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Origen del Cáncer Infantil

Cáncer Infantil, Por qué aparece, cómo prevenirlo y diagnosticarlo

¿Cómo es posible que un niño tenga cáncer? ¿Cuál es el origen del Cáncer Infantil? ¿Podemos hacer algo para evitarlo o diagnosticarlo a tiempo?

Escribo este Peketema en respuesta a la petición de Luisana desde Panamá: «Por qué se origina el cáncer infantil. Que se puede hacer para evitarlo. Gracias y por favor esto es importante», en nuestra Comunidad de Facebook.

Sin duda este es uno de los mayores miedos en salud. Cualquier familia teme un diagnóstico así en su hijo. El Cáncer es una de las enfermedades graves más comunes hoy en día.

Se suele asociar a la edad. Nos parece casi normal que antes o después, viviendo en un mundo con el nivel de contaminación actual el cáncer acabe apareciendo en un porcentaje amplio de la población en la vejez. Pero ¿en niños? Nos resulta difícil de entender.

¿Cómo es posible que un niño desarrolle Cáncer?

Esto es igual que preguntar cuáles son las causas del cáncer y qué es el cáncer en sí mismo.

Nuestro cuerpo está formado por millones de células. Cada una de ellas está especializada para hacer una función concreta. Y en nuestro cuerpo esa función va asociada a un plan vital concreto. Hay células que están preparadas para vivir unos meses, como las de la piel. Otras que pueden vivir semanas como las de la pared del intestino, y otras como las neuronas que pueden vivir toda la vida del ser humano.

Algunas tienen capacidad de seguir multiplicándose durante toda nuestra vida, para regenerar tejidos que tienen esa función. Son algunas células de los huesos, los vasos sanguíneos, la piel, las mucosas… Pero incluso esas lo hacen siguiendo una plan predefinido que bloquea su crecimiento más allá de ciertos límites.

El Cáncer aparece cuando una célula empieza a multiplicarse sin control. Creciendo más allá del límite asignado a su estirpe. Es como si en una comunidad en la que todos actúan para mejorar la convivencia apareciese una célula egoísta cuyo único fin fuese la supervivencia y el crecimiento de su propia estirpe. Aunque eso suponga la muerte de la comunidad. Aunque suponga al final su propia extinción.

Debemos entender que esta capacidad está en realidad en nuestro origen. Todos los seres evolucionados aparecimos como asociación de distintos tipos de células que se agruparon para vivir mejor. Pero al principio los seres pluricelulares no eran más que un grupo de células similares que vivían y crecían juntas. El Cáncer es como si una de las estirpes olvidase cómo convivir con las demás.

Lo que hizo posible que distintas estirpes conviviesen fue la presencia de genes que evitaban que unas agrediesen a las otras. El cáncer se origina cuando esos genes se averían y no son reparados adecuadamente.

Estamos expuestos a agresiones constantes del exterior que alteran nuestros genes y son el origen del Cáncer:

  • Radiaciones naturales como el Sol.
  • Radiaciones artificiales como las radiografías o la contaminación radioactiva (Chernobyl, Fukishima, Hiroshima, Nagasaki…)
  • Contaminación ambiental, por la polución del consumo de hidrocarburos, por el tabaco, por otros productos químicos…
  • Infecciones producidas por virus, como el del papiloma, el vírus de Epstein-Barr, el de la hepatitis….
  • Una Alimentación Inapropiada: Exceso de azúcar, grasas saturadas, conservantes y colorantes, edulcorantes…

Todas estas causas y algunas más pueden dañar nuestros genes. Pero tenemos capacidad de repararlos y cuando esto no es posible nuestro sistema defensivo puede eliminar células cancerosas. Es algo que ocurre cada día en nuestro cuerpo. De los millones de células que forman nuestro cuerpo, todos los días alguna se «desmadra». Y todos los días nuestro sistema defensivo elimina células así.

Pero a veces nuestro sistema defensivo no es capaz porque tampoco él funciona adecuadamente. Para que lo haga necesita:

  • Recursos suficientes. Una nutrición adecuada. Una nutrición rica en sustancias agresivas puede generar cáncer. Las llamamos sustancias cancerígenas. Ciertos nutrientes son esenciales para la regeneración de los genes dañados y para que el sistema defensivo funcione.
  • Descanso. Para regenerarse a sí mismo. Una falta de descanso sistemática aumenta el riesgo de desarrollar cáncer.
  • No estar sometido a un estrés excesivo. Porque cuando lo hace su capacidad de acción se resiente. El estrés emocional puede favorecer la aparición y el desarrollo de Cáncer.

¿Cuál es el origen del Cáncer Infantil?

Como en cualquier otro cáncer es una combinación de factores:

  • Predisposición genética. Algunas personas tenemos genes que con más facilidad pueden alterarse y originar cáncer de un tipo concreto. Hay familias con más tendencia al cáncer de Colon, Mama….
  • Exposición a factores ambientales. El cáncer es más frecuente en las zonas donde el agua está más contaminada, con más polución, en familias donde se fuma o se tiene una dieta rica en azúcar, grasa saturada o alimentos quemados (carne a la brasa y similares)….
  • Algunas infecciones virales. Que en la infancia son mucho más frecuentes que en adultos.

¿Podemos hacer algo para evitar el Cáncer Infantil?

Pues sí. Yo suelo decir a los padres que cuando tienen un hijo acaban de introducir en sus vidas el mayor estimulante para cambiar su vida y hacerla sana:

  1. Si fumas, deja de fumar. Porque tu hijo fuma si tu lo haces y es más fácil que en el futuro adopte este hábito si lo ve normal en aquellos a quienes admira.
  2. ¿No comes sano? Empieza a hacerlo. Porque los días en los que haces una dieta para tu hijo y otra para ti están contados y acabará comiendo lo que tú le proporcionas. No hay una dieta para curar el cáncer. Peor sí dietas que favorecen que aparezca y otras que protegen contra él:
    1. Evita el azúcar. No está el primero por poner algo. Es uno de los factores más importantes, especialmente en niños. No compres nada que tenga azúcar en sus ingredientes.
    2. Evita las grasas saturadas.
    3. No tomes con frecuencia alimentos asados o fritos.
    4. Limita el consumo de proteínas y grasas animales.
    5. Elimina conservantes, colorantes y edulcorantes. No es una catástrofe que cada alimento tenga su sabor. Es una bendición.
    6. Si puedes, come alimentos ecológicos.
    7. Bebe agua, solo agua y de buena calidad. 
  3. Si tienes un ritmo de vida estresante, hazlo más relajado. Porque las emociones son esenciales en la salud y un ambiente en el que las emociones son dañinas afecta a tu hijo más allá que los contaminantes químicos.
  4. Si vives en un lugar contaminado y puedes cambiar, hazlo. Aunque las ciudades aportan muchas posibilidades, vivir fuera de ellas supone reducir estrés y contaminantes en muchos caso.
  5. Si no haces ejercicio de forma regular, empieza a hacerlo. El ejercicio ayuda a eliminar «toxinas», tanto químicas como «emocionales».
  6. Respeta el tiempo de descanso. Es esencial para mantener la capacidad de regeneración del cuerpo y luchar contra las agresiones que llegan cada día.

Hacer todo esto en nuestra vida es la mejor forma de prevenir el Cáncer en nuestros hijos. Porque el consejo ilustra, el ejemplo arrastra.

¿Cómo detectar a tiempo el Cáncer Infantil?

Una de las características del Cáncer Infantil, es que aún siendo una enfermedad terrible, las posibilidades de superarla son mucho mayores en niños que en adultos.

A la hora de superar el Cáncer Infantil, uno de los factores más importantes es detectarlos a tiempo. Para ello, en familias donde hay tendencia a sufrir un tipo concreto de Cáncer se pueden hacer chequeos periódicos que lo detecten si aparece en fases muy precoces.

Pero no es el caso de la mayoría de las familias. En la mayoría de las familias si hay cáncer es en edades avanzadas y si hay algún caso de cáncer infantil es esporádico.

Lo que sí puede ser útil es saber cuándo pensar en que tal vez pueda ser un cáncer. La orientación que puedo daros en eso es clara. El cáncer es un proceso que cuando empieza crece sin parar. Eso hace que su característica más llamativa sea que los síntomas cuando aparecen van a más de forma constante. No son algo esporádico o que viene y va:

  • Un tumor cerebral, si da dolor es un dolor constante y cada vez más intenso, no en horas, sino en semanas.
  • Un tumor óseo es un dolor en un punto concreto sin antecedentes de golpe y que va cada vez a más no cediendo en unas semanas.
  • Una fiebre por cáncer es una fiebre que no cede tras semanas.
  • Un sangrado en la caca puede ocurrir por una gastroenteritis sin importancia. Si hay un tumor que sangra en el intestino sigue sangrando conforme destruye más y más tejido…

Si un dolor viene y va, hasta desaparecer durante semanas o meses para volver de nuevo, raramente será un cáncer.

Pero ante cualquier duda, especialmente como os digo en síntomas que no eran habituales en el niño y se convierten en permanentes, acude a tu médico. Si hay «algo malo», cuanto antes se descubra, mejor es el pronóstico.

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Estímulos: La 3ª Necesidad del Bebé

La 3º necesidad del bebé: EstímulosEstímulos para que se desarrolle su cerebro. Esa necesidad básica del bebé con la que nadie cuenta. Junto a Comer y Dormir lo más necesario para crecer.

Cuando se habla de las necesidades de un bebé casi todo el mundo espera que un «buen Bebé» sea «comer y dormir».

Efectivamente el bebé necesita comer para obtener nutrientes que usa en su actividad y en su crecimiento. Necesita dormir, para regenerarse y descansar.

Pero mucha gente olvida una tercera necesidad que no es sólo importante en los bebés, también en nosotros. Esta necesidad esencial son los Estímulos.

Evolución de las 3 necesidades básicas del bebé en los primeros días de vida.

Voy a hacer una pequeña descripción de cómo evolucionan las tres necesidades básicas del bebé durante los primeros días de vida para que lo entendáis y lleguemos a comprender la importancia de los Estímulos. Sus 3 necesidades básicas se mueven en un equilibrio constante en el que el bebé actúa atendiendo o pidiendo en cada momento aquella de la que tiene más necesidad.

Cuando un bebé nace, tras unos minutos de adaptación inicial, tiene una necesidad imperiosa de dormir. El parto es un proceso duro para la madre y también para el bebé. Ha hecho un gran esfuerzo, primero soportando la expulsión del útero e inmediatamente adaptándose a controlar la temperatura, respirar, cambiar la circulación para llevar la sangre a los pulmones en vez de hacerlo hacia la placenta….

Hasta ese momento se ha estado alimentando de forma constante a través de la placenta y si lo logramos habrá tomado el pecho justo al nacer. Tras eso estará agotado y habrá recibido una gran carga de estímulos en poco tiempo. Va a dormirse y durante los primeros 2-3 días de vida esta va a ser su prioridad, descansar.

En estos primeros días recibe estímulos sin que hagamos nada a un ritmo muy superior al que estaba acostumbrado. La luz, el tacto, el ruido, el olfato y los sabores, son mucho más intensos de lo que nunca ha sentido y sin que hagamos nada recibe un torrente de estímulos que cubre su necesidad de sobra.

Dormirá muchas horas al día, despertando cuando tenga hambre para saciarla lo justo y volver a dormir enseguida.

Tras descansar lo suficiente, para el 3º o 4º día hacen su aparición de verdad la necesidad de comer y la de estímulos.

Es como si hubiésemos «despertado al monstruo». Empieza a llorar si nos retrasamos un instante en alimentarlo. Ésta ha pasado a ser la necesidad esencial y puede demandarla cada pocos minutos, dejando en muchos casos no más de 2 horas sin pedir comida en ningún momento.

Si, como es lo adecuado, le damos de comer cada vez que pida, sueño y comida irán equilibrando su balance y comerá cada vez más tranquilo, espaciando poco a poco las tomas.

Es entonces cuando empezamos a notar que el bebé empieza a llorar por el tercer motivo.

Ha dormido, acaba de comer, lo dejamos en la cuna o a nuestro lado en la cama… y llora. Lo tomamos en brazos y se calla. Volvemos a soltarlo y de nuevo llanto… Vuelves a tomarlo, lo paseas y se calma…

Ha aparecido la necesidad de estímulos.

Los distintos tipos de Estímulos para el Bebé

Todo intento de esquematizar cualquier cosa es una simplificación. Pero a veces pueden ser útiles. Podríamos distinguir tres tipos básicos de estímulos que el bebé consume:

  • Afectivos. Contacto, seguridad, comunicación son estímulos necesarios para cualquier ser humano. Se puede vivir sin ellos, pero empeorando mucho la calidad de vida si faltan.
  • Posturales. Todos necesitamos cambiar de postura con cierta frecuencia. Pero un bebé tiene muy limitada su capacidad de hacerlo, de modo que cuando tras mantener un rato la misma postura necesita hacerlo, muestra su incomodidad y si no se le ayuda a moverse, llora.
  • Sensoriales. Estímulos visuales nuevos (cambio del ambiente o del punto de vista desde el que se observa), sonidos nuevos, olores cambiantes… Nuestro cerebro consume estos estímulos como la comida o el oxígeno. Si agota la novedad de los que recibe y no hay cambios, llora.

Para qué usa el bebé los Estímulos y por qué pide tantos

Un bebé es un ser humano en rápido desarrollo en muchos aspectos. Uno de los más importantes es el desarrollo cerebral. Un cerebro de bebé es un gran mar lleno de conexiones posibles, de las que tendrá que eliminar aquellas inútiles en su adaptación al entorno y reforzará las que le sirvan para hacerlo.

La forma en la que se produce este proceso es reaccionando a estímulos del entorno en el que crece. Su supervivencia, su bienestar, su felicidad, dependen de que este proceso se produzca pronto y bien. Por eso no puede permitirse ralentizarlo por debajo de cierto ritmo. Cuando detecta que el flujo necesario de estímulos no está cubriéndose llora para conseguirlos.

No hay un proceso consciente en esto. Es como el hambre, es una sensación de malestar que crece conforme la necesidad va creciendo sin ser cubierta.

Dar estímulos no es malcriar, es colaborar en su desarrollo

Cuando un bebé pide estímulos y no se los damos llora. Cuando se los damos deja de llorar. Pero es una necesidad importante y variable. No la cubres y ya está para x horas.

Pretender que un  bebé pase x tiempo sin recibir estímulos nuevos por parte de sus cuidadores es tan ilusorio en esta fase como establecer una pauta fija de alimentación. No hay una pauta correcta y constante. La pauta es darle los estímulos al ritmo que su cerebro los consume.

Ante esto hay dos opciones: Dejarlo llorar o darle lo que pide.

Dejarlo llorar es absurdo, estás negando a tu hijo algo que necesita, que sabes lo que es y que no le perjudica.

La educación no consiste en negar algo así. Si lo hacemos, como para el bebé es algo que necesita para sobrevivir y desarrollarse, va a luchar por conseguirlo. La única pregunta es ¿hasta dónde quieres empeorar su relación contigo haciendo que te vea como alguien que le niega lo que necesita?

Educar es ayudarle a entender cuándo lo que pide no debe tenerlo porque le perjudica. Pero es algo que no ocurrirá hasta bastantes meses más adelante. Al principio el bebé sólo demanda que se cubran necesidades elementales. Y atenderlas no es malcriar es cuidar. No atenderlas no es educar, es descuidar.

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Mi bebé no duerme en todo el día

Mi Bebé no duerme en todo el día, tendrá algún problema.«Mi bebé no duerme en todo el día». Cuándo es por un problema y cuándo es parte de su carácter. Otras características en bebés que casi no duermen de día.

Mi bebé no duerme en todo el día

¿Es posible? Hablamos de bebés de pocas semanas o pocos meses. ¿Puede un bebé de esa edad estar bien sin dormir durante horas y horas?

Todas habréis leído que los bebés duermen mucho más cuanto más pequeños son. Y que conforme crecen van reduciendo el número de horas que duermen al día estando cada vez más activos, especialmente durante el día.

Esto se debe a dos motivos:

  • Conforme un bebé crece se hace cada vez más marcado el ritmo día/noche. De forma que tienden a estar más activos y alimentarse más durante el día y de noche tienden a espaciar las tomas y dormir más.
  • Al crecer las dos necesidades básicas de comer y dormir van dando espacio a la tercera esencial: Estímulos. Son necesarios para desarrollar su cerebro y conforme el bebé crece vemos que destina cada vez menos tiempo a dormir y más a buscar estímulos.

El resultado es que hay muchas estadísticas que te dicen cuánto es el tiempo normal que duermen los bebés en función de su edad. Hay que entender que estas cifras que te ofrecen son las medias. Pero que sin tener problemas hay bebés que duermen bastante más o bastante menos de las cifras que se mencionan en estas escalas.

Respecto a la pregunta ¿Hay realmente algún bebé que no duerme en todo el día? Puede que lo haya. Pero no conozco a ninguno. Me refiero en este caso a bebés menores de un año. Lo que sí que hay son bastantes que pueden estar activos durante 10, 12, 14 horas al día con muy breves siestas. A veces son siestas de no más de 10 minutos. Pero casi siempre estas siestas están ahí. Ahora después hablaremos de estos casos.

Por tanto la realidad en casi todos los casos es:

Mi bebé no duerme en todo el día. Bueno, sí que duerme algo, pero muy poco y está mucho más activo que la mayoría de bebés de su edad.

La clave cuando esto ocurre es diferenciar dos situaciones:

  • Mi bebé no duerme en todo el día más, porque tiene un problema. Si no duerme más y notamos que el bebé no está bien, si tiene fiebre o llanto inconsolable, si come mal, si vemos signos de que algo no va bien como una piel irritada, mucosidad, tos…. debemos descartar que el bebé no duerma bien porque tenga algún problema. Cuando esto ocurre, la situación de no dormir en todo el día es algo nuevo. Son bebés que siempre han dormido más y de repente dejan de hacerlo con signos de que algo no va bien. Si esto ocurre mi recomendación es que lo lleves al Pediatra para que lo explore e identifique la causa.
  • Mi bebé no duerme en todo el día más, porque él es así y está sano siendo así. Pero hay bebés que desde siempre han sido así, en los que dormir poco o casi nada durante el día es la norma desde hace tiempo y sin embargo el bebé parece estar bien. Se alimenta bien, no tienen signos de dolor ni un llanto inconsolable. Estos bebés suelen llorar con frecuencia, pero suelen calmarse cuando le damos estímulos: Si lo tomas en brazos, si te levantas con él y le das un paseo, si cambias de ambiente, si sales a la calle… Cuando un bebé ya desde los primeros días o semanas de vida se comporta así solemos hablar de Bebés de Alta Demanda.

Mi bebé no duerme en todo el día, o casi ¿Será un Bebé de Alta Demanda? ¿Qué significa esto?

No todos los bebé son iguales. Podemos simplificar diciendo que un bebé tiene tres necesidades básicas: Comer, Dormir y Estímulos.

Hay bebés comilines, dormilones y De Alta Demanda. Dependiendo de cuál de las tres necesidades es la prioritaria para ellos.

El Bebé de Alta Demanda muestra que lo es ya desde los primeros días de vida. Habitualmente a partir del 2º o 3º días de vida, en cuanto supera la primera fase de agotamiento tras nacer.

Son llamativos porque demandan muchos estímulos y además cambiantes y eso se refleja en su relación con la comida y con el sueño.

Cómo come un bebé de alta demanda

Habitualmente hacen muchas tomas de poca cantidad. Como todos los bebés necesita comer. Pero como su necesidad prioritaria es buscar estímulos nuevos aguanta lo que puede mientras está distraído. Cuando por fin el hambre es ineludible parece que de repente lo estuvieses matando sin comer desde hace días. Pide comer desesperado. Pero en cuanto se sacia un poco se distrae con cualquier estímulo nuevo.

Por tanto son bebés que comen con ansiedad, pero hacen tomas muy numerosas y cortas.

Cómo duerme un bebé de alta demanda

Pueden pasar casi todo el día activos. Es llamativo que algunos de estos bebés, con pocas semanas, sean capaces de estar activos durante más de 10,12,14 horas, interrumpiendo esa actividad sólo con siestas cortas y a las que se resisten cuanto pueden. Su necesidad prioritaria es buscar estímulos y aunque estén reventados intentan aguantar despiertos.

Una cosa característica es que estas siestas sólo llegan si lo tomas en brazos cuando está agotado. Y que la siesta puede durar algo más si lo mantienes en brazos. Pero si lo separas de ti la siesta se acabó en 10-15 minutos. Dejándolo en brazos puede prolongarse hasta 1 hora o más. Pero como lo sueltes ya se ha acabado.

Esto se debe a que mientras lo tienes en brazos está recibiendo estímulos, con lo que puede prolongar la siesta ya que su necesidad primordial no está desatendida. Pero si lo dejas separado cesan los estímulos que recibía y si ha superado el agotamiento inaplazable que le llevó a dormir vuelve a la carga a por más estímulos.

Qué implica ser un bebé de alta demanda

Son bebés cuyo desarrollo neurológico es más rápido y el cerebro para desarrollarse necesita estímulos. Los consume para este proceso. Cuanto más rápido es el desarrollo cerebral de un bebé más estímulos consume. Por lo tanto ser bebé de alta demanda no es una mala noticia pero tiene su precio: Son agotadores.

Pero para su salud, dormir menos de lo que lo hacen los demás bebés de su edad no supone un problema. Y además es imposible conseguir que duerman mucho más.

Lo único que puede lograrlo es el porteo. Como el contacto le ofrece unos estímulos afectivos constantes si lo llevas mucho en mochila, fular o en tus brazos es más fácil que cuando necesite dormir lo haga. Mi recomendación en estos niños es que busques una buena mochila ergonómica y la uses tanto tiempo como veas que el bebé la acepta. Permite darle esos estímulos de forma más cómoda y dejando tus manos libres.

Si quieres saber más sobre los bebés de alta demanda puedes leer en estos artículos:

¿Cómo son los niños de alta demanda al ir creciendo?

Niños de alta demanda o Hipereactivos con déficit de atención

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Porqué evitar el castigo en la educación de los niños

Porqué el castigo no es una buena herramienta para educar.

Utilizar el castigo para educar a los niños es un gran error. Y por desgracia, un error muy común entre las familias de hoy en día. Descubre alternativas.

Hoy tenemos como invitada a Tania García, Fundadora de Edurespeta, Experta en Educación Respetuosa y Asesora Familiar, nos explica por qué el castigo se debe evitar en la educación de los hijos.

A veces nos equivocamos. El castigo es algo que la mayoría vivimos en nuestra infancia como una «técnica» normal en nuestra educación. Pero no hace otra cosa que alejarnos de nuestros hijos y fomentar la desconfianza en nuestro hogar.

Si, por ejemplo, amenazas a tu hijo con dejarlo sin móvil si no saca buenas notas, tu hija pega a su hermana y le das un cachete y la dejas sin ir al parque, tu hijo ha roto el reloj de su padre y le castigas sin ordenador, etc. No haces otra cosa que  dejar patente que no tienes las herramientas correctas y necesarias para educar a tus hijos como verdaderamente merecen, como merecéis todos los miembros de tu familia.

Existen dos grandes tipos de castigos: los físicos y los psicológicos.

Los primeros, son los relacionados con “el cachete”, “la torta”, “el empujón”, etc. Que, por supuesto, deben ser totalmente desechados y apartados de la vida de los hijos. Si no se lo harías ni a tu pareja ni a tu madre ¿por qué a tus hijos sí? .

Por otro lado, los psicológicos, abarcan a un gran número de actitudes que se tienen diariamente con los niños y que parece que pasen desapercibidas ante la sociedad, o que estén totalmente normalizadas. Tales como: amenazar, chantajear, ignorar, mentir, asustar, gritar, etc.

Esto, sólo indica que hay que cambiar, avanzar, mejorar…Porque los niños necesitan a unos padres comprensivos, que les atiendan, en los que poder confiar y aprender de la vida, tanto en los buenos como en los malos momentos.

Algunas de las consecuencias reales de utilizar el castigo, son:

  • Los niños actúan por sumisión: es decir, hacen las cosas movidos por un interés externo. Por temor a que se les niegue aquello que desean. Esto hace que, durante su infancia, adolescencia y, más tarde, en su vida adulta; sean personas sumisas, que viven con el objetivo de gustar a los demás, de realizar lo que otros quieren y no seguir libremente, su propio camino y sus propias decisiones.
  • Genera frustración y ansiedad: el ver que no confían en ti, que constantemente te cortan las alas, que no te dejan acertar o errar, que no valoran tus estados de ánimo sean cuales sean…te hunde, te frustra, te genera desazón. Y así crecerán, con frustración y tarde o temprano, con rabia.
  • Rebaja la autoestima y dificulta el conocimiento de uno mismo: cualquiera que no es tratado como se merece, se siente mal consigo mismo e incluso se acaba culpabilizando y sintiendo fuera de lugar. Esto, hará muy difícil el libre reconocimiento de sus habilidades físicas y psicológicas.
  • Dificultades sociales: estas frustraciones y baja autoestima, generan, a su vez, problemas para relacionarse. Problemas que perdurarán, si no se busca ayuda, probablemente, durante toda la vida adulta.

Ninguna madre/padre queremos esto para nuestros hijos. Y por ello, debemos ponernos a trabajar para conseguir tratar a los hijos con: empatía, reflexión, afecto, acompañamiento, igualdad, confianza, libertad, calma, coherencia, etc.

Si quieres aprender más, y sumergirte  en un nuevo camino, en donde aprenderás a educar con técnicas positivas y respetuosas y con las que nunca más te dejarás llevar por tu ira e incomprensión….

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Espero verte en este viaje 🙂

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Mamitis: Niños «excesivamente dependientes»

Mamitis: Excesiva dependencia de algunos niños

Respuesta al tema propuesto en Facebook como Peketema de la semana:

«Mi bebé tiene «mamitis»: No quiere que lo suelte, cuando me voy al baño llora, corre por detrás mío y me agarra las piernas, tiene un año y cuatro meses…¿cómo podría ayudarlo a ser más seguro y confiar en otras personas?»

Vamos a centrarlo primero. A mí me gusta ver a los niños en su contexto. Una de las cosas más importantes que debemos entender de ellos es que son seres que no paran de evolucionar. De hecho también lo hacemos los adultos mientras seguimos vivos. Pero en ellos, especialmente en los primeros años, este proceso es muy rápido.

Cuando hablamos de la dependencia debemos entender que cuando un bebé nace tiene el máximo grado de dependencia de sus cuidadores. Pero ya es menor del que tenía cuando estaba dentro del útero de mamá.

Durante las primeras fases del embarazo los fetos son totalmente dependientes de su madre. Si por algún motivo su madre va a morir y debemos extraerlo hay un número de semanas de gestación (22-24 semanas) por debajo de las cuales la supervivencia del feto es casi imposible. Depende de la madre totalmente.

Superadas esas semanas el bebé podría sobrevivir fuera de su madre. Se ha vuelto menos dependiente. En realidad es un cambio radical. Pero pasaría a depender de los cuidados médicos que pudiésemos prestarle en el exterior.

Llega un momento en que el bebé está preparado para vivir fuera de su madre sin necesitar cuidados médicos especiales. En otro gran salto.

Pero aún así, cuando nace lo necesita casi todo: Alimento, limpieza y cambios de ropa o pañal, Estímulos… Los cuidados habituales. Por sí mismo sólo sabe respirar, digerir alimentos, evacuar sobras, mantener la temperatura y procesar estímulos…. No es poco, pero siguen siendo tremendamente dependientes.

El bebé sigue evolucionando y gracias al desarrollo de su cerebro (que consume estímulos para que pueda crecer) va adquiriendo cada vez más movilidad, capacidad de comunicación, capacidad de anticipación….

Todo esto le va haciendo menos dependiente en cierta medida, pero también hace que aparezcan los miedos y se vuelva más selectivo escogiendo claramente quién prefiere que supla sus necesidades. Llegamos al punto en que se centra la consulta que ha generado este Peketema.

La Mamitis

Durante meses ha existido una persona concreta que ha aportado al bebé mayoritariamente las soluciones a sus necesidades. Lo normal es que esa persona sea la madre.

Cuando el bebé necesitaba alimentarse, especialmente si ha tomado lactancia materna, la fuente de la alimentación era mamá.

En la mayoría de los casos, especialmente al principio, se dormía mientras era alimentado por su madre. Lo que ha generado un ritual de sueño dependiente de ella.

Y los Estímulos, afectivos, sensoriales, de cambio de postura, los ha recibido tal vez de muchas personas. Pero una ha estado mucho más presente: Mamá.

Sus tres necesidades básicas: Comida, Sueño y Estímulos han tenido una figura de referencia que servía de fuente constante. Habitualmente esta figura es Mamá.

La gente suele decir que un niño tiene Mamitis cuando ya con el grado suficiente de autonomía física para poder desplazarse busca constantemente a mamá y tolera mal la separación de ella, aún pudiendo quedarse con otras personas con las que también tiene una relación de confianza.

He buscado otra definición más «correcta» de mamitis, pero ni en Wikipedia ni en el Diccionario de la RAE existe tal definición. Así que partamos desde ahí, que es lo que suele entender la gente como tal.

Cuándo podemos considerar a unos niños «excesivamente dependientes» o con Mamitis

El exceso de dependencia no puede definirse como una fecha con la que el niño debería ser capaz de separarse de su madre.

No creo que la mamitis dependa ni de la edad, ni siquiera de la separación en sí.

Para mí son muy importantes las apreciaciones personales de los implicados:

  1. Puede haber niños que toleran mal la separación de la madre con 3-4 años y cuya madre lleve muy bien ese contacto constante.
  2. También puede haber casos de niños que acaban de empezar a caminar con poco más de un año y cuya madre lleve mal ser necesaria de forma constante para su hijo.

Habrá quien plantee que el primer caso es excesivo, que mantener un grado tan grande de dependencia perjudica al niño evitando que desarrolle su autonomía.

Por el lado contrario también habrá críticas. Seguro que hay quien piensa que la segunda madre tiene poco espíritu de sacrificio y debería estar disponible para su hijo mientras la necesite.

Pero es que ya sabéis, criticar a una madre… Eso es una de las mayores aficiones de esta sociedad. Hagas lo que hagas te equivocas para alguien.

A mí no me importan las opiniones de los demás. Me importa lo que supone para vosotros. Y en este aspecto voy a centrarme en los directamente implicados, que son a mi entender: El niño, la madre y los demás miembros de la familia (padre y hermanos, si los hay).

El niño y la Mamitis

Desde el punto de vista del niño yo considero que es excesivamente dependiente cuando serlo le perjudica.

Vamos a ver cómo:

  • Si un niño en situaciones normales de la vida (que su madre vaya al baño, que tenga que atender a otro hermano, que tenga que hacer una actividad en la que el niño no puede estar presente…) sufre por la separación de su madre, es que la dependencia es excesiva. Porque si fuese algo menor sufriría menos.
  • Si un niño limita seriamente su capacidad de disfrutar con otras personas que no sean la madre porque tiene una relación de dependencia tan fuerte que no puede hacerlo más que con ella, es que la dependencia es excesiva, porque se está perdiendo muchas oportunidades de enriquecer su experiencia y sus capacidades sociales.

Se pueden plantear otros ejemplos. Pero creo que con estos vale. Suficiente para entender que no siempre las necesidades que un niño expresa van en su beneficio.

La madre y la Mamitis

Hay que entender algo antes de hablar de esto. La maternidad es la faceta de mayor vulnerabilidad de una mujer en su vida. Porque es la que más implicación afectiva tiene.

Tal vez por esto es una de las épocas en las que más consejos bienintencionados (de los amigos) y más críticas despiadadas (de los enemigos) vas a recibir.

Uno de esos críticos clave es la propia madre. En algunos casos la crítica más despiadada es ella misma. Muchas madres se consideran a sí mismas malas madres. Creen que lo hacen todo mal. No es algo aislado, es parte de un carácter que en otros aspectos también tiende a la autocrítica, pero como decimos en este caso la implicación afectiva es mayor y se hace más intenso.

En el tema de la mamitis, algunas madres se meten solas en un callejón sin salida. Por un lado no confían en nadie para que atienda al bebé. Y por otro llega un momento en que están agotadas de ejercer constantemente esa tarea.

Es natural que la madre tenga aquí un papel de gran protagonismo, el mayor, especialmente si se hace lactancia materna. Pero no necesariamente debe tener un protagonismo absoluto. Otras personas pueden dar al bebé muchas cosas: Afecto, estímulos, cuidados, alimento cuando llegue el momento de complementar con cosas diferentes al pecho…

Y aquí hay madres que tienen apoyo y otras que no. Pero también hay madres que pudiendo disponer de ese apoyo, cuando se les ofrece sinceramente, lo rechazan. En el fondo existe una incapacidad de delegar o una falta de confianza en la capacidad de hacer bien las cosas por parte de quien se ofrece a compartir ese papel.

De un modo u otro suele llegarse a situaciones en las que, como decíamos antes, el niño lo pasa mal si la madre no está, porque hemos generado una dependencia insostenible, o estamos limitando la capacidad de interacción social del niño.

Pero ¿Y la madre? ¿No tiene esto ninguna repercusión negativa para ella de forma directa? Claro que sí.

Muchas madres se sienten mal de pensar lo siguiente:

«Necesito tiempo para mí».

La mayoría de las madres están encantadas de dedicar una parte sustancial de su tiempo a su hijo, ¿pero todo? ¿Absolutamente todo?

Lo normal es que esto sea insostenible. No debemos olvidar que ser madre no te hace dejar de ser persona. Y todas las personas necesitan volver de vez en cuando a sí mismas. Podemos dar, y dar… Pero si no cuidamos un poco de nosotros mismos llega un momento que nos sentimos vacíos.

Cuando esa necesidad va creciendo al pasar los meses, ante una situación en la que el niño pide constantemente nuestra atención, para muchas madres no es una alarma de que algo debe cambiar, sino un generador de sentimientos de culpa. Muchas sienten que no deberían pensar eso. Que si fuesen buenas madres estarían dispuestas a darlo todo por sus hijos.

Y lo están. Pero en realidad es que están llegando al límite de lo que como personas pueden aportar.

Y una madre al límite no es la mejor madre para su hijo.

De verdad, ¿No hay una alternativa mejor para todos? Creo que sí.

Seguro que habrá quien critique a la madre que ha escrito la consulta que ha dado lugar a este Peketema. Y a las decenas de madres que han dado su me gusta para que hable de él. Hasta me criticarán a mí por no defender que simplemente la madre debe sacrificarse… Pero bueno, es el deporte nacional.

La Mamitis y los demás miembros de la Familia

La relación de «excesiva dependencia de un niño con su madre» o Mamitis, puede tener efectos también sobre las otras personas que conviven con ellos dos.

El padre, si lo hay

A ver, padre biológico, en teoría siempre lo hay. Pero no siempre está y estando no siempre si implica. Aún con esas matizaciones voy a centrarme en lo habitual. Un padre que quiere participar de la crianza y no sabe cuál es su papel cuando la relación de dependencia del niño hacia la madre es casi total.

Algunos niños lloran si los cambia el padre, si el padre juega con ellos, si el padre les da afecto. Porque estando la madre prefieren siempre esa opción. Ante eso lo normal es que se sientan mal.

En otras ocasiones el problema es que aunque quieran hacer esas cosas la madre no les deja «porque no lo hacen bien». El problema para algunas personas es que bien es hacerlo exactamente como lo hacen ellas.

Esto es un claro error que pagan todos:

  • El niño, al perder la oportunidad de criarse con modelos diferentes que enriquecen su experiencia.
  • La madre, al hacerse imprescindible más allá de lo que va a poder mantener en el futuro.
  • Para la pareja es un generador de problemas serios.

Otros hijos cuando hay Mamitis

Donde más evidente resulta a muchas madres el perjuicio de una «excesiva dependencia» es cuando hay un niño mayor. Si un bebé precisa el 100% de tu tiempo, ¿Qué queda para el hermano?

Creo que ya a estas alturas tenemos claras un par de ideas:

  1. Todos los niños son dependientes.
  2. Pero puede llegarse a extremos en los que todos en la familia se ven perjudicados si esa dependencia supone una dedicación absoluta por parte de la madre. Llamaremos a estas situaciones Mamitis. Dependen mucho de los implicados y en cada familia tendrán sus particularidades. Pero sólo vosotros, los que la estáis viviendo, podéis valorar si es llevadera o necesita claramente un cambio por el bien de todos.

Vale y ¿Cómo cambiamos una situación de Mamitis?

Pues como todo problema complejo tiene varios pasos:

  1. Antes de abordar un cambio todos los implicados que tienen capacidad de comunicarse deben estar de acuerdo en que hay que cambiar. Es decir, que los padres deben hablar del tema. Intentando hacerlo de forma constructiva. Debéis entender que posiblemente es una situación límite para todos los implicados y que no se consigue nada buscando «culpables» o echando en cara cosas. Sino viendo cuáles son las alternativas y cuál puede ser el papel de cada cual en la solución.
  2. Pedir y aceptar ayuda. Si eres la madre y estás llegando a tu límite acepta que eso no significa incapacidad como madre. Significa que eres tan buena que te das cuenta de lo no evidente y aceptas tus propias limitaciones. Si es así, tu hijo tiene suerte de que seas su madre. Mucha más suerte que si no reconocieses que de seguir igual vais a sufrir todos. Hace falta que seas además capaz de confiar en quienes pueden echarte una mano: El padre, otros familiares, los cuidadores de una escuela infantil… Debes ser capaz de confiar en que otros pueden aportar a tu hijo parte de lo que cada día te resulta más imposible darle. Y que eso no es una muestras de que no seas suficiente como madre. Sino de que las necesidades de tu hijo van creciendo y tú no puedes cubrirlas todas. Ni debes hacerlo, por su bien. Ya que debe vivir en un mundo en el que hay millones de personas a parte de ti que pueden aportarle cosas positivas.

Estos son los dos aspectos esenciales. En la práctica luego hay muchas formas que dependen de las circunstancias familiares.

Lo mejor es hacer estos cambios de forma gradual. Esto significa que aquella persona en la que la madre vaya a delegar parte de la atención al niño debe primero compartirlos con ella para poco a poco hacerse cargo por solitario de una parte cada vez mayor. Hasta que se alcanza un equilibrio sostenible en el que cada cual aporta lo mejor que puede al niño.

Un punto esencial en esto es que cuando se comparta la madre controle su impulso de corregir constantemente al colaborador, especialmente mientras están con el niño. Ya que hacerlo desmotiva al colaborador y le hace perder capacidad frente al niño. ¿Cómo va a sentirse el niño seguro con papá si mamá «le salva» constantemente de él? Por poner un ejemplo.

Necesitáis hablar mucho. La madre para indicar al padre que se quedaría más tranquila si cuando esté con el bebé hace las cosas de tal o cuál manera y el padre para explicar a la madre porqué en algunas ocasiones prefiere hacer las cosas de un modo diferente. Cada cual tendrá sus razones, pero debéis comunicarlas para que os entendáis.

Lo mismo ocurriría con cualquier otro tipo de colaboración, de otros familiares o de educadores. El niño debe ver que la madre confía en ellos, y sin él delante debe haber una buena comunicación entre la madre y los otros cuidadores.

Cuando esto funciona, la madre estará más tranquila cuando no esté con su hijo, recuperará una parte de sí misma que le hará estar mejor con él cuando lo esté, los otros cuidadores actuarán con mayor confianza y el niño estará mejor.

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Crianza Respetuosa no es lo mismo que Crianza Natural

Crianza Respetuosa

Crianza Respetuosa y Crianza Natural o con Apego se usan muchas veces como términos equivalentes. Te explico una diferencia que puede marcar vuestra vida.

Se acerca el día de la Madre y voy a centrarme en Vosotras en este artículo. Permitídmelo desde la limitación de ser hombre y ver vuestra esencia desde fuera. Pero quisiera hacerlo porque en mi día a día como pediatra trabajo con vosotras y cuando no disfrutáis de la Crianza me contáis vuestras razones, cómo estáis viviendo esta experiencia que todo el mundo describe de forma bucólica, pero puede ser muy dura en el día a día.

En los últimos años han surgido formas diferentes de explicar la Crianza. ¡Menos mal! Porque estábamos haciendo demasiadas cosas absurdas.

Aquí permitidme un poco de Historia para contextualizar la situación actual de la Crianza.

Hace unos 100 años la mayoría de las mujeres no había estudiado. Se formaron en sus casas aprendiendo a hacer las labores domésticas. Se las preparaba para ser amas de casa y se hacía en la escuela más práctica posible…. La propia casa.

Aquella mujer que mostraba interés por hacer algo más allá de ese campo lo tenía crudo… Salvo contadas excepciones que habían tenido la suerte de nacer en familias con mentalidades algo más abiertas la vida de cualquier mujer era:

Nacer. Crecer hasta el momento en que podía empezar a ayudar en las tareas de la casa. Iba haciendo cada vez más de esas tareas hasta el día que contraía matrimonio. Pasaba entonces a ser ama de «su propia casa» y a tener sus propios hijos y se ocupa del hogar, marido e hijos el resto de su vida.

Ojo, no desprecio en absoluto a estas mujeres. Mi madre es una de ellas y es UNA GRAN MUJER. En nada la considero inferior a otras que hayan tenido relevancia en Política, Arte, Ciencia o cualquier campo profesional. Pero… No era justo. Mi madre quiso estudiar y no le dejaron. Estaba capacitada para haber hecho muchas más cosas de las que le permitieron hacer.

Que el sexo determine lo que puede o no puede ser tu vida no es justo. Que el sexo determine tu puesto en la sociedad no es justo. Que nacer hombre o mujer limite lo que puedes hacer como persona NO ES JUSTO.

Hay cosas inevitables. Los hombres no podemos gestar, «no podemos hacer dos cosas a la vez», «no podemos…» Entrecomillo porque es broma.

Pero más allá de lo que implica la propia biología, durante milenios ha habido limitaciones culturales a lo que se permitía hacer o no hacer a la mujer por el simple hecho de serlo.

Hace poco más de 100 años comenzó el movimiento de Emancipación de la Mujer. Un movimiento que reclama simple y llanamente que el sexo no determine limitaciones sociales.

Este movimiento ha ido tomando fuerza en la mayoría de los países siendo de hecho uno de los pilares de su desarrollo.

Parte de ese desarrollo ha sido la especialización. Han ido surgiendo especialistas en cada vez más campos. Uno fue la Pediatría.

Cuando la Pediatría apareció como Especialidad Médica tuvo que ganarse su prestigio. En esa época el prestigio Científico consistía en aplicar Matemáticas a todo. Conste que no tengo nada en contra de las Matemáticas. Fueron mi asignatura preferida durante muchos años.

Pero no conocemos todavía lo suficiente de los seres vivos para reducirlos a cifras.

Empezó entonces una etapa en la que la Crianza se protocolizó. Se establecieron formas «correctas» de hacer las cosas y se criticaba de forma muy activa a quien no las aplicaba. Hasta el punto de considerar padres y madres incompetentes a quienes no cumplieran esas normas de crianza.

Lo primero que se empezó a enseñar a las mujeres es a ser madres «de la forma correcta».

Como todo, esa forma «correcta» de crianza tenía mucho de trasfondo político y de decisiones de base nada científica. Pero se revestían de un halo de ciencia fácil de sostener en una sociedad en la que la mayoría de la población era analfabeta o casi. El «Experto» hablaba desde su púlpito y los demás sólo podían escuchar. La crítica era «arrogancia desde la ignorancia».

Surge la Crianza con Apego o Crianza Natural

Tras esa etapa en la que los niños se criaban en una lucha constante para que:

  • Coma una cantidad determinada cada ciertas horas.
  • Duerma unas horas determinadas al día con un patrón fijo.
  • Y hasta haga las caquitas en color, cantidad, frecuencia y consistencia predeterminada….

Porque lo demás se toma como signo de que no estás haciendo algo bien…

Hace unos 50 años alguna gente empieza a revelarse contra la simplificación matemática. Empezamos a darnos cuenta de que los seres vivos somos demasiado complejos para reducirnos a matemáticas simples. Tal vez un día conozcamos tanto de los seres vivos y tengamos una capacidad de cálculo tal que seamos capaces de entendernos realmente y hacer modelos matemáticos que funcionen. Pero no hemos llegado a eso ni de lejos. Y las reglas simplistas que se han usado durante décadas en Crianza no son más que simplificaciones absurdas.

No surgían de la ignorancia ni muchos menos. Tenían su intencionalidad. No buena para quienes la sufrían precisamente. Pero no entraré en eso ahora por no perdernos.

La cuestión es que aparecieron tendencias nuevas que buscaban recuperar algo que se estaba perdiendo:

  • La comprensión de que los seres vivos tenemos nuestros mecanismos adaptativos porque nos desarrollamos en ambientes cambiantes. Y que esos mecanismos son muy eficientes. Tanto que permitieron durante millones de años sobrevivir a esos seres vivos antes de que nadie definiese «pautas correctas». La Crianza Natural busca entender esos mecanismos adaptativos para que comprendamos mejor a nuestros hijos y sepamos porqué actúan como lo hacen y cómo ayudarles en su adaptación en lugar de entorpecerla.
  • La recuperación de algo esencial: El Vínculo Afectivo entre el niño y sus padres. Con la Crianza «protocolizada» se había transformado a los padres en una especie de obreros de una cadena de producción en la que su hijo era el producto. Y uno no se vincula afectivamente con el producto. Pero los seres humanos tenemos un plano esencial que es nuestra afectividad, que estaba siendo ignorado. Para responder a eso surge la Crianza con Apego. La defensa de que vincularte afectivamente con tu hijo no le perjudica como decía la Crianza Protocolizada porque lo hacía más débil y dependiente, sino que forma unos cimientos sólidos para su personalidad que son imprescindibles.

Las comparto ambas. Plenamente. Y de hecho la mayoría de mis artículos van dirigidos a respaldar ambas teorías, a que conozcas mejor a tu hijo y sus necesidades y a que refuerces el vínculo afectivo con él.

Cuando escribo un artículo me planteo siempre:

  • Cómo ver este problema desde la óptica del niño.
  • Cómo responde él a este cambio desde sus mecanismos de adaptación.
  • Qué hacemos nosotros que ayude o que entorpezca a estos mecanismos.
  • Cómo influyen nuestras acciones en este caso al Vínculo Afectivo con nuestro hijo.

¿Y qué es entonces la Crianza Respetuosa?

Pues muchos dirían que es otra forma de llamar a la Crianza Natural o con Apego. Yo no.

Como toda teoría, cuando se va desarrollando, van apareciendo situaciones reales que desde el planteamiento teórico no se veían y surgen entonces los matices.

¿Qué es lo que me hace pensar a mí que algo falla en la forma en la que hemos defendido la Crianza con Apego o Natural y hace necesarias matizaciones importantes?

  • Que veo a diario mujeres convencidas de la Crianza con Apego o Natural y no disfrutan de su Maternidad.
  • Mujeres que se sienten frustradas y además no se atreven ni a confesarlo porque se sienten culpables de hacerlo.
  • Mujeres físicamente destrozadas por hacer la Crianza de un modo que están convencidas que es lo mejor para su hijo.
  • Que en los grupos de crianza, cuando una mujer deja de dar el pecho o vuelve a trabajar y escolariza a su hijo deje de acudir por sentirse juzgada y excluida.
  • Que hagamos un planteamiento de la Crianza que entra en conflicto directo con la realización personal de muchas mujeres.
  • Que no hablemos de todo esto por miedo a ser criticados….

¿Cuál es la razón que justifica a mi entender todo esto?

Que hemos dejado de lado a la otra parte esencial de la ecuación: La Madre.

No hay Crianza Natural sin la Madre.

No hay Crianza con Apego sin la Madre.

Pero hemos centrado tanto la atención en las necesidades del bebé que hemos olvidado que la Madre por serlo no deja de ser una Persona con sus Legítimas Necesidades también.

Olvidar o no respetar esas necesidades rompe el equilibrio en el que se se basa la Crianza.

Es imposible que un bebé, con el que formamos un fuerte Vínculo Afectivo, esté bien si su Madre no lo está.

Y es difícil que su madre esté bien si se le plantea que ser Madre significa:

  • No descansar. 
  • No tener un segundo para ella.
  • No tener aspiraciones de realización personal o profesional más allá de la maternidad.

El problema es que hemos simplificado la Crianza Natural y hemos mitificado ciertos elementos como si fuesen lo esencial:

  • Lactancia materna.
  • Colecho.
  • Escolarización tardía.

Uno por uno:

Lactancia Materna en Crianza

  1. Es la mejor opción de alimentación para un bebé en composición. Previene alergias,mejora la capacidad defensiva del bebé, reduce la incidencia de obesidad, diabetes….
  2. Refuerza el Vínculo Afectivo.
  3. Es la opción más cómoda, barata y placentera para el niño y para la madre… Cuando funciona.

Pero ¿Y cuando no funciona? ¿Qué pasa cuando pese a corregir los errores más comunes que dificultan una lactancia efectiva no funciona?

No entiendo por no funcionar sólo que el bebé no esté bien alimentado. Sino también cuando cuando lo hace a costa de que la Madre esté en unas condiciones deplorables.

Hay situaciones en las que la lactancia va tan mal que supone que toda la experiencia de Maternidad se focalice única y exclusivamente en el Pecho.

Esto afecta al Vínculo Afectivo de forma muy negativa. Son muchas las Madres que consiguen mantener la lactancia exclusiva, pero a costa de un agotamiento extremo o de acercarse al pecho a su hijo con más miedo y dolor que placer.

Sé que en muchos casos esto se debe a problemas solucionables: a un frenillo o un mal agarre que son corregibles; a una colonización por gérmenes inadecuados; a una mala pauta de alimentación del bebé…

Pero en ocasiones, arreglando todo lo que se puede arreglar es lo que hay, aunque sea de forma transitoria.

En esta situación ser flexibles y aceptar que puede ser necesaria una sumplementación transitoria o incluso la eliminación de la lactancia, puede marcar la diferencia en la vida de toda la familia. Y a veces somos demasiado radicales. Nos centramos en el mantenimiento de la lactancia materna exclusiva como objetivo en si mismo.

Siendo importante, la lactancia materna es un instrumento. Es posible la Crianza Natural y con Apego sin Lactancia Materna. Y una Crianza sin Lactancia Materna no es un fracaso, es una opción. Respetemos las circunstancias de cada familia y no hagamos sentir culpable a ninguna Madre por no dar el Pecho. Un signo de que lo hemos logrado es que siga compartiendo su experiencia en un grupo de Crianza sin sentirse juzgada.

El Colecho en la Crianza

Desde la Crianza Natural y con Apego se defienden las virtudes del Colecho.

Llamamos Colecho a la práctica de que los niños duerman con los padres en la misma cama.

Se defiende porque es lo que siempre se ha hecho. Porque cubre una necesidad biológica del bebé. La de sentirse seguro. Esa seguridad es un cimiento firme para la personalidad en el futuro.

Simplificando: Los bebés que permitían que su padres se alejasen de ellos eran devorados por los depredadores. Somos los descendientes de los bebés que lloraban cuando sus padres se alejaban de ellos. Son muchos millones de años de evolución para cambiarlo así porque sí.

Pero…. Y volvemos a los «peros». ¿Qué ocurre cuando haciendo Colecho los padres no descansan bien? Habrá quien diga que es lo que toca. Que para el bebé es una necesidad biológica y que los padres son adultos y deben sacrificarse…

Pero eso es no entender el resultado real.

Claro que tener un bebé implica pasar más de una mala noche. Pero si los padres no descansan sistemáticamente su humor se acaba resintiendo.

Por mucha buena voluntad que se le quiera echar, una Madre también es un ser vivo que necesita descansar.

Y su bienestar es esencial para un bebé que tiene un Vínculo Afectivo fuerte con su Madre.

A veces el bienestar del bebé pasa por que aprenda a dormir de forma que permita el descanso de su Madre.

Evidentemente esto puede conseguirse de formas más respetuosas para el bebé que dejarlo llorar en la cuna (que dicho sea de paso no es una opción aceptable para el Vínculo Afectivo y es una opción muy poco imaginativa).

Pero es que hay opciones para lograrlo de forma respetuosa. Volvemos a la necesidad de forzar nuestra imaginación para alcanzar equilibrios que respeten a todos los implicados y sus necesidades legítimas.

Escolarización tardía en la Crianza

Desde la Crianza Natural o con Apego se defiende que en los primeros 3 años de vida el niño es muy dependiente de la seguridad que le confiere el contacto constante con una figura de referencia que le da seguridad: La Madre.

Algunos plantean la escolarización antes de esa edad como una especie de crimen. Se habla de conciliación familiar. De lo corta que es la baja maternal y lo incompatible que es con una Crianza decente. Y es cierto, 16 semanas es penoso, patético. Pero…

Pongámonos en contexto. ¿Qué significa para una Madre dedicarse en exclusiva a la Crianza durante esos 3 primeros años de vida en el mundo real?

Hay Madres para las que el planteamiento de nuestras abuelas puede ser válido: Dedicar su vida a la crianza de sus hijos sin una proyección profesional fuera de ese aspecto.

Pero no es lo normal. Lo normal hoy en día es que una mujer sea una persona con muchos planos de desarrollo. Uno de los cuales es el profesional. Y seamos realistas, no es sencillo. El mundo es muy competitivo y en la práctica muchas mujeres ven la maternidad como una disyuntiva. Es difícil escoger el momento adecuado.

¿Qué significa para una mujer que ha luchado durante muchos años para alcanzar un determinado nivel profesional dejarlo todo durante 3 años?

¿Y si no es un sólo hijo, sino 2 ó 3? ¿5-6 años fuera del mundo laboral? A la velocidad que evolucionan hoy en día las cosas esto significa quedar excluida del mundo laboral. A veces definitivamente.

Algunas personas tienen una situación económica desahogada o una profesión que puede ejercerse desde casa sin horarios fijos. Pero esto es un porcentaje mínimo de la población.

¿De verdad creemos que lo mejor para un bebé es que su madre sacrifique toda motivación profesional a una presencia constante?

Incluso en el caso de mi madre que sí lo hizo… Yo soy el 3º de 7 hermanos. Jamás disfrute de ese supuesto contacto constante y acceso ilimitado a mi madre. Ni lo necesité.

No convirtamos a los niños en una especie de altar de los sacrificios donde debes inmolarlo todo. Porque tu hijo no lo necesita y si lo haces estarás haciéndole soportar una carga que no ha pedido y empobreciendo la Persona que puedes ofrecerle.

Date a él. No te sacrifiques a él. Lo importante no es la cantidad de tiempo que pasas con tu hijo. Sino lo que puedes ofrecerle en él. Y eso depende de que como Persona no te mutiles sin sentido.

Una escuela infantil no es una especie de campo de concentración para bebés en el que se le deja llorar sin atenderlo. Son centros en su mayoría preparados para aportar cosas positivas a los niños. Incluso muchas que tú no puedes o sabes darle.

Si para hacer compatibles dos planos de tu vida, el Profesional y la Maternidad tu hijo debe ir a la guardería, no es una catástrofe insalvable, sino una forma de buscar un equilibrio necesario.

En un mundo ideal tendríamos muchas vidas para que hubiese tiempo para todo. Pero el día tiene 24 horas y hay que repartirlas.

Quien lo plantea como una disyuntiva en plan: «Tú sabrás si para ti lo importante es tu hijo o tu trabajo» sólo tiene a mi entender dos interpretaciones:

  • Es un ignorante y no entiende que mutilar tu desarrollo profesional va a dañar el bienestar de tu hijo.
  • Es un manipulador cuyo mensaje real es «el sitio de la mujer está en la casa con los hijos». Pero no tiene el valor de decirlo tal cual y aprovecha para atacarte en lo que sabe que te hace más vulnerable.

El primero es un ignorante, el segundo un miserable.

Crianza Respetuosa

Los niños son seres vivos, con sus necesidades y sus propios mecanismos de adaptación. La Crianza puede hacerse respetando lo que el bebé es y necesita.

Pero los padres también tienen sus necesidades legítimas y sus limitaciones. Como el niño vamos creciendo con él y nos enfrentamos a situaciones nuevas a las que respondemos según lo que somos.

Tu hijo no necesita que lo sacrifiques todo para su bienestar. Porque si lo sacrificas todo ¿qué le puedes ofrecer?

Para tu hijo, más importante que si das pecho, mucho más que dónde duerme, más que tenerte constantemente a su lado, lo es que estés bien con él.

Lo esencial en la Crianza es el Vínculo que une a Padres e Hijo.

La Crianza Respetuosa se basa en entender al bebé y sus necesidades. Conocer cuáles son las mejores opciones innatas, lactancia, colecho, contacto… Y buscar un equilibrio que permita cubrir esas necesidades que aúne el bienestar de todos. Esas opciones existen, y se basan en matices que son esenciales, en opciones que dependen de las circunstancias. Y sobre todo en dejar de crear sentimientos de culpa en las madres porque no se adapten a una versión «perfecta» y «bucólica» de la Maternidad imposible de alcanzar en el mundo real.

Entender esto puede marcar tu vida y la de su hijo.

Es lo que intento transmitirte en mi libro:

Compra el libro Crianza Respetuosa de Jesús Garrido

Espero que os ayude.

 

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Miedos infantiles ¿Cómo actuar ante ellos?

Miedos Infantiles

Miedos en niños y bebés. ¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia? ¿Qué significan? ¿Cómo actuar ante ellos para que desaparezcan?

El miedo es algo con lo que todos convivimos. Todos tenemos nuestros miedos o temores. En su mayoría los superamos de forma adecuada y no nos impiden tener una vida normal.

En Wikipedia se define como :

El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.

Cuando el miedo es tan intenso e irracional que nos limita en nuestro día a día hablamos de Fobias.

Pero aquí vamos a hablar de los miedos en general en la infancia. Miedos que todos los bebés y niños empiezan a manifestar antes o después. La intención es que entendamos cuándo y cómo aparecen y cómo en su mayoría desaparecen. Si tenemos que hacer algo especial, o poco a poco el propio niño los superará.

¿Cuándo y cómo aparecen los miedos en la infancia?

Podríamos hablar de miedos genéricos, como el miedo a la separación o al abandono. Algunos dirían que es la primera manifestación de miedo que aparece en los bebés. Pero yo no lo llamaría miedo aún.

Entiendo el miedo como una emoción más elaborada, que no aparece en la primera etapa de la vida hasta que se tiene una capacidad mínima de pensar.

Cuando un bebé llora si lo dejamos sólo hablamos de una reacción biológica muy básica. Más basada en un instinto que en la elaboración mental de una emoción por parte del bebé.

Otro ejemplo son lo que la gente llama «sustos» o «repullos» por aquí. Son esos movimientos bruscos cerrando los brazos con las manos abiertas en forma de garra que hacen ante movimientos o ruidos bruscos. De nuevo no son una emoción o pensamiento que anticipa un peligro, sino simplemente un reflejo.

Suelo explicar que los bebés en los primeros meses funcionan de forma muy elemental. Tienen necesidades y sensaciones y lloran cuando hay una necesidad sin cubrir (sueño, hambre o falta de estímulos, entre los que el contacto es uno de los esenciales porque aporta seguridad) o una sensación desagradable (frío, calor, dolor, picor, escozor…) o actúan por reflejos simples.

Para que aparezca el miedo debe haber interpretación por parte del que la sufre de que está en peligro, lo que implica una memoria de situaciones anteriores y la previsión de consecuencias negativas. Y esto en los primeros meses de vida escapa a la capacidad del bebé porque implica un grado de consciencia y anticipación que aún o tiene. Pero todo llega.

Un ejemplo que vivo en la consulta a diario:

Cuando atendemos bebés muy pequeños suelen llorar al explorarlos si notan frío cuando les quitamos la ropa o si tenemos las manos frías al tocarles. Pero cuando el ambiente es cálido, nuestras manos están calentitas y le manipulamos con movimientos lentos no suelen llorar.

Así pueden pasar los primeros 3-4 meses. Pero de repente un día, en cuanto te acercas a explorarlo llora. Sin haberle quitado la ropa, y sin siquiera tocarle. ¿Qué ha pasado?

Puede haber varias explicaciones:

  • «Ya extraña». Es la expresión con la que nos referimos a que el niño rechaza a los extraños que no forman parte de su círculo habitual. Y esto ocurre antes o después. Los hay en esto  más confiados y menos. Hay niños que extrañan más y otros que menos.
  • Ha acumulado experiencias negativas. Como yo le digo a los padres: «Si tras la tanda de vacunas que lleva un bebé a los 6 meses, ve una camilla y un tipo con bata blanca y no llora… Es que no es muy espabilado…»

En realidad los miedos son un signo de que el desarrollo va avanzando.

Cuando entendemos lo explicado nos damos cuenta de que en realidad los miedos son parte del desarrollo y realmente son una pista de que las cosas van evolucionando bien.

El cerebro de nuestro bebé se hace cada vez más complejo y empieza a discriminar. Distingue personas y situaciones que le hacen sentir seguro y otras que le generan inseguridad. Esto es algo necesario para evitar daños. Es bueno que un niño no confíe en cualquiera, porque cualquiera puede ser bueno o malo. Es bueno que ante situaciones que previamente llevaron a sufrir un daño el niño se ponga en alerta y evite así «tropezar dos veces con la misma piedra». El miedo es la herramienta que nos ayuda ahí.

En este sentido podemos hablar incluso de miedos positivos y negativos:

  • Un miedo positivo es aquél que te protege, que evita que te pongas en peligro de forma real alertándote de que hay un riesgo real y debes evitarlo.
  • Un miedo negativo es aquél que te limita para hacer cosas que pueden ser positivas. Por ejemplo el miedo a andar tras una primera caída es un miedo a superar. Porque todos cuando aprendimos a andar caímos en algún momento. Pero si no lo superamos jamás volveríamos a caminar.
  • Algunos miedos pueden empezar siendo positivos y volverse negativos. Usando el mismo ejemplo anterior, si un bebé intenta andar antes de estar preparado puede sufrir muchas caídas y que alguna de ellas le ocasione un daño serio. Que en esa fase en la que aún su equilibrio, su fuerza en las piernas o su coordinación son insuficientes el miedo le lleve a no intentarlo es positivo. Pero el bebé va creciendo y esas cualidades necesarias para caminar con más seguridad se van desarrollando hasta que llega el momento en que realmente está preparado. Ese miedo que inicialmente le protegió de daños es ahora necesario que desaparezca para dar una oportunidad a un paso para el que ya sí está listo y es positivo se dé.

¿Cómo puedo actuar para ayudar a mi hijo a que ese miedo desaparezca?

Cuando nuestro hijo tiene un miedo, lo primero que debes pensar es ¿Por qué? Cuál es la razón y si ese miedo le protege o le limita.

Aquellos miedos que le protegen no deben ser combatidos, pero siempre deben ser seguidos para que tampoco lleguen a ser un día una limitación innecesaria.

En los miedos que sí suponen más problema que beneficio mi planteamiento sería:

  • Vamos a entender la causa.
  • Entendiéndola vamos a diseñar una estrategia para que desaparezca.

Os pondré un ejemplo muy habitual: El miedo a la oscuridad.

Yo diría que casi todos los niños lo acaban desarrollando en mayor o menor intensidad, antes o después.

¿Cómo aparece el miedo a la oscuridad?

Su origen suele estar en la noche. Llega un momento en que todos tenemos sueños y con ellos también pesadillas. Cuando un niño está durmiendo a oscuras y se despierta en una pesadilla lo normal es que llore y sus padres acudan a consolarle.

Habitualmente, cuando hacemos esto encendemos la luz. Este gesto al que no damos importancia la tiene. El niño estaba viviendo una experiencia muy agobiante con imágenes para él muy reales. Y de repente papá o mamá aparecen con la luz y todo lo malo desaparece como por arte de magia.

Esto tiene tal fuerza y se ha instaurado de forma tan firme en nuestra mente durante los primeros años de vida que son muchas las religiones que asocian la Luz al Bien y la Oscuridad al Mal.

La cuestión es que en la mente del niño se empieza a hacer esta asociación. Se vincula a los monstruos y las situaciones que le generan temor con la oscuridad y a su desaparición con la luz.

Muchos niños a partir de esa asociación se niegan a quedarse a oscuras en su dormitorio e insisten o buscan cualquier excusa que nos retenga a su lado. Es el miedo a que vuelvan las pesadillas.

El resultado es que muchos padres dejan entonces una pequeña luz en la habitación del niño durante toda la noche. Puede ayudar en un primer momento. Pero no es la solución. Se trata de un miedo que no protege y limita. Nuestro objetivo es eliminarlo.

¿Cómo eliminar el miedo a la oscuridad en un niño?

Para hacerlo lo que os sugiero es que si vuestro hijo está empezando a tener pesadillas vayáis a tranquilizarlo a oscuras. Las imágenes negativas de la pesadilla desaparecen, no porque encendamos la luz, sino porque el niño ya se ha despertado. Si lo calmamos a oscuras no aparecerá esa vinculación entre pesadilla y oscuridad, luz y salvación. Y esto es bueno porque para un descanso adecuado lo mejor es que de día el niño esté expuesto constantemente a la luz y de noche haya la menor posible. Esto marca el ritmo de secreción de melatonina que garantiza una mayor calidad de sueño.

Igual que este ejemplo, cada miedo que resulta limitante y no protector tiene una estrategia adecuada que puede eliminarlo. La persona que puede ayudarte a diseñar estas estrategias es el Psicólogo. Te recomiendo que busques su ayuda, especialmente si el miedo desencadena reacciones tan irracionales que limitan seriamente la capacidad de ser feliz o ponen en peligro al niño. Es cuando hablamos de Fobias.

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¿ Qué hacer si mi hijo me pega o me insulta cuando se enfada?

Hoy tenemos como invitada a Tania García, Fundadora de Edurespeta, Experta en Educación Respetuosa y Asesora Familiar. Nos explica qué hacer en momentos emocionales tensos con nuestros hijos.

Muchas familias se sienten desbordadas cuando ven como sus hijos, ante las negativas de sus padres, reaccionan llenos de ira, rabia y se lanzan a insultar e incluso a pegar.

La respuesta de los padres, es, normalmente, de frustración, de no entender como su hijo puede llegar a decirles ciertas cosas, o a pegarles.

Todas estas reacciones en los niños, son en su mayoría normales (en niños pequeños), casi todos pasan por esta etapa. Lo importante es cómo acompañen los padres este proceso. Cuanto mejor acompañados estén, antes superarán estos momentos y mejor los conocerán y empezarán a modificarlos.

Para ayudarte a que realices este acompañamiento de la mejor manera posible, voy a ofrecerte varios consejos los cuales voy a dividir en dos partes importantes.

  • La primera parte, a la que llamaremos “cómo comprender”, con la que precisamente nos centraremos en entender los procesos emocionales de los hijos:
  1. Empatía: esta herramienta es la más importante de todas las relaciones, y la que cobra más protagonismo si cabe, en la educación de los hijos. Empatizar es ponerse en el lugar del otro, mirar desde sus ojos. Cuando somos capaces de entender e integrar que los niños no son adultos, y que, por lo tanto, no ven el mundo desde la misma perspectiva, ni tienen que hacerlo…todo cambia, se transforma. Si tu hijo se enfada porque le dices que no puede comer una “chuche” en ese momento ya que es la hora de comer, el primer paso que tu mente y corazón deben dar, es, precisamente, el de comprender sus emociones. Lo que para ti es una “tontería”, para ellos es todo un mundo.
  2. Ejemplo: los hijos son un reflejo de lo que nosotros somos, del cómo les educamos y del cómo actuamos. Si cuando tu hijo se enfada, grita, insulta o se lanza a pegarte, tú reaccionas con menos autoncontrol todavía, ¿ cómo vas a potenciar un buen ejemplo?, ¿ cómo vas a lograr que cambie su actitud ante la frustración si haces lo mismo multiplicado por 1000?. Si damos ejemplo y nos mantenemos tranquilos, pacientes, comprensivos y amables, todo cambiará.
  3. Emoción: si como adultos somos conscientes que nuestros hijos cuando actúan así, simplemente están expresando emociones, emociones nuevas, emociones de manera primitiva, emociones que no saben cómo incorporar en sus sensaciones, emociones que necesitan experimentar, todo mejorará. Que lo único que necesitan es a su madre/padre que les ayude a reconocerlas, a entenderlas y a integrarlas para poder llevarlas mejor. Parece que si los hijos expresan emociones tales como: alegría, felicidad, tolerancia…las acompañamos y valoramos; pero si están enfadados y expresan ira, celos o rabia,  enseguida decidimos ponerles freno.

No hay emociones buenas ni malas. Todas deben ser aceptadas y acompañadas

  • La segunda parte, a la que denominaremos “cómo actuar”; con la que aprenderemos a saber qué hacer en estos momentos:
  1. Control de la ira y frustración adulta: hay que aprender a controlarse como adultos para poder ayudar a nuestros hijos. El primer paso, pues, para actuar bien en estas situaciones es, concretamente, el controlarse. Si no eres capaz de hacerlo, y la ira te domina, trabaja en ello, porque hasta que no te domines a ti mismo, difícilmente vas a poder ayudar a tus hijos a hacerlo.
  2. Acompañamiento y reflexión: cuando tu hijo te pegue o insulte, normalmente guiado por una frustración, no te dejes llevar por tu ira y por el ego adulto, y reflexiona. Piensa qué le pasa, por qué le pasa y reflexiona sobre si realmente el motivo por el que está pasando por eso está justificado y sopesado. En el caso de que fuera así, entonces sólo queda acompañar. Rebajarse a su altura, mirarle a los ojos, utilizar un buen tono y un buen gesto y decirle que comprendemos su enfado, que en su caso estaríamos igual, pero que no nos haga daño ni nos insulte, que nos pone tristes y que nos causa dolor. Poco a poco, con una buena reacción por nuestra parte, irán integrando una manera de “estallar” más pausada.

3. Guía: tú eres su guía, su apoyo, la persona en la que se fija para llegar a ser un adulto feliz, responsable y libre, que respete y sea respetado. Si guías de manera correcta, basándote en la comprensión, todo mejorará, cambiará y se transformará.

“ Para que los niños aprendan a autocontrolarse, sus padres también deben aprender a hacerlo”

Debemos entender que los niños tienen todo el derecho del mundo a experimentar, conocer y expresar sus emociones. Si cada vez que se expresan, se les coharta, increpa, amenaza…nunca van a conocer sus emociones y nunca van a saber cómo autocontrolarse.

Te animo a poner en práctica estos consejos y empezar así a cohesionarte con tus hijos y acercarte cada vez más a sus necesidades emocionales reales.

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Cantidad de comida en niños

Cantidad de comida que debe tomar un bebé

¿Qué cantidad de comida debe comer un niño para estar seguros de que se alimenta adecuadamente? Ideas claras para evitar problemas con la comida.

La relación de los niños con la comida es un quebradero de cabeza importante en multitud de familias.

Pero tengo que decir que en muchos casos es más problema de los padres que de los niños. Y porqué no decirlo, de la forma en que los pediatras hemos explicado este tema.

La inseguridad en crianza es algo que nos juega malas pasadas. Nos sentimos inseguros de si alimentamos adecuadamente a nuestro bebé y para tranquilizarnos pedimos referencias sencillas. Pedimos cifras: ¿Cuál es la cantidad de comida que debería tomar?

Son muchas las familias que tanto en la consulta física como Online me hacen una descripción pormenorizada de lo que come su bebé con la esperanza de que les indique si es la cantidad adecuada. Si deberían darle más o menos.

Ante esa insistencia se acaban a veces dando respuestas. Aún a sabiendas de que ninguna cantidad de comida es «la Correcta».

Yo hace ya años que, también hay que admitirlo, porque dispongo del tiempo para hacerlo en la consulta que no siempre tuve, dedicó un rato a aclararles este tema a los padres en lugar de darles una cantidad de comida exacta y que sé falsa.

Somos seres Vivos en un mundo cambiante. La cantidad de comida que necesitamos también va variando.

Pese a que todo sería más sencillo en este tema si pudiésemos reducirlo a un cálculo simple como el que muestran algunas latas de leche artificial o los «150 ml / kg / día»… La realidad es más compleja y a su vez más sencilla.

Nuestro hijo es como nosotros. Y ninguno de nosotros come siempre lo mismo.

Los factores que influyen en la cantidad de co ida que necesitamos comer son innumerables y muchos desconocidos.

Incluso en la situación más simple, mientras un bebé se alimenta sólo de leche hay tal número de variables que hacen imposible el cálculo. Por nombrar algunas evidentes:

  • La temperatura del ambiente en el que está, cambia a lo largo del día. Y con temperaturas extremas (tanto con el frío como con el calor excesivos) el gasto de energía se dispara para mantener la temperatura normal del cuerpo.
  • La ropa del bebé, que puede cambiar y ajustarse mejor o peor a los cambios de ambiente a los que le sometemos.
  • Su capacidad de digerir mejor o peor el alimento.
  • Si está o no luchando con una infección.
  • Si está vaciando el intestino a un ritmo mayor o menor.
  • Si está más o menos activo.

Y además todos y cada uno de estos factores no corresponden a una necesidad concreta igual en todos los bebés.

Para complicarlo, la leche no siempre tiene la misma composición. Cambia incluso a lo largo de una misma toma si hablamos de lactancia materna.

Por eso, cuando alguien dice convencido «mi bebé come poco» no puedo evitar preguntar: «¿Cómo sabes que lo que come es poco?»

Una vez que tenemos claro que no hay un horario y una cantidad correcta ni forma de calcularla, ¿qué tal si cambiamos el enfoque?

La respuesta a la cantidad de comida viene de serie.

Aceptado que no tenemos una calculadora capaz de darnos la cantidad y ritmo adecuado para alimentar a un bebé. Asumido que cosas como «Cada 3 horas y 10 minutos en cada pecho» o «150 ml / kg / día» no responden a la realidad. Observamos al bebé y nos encontramos con que la respuesta la tiene él.

Antes de que supiésemos una palabra de fisiología o nutrición. Antes de que se inventase la Pediatría o la propia Medicina. Desde que el primer bebé humano estuvo sobre la tierra, algo debió permitir que sobreviviese alimentándose en función de sus necesidades.

Ese algo es el cerebro del propio bebé y algo asombroso. En su interior trae de serie una calculadora que aún no entendemos por completo. Una calculadora que integra todos los factores que influyen en la cantidad de alimento que el bebé necesita y que incluso evalúa la calidad de lo que ingiere para determinar cuándo es suficiente y lo reduce a una indicación clara:

  • Cuando el resultado es que no se cubren las necesidades el bebé llora. Tiene hambre.
  • Cuando ya están cubierta pero intentamos alimentarlo el bebé rechaza comer. Ya no tiene hambre.

¡A que es simple! Y mira que lo complicamos. Este sistema ha permitido a la especie humana y a todas las demás especies de mamíferos sobrevivir durante millones de años. Pero parece que no nos vale.

Sea haciendo una estimación subjetiva o tomando una cifra mágica, pretendemos que el bebé se ajuste a algo fijo. Cosa que no hace ningún ser vivo. Y desestimamos un mecanismo que ha demostrado su utilidad sobradamente.

No siempre funciona bien su calculadora.

Esto no significa que siempre funcione a la perfección. Hay situaciones en las que un bebé puede tomar menos de lo que debería porque su autorregulación no funciona bien.

Pero cuando esto ocurre tenemos pistas claras de que algo va mal:

  • Pierde demasiado peso tras nacer. En los primeros días de vida el equilibrio nutricional es más frágil. Si un bebé pierde demasiado peso (más de un 10-12% de su peso al nacer) puede llegar a una situación en la que está tan débil que le cuesta alimentarse. Y ello lo lleva a un círculo vicioso en el que cuanto más débil, menos come, más débil… En estos casos lo primero que recomiendo a los padres es que ofrezcan al bebé alimento con más frecuencia. Incluso despertándolo para comer.
  • En algunas enfermedades puede perder el apetito hasta el punto de hacer que se debilite o se deshidrate lo que reduce su capacidad de recuperación.

Igualmente hay pistas que nos dicen que un bebé no necesita comer más por poco que nos parezca. Si un bebé está activo, contento, no enferma con frecuencia y la evolución de su peso sigue su línea habitual es porque come lo que necesita.

Si en esa situación le ofrecemos y lo rechaza sin mostrar signos de enfermedad, razón de más para pensar que no come más porque no le hace falta.

Lo que no tiene sentido en ningún caso es pelear con un bebé para que coma. Si no está en una situación grave que ponga en peligro su bienestar pelar para que coma sólo empeora su relación contigo y con la comida.

Y si de verdad está desnutrido y rechaza el alimento la forma de aportarle ese alimento no es peleando con él sino por medios especiales como la alimentación por sonda o la parenteral.