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Mecanismos de autorregulación en bebés frente a cifras redondas

¿Porqué ponemos tantas cifras a lo que deben hacer los bebés? Hay quien describe a los niños como ingenios mecánicos con unos ritmos fijos. Y quien entiende que cuentan con mecanismos de regulación que funcionan bastante bien.

Todos los padres han oído consejos del tipo:

  • Dale de comer cada 3 horas y la cantidad que tiene que tomarse es xxx.
  • Tiene que echar los gases después de cada toma.
  • Ponle dos capas de ropa más de las que tengan los que hay a su alrededor para que no pase frío.
  • Tiene que hacer caca todos los días.
  • La cantidad de leche que debe tomar un bebé son 150 ml por kilogramo y día.
  • Con la edad que tiene, deberías quitarle ya una toma.
  • Con su edad debería dormir xxx horas.
  • Tiene que ganar de 150 a 200 gramos cada semana.
  • Tiene que sostener la cabeza con 3 meses, sentarse con 6, ponerse en pie con 9 y andar a los 12, dejar el pañal cuando se tercia en la guardería para que lo hagan todos a la vez y lo antes posible y apilar 27 tenedores haciendo equilibrios sobre la nariz antes de los…

Pero ¿de dónde salen estas cifras?

Pues es simple, son reglas fáciles de recordar. Pero generalizaciones inútiles. A mí me dieron muchas de esas reglas. Hay manuales de pediatría llenas de ellas. Para entendernos. La pediatría fue una de las últimas especialidades en surgir. Y lo hizo en pleno positivismo. Hacer ciencia era poner cifras a todo. En el mejor de los casos, estas cifras son medias estadísticas redondeadas para que se recuerden con más facilidad.

¿Porqué es absurdo plantearse así la crianza y cuál es la alternativa?

Los seres humanos, ya desde el nacimiento contamos con mecanismos que regulan nuestras respuestas al entorno y nos permiten adaptarnos. Los niños no son una excepción. Estos mecanismos son mucho más complejos y responden de forma mucho más adecuada que cualquier cálculo consciente que deseemos hacer.

Un ejemplo: Los diabéticos por desgracia tienen una esperanza de vida menor que la población general. Y eso es así porque por muy bien que seamos capaces de cumplir las reglas sobre alimentación y calcular las dosis de insulina adecuadas, lo hacemos peor que un páncreas que funcione.

Un ejemplo más claro y en la crianza: ¿Cuándo y cuanta leche dar a un bebé?

Mientras no tengamos pruebas de que no funciona, la mejor respuesta no es un número sino dos palabras: A demanda.

Reglas del tipo «debes darle cada x horas xx cantidad» de forma fija son absurdas. Pero rara es la madre a la que nadie le dice una regla así. Y en muchos casos se aplican generando problemas. Nadie come siempre lo mismo con regularidad matemática. Lo que un niño come es el resultado de una complicada ecuación en la que influye factores como:

– Si tiene más sueño o más hambre.

– Cómo comió en la anterior toma.

– Si ha vaciado o no su intestino y en qué grado.

– La temperatura a la que ha tenido que adaptarse durante la horas anteriores.

– Si ha estado más o menos activo.

– Si está consumiendo energía para defenderse de una infección.

– Si su intestino absorbe mejor o peor los nutrientes.

– Su estado de ánimo…

Son sólo algunos de los factores que es fácil demostrar que pueden alterar las necesidades de alimentación de un niño en una toma respecto a la otra. Encima no son factores cuantificables y que varían de persona a persona.

Poner una cifra fija y pretender que eso cubre las necesidades del niño es «infantil», absurdo y muy perjudicial, porque los mecanismos del niño para adaptar la toma a sus necesidades van a despertarse: Va a llorar, va a comer con ansiedad…

Tener cifras fijas, pautas fijas, resulta atractivo. Especialmente en algo nuevo que genera inseguridad como ser madre. Y se pretende dar esas cifras como una forma de aportar seguridad. Pero es una falsa seguridad que genera problemas, porque no se adapta a la realidad biológica de los niños. Somos seres biológicos, no mecánicos.

La alternativa es conocer las señales que nuestro hijo nos envía constantemente y saber cómo responder para facilitar que sus mecanismos de adaptación, mucho más elaborados que nuestras teorías, funcionen lo mejor posible. Enfocado a la pediatría es lo que llamo Pediatría Respetuosa.

La Pediatría Respetuosa tiene para mí 3 vertientes:

Conocer y respetar los mecanismos de autorregulación de los niños. Porque no disponemos de teorías capaces de superarlos.

Respetar la diferencia entre distintos individuos, en su forma de adaptarse al entorno y en su forma de enfermar y curar. Porque esas diferencias pueden hacer que la terapia de elección y las pautas a usar sean muy distintas entre dos niños.

Respetar las opiniones de los padres en sus elecciones sobre la crianza de sus hijos. Porque no sabemos tanto sobre crianza y sobre cada familia y niño en particular para estar seguros de que la opción que pretendamos como mejor lo es.


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¿Qué pasa si a partir de los 6 meses el colecho + lactancia da por resultado mal sueño?

Lo primero que debo aclarar es que para mí la lactancia materna a demanda y exclusiva durante los 6 primeros meses de vida y el colecho en esa fase me parecen las opciones naturales en crianza. Pero la frecuencia con la que a partir de los 5-6 meses las madres que han hecho este dúo empiezan a plantearme dudas y preguntas, porque hay problemas, también me dejan claro que al defender esta forma de hacer las cosas, lo hacemos muchas veces una forma excesivamente bucólica. Y que en muchos casos, las respuestas que somos capaces de dar para mejorar la situación no están a la altura. Posiblemente porque somos poco realistas y tenemos bastantes prejuicios. Lo malo es que eso acaba marcando con el sello de la ansiedad una maternidad. De hecho esto es la respuesta a una madre a través del sistema de consulta de Qoolife. Una Pekerrespuesta.

En concreto os voy a poner un ejemplo:

Hay niños que van muy bien de peso y talla. Incluso por encima de lo normal (pero daría igual si está en cualquier otra posición de las tablas). Lo que sí nos dice que esté por encima de la media, es que en realidad lo que voy a describir como un problema, lo es para la madre, no para el niño de forma directa. Lo que pasa es que como el vínculo madre-hijo es tan importante, cualquier problema que afecte de forma importante a la madre, acaba afectando al hijo.

El problema concreto es que muchos de los niños que han hecho colecho y lactancia materna a demanda, a partir de los 5-6 meses empiezan a despertarse con mucha más frecuencia de lo que lo hacían. Y las madres empiezan a empeorar mucho su calidad de sueño. Los ciclos de sueño de los niños de esta edad duran entre 45 y 90 minutos y los despertares suelen coger esa frecuencia o múltiplos de ella. En algunos casos el bebé sale de un ciclo de sueño y entra en el siguiente sin que lo percibamos. De hecho es lo que ocurría hasta que aparecieron los problemas. Cuando se despierta no es por hambre, porque en la mayoría de los casos es dar dos chupadas al pecho y se queda frito. Pero ya ha interrumpido el sueño de la madre.

A partir de los 5-6 meses lo que ha ocurrido es:

– Que el niño es más activo y más consciente de lo que le rodea. Antes había veces que al despertar simplemente se dormía. Pero con esta edad el desarrollo del vínculo afectivo del niño con la madre está más maduro y cuando sale de un ciclo de sueño y percibe que su madre está a su lado desea más el contacto con ella y tiene más tendencia a hacer su ritual completo de sueño. Su ritual ha consistido desde que nació en dormirse en brazos de su madre, tomando el pecho. Pero ahora él empieza a ser consciente de ello y a pedirlo.

– Empieza la alimentación complementaria. De hecho muchos pediatras aconsejan introducir la papilla de cereales nocturna para que el niño no se despierte por hambre. Funciona cuando es esa la causa, pero no cuando es la descrita en el punto anterior. Muchos de estos niños de hecho asocian un rechazo a la alimentación complementaria, especialmente si es la madre quien la ofrece. En este sentido, evitad luchar con el niño para que coma la alimentación complementaria. Eso sólo genera rechazo a la comida y que acaben comiendo lo que realemnte quiere (el pecho) cuando no se le discute darlo (de noche). La solución es tener claro que no hay prisa en la introducción de la alimentación complementaria, que es mejor que ésta se la dé otra persona que no sea la madre y que cuando sea la madre quien la dé, primero ofrezca el pecho y tras ello la complementaria, aunque haciéndolo así no tome más que unas pocas cucharadas. Esas pocas cucharadas irán poco a poco a más y llegará el día en que el niño acepte empezar con ellas incluso antes del pecho.

– Más frecuente en otoño. Durante las estaciones en las que hay más luz el ciclo de sueño de los niños está mejor definido. Al pasar al otoño los ciclos de sueño de los niños se vuelven menos profundos y menos definidos. Aquí algunos usan la melatonina durante el cambio de estación para favorecer que al salir de un ciclo de sueño y pasar al siguiente se haga sin llegar a despertarse en más ocasiones. A veces ayuda y a veces no.

– Pero lo principal que hace que los problemas aparezcan en esta edad es el hecho de que entre los 5 y los 7 meses cambia el patrón de sueño de los niños. Hasta entonces lo que tenía era una sueño de dos fases poco definidas típicas del bebé pequeño. A partir de esa edad pasa a ser un sueño como el del adulto, con cinco fases, en el que pueden empezar a aparecer las pesadillas o los terrores nocturnos y del que cuando se se sale es algo más difícil volver a dormir. Como el niño siempre ha usado un mismo ritual de sueño (pecho en brazos de mamá) lo pide con más frecuenci.

Soluciones:

Lo primero, ¿es realmente necesario aplicar algún cambio importante? Pues depende de la calidad de sueño de los padres. Y no es algo secundario. Ni me parece un planteamiento adecuado «yo me sacrifico». Hay que entender que si los padres no descansan, precisamente por lo fuerte que es el vínculo afectivo que hemos formado con el niño a través de la lactancia y el colecho, es seguro que el malestar de los padres acabará afectando al niño. Hay que ponerle solución si la situación afecta al descanso de los padres y a su estado de humor.

Vale, y ¿cuál puede ser la solución, especialmente cuando se tiene claro que quiere seguir dándose el pecho?

Hay quien recomienda retirar el pecho durante la noche, dar una papilla de cereales y si de noche se despierta ofrecer el chupe o un biberón de manzanilla. Yo no lo recomiendo, porque un niño que no ha usado chupe o biberón hasta ese momento, difícilmente va a aceptarlo precisamente cuando lo que quiere es dormirse. Y porque dar el chupe o el biberón vuelve a necesitar de nuestra ayuda para hacer el ritual de dormirse. No soluciona nada.

Aquí otra aclaración importante. Si nos planteamos lo que sigue no es porque queremos que el niño pase la noche del tirón, sino porque ha llegado a una situación en la que hay 5-6 despertares o más, lo que hace imposible un descanso adecuado de los padres. Lo que queremos no es que el bebé no nos pida ayuda si tiene hambre, miedo o necesidad de afecto. Lo que soluciona la situación es que cuando el bebé lo único que quiere es volver a dormirse, sea capaz de hacerlo sin nuestra ayuda. Eso reduce drásticamente los despertares de los padres y mejora su calidad de sueño hasta un nivel compatible con una existencia decente.

Se propone entonces a los padres que saquen al niño del dormitorio. Es decir, que sacrifiquemos el colecho para manteniendo el pecho hacer posible el descanso de los padres. Esto plantea dos opciones:

Aguantar a ver si acaba mejorando en un tiempo razonable. A mi modo de ver el tiempo razonable se ha terminado cuando la falta de descanso empieza a repercutir seriamente en los padres. Más concretamente en su humor. Si percibes que por agotamiento has acabado por responder de forma desagradable a tu hijo o tu pareja, no poner solución ya está perjudicando a tu hijo seriamante.

Decidirse a probar esta opción. Yo lo aconsejo antes de llegar a lo descrito arriba. Y lo hago, no porque esté en contra del colecho, sino porque la experiencia me dice que mejora mucho la calidad de sueño de la madre y eso beneficia mucho al niño.

Ventajas de sacar al niño del dormitorio de los padres cuando los padres duermen mal:

En primer lugar, a veces los niños se despiertan 6-7 veces en la noche, pero la madre se despierta cada una de ella y otras muchas cada vez que el niño hace un movimiento o un ruido bruscos. Sumados pueden ser 15-20 veces en la noche. Cuando el niño duerme fuera del dormitorio de los padres, los padres se despertarán las veces que de verdad necesita que le ayuden o asistan, pero no con cada movimiento o ruido que haga mientras duerme. Eso ya de por sí mejora mucho la calidad de sueño de la madre.

Segundo. Lo que queremos es que el bebé desarrolle un ritual de sueño nuevo en el que, sin ayuda de sus padres, cuando se despierta, pueda volver a dormirse sin ayuda. Aún cuando iniciamos ese ritual, es mucho más fácil que vaya cogiendo el nuevo ritual si las condiciones para hacer el antiguo no están a su alcance inmediato. Es decir, si su madre no está «durmiendo» a su lado.

En los despertares que siga llamando a la madre, recomiendo darle el pecho de forma inmediata para que vuelva a dormirse en el menor tiempo posible. No pretendemos eliminar el pecho, sólo un colecho que no estaba funcionando.

¿Y si el colecho funcionaba? Es que entonces sobra todo este artículo.

En cuanto a la forma de hacer el cambio de ritual, leed la parte final del Peketema 2:

Como enseñar a dormir a un bebe sin dejarlo llorar

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Recién nacido prematuro

¿Cuándo consideramos que un recién nacido es prematuro? ¿Puede eso ser un problema para su salud y desarrollo?

Este artículo es una colaboración de María Blanca Garrido García, Pediatra Neonatóloga en Valencia.

Nacer prematuro quiere decir “nacer antes de estar maduro”, nacer antes de tiempo. La duración normal de un embarazo es de 38 a 42 semanas, por eso se dice que los niños que no han completado las 37 semanas son prematuros.

Son niños cuyos órganos no han completado su maduración y ésta es precisamente la causa de sus problemas. Sus órganos tienen que empezar a funcionar cuando aún no están del todo preparados para hacerlo, en un ambiente mucho más hostil que el útero de la madre, donde tienen “la vida solucionada”, no necesitando comer ni respirar porque la placenta les da todo lo que necesitan, protegidos de todas las agresiones externas.

En las últimas décadas ha aumentado el número de bebés prematuros. Hay circunstancias que pueden hacer más frecuente que el parto se produzca antes de tiempo (mayor edad de la madre, enfermedades previas o complicaciones durante el embarazo, tabaquismo, técnicas de reproducción asistida, malas condiciones de vida en determinados sectores de la población…).

Con la mejora de los cuidados durante el embarazo y los avances en el cuidado del prematuro también hay una mayor tasa de supervivencia para estos bebés, cada vez en mejores condiciones y con mejor calidad de vida.

No todos los prematuros son iguales, como en todo en esta vida, hay grados. Lógicamente, aquellos que han nacido con menos semanas de gestación suelen tener más problemas y generalmente más graves. La mayor incidencia de problemas se da en los de menos de 32 semanas, en especial en los de menos de 28 semanas, los llamados “prematuros extremos”.

Los neonatólogos manejamos unos mínimos de semanas y de peso que debe tener un recién nacido para considerar que puede vivir y tratarlo de forma activa, es decir, lo que llamamos “límites de viabilidad”. En la actualidad, esos límites estás en 23 semanas de embarazo y /o 400 gramos de peso, con la excepción de los recién nacidos con menos peso del que corresponde a las semanas de gestación mínimas si nacen con signos de vitalidad. Como os imagináis, no todo es tan fácil. A veces es difícil saber las semanas exactas de embarazo o estimar el peso con ecografía.

En los siguientes artículos, iré tratando los principales problemas que puede tener un prematuro, intentando que podáis comprender qué son, por qué pasan y cómo se tratan.

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Destete

Cómo pasar de la lactancia materna a leche artificial o leche de vaca según la edad del niño.

Existen muchas circunstancias que pueden hacer que se pase de la lactancia materna a la artificial.

No es cuestión de volver a repetir aquí las ventajas claras de la materna expuestas en la introducción sobre alimentación en el lactante.

Si finalmente habéis llegado a la conclusión de que vuestra situación hace deseable el paso a la lactancia artificial, intentaré explicaros el proceso.
Éste depende del momento en que se produce el paso

Destete desde el nacimiento:

Dado que en el momento del parto la naturaleza está diseñada para desencadenar un pico de hormonas (prolactina) que estimule la producción de leche por la madre, si se decide no dar pecho desde el principio y para evitar las molestias asociadas a una subida de la leche que va a ser inútil se puede recurrir a un tratamiento hormonal que puede prescribir el ginecólogo que atiende a la madre en el parto.

Ese tratamiento evita el efecto de la prolactina para suprimir la subida de la leche.
En cuanto a preparación, cantidades, tipo de leche, frecuencia de las tomas os remito al capítulo sobre lactancia artificial.

Destete pocos días después del nacimiento:

Es la situación que en más casos, atiende más a una frustración de las expectativas sobre el pecho que a una necesidad real.
Permitidme que en aquí sí insista en que antes de tomar la decisión pidáis el asesoramiento de alguien con los conocimientos adecuados para, si es posible, salvar la lactancia materna.
Si finalmente se decide el paso, el proceso es el mismo:
Tratamiento para retirar el pecho prescrito por el ginecólogo.
Pautas sobre lactancia artificial como las definidas en el capítulo de lactancia artificial.

Destete antes de los 6 meses:

Es hoy en día la situación más frecuente entre las madres trabajadoras. Y su razón suele ser la incorporación al trabajo después de acabar la baja maternal. Sería deseable para evitarla un incremento de la duración de la baja maternal…
Sin embargo, esta incorporación no tiene porqué suponer el fin de la lactancia materna si el horario laboral no es demasiado prolongado. El pecho puede adaptarse a lo que se le pida si es regular.
En aquellas madres que trabajan por ejemplo en horario matinal (de 8:00 a 15:00) se puede dar pecho antes de irse a trabajar y volver a darlo justo al llegar, con lo que se pierde una o dos tomas como mucho.
Si un par de semanas antes de incorporarse empezamos a reducir esas tomas sustituyéndolas por el alimento que tomará en su lugar (leche artificial, fruta, verdura o leche materna conservada…) conseguiremos en primer lugar quedarnos con la tranquilidad de saber como responde a la incorporación de esos alimentos y en segundo lugar que el pecho vaya reduciendo su producción para esas tomas de modo que el primer día de trabajo no suponga una tortura.
Si pasas simplemente a suprimir esas tomas el día que empiezas a trabajar, el problema es que el pecho se llenaría como si siguieras con el ritmo normal.
Aparte de ser doloroso, como el pecho se adapta a lo que se le pide, si se llena demasiado y no se vacia, empieza a mandar mensajes diciendo que sobra leche, lo que reduce la secreción de prolactina y de leche en todas las tomas.
En cuanto a la cantidad del sustituto del pecho, habrá que probar en esas dos semanas para darle la cantidad que sea capaz de tomar (subiendo hasta que sobre un poco sin forzar).
Si empezamos antes de los 6 meses a introducir la leche artificial, recomiendo que se haga con leche de inicio pasando a leche de continuación a partir de los 6 meses (tras llevar con la de inicio al menos entre dos semanas y un mes).
La introducción de la alimentación complementaria en estos casos seguiría la guía para niños con lactancia artificial.
Si lo que decidimos es suprimir totalmente el pecho, se pueden espaciar las tomas de pecho de forma progresiva sustituyéndolas por tomas de lactancia artificial, fruta, verdura… en el orden especificado en el enlace anterior.
La eliminación progresiva consiste en empezar dando todas las tomas de pecho menos una de cada tres.
En el momento que notemos que el pecho no se llena demasiado pasar a una de cada dos.
Cuando el pecho ya no moleste al saltarse las tomas pasamos a dar una toma de pecho de cada tres.
Si sigue sin molestar una sola toma al día, que se suprimirá en cuanto dejemos de notar presión.
Dependiendo de la madre el proceso puede tardar entre 10 días y un mes.
O si precisamos hacerlo de golpe tomando el tratamiento para retirar el pecho prescrito por el ginecólogo.

Destete entre los 6 meses y el año de vida:

Podemos de nuevo:

  • Mantener el pecho en las tomas en las que lo consideremos oportuno siempre que sean regulares.
  • Reducirlo poco a poco hasta suprimirlo según la pauta descrita justo arriba.
  • Eliminarlo de golpe con tratamiento hormonal prescrito por el ginecólogo.

En cuanto a la leche artificial se podría iniciar con una sola toma de leche de inicio (por simple precaución) y si no aparece ninguna reacción intensa pasar directamente a leche de continuación hasta el año.
Dos semanas después de la leche de continuación podría tomar el yogur natural.
A partir del año podría pasar a leche de vaca entera siempre que llevara al menos 2 semanas tomando yogur sin problemas.
La introducción de la alimentación complementaria seguiría la guía de introducción de la alimentación en niños con leche artificial, introduciendo aquellos alimentos que no tomase aún en el orden descrito dejando al menos 2 semanas entre dos distintos.
En cuanto a cantidades como siempre: Hasta que se quede sin hambre, pero sin forzar.

Destete por encima de los 12 meses:

Las tres opciones:

  • Mantenerlo en las tomas que podamos si tienen regularidad.
  • Reducirlo poco a poco hasta suprimirlo.
  • Eliminarlo con tratamiento hormonal prescrito por el ginecólogo.

Con esta edad la gran mayoría de los niños están preparados para digerir sin problemas la leche de vaca entera.
Podemos aún así, hacer una primera toma con yogur natural.
Si no hay ningún problema, dar una pequeña cantidad de leche entera de vaca.

Para aquellos que quieran introducir la leche de forma más segura (opción que yo os recomiendo):

  • Aplicar unas gotas de leche entera sobre la cara interna del antebrazo y esperar una hora.
  • Si no aparece enrojecimiento, aplicar un poco de leche entera en los labios y esperar una hora.
  • Si no aparece irritación, aplicar un poco de leche entera en la lengua o la cara interna de las mejillas y esperar una hora.
  • Si todo sigue bien, dar una toma pequeña de leche entera (unos 50 ml=50 cc).
  • Si no hay problema puede tomar leche entera.

Observad en las siguientes semanas si empieza a tener diarrea, vomitos o dolores de barriga más frecuentes.
Cuando esto ocurre conviene hacer un pequeño experimento:
Echad agua oxigenada a las heces del niño. Si forma burbujas es que en la caca hay sangre en pequeñas cantidades, lo que puede ser signo de inflamación del intestino. Si esto ocurre, suspended la leche de vaca entera y comentádselo a su pediatra.
Si no aparece ninguno de los problemas descritos, la leche entera suele darse en dos o tres tomas al día (yo recomiendo que sin superar los 500 ml de leche al día).

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Lactancia materna en tándem

La lactancia materna en tándem es mantener el pecho como alimento de un hijo durante el siguiente embarazo y compaginarlo con la lactancia del recién nacido. Mis reflexiones sobre ella.

Es algo que puede aparecer en algunos casos de lactancia materna prolongada.

Cuando encontré el primer caso de lactancia en tándem como pediatra, reconozco que me asombré. A ese reconocimiento debo asociar que mis conocimientos sobre la lactancia en general eran bastante pobres en ese momento. Hacía varios años que había acabado mi especialidad pero como comento en otro artículo en el que describo mi relación con la lactancia materna como pediatra, la formación que recibí sobre lactancia materna en la especialidad dejaba bastante que desear.

Lo primero que me vino a la cabeza es que cuando un niño toma pecho se produce liberación de oxitocina. Y que esa hormona, entre otros efectos produce contracciones de la musculatura del útero. Eso me generaba el miedo de si dar el pecho durante el embarazo no sería capaz de dificultar la implantación del embrión en las primeras fases, o de favorecer un parto prematuro al final de la gestación. Mi experiencia es que ninguno de los dos problemas se han dado en los casos que conozco de lactancia en tándem.

Otro problema que le veía era el de la composición de la leche materna. Todos sabemos que una de las ventajas del pecho, es que la composición varía a lo largo del día y desde el nacimiento, adaptándose en cada fase a lo que la naturaleza, durante millones de años, ha escogido como lo mejor para el desarrollo de las crías de los mamíferos. En ese sentido no conozco ningún otro caso de lactancia en tándem en la naturaleza, entre otras cosas, porque el desarrollo de las crías de los demás mamíferos en mucho más rápido que el humano y para cuando se tiene la siguiente cría, en la mayoría de los casos, la anterior es ya autónoma en su alimentación.

A este respecto, en la lactancia en tándem se hizo un estudio sobre la composición de la leche materna durante el embarazo:

¿Existirá el calostro para el recién nacido? Es decir, lo que produce una madre al tener a su hijo pequeño si ha estado dando pecho durante el embarazo ¿es leche madura o calostro? Pues este estudio lo que nos dice es que las hormonas de la madre durante el embarazo actúan sobre la cantidad y composición de la leche haciendo que:

Se reduzca muchísimo la producción de leche. Es decir, que para el niño mayor que sigue con el pecho en la lactancia en tandem, toma en realidad poca cantidad, con lo que el interés de mantenerla durante ese tiempo en el niño mayor es más afectivo que nutricional. Lo que es también muy importante.

Conforme se acerca la fecha del parto, la composición de la leche toma la composición habitual del calostro. Es decir, se hace adecuada para el recién nacido.

Ventaja: Los problemas en el inicio de la producción de leche que acaban con muchas lactancias, no existen en la lactancia en tándem, porque aunque se reduce la producción de leche durante el embarazo, se mantiene un pecho productivo. Desde el primer día el pecho ya está en marcha.

Un último factor, que es para mí casi el más definitivo: el afectivo. Yo doy al pecho más importancia desde el punto de vista afectivo casi que en su composición. La pregunta es ¿cómo influirá en el hijo mayor el hecho de ceder o compartir el pecho con su hermanito recién nacido? Y la respuesta es: Depende de la personalidad del hermano mayor y de cómo lo planteemos.

En ese sentido, en niños con más propensión a los celos, puede ser mejor elección el destete antes del siguiente embarazo. Pero por desgracia no hay respuestas infalibles en esto.

Lamento si este artículo os deja más dudas que respuestas. Siempre prefiero que sea al revés. Pero en este caso especialmente, si tenéis experiencia, os animo a que me la contéis para aprender todos juntos. De hecho he conocido el estudio sobre la composición de la leche en las lactancias en tandem gracias a una madre (Raquel, gracias) que me lo envió tras leer este artículo.

Os dejo un enlace a un artículo muy recomendable sobre el tema:

Albalactancia.org

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Lactancia materna prolongada

Suele llamarse lactancia materna prolongada a la lactancia por encima de los dos años. Como en cualquier otra cosa hablando de crianza, las fechas son orientativas y dependen mucho de cada caso.

La fecha en la que se produce el destete ha cambiado. Si hablamos de estadísticas, en este momento los destetes son muy frecuentes en los primeros 6 meses de vida. Hace años, cuando no había otras opciones de alimentación a los lactantes, era raro que sucediese antes del año, y en la mayoría de los casos ocurría entre los 2 y los 4 años.

Cuando se habla en la actualidad de tiempos en la lactancia, la mayoría de los pediatras solemos recomendar que el pecho se mantenga, cuando así lo escoge la madre, como alimento exclusivo hasta los 6 meses, complementado hasta el año (introducimos otros alimentos, pero el pecho sigue siendo la base fundamental de la alimentación) y como parte de la alimentación normal hasta los 2 años, cuando ya suelen comer de todo.

Esto es una recomendación digamos utilitarista. Es decir mantenemos el pecho mientras seguimos introduciendo alimentos nuevos en la dieta, porque se ha visto que el pecho reduce las posibilidades de aparición de alergia a otros alimentos al introducirlos.

Pero hay otros factores a tener en cuenta a la hora de mantener o retirar el pecho. Y entre ellos el principal es que el niño y la madre estén o no preparados para el destete.

Yo nunca recomiendo un destete. Sondeo la forma en la que la madre vive su lactancia y cómo cree que lo hace su hijo para apoyar o no la insinuación de la madre sobre el destete. Es decir, yo nunca inicio una conversación sobre destete. No hablo del tema más que cuando la madre me dice que está pensando en retirar el pecho a su hijo. Y cuando lo sugiere, me intereso por los motivos que le llevan a pensarlo.

Por desgracia, muchas de las razones que llevan a las madres a pensar en dejar el pecho, no nacen de un deseo suyo de hacerlo, sino de miedos inducidos por mitos que les bombardean.

En la mayoría de los casos, más que hablando de cómo hacer el destete, acabamos haciéndolo sobre porqué los mitos que le llevan a pensar en hacerlo no tienen base.

Los más habituales son:

Deforma los dientes. Falso. El chupe (puedes leer aquí cómo retirar el chupe) o chuparse el dedo lo hacen por dos motivos: Son más rígidos que el pezón; y aunque parezca mentira a muchas personas del entorno de la madre, chupe y dedo se mantienen en la boca más tiempo que el pezón.

Si no se lo quitas con dos años no lo dejará nunca. Hay métodos para hacer el destete de forma no traumática para el niño. Y el momento en que están preparados para hacerlo depende mucho de cada pareja madre-hijo. No hay fechas mágicas.

Si estás pensando en tener otro hijo tienes que ir quitándole ya el pecho a este. Hay una cosa llamada lactancia en tándem. Consiste en continuar dando el pecho al primer hijo durante el embarazo y luego, cuando nace el bebé continuar dándoselo a ambos. Esto puede tener muchos matices de los que hablar. Pero es posible hacerlo. De nuevo es una opción.

Os dejo aquí un par de enlaces a artículos de otras webs que pueden completar lo dicho:

Albalantanciamaterna.org

laligadelaleche.org

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El día de la lactancia materna como pediatra

Hoy es el día de la lactancia materna 1 de agosto. ¿Qué significa para mí como pediatra?

Cuando yo acabé la especialidad de pediatría, hace 12 años, lo que sabía sobre lactancia materna se puede resumir en las palabras: «mitos y timos».

Hace no demasiados años, al empezar mi andadura en internet, empecé no solo a escribir, sino también a leer y comunicarme con mucha gente. Entre esas personas había madres, padres, enfermeros, psicólogos… Montones de personas de los que he aprendido mucho más de lo que pudiese imaginar. Gracias a todos por compartir en la www.

Uno de los temas en los que más tenía que aprender y sigo en camino es la lactancia materna. Es increible el daño que puede hacerse como profesional en un tema como éste si uno no se forma adecuadamente.

Voy a centrarme en este tema, por dos motivos:

  1. Primero, porque hace muy poco he podido leer también el artículo de una amiga mamá y bloquera (mamacontracorriente) en el que se lamentaba de lo que le había ocurrido hace poco al acudir a un servicio de urgencias en busca de ayuda. Básicamente y resumiendo, que los profesionales de la salud, en muchos casos, no estamos a la altura que deberíamos en un tema tan importante como la lactancia materna.
  2. Y segundo porque creo que es una pena que profesionales como los pediatras salgamos de la especialidad sin los conocimientos necesarios para apoyar y asesorar adecuadamente a las madres que escogen el pecho como alimento para sus hijos.

Las asociaciones de lactancia transmiten a veces cierto recelo hacia los pediatras. En algunas ocasiones se han visto manifestaciones de asociaciones de lactancia en los congresos de pediatría. No es que sea una norma, pero noticias como la dimisión de gran parte del Comité de Lactancia de la AEP dan una muestra de que meteduras de pata, y muy gordas las hay.

De hecho, más que meteduras de pata son el reflejo de gran parte de los pediatras no están concienciado sobre la importancia de la lactancia materna y cómo protegerla. Y que además, ante los problemas que pueden surgir en la lactancia, muchos escogen el camino fácil de «dale biberón» y «problema resuelto». Del mismo modo que ante una patología de la madre, muchos médicos aconsejan a la madre que deje el pecho, porque no saben qué medicamentos pueden darse con seguridad (se puede consultar en e-lactancia.org) o si la patología afecta realmente al bebé y si la lactancia puede ser un riesgo o más bien una protección para el niño (lo que es mucho más frecuente).

En algunas ocasiones he leído en foros de lactancia, redes sociales y algunos artículos debates sobre si los pediatras deberíamos asesorar sobre lactancia. Hay quien directamente dice que el pediatra es el médico del niño enfermo y ahí debería quedarse. Que para ser asesor de lactancia hay que estar formado adecuadamente. Y estoy de acuerdo en la segunda parte, pero no en la primera.

El pediatra es el médico que se preocupa por la salud infantil y que asesora a los padres sobre ella. Dejar fuera de la pediatría la asesoría sobre lactancia es algo que ha ocurrido porque los pediatras no hemos dado la talla.

Por supuesto se puede ser asesor de lactancia sin ser pediatra. Yo he aprendido más sobre lactancia materna de asesores no pediatras que de pediatras. Hay excepciones como Carlos González. «Un regalo para toda la vida» debería ser materia de examen a los residentes de pediatría antes de acabar la especialidad. Leerlo fue uno de los primeros pasos que yo di en la dirección de poder ayudar a las madres con la lactancia en lugar de poner palos en las ruedas.

La cuestión, y esto es una realidad, es que a los pediatras las madres nos consultan cuando tienen un problema con la lactancia materna. Está en nuestra mano ayudar o perjudicar. Y lo que separa una cosa de la otra son actitud y aptitud. Una actitud respetuosa hacia la decisión de la madre de amamantar a su hijo y una aptitup (preparación) para poder hacerlo.

Yo aún me considero aprendiz en este tema. Pero cada día soy más una ayuda a las madres que acuden buscando una apoyo en su lactancia y eso me hace sentir mejor pediatra.

Me uno con este artículo a la iniciativa de maternidadcontinuum para apoyar la lactancia materna en este día.

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Fármacos y Lactancia Materna

¿Qué fármacos pueden tomarse durante la lactancia materna y cuales no?

Cuando una madre da lactancia materna puede a veces necesitar tomar algún medicamento. Una de las dudas que surgen siempre en esa situación es si ese fármaco pasa al bebé a través del pecho y si puede ser perjudicial para él. Ante ese miedo muchas madres optan por no tomar ningún medicamento mientras dan pecho.

En ese sentido os doy cuatro consejos:

  1. Recuerda siempre comentar a tu médico que estás dando el pecho cuando te mande algún fármaco.
  2. Tanto si estás embarazada, dando pecho o si no es el caso de ninguna de las dos cosas, los medicamentos siempre tienen efectos secundarios. Pero tener una enfermedad y no tratarla puede tenerlos también. Por eso usamos fármacos. Incluso cuando un medicamento no cura, sino que sólo alivia síntomas, no tomarlo puede ser perjudicial, si los síntomas alteran de forma importante el bienestar.
  3. Suele haber alternativas más seguras para tratar casi cualquier cosa en situaciones como el embarazo o la lactancia. Que el fármaco más habitual para esa dolencia no esté indicado no quiere decir que no podamos tomar nada.
  4. Lo mejor para reducir el miedo a usar medicamentos es la información adecuada. En ese sentido, y hablando de medicación en la lactancia, os recomiendo la siguiente página:

www.e-lactancia.org

En ella podéis buscar cualquier fármaco por principio activo y os informará de si una madre que da pecho puede tomarlo y de cuales serían los efectos en el bebé si los hay.

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El recién nacido come con mucha ansiedad

En ocasiones vemos recién nacidos que comen con mucha ansiedad. Eso tiene su significado y su solución clara.

Hay dos tipos de recién nacidos que comen con ansiedad:

  1. El recién nacido hambriento: Hay bebés que nace con un peso bajo o muy alto. Es decir, los de los extremos. El que nació con un peso bajo, quiere decir que pasó hambre ya dentro de su madre. Suelo decir que son del Clan de Escarlata O´Hara, porque parecen nacer diciendo: «A Dios pongo por testigo de que no volveré a pasar hambre. El que nació con un peso alto, en el extremo contrario, es un niño que necesita más cantidad de nutrientes (es más grande) y está acostumbrado a que no le falte. Con lo que si falta, lo lleva mal. En ambos grupos, los primeros días es fácil que lo que el pecho produce, o lo que le damos con biberón (especialmente si os han convencido de que les deis una cantidad fija), se queden con hambre y coman con ansiedad.
  2. El recién nacido dormilón: Pero también los hay que entre los dos estados básicos del recién nacido (durmiendo o comiendo), eligen dormir. El problema es que cuando por fin se despiertan, llevan demasiadas horas sin comer, y lo hacen como si fuese su última comida.

En ambos casos, los niños comen con ansiedad. Eso hace que los padres se agobien. Si están dando pecho piensen que no es suficiente y que el niño necesita biberón. Si está tomando biberón, piensan que tal vez come demasiado y que puede dolerle la barriga por el exceso. Y al comer ansioso, traga más gases, le duele más la barriga, la toma es peor y se queda con más hambre para la siguiente toma…

La solución del recién nacido que come con ansiedad es sencilla:

  1. En el recién nacido hambriento: Hay que reducir el tiempo mínimo entre las tomas. Es decir, dale sin problema cada vez que pida. Como si lo hace cada 5 minutos. Si toma pecho, al hacer esto, estimulamos que el pecho aumente la cantidad que produce, hasta que se ajuste a lo que el niño demanda. Cuando esto ocurra, el bebé empezará a tomar con menos ansiedad y a espaciar las tomas él solo. Si lo que toma es biberón, al principio puede que tome más de la cuenta y eche algunas bocanadas. Pero si seguimos dándole cada vez que pide, y la cantidad que quiere, acabará saciándose y comiendo con más tranquilidad. Y tanto si toma pecho como si toma biberón, no uses el chupe para «entretenerle el hambre». Con eso sólo consigues que cuando por fin coma, lo haga con ansiedad.
  2. En el recién nacido dormilón: Lo que hay que hacer es reducir el tiempo máximo entre las tomas. Es decir, aunque tenga mucho sueño, durante el día no conviene que le dejes más de 2-3 horas seguidas sin comer. Contando desde el principio de una toma al principio de la siguiente.

En resumen, en ambos casos dale con más frecuencia.

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Madres Juzgadas

Me gustaría que miraseis las dos fotografías. ¿Cuál de las dos es mejor madre?

Sé que estoy pisando campo minado. Pero no hablar de esto creo que está haciendo mucho daño. Y prefiero ser criticado a ser cómodo o popular.

Así que ruego vuestra indulgencia y que sigáis leyendo. Y por supuesto, espero vuestros comentarios.

Hay tres posibles respuestas:

– La que está dando pecho.

– La que está dando biberón.

– ¡Y yo que sé! No puedo saber cuál es mejor madre sólo porque dé a su hijo pecho o biberón.

«Pero si tienes que elegir una de las dos primeras, ¿Cuál?»

No voy a hacer apreciaciones sobre la que creo que se respondería. Cada uno tendrá su respuesta y sus apreciaciones.

 

Otra pregunta.

Esta va dirigida sólo a las madres (den pecho o biberón): ¿Te has sentido juzgada o criticada alguna vez por la forma en que crías a tu hijo?

Aquí no hace falta encuesta. Creo que por desgracia la respuesta es Sí en todas las madres.

Podría preguntar también si queréis a vuestros hijos, si deseáis hacer las cosas lo mejor posible pensando en su bienestar, si estáis dispuestas a sacrificarlo todo por su bien. Y de nuevo sé que vuestra respuesta es sinceramente Sí.

Y ¿Cómo os sentís cuando criando a vuestros hijos según esas guías, alguien os critica? Yo creo que entre dolida e indignada.

 

Ahora voy a hacer autocrítica como converso: Me explico.

Cuando yo acabé la especialidad de Pediatría, era de los que no podían dar consejos sobre lactancia, porque no me habían formado sobre ella. Sabía de enfermedades en niños. Pero las madres cuando tenían un problema me preguntaban también sobre temas en los que no me había formado. Uno de ellos, la lactancia, otro, la crianza en general.

Lo cómodo para mí ante una lactancia con problemas era recomendar el biberón. Y lo es para muchos pediatras, por desgracia.

Tuve la suerte de que alguien me hablase de crianza y especialmente de conceptos de crianza contrarios a lo poco que me explicaron en el Hospital.

Así conocí un concepto que es clave en mí como pediatra en este momento: la crianza respetuosa.

La crianza respetuosa es necesariamente informada. Porque consiste en conocer a los bebés y especialmente a nuestro hijo y observarlo mucho. E intentar actuar respetando sus ritmos y sus necesidades.

Para hacer crianza respetuosa hay que ser humilde, porque por muy claras que tengamos nuestras ideas, debemos aceptar, que si a nuestro hijo no le funcionan, eran un prejuicio y por su bien debemos cambiarlas.

 

La mayoría de los autores defensores de la crianza respetuosa lo son a su vez de la lactancia materna.

Tengo que decir que me alegro de que la mayoría de los autores sean defensores de la crianza respetuosa y de la lactancia materna, porque defiendo ambas.

 

Pero…

Hay dos preguntas cruciales, para mí:

¿Porqué hay tan pocos autores que hablen sobre cómo dar lactancia artificial con criterios respetuosos?

¿Porqué en la casi totalidad de grupos de crianza que conozco hay sólo madres que dan pecho a sus hijos?

La respuesta a la primera creo que es, que hablar de alimentación artificial es para mucha gente un claro signo de que no se defiende el pecho. «Y quien no está conmigo, está contra mí». Muchos autores prefieren salvaguardar su popularidad con un discurso totalmente coherente y sin fisuras.

La respuesta a la segunda, creo que es que en el fondo, la lactancia materna no es tan bucólica como la pintan algunos. Los que defendemos la lactancia materna estamos cargados de argumentos (que además son ciertos) a su favor. Y hacemos muy bien esa defensa. El pecho está renaciendo. Los conocimientos necesarios para tener una lactancia exitosa son más accesibles de lo que lo han sido nunca. Queda mucho por hacer, pero confío en el éxito de esta lucha.

Pero «olvidamos» hablar de algo. En muchos casos, elegir la lactancia materna y la crianza natural, implica sacrificios. Sacrificios personales y hasta profesionales de mucho calado. Muchas mujeres los asumen de forma totalmente consciente. Pero en otros casos, esos sacrificios contradicen lo que es su propia personalidad, poniendo a muchas mujeres entre la espada y la pared de renunciar a unos proyectos a los que ha dedicado gran parte de su vida o sentirse malas madres.

Aquellas madres en las que mantener el proyecto profesional y la lactancia no son compatibles aparece una ansiedad y una culpabilidad que es difícil de vencer. En muchos casos imposible.

En otros casos, simplemente la lactancia se convierte en un motivo de sufrimiento. A veces los niños no consiguen alimentarse bien con el pecho, a veces dar el pecho es muy doloroso y exige una constancia que puede agotar a cualquiera. En muchos de esos casos son problemas subsanables con la ayuda adecuada. Pero a veces no, o no se dispone de esa ayuda y la madre, que quería dar pecho «se rinde». Eso le hace sentirse culpable: «Tal vez pude hacer algo más, tal vez me he rendido demasiado pronto…»

La forma en que se habla de la lactancia artificial no ayuda. Suele incrementar la presión atribuyéndole cualidades casi diabólicas que son en muchos casos claramente exageradas.

La razón para escoger el pecho al biberón, no es que la leche artificial sea venenosa. No lo es. Podría desafiar a cualquiera a que cogiese un grupo de niños de 5 años y haciéndole las pruebas que quisiera fuese capaz de decirme cual de esos niños tomó pecho y cual biberón. No hay forma de decirlo sin error.

La razón para escoger la lactancia materna es que el pecho es lo natural y por tanto su diseño es el mejor posible, y en la mayoría de los casos evita muchos más problemas de los que puedan aparecer y para muchas madres e hijos es una experiencia inigualable.

Hay patologías que son más frecuentes en los niños que toman leche artificial. Pero ninguna es comparable para mí al perjuicio que causa a un niño ser criado por una madre que sufre por serlo en lugar de sentirse realizada por serlo.

Algunas madres son conscientes del sacrificio que hacen al escoger la mejor opción posible. Y les duele perder lo que sacrifican. A veces eso las hace defender con más fuerza aún su elección, no entendiendo a quienes no toman esa decisión en situaciones «menos difíciles» que la suya. Y es entonces cuando nos volvemos radicales. Y cuando, aún no diciéndolo juzgamos a la otra madre y en nuestra mente la condenamos: «no está dispuesta a renunciar a lo que yo renuncié porque no quiere a su hijo lo suficiente». O buscamos justificaciones paternalistas: «ha escogido mal porque no está bien informada, si yo le contara…»

No estoy criticando a los lactivistas. Me estoy criticando a mí mismo como lactivista. De nuevo os pido, sed indulgentes con mi torpe exposición.

Y entonces tenemos «la respuesta», tal vez no la decimos, pero lo pensamos: «La que da pecho es mejor madre».

Acabamos haciendo con otras madres lo que tanto nos duele que hagan con nosotros, que nos critiquen, juzguen y condenen en algo tan importante como es la maternidad.

¿Qué me gustaría cambiar?

Algo debemos estar haciendo mal en nuestra forma de defender la lactancia materna, cuando dar un buen consejo a una madre sobre cómo dar lactancia artificial se considera prueba de cargo de que eres anti lactancia materna.

Y cuando una madre que compartía sus vivencias con otras madres y daba y recibía consejos en un grupo de crianza deja de sentirse cómoda en él y lo abandona sólo porque ha dejado de dar el pecho.

Lo que a mí me gusta de la crianza respetuosa, es que es humilde. Da una predisposición a ceder y aprender. No da nada por sabido o demostrado. Confía en la capacidad instintiva del niño para adaptarse lo mejor posible en cada situación. Y en que nuestra función es aprender con su crecimiento y apoyar sus intentos de adaptarse lo mejor posible a sus desafíos según sus propios recursos.

Pero para mí va más allá. Hay que respetar también la forma que cada madre tiene de adaptarse a los desafíos que supone serlo, confiando en su instinto, y en que si no entiendo lo que hace, es más posible que sea porque yo no tengo suficiente información sobre su situación, que porque ella no conozca las ventajas de lo que yo defienda como alternativa. Y que mi función como pediatra es apoyar a la madre dando los consejos que hagan su elección la mejor solución posible para su hijo.

Y por tanto, si escoge el pecho espero poder ayudarle a solucionar los problemas que puedan surgirle para que pueda seguir dándolo, y si escoge el biberón espero poder ayudarle para que lo dé a su hijo de la forma más beneficiosa para él.

Puedo haber sido torpe al expresarlo. Se que he tocado sentimientos que pueden resultar dolorosos.

Pero en esta lucha LM/LA me daría por satisfecho si en unos años fuesen cada vez menos las madres que hagan esa elección por no tener información o apoyo suficiente o por sentirse culpables. Porque cuando eso ocurre, pierden lo más importante para su hijo: haber tenido una madre que disfrutó de serlo, y cuya máxima preocupación fue dar todo su amor a su hijo.

Y sería muy feliz, si en los grupos de crianza pudiesen compartir sus vivencias madres que dan pecho y madres que dan biberón sin que se vean entre ellas con amenaza o reproche. Siendo simplemente lo que son, madres que quieren a sus hijos y les dan lo mejor que tienen a su alcance según sus circunstancias.

El primero de esos grupos de crianza respetuosa espero que sea mi página de Facebook. Participad, aprended y enseñad. Pero ante todo sed comprensivos y respetuosos con los demás.

Gracias por leerlo hasta aquí. Gracias por vuestra indulgencia y por supuesto espero vuestros comentarios para mejorar mi torpe exposición.

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