que empezamos. Me ha gustado la pregunta porque al responderla se pueden aclarar dos factores importantes. Ritmos y equilibrios en los bebés.

Cuando los niños nacen, tras el parto, tiene una horas de adaptación en las que están agotados. Tienen que hacerse cargo de muchas funciones que hasta ese momento se les daban hechas: Controlar la temperatura, respirar, alimentarse, digestión, eliminación de residuos…

Los bebés tienen 3 necesidades básicas:

  • Comer.
  • Descansar.
  • Estímulos.

En los primeros días de vida el tema de los estímulos es el menos llamativo, ya que respecto a los que recibía dentro del útero, de forma pasiva en el exterior le llegan muchos más de los que estaba acostumbrado a tener.

Por lo tanto empiezan con un balance en el que se despierta para alimentarse y se duerme casi inmediatamente en cuanto se alimenta.

Tras esas horas de agotamiento inicial el bebé se activa y su necesidad prioritaria es alimentarse.

Si esta activación ocurre durante la noche entramos en el siguiente ritmo:

  • El bebé pide comer con frecuencia durante la noche. Como está activo los padres mantienen la luz encendida para atenderle.
  • Llega la mañana y el bebé está agotado. Ha comido mucho, ha descansado poco. Tiene sueño. Y los padres bajan las persianas, echan las cortinas, y si las visitas les dejan hasta aprovechan para descansar un poco por la mañana.
  • Por la tarde-noche el bebé vuelve a activarse, hambre, comer, luz encendida.

El resultado si seguimos en esa dinámica es que podemos tener un ritmo de actividad y tomas nocturnas.

Lo malo es que cuando esto se prolonga, al bebé le resulta indiferente, pero para los padres es agotador.

Yo soy de la opinión de que es importante respetar los ritmos de los bebés, pero que debemos buscar la forma más respetuosa posible de que esos ritmos sean compatibles con el bienestar de todos los miembros de la familia.

¿Cómo reducir el ritmo de tomas nocturnas?

Pues habría dos opciones:

  • No darle si pide de noche. No es buena opción. Ante una necesidad insatisfecha el bebé va a llorar. Vas a acabar dándole después de un mal rato para él y para vosotros y no vas a conseguir que duerma mejor, sino que tanto él como vosotros os activéis.
  • Ofrecer alimento con más frecuencia de día y cambiar la iluminación. Es la opción que recomiendo. Os la voy a explicar para que la entendáis.

Ofrecer alimento con más frecuencia de día para reducir las tomas nocturnas

No puedes obligar a un bebé a comer. Y no vas a conseguir que lo haga cuando está muerto de sueño. Debemos respetar sus necesidades prioritarias.

Pero a veces no identificamos momentos en los que nos pide alimentarse y los dejamos pasar. Y cuando duerme hay momentos en los que la necesidad de alimento y descanso están sin una prioridad clara y tendemos a hacer cosas que lo llevan a descansar en lugar de alimentarse.

Esto surge de un error común de muchos que consideran excesiva la frecuencia con la que el bebé pide alimentarse en las primeras semanas. Hay que entender que en el útero recibía alimento de forma constante. Lo más parecido a eso es tomar muchas veces, cantidades pequeñas.

Cuando en un bebé, que hace con más frecuencia las tomas nocturnas que la diurnas, notes durante el día cualquier signo de que está activo:

  • No le entretengas con chupe, manzanilla, acunándolo.
  • Ofrécele alimento.

Si pasa muchas horas sin comer durante el día, intenta despertarlo para que coma. Yo suelo decir que debes ir reduciendo progresivamente este tiempo hasta que lo máximo que aguanta durmiendo de noche supere claramente a ese margen.

Por ejemplo, si un bebé pide alimentarse de noche cada hora o menos y de día puede dormir 3-4 horas seguidas sin comer, empieza intentando que no pase más de 3 horas sin comer de día. Si sigue pidiendo de noche con mucha frecuencia, ofrécele no dejando más de 2 horas de día… Hasta que claramente las horas entre tomas nocturnas superen a las que deja de día.

Es cuestión de equilibrio. El bebé está pidiendo de noche con frecuencia porque con lo que toma de día no recibe lo necesario. Al tomar con más frecuencia de día y dormir menos, llega a la noche con más sueño y menos hambre.

Cambiar la iluminación para reducir las tomas nocturnas

Otro factor importante es la iluminación. Los humanos regulamos el ritmo día noche con la Melatonina. Una sustancia que se libera con un ritmo que marca la luz. Se segrega al anochecer para favorecer que durmamos.

Cuando un bebé pide alimentarse de noche con frecuencia suele atenderse con la luz encendida. Eso hace que en el mejor de los casos no haya una diferencia entre el día y la noche.

Pero es que a veces rizamos el rizo manteniendo al bebé a oscuras mientras descansa durante el día.

Si hacemos esto para el bebé el día es noche y la noche es día.

Junto con el ritmo de las tomas es esencial para que cambie que adaptemos la iluminación, de forma que durante el día haya luz, aunque duerma y que de noche haya oscuridad, aunque coma.

Cuando hacemos estas dos simples modificaciones, cualquier bebé que hacía las tomas nocturnas con mucha frecuencia y dormía más de día, cambia.

Entender los mecanismos que rigen la conducta del bebé, puede hacer que la crianza sea una labor más llevadera sin que eso signifique dejar de respetarlos.

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Por qué el Cólico del Lactante ocurre en menores de 3 meses

Motivos por los que el Cólico del Lactante suele aparecer en menores de 3 meses

El Cólico del Lactante parece un misterio, pero si empezamos a comprenderlo deja de serlo. Empecemos viendo porque es más frecuente en menores de 3 meses.

El Cólico del Lactante es un tema que me apasiona. Y lo hace porque me ha ayudado a cambiar radicalmente mi concepto de la Pediatría.

Buscar explicaciones para todo entendiendo mejor la realidad del bebé y los motivos por los que actúa como lo hace.

Se suele definir el Cólico del Lactante con la Regla de los 3 de Wessel:

Bebé de entre 3 semanas y 3 meses que sin estar enfermo llora más de 3 horas al día, más de 3 días por semana.

Me encanta, ya hasta le he pillado cariño a la frasecita. Pero la verdad es que es un juego da palabras y nada más.

Lo triste es que tras ella hay una realidad que puede marcar la experiencia de crianza de muchas familias.

La sensación general de los padres y madres cuyo hijo tiene Cólicos del Lactante es que no saben cuidar de su hijo. Intentan hacerlo tan bien como pueden y como el bebé no para de llorar son bombardeados con consejos constantes. Intentan ponerlos en práctica. Pero en la mayoría de los casos sin mejoría.

Para colmo está quien dice que el Cólico del Lactante se debe a que padres inexpertos se ponen muy nerviosos y transmiten esa ansiedad a sus bebés. «¡Solucionado! Le echamos la culpa a los padres y listo». ¡Qué solución más imaginativa! Y más patética…

Es cierto que el Cólico del lactante es más frecuente en lo primeros meses de vida y que lo es en hijos de padres novatos. Pero voy a intentar explicaros el porqué según mi experiencia:

  • Todo niño que llora lo hace por algo. Esta es la premisa que me planteé cuando empecé a buscar respuestas al Cólico del Lactante.
  • Si un bebé llora más de lo habitual, me da igual si son 3 horas, 2,5 o 5…. asumo que es porque tiene algo que le causa dolor o incomodidad o una de sus necesidades no está siendo cubierta. 
  • Esto ocurre con más frecuencia en hijos de padres novatos y durante los primeros meses de vida, porque la falta de experiencia hace que no identifiquen con facilidad los signos de problemas que pueden causar dolor al bebé y que no interpreten adecuadamente sus necesidades.
  • Las indicaciones que se siguen dando en muchos casos a los padres sobre cómo cubrir las necesidades del bebé siguen siendo antinaturales en muchos casos. Se les sigue diciendo:
    • Que les aguanten el hambre para pautarles un ritmo de alimentación fijo.
    • Que restrinjan el contacto con el bebé.
    • Que mantengan al bebé separado de ellos.
    • ….
  • Estas indicaciones sólo tienen un efecto: Las necesidades de estímulos (posturales, sensoriales y afectivos) y alimento del bebé están siendo descubiertas sistemáticamente. Eso produce un efecto de ansiedad en el bebé infinitamente mayor que cual se la situación anímica de los padres, que cierto, también empeora. Pero la base del problema son unas malas recomendaciones a los padres. Suele mejorar con el tiempo, simplemente porque cuando va pasando los padres dejan de aplicar reglas que entienden que no ayudan a su hijo, dejan de escuchar los consejos de quienes les rodean y empiezan a observar a su bebé y a atender sus necesidades cuando se las expresa. Esta es la razón por la que muchos mejoran con el tiempo.
  • Pero además hay causas físicas que producen malestar en los bebés: Intolerancias alimentarias, reflujo gastroesofágico, alteraciones de la flora intestinal, problemas en el tránsito intestinal y en la relajación del ano pueden generar dolor. Ese dolor es real y sólo cede si se identifican y tratan las causas que lo generan. La inexperiencia dificulta la identificación de los signos que nos llevan a diagnosticar estas causas. Porque al preguntar a los padres por esos signos les resulta difícil apreciarlos. Con el paso del tiempo esto mejora y poco a poco estos problemas son diagnosticados y tratados, lo que hace que los Cólicos del Lactante vayan desapareciendo.

Resumiendo, algo que no me harto de decir:

El Cólico del Lactante es un Cajón de Sastre en el que están muchos niños cuyo único punto común no es un montón de «treses», sino que son niños que lloran más porque tienen dolor o una necesidad sin cubrir. Pueden curarse, porque sí, siempre tienen un problema (o varios) que tratar, pero para lograrlo hay que identificar y resolver las causas que en cada bebé dan lugar al Cólico del Lactante.

No te resignes y busca respuestas. Las hay.

Para intentar darlas estoy desarrollando Bebé sin Cólico.

Programa Bebé Sin Cólico

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Cólico del Lactante ¿Sirve algún medicamento?

Medicamentos que no funcionan en el cólico del lactante

En el cólico del lactante una de las cosas más llamativas es la larga lista de medicamentos que se proponen para tratarlo. ¿Sirve alguno?

Una de las cosas que más me hizo desconfiar sobre la efectividad de las medicinas para el cólico del lactante cuando empecé a estudiarlo fue la gran cantidad de soluciones diferentes.

Si tu hijo tiene Cólico del Lactante posiblemente ya has probado varios de ellos con escaso o nulo resultado. Puede que tu caso sea la excepción y le haya servido alguno de ellos.

Empecemos por el principio ¿Qué es el Cólico del Lactante?

Por definición decimos que un bebé sufre cólico del lactante si:

Llora más de 3 horas al día de forma inconsolable (no se calma si lo tomas en brazos o le ofreces alimento).

Más de 3 días por semana (un día malo lo tiene cualquiera).

Sin que se haya detectado ninguna enfermedad que lo justifique (debe haberlo explorado un pediatra para descartar que la haya).

Suelen ser bebés entre 3 semanas y 3 meses (¡Cuánto 3! ¡Qué llamativo!)

Ahora algo que nunca me canso de decir:

  • Esto es un cajón de sastre en el que se meten muchos niños por motivos diferentes.
  • Ningún bebé llora sin motivo:
    • O tiene dolor o una necesidad sin cubrir:
      • Si cubrimos sus necesidades (estímulos tomándolo en brazos y alimento ofreciéndole comida) y no para de llorar, es que algo le duele.
      • Y por tanto llego a la conclusión de que el 3º punto de la definición es siempre falso. Si estamos ante un cólico real y el bebé no se calma al darle estímulos ni alimento, es que algo le duele. Por tantos, sí que tiene una enfermedad que lo justifica.
  • El problema es que son varias las causas que pueden llevar a un bebé a llorar más de 3 horas al día, más de 3 días por semana. Algunas son típicas de estos 3 primeros meses de vida en los que el bebé está adaptándose a su vida fuera del útero.
  • Para complicarlo más pueden combinarse entre sí, de modo que si detectamos sólo una de ellas y la tratamos, el bebé no mejora. Y no lo hace, porque sigue teniendo otros problemas que mantienen el dolor.

¿Porqué la mayoría de los medicamentos para el Cólico del Lactante no funcionan?

No es que los medicamentos que dicen servir para el Cólico sean un fraude.

Es simplemente que cada uno trata un problema concreto. Y como os he dicho el Cólico del Lactante puede, y suele, tener varias causas simultáneas.

Lo raro es el Cólico con una sola causa. Más raro aún es que de la larga lista usemos exactamente el medicamento que necesita para esa causa única.

Hay medicamentos que mejoran la motilidad intestinal, que reducen los espasmos, que mejoran la flora intestinal, que calman el dolor…. Hay infusiones, medicamentos farmacológicos, homeopáticos, naturistas…. Hay biberones y leches anticólico. Cada una de estas soluciones va destinada a un síntoma o una causa concreta y en general están bien diseñadas para su objetivo.

El problema es aplicarlos de forma aislada y sin haber averiguado antes las causas por las que un bebé concreto sufre el Cólico del Lactante. Están por tanto destinados a fracasar.

La experiencia de algunos padres es que tomando tal o cual medicamento, su hijo sí que mejoró. Pero cada caso defiende el suyo según su resultado. El medicamento que ayudó a un 10% de los casos no ayuda al otro 90%.

Un caso especial, que desaconsejo especialmente: La fórmula de Marfan

La Fórmula de Marfan no es una novedad. Tiene muchos años. Tantos que ya se llama Fórmula de Marfan a cualquier cosa.

Los hay que le añaden hinojo, anís estrellado…. Pero la base esencial es la Belladona y en algunos casos el Fenobarbital.

Atención: Funciona en un alto porcentaje de bebés. 

Aún más atención: A mi parecer es una barbaridad.

¿A qué se debe que funcione? Básicamente a que Belladona y Fenobarbital dejan al bebé «planchado en los mundos de Yupi».

«O sea ¿que el bebé deja de llorar? ¡¿Dónde lo compro?!» Si me haces caso, en ninguna parte. No uses la Fórmula de Marfan. Te explico porqué no la recomiendo en absoluto.

El problema es triple:

  1. Es peligrosa. En bebés más sensibles o a una dosis inadecuada puede dar lugar a intoxicación grave. Por eso no se comercializa y menos aún Sanidad aceptaría una fórmula así con indicación para el cólico del lactante.
  2. En la mayoría de los casos no resuelve nada, sólo oculta el problema hasta que se resuelva, si es de los que se resuelven con el tiempo. Que es el caso en algunas de las causas del cólico.
  3. Interfiere en el desarrollo del bebé. Si dejas «sopa» a tu bebé no llora, vale. Pero si las causas que le hacen llorar tardan meses en resolverse de forma espontánea, vas a seguir dándole la Fórmula de Marfan durante meses. Meses en los cuales el desarrollo neurológico de tu bebé va a ser «el de una maceta de geranios».

Por tanto soy muy claro: No uses la Fórmula de Marfan.

¿Y entonces qué solución tiene el Cólico del Lactante?

Algo más complejo, pero es que un problema complejo no tiene soluciones simples.

Yo lo que hago es:

  1. Identificar las causas por las que cada bebé concreto tiene Cólico del Lactante.
  2. Y tratar todas las causas implicadas a la vez.

Cuando lo hacemos, mi experiencia es una clara mejora del bebé en menos de 2 semanas en la gran mayoría de los casos y en menos de un mes en la casi totalidad.

Pero más importante aún que la mejoría, que por definición en el cólico llega sola antes o después, es que haciéndolo así hemos detectado y resuelto problemas reales que el bebé tenía y que en algunos casos persisten si no se tratan más allá de los 3 meses que suelen marcarse como final del cólico.

Para ofrecer este abordaje he creado el Programa Bebé Sin Cólico.

Bebé sin Cólico

 

 

 

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Cuándo empieza la educación

Educación con apego

Educación y crianza con apego. Yo soy un pediatra muy afín a la crianza con apego. La principal crítica que se hace a ella es que es criarlos sin límites.

Educar es dar a nuestros hijos pautas, habilidades y conocimientos que les ayuden a vivir en el mundo que nos rodea.

Hay tantas formas de educar como personas a las que se pregunte sobre ellas.

Todos nos hemos educado de forma diferente. Incluso cuando, como yo, se es miembro de una familia de 7 hermanos. Yo no fui educado igual que mi hermano el pequeño o que el mayor.

Las circunstancias que yo he vivido son únicas y diferentes y la respuesta que mis padres dieron a mi conducta no fueron idénticas a las que dieron a mis hermanos. Ni siquiera en situaciones similares actuaron siempre igual conmigo.

Pese a todas esas diferencias, creo que lo hicieron bastante bien. O sea que empecemos por des-dramatizar.

Teorías contrapuestas

Empiezo diciendo todo esto porque creo que la educación es algo mucho menos definido de lo que muchos se empeñan en buscar. Como personas, los padres somos variables en nuestras respuestas ante la conducta del niño aunque pretendamos hacer siempre las cosas de un modo definido.

Aún así, se tiene tendencia a definir patrones educativos. Y se pretende que uno es el correcto frente a los demás.

Hay muchas teorías educativas. En la actualidad son dos las más extendidas y que centran los debates:

  • La Crianza Natural o con Apego.
  • El Conductismo.

Como no puede ser de otro modo, los primero acusan a los segundos de antinaturales e inhumanos.

Los segundos dicen que la Crianza Natural genera niños maleducados y tiranos.

Seguro que si sois lectores asiduos sobre estos temas tenéis vuestra propia opinión al respecto.

Cuál es mi opinión sobre la educación

Empezaré posicionándome. Yo soy pro Crianza Respetuosa.

Lo que significa que respeto las opciones de crianza de cada familia, porque asumo que ahí sólo puedo estar como consejero invitado. Si alguien no me invita, no pinto nada.

Ojalá tuviese todas las respuestas, porque eso garantizaría que voy a ser el mejor padre del mundo para mi hijo. Pero nadie las tiene.

Estoy muy cercano a la Educación con apego, y creo que las críticas que se hacen a ella desde el conductismo es porque no se entiende lo que es realmente la primera.

Que yo críe a mi hijo dándole todo lo que necesite mientras no tenga un motivo claro para pensar que le perjudica durante los primeros meses de vida no significa que no sepa que para él es necesario, positivo y obligado acabar teniendo límites.

Lo que pasa es que los que aplicamos la crianza con apego entendemos que educar no es sólo lograr que un niño asuma límites. Que tiene etapas básicas que empiezan de verdad desde el primer día de vida.

Intentar educar a un recién nacido, en el sentido de ponerle normas, es absurdo. 

En ese momento el niño no guarda memoria, no tiene consciencia, no puede entender ni motivos ni objetivos a medio o largo plazo. Simplemente plantea necesidades biológicas. Y ante ellas (alimento, sueño, estímulos y afecto como uno de los esenciales, higiene, condiciones ambientales), si no se cubren, porque él no puede hacerlo por sí mismo, llora.

Como su cuidador soy yo quien puede y debe suplir esas necesidades. No podemos hablar de caprichos, de malos hábitos o de dominios.

Hay necesidades biológicas que cubres o no cubres.

En los primeros meses el bebé pide y su cuidador atiende. Es simple. Al atenderlo sin embargo le enseñas algo esencial: Confianza y seguridad de que puede contar contigo. Esa es la base de la autoestima y de la autonomía. Saber que cuentas con alguien que te quiere incondicionalmente y que está dispuesto a respaldarte y cuidar de ti. Esto también es educación.

Hasta aquí tengo claro que incluso muchos defensores del conductismo lo entienden. El problema está en cuando cambia la relación. ¿Cuándo empiezo a decir no a mi hijo?

Yo soy de respuestas claras y simple.

Di no a tu hijo cuando tu hijo pida o haga cosas que no le convienen.

No hay una edad para esto. Pero desde luego no es con pocas semanas de vida.

Y por supuesto, cuando pide algo que le perjudica, como alguien que ama a su hijo, con todo el cariño, con toda la tranquilidad, pero con toda la firmeza necesaria, digo no. Y después, si es capaz de entender las razones, se las explico.


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Vuelve a No Controlar la Orina al comenzar el colegio

enuresis secundaria

Muchos niños que han llegado a controlar la orina durante el verano, de repente, al poco de empezar el colegio vuelven a no controlarla. Te explico por qué.

Más tarde o más temprano los niños llegan a controlar la orina. Suelen hacerlo primero durante el día. La mayoría lo logra en torno a los 2 años, edad en la que suele retirarse el pañal

Conseguir que se controle la orina de noche puede tardar más. Hay niños que incluso por encima de los 5 años siguen sin controlarla, necesitando el pañal por la noche. Es lo que llamamos Enuresis nocturna primaria.

Esto ya lo había tratado en otros artículos cuyos enlaces veis en negrita más arriba.

Pero ¿Qué ocurre para que muchos niños que durante el verano habían alcanzado ya ese control empiecen de nuevo a tener escapes diarios y/o nocturnos?

Voy a empezar por los escapes exclusivamente nocturnos

Como os explico en el tema de enuresis nocturna primaria, para que un niño no se orine de noche en la cama hace falta que produzca un pico de hormona antidiurética al dormirse. Esta hormona reduce la cantidad de orina que filtramos durante la noche.

Esto se controla por medio de la melatonina. Una hormona que el cerebro produce en función de la exposición a la luz. Su función es definir para cuerpo cuándo es de día y cuándo es de noche.

Y aquí llega el problema, durante el verano los días son más largos y la luz más intensa, con lo que el pico de melatonina es más potente.

Ahora llega el otoño, coincide con el comienzo de curso pero no se debe a él, y al acortarse los días y ser la luz menos intensa los picos de melatonina son menos potentes. Esto hace que también lo sea el pico de hormona antidiurética que el niño produce al dormirse, con lo que aumenta la cantidad de orina filtrada y es más fácil que se escape.

Cuando esto ocurre hay dos opciones:

  • Poner el pañal de nuevo sin darle mayor importancia. Cuando ni el niño ni los padres dan relevancia a esto ni lo ven como un paso atrás es la solución más sencilla.
  • Damos un suplemento de hormona antidiurética. Hay una presentación en pastillas que se deshacen en la boca para los niños que no producen hormona antidiurética o lo hacen en cantidades escasas. Cuando se usa es normal que al llegar la primavera, con el alargamiento de los días y la mayor intensidad de la luz del sol se recupere fuerza en la secreción de melatonina, y con ella en la de hormona antidiurética haciendo innecesario el tratamiento.

Pero hay niños a los que vuelve a escapárseles la orina tanto de día como de noche

En este caso sí que tiene que ver el inicio del colegio. Y más concretamente que muchos niños en el colegio prefieren no ir al servicio.

Puede ser por muchos motivos:

  • Les da vergüenza pedirlo.
  • Les da asco ir al servicio del colegio.
  • Están distraído y cuando podrían, en los descansos, prefieren aguantar para salir a jugar con sus amigos.

El resultado es que el niño retiene la orina. Cuando la vejiga se llena en exceso, la presión irrita a la pared muscular que la rodea y ésta empieza a hacer contracciones involuntarias. Es lo que llamamos vejiga hiperactiva.

Para evitar que se escape el cierre de la vejiga aumenta su fuerza.

El resultado es tripe:

  • Cuesta relajarse para orinar. Y cuando consiguen hacer, en muchas ocasiones hacen poco pese tener la vejiga a tope.
  • Se le escapan pequeñas cantidades de orina de forma involuntaria, lo que hace que la ropa interior siempre esté mojada o huela a orina. Esto tiene una gran importancia en la autoestima del niño, porque produce rechazo por parte de los demás.
  • De noche hay más facilidad para que tenga escapes, porque la vejiga llega llena y excitada a la noche.

La solución es insistir en que vaya al baño con frecuencia para orinar. Si lo conseguimos, la irritabilidad de la vejiga suele desaparecer en cuestión de días, desapareciendo los escapes.

Otras causas a descartar en la enuresis secundaria

A veces, sin que tenga nada que ver con el inicio de curso un niño que controlaba la orina empieza a no hacerlo. Conviene pensar en la vejiga hiperactiva que he descrito justo antes, pero hay que descartar también:

  • Infecciones de orina. A veces son muy leves y no se acompañan de fiebre ni más malestar que una leve irritación al orinar y la sensación constante de tener ganas de ir al baño. Puedes descartarlo con un sedimento de orina. Y la solución evidentemente pasa por tratar la infección aunque sea leve.
  • Motivos psicológicos. Aquí hay muchas situaciones que pueden manifestarse como una incapacidad para controlar la orina. Algunas de ellas por mencionarlas: El nacimiento de un hermano, acoso escolar, cambio de casa…. Si descartas todo lo anterior hay que buscar en este campo. La solución reside en averiguar la causa y abordarla con una solución desde el punto de vista psicológico. Aquí no valen las soluciones médicas.

Lo que no hay que hacer: Dañar la autoestima del niño

Regañar a un niño porque se le escapa la orina no suele evitarlo y sí tiene un efecto perjudicial importante: Daña la autoestima.

El control de esfínteres es uno de los primeros aspectos que cuando no se cumple genera rechazo social. La mayoría de los niños lo saben. Ya es bastante desagradable para ellos. No le castigues por algo que como has visto en casi ninguno de los casos anteriores es voluntario, ni puede controlar de forma voluntaria.

Nos corresponde a nosotros buscar la causa y ponerle solución para evitar que un problema biológicamente banal acabe teniendo una importancia grave sobre su autoestima y capacidad de relacionarse socialmente.


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Psicoterapia en niños

Psicoterapia Infantil

¿Cuál es el papel de la Psicología en la Salud de los Niños? Problemas en la Conducta, la Afectividad y la Personalidad de los Niños y cómo abordarlos.

Os voy a confesar que soy un Psicólogo camuflado de Pediatra, o un Pediatra que hace intrusismo en Psicología. No, ya en serio. Me encanta la Psicología Infantil. De verdad, si tuviese que dar un giro a mi actual trabajo tengo claro que dedicarme a la Psicología Infantil sería para mí muy atractivo.

Le doy una importancia crucial a los problemas de índole Psicológica en Niños porque sin duda la forma en que se aborden va a determinar mucho más su felicidad que la mayoría de las patologías «físicas».

Lo que voy a intentar en este artículo es aclarar las principales dudas que surgen a los padres cuando es la Conducta, la Personalidad del niño, lo que está generando un problema.

Padres a los que no les gusta la Psicología

Es lo primero que me encuentro. Hay muchos padres a los que no gusta la Psicología. Todavía hay mucha gente que tiene prejuicios hacia esta especialidad. La visión que mucha gente tiene de ella es muy negativa. Habría que ver qué se ha hecho tan mal en el pasado para llegar a esta situación. Pero hoy en día la Psicología es una Ciencia con toda la fuerza y fiabilidad de otras especialidades Sanitarias.

Pero más que eso en Psicología infantil suelo ver 3 reticencias claras:

  • Para algunos padres llevar a su hijo al Psicólogo es como reconocer que es un Enfermo Mental. Y la enfermedad mental tiene un estigma social muy negativo. Cuando expresan esto les explico que todos podemos mejorar nuestra vida usando la Psicología. Que no es más que la mente que estudia la personalidad humana y la forma en la que nuestra mente funciona. Que un psicólogo es un profesional que puede enseñarnos habilidades que no tenemos o no sabemos usar bien para mejorar nuestra vida. Para acudir a la Psicología no hay que estar enfermo, hay que querer mejorar nuestro conocimiento sobre nosotros mismos y nuestras habilidades para relacionarnos con los demás.
  • Para otros acudir a un Psicólogo es como asumir que no son buenos padres. Es como si pensasen que han fracasado en la educación de su hijo y por eso necesitan que un profesional les ayude. Pero volvemos a lo mismo. Cuando detectamos que nuestro hijo tiene un problema en su personalidad o conducta que le hace más difícil ser feliz no se trata de buscar culpables, sino soluciones. Hay muchas formas en las que se puede ayudar, pero los padres no somos expertos en ellas. Pedir ayuda a un profesional para ayudar mejor a nuestro hijo no nos marca como padres deficientes, sino que demuestra nuestro interés por mejorar cada día.
  • «Mejor no tocar esas cosas». Todavía hay gente que piensa que hay cosas de las que es mejor no hablar, que ciertas cosas son vergonzosas y se tratan en familia, que mover las cosas puede empeorarlas… La realidad es que detrás de todos esos pensamientos hay algo claro, hay un problema. Un problema que está afectando a tal punto nuestro bienestar que hacemos todo lo posible por no afrontarlo, o no sabemos como hacerlo. Es absurdo vivir mal pudiendo ser feliz y los problemas cuando se ocultan no desaparecen, suelen crecer haciendo que nos arrepintamos más tarde de no haberlos enfrentado. En estos aspectos la persona adecuada para ayudarnos cuando no disponemos de las habilidades necesarias o no las vemos es el Psicólogo.

Cómo trabaja el Psicólogo con Niños

Una de las cosas que muchos padres argumentan para no acudir al psicólogo es que el niño si es muy pequeño no va a entender nada de lo que le diga el especialista y si es grande y no quiere colaborar no habrá nada que hacer.

Pero es que el Psicólogo puede trabajar también con los padres. De hecho mientras el niño es pequeño es con quiene actúa, dando pautas a los padres y consejos sobre cómo ayudar al niño a desarrollar habilidades.

Cuando un niño ya es mayor y tiene capacidad de comunicación lo ideal es que haya una buena comunicación con su Terapeuta. Pero incluso cuando el niño se niega a esa comunicación se pueden dar pautas de actuación a los padres que ayuden al niño a desarrollar habilidades y mejorar la situación.

Esto significa que en Psicología Infantil la implicación de los Padres o Cuidadores del Niño en la terapia es esencial.

Pediatría y Psicología

En la Universidad todos los médicos estudiamos Psicología. Evidentemente no lo hacemos en la profundidad que lo hacen los Psicólogos, ya que para nosotros es una asignatura y para ellos es toda la carrera.

Ya en la práctica diaria hay Pediatras a los que nos gusta más o menos el tema y nos hemos formado más allá de lo incluido en la formación oficial de nuestra especialidad.

Cuando los padres nos preguntan damos respuesta a algunos de los temas más básicos.

Pero a pesar de lo mucho que a mí me gusta, la Psicología necesita un tiempo del que raramente disponemos los Pediatras. Para resolver la mayoría de los problemas serios hace falta un proceso de asistencia con bastantes sesiones de no menos de 30-60 minutos de duración y unos conocimientos que los Psicólogos tienen mucho más estructurados y afianzados que los pediatras. Es uno de los especialistas a los que derivo con más asiduidad, a pesar de lo mucho que me gusta el tema. O tal vez precisamente porque me gusta tanto que la respeto mucho y no quiero hacer «chapuzas» en este campo.

¿Modificar la conducta con medicamentos?

A pesar de lo poco que me gustan las generalizaciones y sabiendo que puede no granjearme muchas simpatías entre los Psiquiatras, en esto soy bastante radical:

Para mí se recurre a la Psiquiatría cuando fracasa la Psicología.

En la actualidad tendemos a curarlo todo con medicinas. Es cierto que nuestro conocimiento del funcionamiento del cerebro es cada vez mayor y eso nos ha permitido encontrar muchas de las reacciones biológicas que hay detrás de algunas alteraciones de la conducta. Hasta el punto de que algunas patologías que hace años condenaban a la marginación social, bien tratadas son compatibles en la actualidad con una vida normal. El caso más claro es la Esquizofrenia.

Pero incluso en esos casos la Psicología sigue siendo esencial.

La Psicología nos da herramientas que interiorizamos, de modo que una vez tratados se convierte en una habilidad a la que podemos recurrir cuando la necesitemos. Un medicamento hace efecto mientras se toma y deja de hacerlo cuando se suspende.

Por eso jamás es tratado a un niño ansioso con un ansiolítico. Lo que recomiendo siempre a los padres es que busquen un Psicólogo que les ayude a ellos y a su hijo a resolver las situaciones que están generando ansiedad en el niño y cuando son situaciones que no pueden evitarse enseñe al niño cómo adaptarse mejor a ellas.

¿Cuál es el momento de empezar a tratar a un niño en el Psicólogo?

No hay una respuesta concreta. Cada caso es diferente, depende mucho de cual sea el problema y los recursos personales que el niño y los propios padres tienen para afrontarlo. Lo que algunas familias resuelven sin ayuda puede precisarla en otras.

Yo suelo recomendar que acudan al Psicólogo siempre que detecto un problema de conducta o personalidad que está limitando la vida del niño.

Expresiones como «es que él es tímido», «es que es introvertido», «es que tiene mucho genio», «es que siempre ha sido muy nervioso»… denotan situaciones en las que el plano Psicológico está siendo un problema y está afectando a la vida del niño y de quienes conviven con él.

La importancia de la Confianza y la Conexión en Psicología Infantil

Los problemas realmente importantes en Psicología Infantil suelen ser crónicos. En su mayoría han tenido una larga evolución hasta llegar a la situación actual y no podemos pretender que se resuelvan en una sola sesión.

Como en cualquier relación terapeuta-paciente lo esencial es la Confianza. Es necesario que se confíe en el Terapeuta que trata a un niño con un problema crónico, porque el proceso puede ser largo y tener altibajos, y no hay mejor forma de garantizar el fracaso que cambiar constantemente de terapeuta.

Para que en Psicología haya resultados positivos es necesaria además la Conexión, con los padres y con el niño. Un terapeuta debe ser capaz de comunicarse con ellos. Porque si no lo logra el resultado será nulo. Para que un problema Psicológico se resuelva la comunicación debe ser efectiva en ambas direcciones. Si los pacientes no confían sus secretos al terapeuta este no tiene elementos para diagnosticar y tratar el problema. Si el terapeuta no consigue que los pacientes entiendan el problema y porqué el abordaje que propone puede ayudarles, es difícil que logre que lo apliquen.

Por tanto, si tu hijo tiene un problema de personalidad o conducta que afecta a su día a día, busca ayuda. Y si conectáis bien con el terapeuta, no cambies, confía en él, dale tanta información como puedas y habla con él sobre el diagnóstico y el tratamiento. Resuelve todas tus dudas y desde esa confianza aplica sus consejos, con la paciencia de saber que en ocasiones el camino será largo y con baches.

Pero si no conectas con él, no sientes que te escucha o no te explica todo de forma que lo entiendas, no pierdas el tiempo y busca otro Psicólogo que lo haga.

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Niños, móviles y tablets

Móviles, tablets y niños

Reflexiones como Pediatra y Padre sobre el papel de Móviles y Tablets en la vida de los Niños. Problemas más comunes de salud. Aunque no todo es negativo.

Lo que voy a exponer aquí es una mezcla de mi experiencia como padre, como pediatra y una reflexión desde el sentido común más que desde la base de estudios científicos al respecto. Por tanto tan discutible como lo que más. De hecho lo que espero es generar debate.

Si estás leyendo este artículo es porque tienes conexión a Internet. Posiblemente en tu mano en este momento. Según mis estadísticas más del 70% de las visitas a esta página llegan a través de móvil o tablet. Y si has decidido leerlo es porque posiblemente en tu caso lo tienes. Y además es muy probable que también tengas uno o varios hijos.

Es decir, que la combinación Niños, Tablet y Móvil está presente en tu casa.

¿Y bien, qué hacemos? ¿Nos deshacemos del niño, de móvil y tablet? ¿O nos vamos nosotros, que mientras tengan móvil y tablet no se van a enterar?

¿Te acuerdas de la Televisión? ¡Yo casi que no! La realidad es que en mi vida ya casi no hay tiempo para ella.

Pero hubo una época en la que no me imaginaba mi vida sin «la tele».

Los que ahora somos padres pertenecemos a la primera generación de niños que se criaron con televisión en casa.

¿Recordáis lo que nos decían a nosotros cuando éramos pequeños respecto a la tele?

Os hago un resumen de lo que yo puedo rememorar:

– Os vais a quedar ciegos de ver tanto la tele.

– Ese cacharro emite radiaciones, vais a acabar todos fatal (cáncer, se te va a caer el pelo…)

– Os vais a volver idiotas de estar todo el día mirando la «caja tonta».

– Cuando seáis mayores no vais a poder levantaros de la silla.

¿Y recordáis quién era más beligerante en estas afirmaciones? En mi caso, mis abuelos.

¿Qué deduzco de esto?

Todo cambio es difícil de asimilar por la generación que lo vive como tal. Igual que en su momento nuestros abuelos estaban sinceramente preocupados por el efecto negativo que la tele podía ejercer sobre nuestra salud física y mental, hoy en día son nuestros padres los más preocupados por el efecto que móviles y tablets pueden tener en la salud de sus nietos.

Pero ¿y los padres?

Nuestros padres con la tele y nosotros con móviles y tablets tenemos una postura doble. Por una parte no es que nos sintamos totalmente cómodos viendo cómo nuestros hijos pasarían horas y horas enganchados a los «cacharros».

Pero siendo realistas, son un método muy efectivo a veces…

Todo niño supera antes o después con su necesidad de estímulos la capacidad de sus padres para proporcionárselos. Ha pasado y pasará siempre. Los niños tienen su vida. Los padres la de sus hijos y la propia. Y ni que decir tiene que vivir dos vidas en una es muy complicado.

Tener un recurso tan a mano que proporciona estímulos es una «tentación insuperable».

Seguro que conocéis el «Momento Móvil»:

Reunión familiar, todos los niños armando follón, como es su obligación y en un momento dado están ya entre agotados, cabreados, aburridos… ¡Insoportables! Los padres se miran, echan mano a sus bolsillos y susurran con complicidad. «¿Momento móvil?».

Todos asienten, sacan sus móviles, los encienden, buscan el juego o el vídeo preferido de su vástago y se los entregan a sus respectivos hijos.

Un minuto después se ha hecho un silencio sepulcral. ¡Calma absoluta!

Móviles y Tablets son algo a integrar en nuestras vidas desde Niños

A parte de esta parte más o menos criticable pero real como la vida misma: Los dispositivos digitales van a seguir tan presentes en la vida de nuestros hijos como lo ha estado la televisión en la nuestra. Mirados de forma aséptica son una fuente más de estímulos e información. Nada más y nada menos.

Como con cualquier otra cosa en esta vida que supla una necesidad del ser humano, cada persona juega y acaba definiendo un equilibrio en el que da mayor o menor importancia a ese elemento respecto a todos los demás presentes en su vida.

Toda fuente de satisfacción de una necesidad es en sí misma una solución y un peligro. Porque los seres humanos tenemos tendencia a movernos a veces de forma muy extrema.

Como en cualquier otro aspecto de la educación, el objetivo debería ser darle un sitio que sea compatible con el resto de elementos de una vida equilibrada. Y ahí entra el sentido común. Un rato de móvil o tablet no tiene porqué ser un problema si no limita en exceso a otras actividades también necesarias, como el juego no virtual, la creatividad, las relaciones interpersonales directas, la actividad física, el estudio…

En situaciones extremas puede interferir con todas ellas y es entonces cuando debemos plantearnos en serio que hay un problema y hay que poner solución. Estaríamos hablando entonces de adicción. Pero aquí lo complicado, como en toda adicción es limitar el acceso a lo que lo genera. El niño va a usar todos los recursos a su alcance para lograr «su dosis» e incrementarla paulatinamente. Como en cualquier otro aspecto de la educación los padres actuamos como reguladores de aquellas tendencias que el niño no consigue modular con éxito.

En otro enfoque, hay que tener claro que van a seguir en la vida de nuestros hijos con casi total seguridad. Y que de hecho van a ser una herramienta básica el resto de su vida. Nuestros hijos los usan de forma casi innata. Basta con ver la soltura con la que lo hacen desde muy pequeños. Que sepan usarlos y aprendan a hacerlo de forma equilibrada va a ser muy importante para su futuro. Por lo que no darles acceso… ¿hasta qué edad?

Pero lo que más preocupa ¿es verdad que los Móviles y Tablets pueden dañar a los Niños?

Radiaciones

Cualquier dispositivo digital conectado lo hace por medio de radiaciones. Pero según el tipo de ondas se pueden clasificar las radiaciones en «ionizantes» y «no ionizantes». ¿Esto que significa? Una radiación ionizante es la que puede alterar la estructura de la materia con la que se cruza produciendo iones. Estas radiaciones son las que pueden alterar por ejemplo el ADN de nuestras células haciendo de actúen de forma incorrecta (por ejemplo provocando un cáncer). Las radiaciones usadas para conectar dispositivos digitales son «no ionizantes». Es decir, que en teoría no son capaces de producir algo así.

Pero digo en teoría. Porque no existen los emisores puros de radiación. Ningún objeto o aparato electrónico emite radiaciones en una frecuencia pura. Aunque entre las frecuencias que se quieren usar y las ionizantes hay un margen suficiente para que sea algo muy poco probable que un dispositivo conectado emita radiaciones ionizantes, ocasionalmente, ¿quién puede asegurarlo? En teoría cuanto más tiempo se usa más probable es que uno sea sometido de vez en cuando a una radiación no tan inofensiva.

Lo que sí está claro es que, al menos en las ciudades vivimos inundados en un mar de radiaciones «no ionizantes» que usamos para comunicarnos. Desde ondas de radio y televisión a señales de telefonía móvil pasando por redes Wifi y Bluetooth. Con lo que en la práctica la diferencia entre que uno las use o no es bastante limitada.

Son muchos los estudios que intentan ver hasta qué punto esto puede afectar la salud humana. Y por ahora no hay una conclusión clara. Con lo cual que cada uno se lo tome como prefiera.

Vista

El problema aquí es la acomodación. Nuestros ojos están diseñados para trabajar en un entorno en el que los objetos están a distancias variadas. Con lo que para su día a día lo normal es cambiar constantemente de enfoque. Pero cuando usamos un buen rato una pantalla enfocamos a una distancia fija.

Ese es el motivo por el que cuando estamos mucho tiempo mirando una pantalla y la dejamos perdemos agudeza visual de lejos durante un rato.

Hacerlo con asiduidad puede, en teoría, favorecer la aparición de la vista cansada. Algo propio de personas de más de 40-50 años que puede aparecer antes si se usan dispositivos de pantalla durante demasiadas horas al día. Consiste en una pérdida de elasticidad del cristalino que hace más difícil enfocar a distancias cortas.

Postura

Este es uno de los aspectos en los que realmente vemos efectos perjudiciales de móviles y tablets en los niños.

Para usar uno de estos dispositivos es necesario sostenerlos delante del campo visual. Esto significa mantener los brazos y las manos en una postura fija durante el tiempo que los estamos utilizando.

Cada vez veo más:

Dolores de espalda en niños que usan mucho los tablets. Más que en los móviles porque pesan más. La causa es una contractura de los músculos que fijan el hombro en la postura necesaria para tenerlo delante de nuestra cara.

Dolores de mano. En la mayoría de la mano izquierda, que es la que se usa para sostener el teléfono móvil mientras pulsamos la pantalla con la derecha.

Dolores de cabeza. Cuando se abusa de estas posturas la contracción constante de los músculos del cuello dificulta la llegada de sangre a través de las arterias del cuello, de lo que la cabeza se queja doliendo.

Contenidos dañinos

Evidentemente una fuente de información tan accesible como un dispositivo conectado a Internet puede facilitar contenidos de muchos tipos. Y no todos son adecuados para cualquier edad. Por lo que algo importante es vigilar a qué pueden acceder los niños a través de Internet. Casi todos estos aparatos tienen en su configuración la opción de «control parental». Pero son filtros automáticos que no pueden garantizar al 100% que los contenidos sean adecuados. Es lo mínimo que deberías usar. Pero hacerlo no te exime de que controles a qué accede tu hijo con ellos.

Si quisiera hacer un resumen sería el siguiente:

Como todo en la vida los móviles y tablets son objetos que bien usados pueden resultar muy útiles. Pero no están exentos de riesgos. Por lo que, sabiendo que no es realista evitar totalmente el contacto de los niños con ellos, y que incluso manejarlos con soltura puede ser una habilidad básica en su futuro, lo que sí debemos hacer es restringirlo a una forma de uso adecuada. Esto implica limitar el tiempo que los usan y para qué, estando atentos a las alertas que nos hagan pensar que está siendo inadecuado.

Dar un móvil o un tablet a nuestro hijo no debería ser un motivo para relajar nuestra atención, sino para acentuarla.