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Empoderamiento del Paciente: Padres y madres

Los padres y madres están tomando las riendas en la salud de sus hijos. ¿Porqué? ¿Es bueno o malo?

Entre los muchos efectos que tiene Internet, sin duda uno ha sido modificar la forma en la que madres y padres buscan solución a sus dudas sobre la salud de sus hijos.

En Internet es fácil encontrar mucha información. Es fácil también contactar con otros padres y madres cuyos hijos han sufrido problemas similares. Lo que está siendo aún más sencillo desde que las redes sociales se han extendido.

Por todo esto es cada vez más frecuente que los pediatras atendamos a niños cuyos padres se han informado previamente. La distancia en conocimientos entre pediatras y padres, se está acortando. Es difícil que llegue a cerrarse del todo. De algo tiene que servir dedicar horas y horas a estudiar y a atender niños. Pero hay dos cosas que antes pasaban y ya pasan cada vez menos, por suerte:

  1. Antes el pediatra era algo así como un dios para los padres. Llegaban con su hijo enfermo, sin tener ni idea de lo que podía pasarle o cómo tratarlo y lo que el pediatra dijese «iba a misa». ¡Cualquiera le discutía!
  2. La información que los padres daban al pediatra, era poco valorada, porque muchos pediatras consideraban que no estaban cualificados para dar valoraciones útiles.

Pese a que antes se tenían más conocimientos aprendidos en la familia sobre cómo criar, cuidar o educar a un bebé, los conocimientos sobre enfermedades y tratamientos eran muy limitados.

Eso ha cambiado, como digo para bien. Algunos pediatras se pueden sentir un poco amenazados por la nueva realidad. Pero es mejor que la que había y está aquí para quedarse.

Esos dos aspectos comentados arriba se están modificando, por lo que algunos llaman Empoderamiento del paciente:

Los pacientes (en el caso de pediatría los padres y madres) están tomando el control de su salud (y la de sus hijos).

Hay dos consecuencias fundamentales:

  1. La relación del pediatra con los padres de sus pacientes es mucho más equilibrada. Los padres tienen la información suficiente, y si no la tienen podemos y debemos dársela, para que nuestra conversación sobre el problema de su hijo no sea un monólogo de órdenes, sino un diálogo en el que se valoren las opciones posibles y se llegue a una decisión sobre la mejor alternativa. Ese diálogo permite además aclarar cuándo es necesaria una nueva consulta, conocer los signos de una complicación…
  2. La información que los padres pueden facilitar es valiosísima. Ya que tienen una mejor formación, son capaces de obtener valoraciones muy útiles sobre la evolución de su hijo, con el que pasan más tiempo y al que conocen mejor que nadie.

Madres y padres son los protagonistas en el cuidado, seguimiento y tratamiento de sus hijos. Y los pediatras somos asesores a los que ellos acuden cuando lo necesitan para que les asistamos. No para que decidamos por ellos, sino con ellos. En eso consiste el respeto.

El empoderamiento del paciente no es un movimiento contra el médico, sino una exigencia justa de ser tratados con el respeto que se merecen, porque se esfuerzan en estar informados y quieren ser parte activa en la salud de sus hijos.

Yo soy también padre, y me sentiría ofendido e infravalorado, si alguien pretendiese decidir sobre mi hijo, sin explicarme los motivos por los que hacer concretamente esto o aquello es lo mejor para él, ni darme la oportunidad de tomar parte en las decisiones.

Es en lo que consiste el consentimiento informado, que además de una exigencia legal, lo es moral en el buen ejercicio de la medicina.

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Bases para comprender los problemas de sueño en niños

Bases para comprender el sueño infantil

Aclara tus ideas para entender los problemas de sueño en niños.

 

El conocimiento es comprender.


Nunca hagas algo porque supuestamente quien te lo dice sabe del tema.

 

En esta vida todos nos equivocamos. Por eso, los errores son siempre asumibles. Lo que es difícil de aceptar es sufrir por errores de otros.

 

Cuando se trata de tu bienestar o el de las personas que quieres no te conformes nunca con saber qué hacer (porque te lo diga alguien teóricamente experto), intenta siempre comprender qué hacer.

 

Voy a intentar que en esta sección se entiendan las bases sobre las que se desarrolla el resto del libro.

 

Como está escrito para padres, y no para catedráticos, habrá conceptos o palabras que no se utilicen con todo el rigor científico que algunos puedan esperar.

 

Mis disculpas por adelantado.

 

Como tampoco me considero poseedor de la verdad absoluta en este tema (que creo que no existe), no haré referencia continua a estudios que respalden lo que digo.

 

De hecho, si alguien me mostrase un estudio con todas las garantías que demostrase que el 99% de los niños a los que se arranca la oreja izquierda es más feliz en su vida, yo no tendría más comentario al respecto que la total seguridad de que mi hijo se encuentra en el 1% restante, que prefiere conservar ambas orejas (y no podría evitar asombrarme de lo raros que deben ser el otro 99%).



En resumen: Qne no es mi intención convencer a nadie sino exponer simplemente cómo veo yo el tema por si puede resultar útil a alguien.

 

Todo lo que leeréis, es por tanto mi opinión.

Tan válida y discutible como la de cualquiera.

 

Otro aspecto que debéis tener claro es que este libro fundamentalmente está pensado para aplicarlo desde el primer día o con pocos meses. Es para prevenir o tratar con muy corta edad.

 

Si tenéis un hijo con 5 años que duerme mal, tal vez os aclare por qué creo que habéis llegado a esta situación pero no como tratarlo.


Capítulo siguiente: La Teoría del Colecho…


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Introducción sobre el sueño en niños

Una guía sobre diferentes opciones con un único objetivo, que niños y padres descansen bien.

Tener un hijo es una de las mejores experiencias de la vida. Es fantástico, ilusiona, sorprende… Pero siempre agota.

Una vez me dijo una madre:

“La depresión postparto no existe,
es agotamiento”.

Creo que en mis años de experiencia como pediatra, antes de que el niño cumpla los dos meses, no he visto a una sola madre que no tuviera cara de ir a morirse en cualquier momento.

En los primeros meses el coeficiente intelectual de cualquier padre o madre baja de forma alarmante. Esto no lo entiende nadie hasta que le pasa.

Pero es que necesitamos dormir, y el inicio de la vida de un niño suelen romperle el ritmo de sueño a cualquiera.

No se descansa bien y eso pasa factura. Os sentís agotados y el humor se resiente.

Cuando se habla sobre el sueño de los niños, hay quien centra el tema sólo en el niño, pero es importante pensar un poquito más allá.

Al niño le conviene tener unos padres descansados y de buen humor, porque va a convivir con ellos.

Y no le recomiendo a ningún niño la vida con unos padres que llevan seis meses o a veces seis años sin una noche de descanso decente.

Hablando de sueño y niños, a mi modo de ver, el objetivo es que todos (hijos y padres) podáis descansar bien.
Respecto al sueño de los niños hay teorías muy diferentes.

Pero es que hay padres, niños y circunstancias muy diferentes.

Hay defensores radicales de cada una de esas teorías, la mayoría muestran sus argumentos y atacan a la contraria.

Yo sinceramente creo que ninguna de ellas es la única verdad, ni válida para todos.

Intentaré exponer las dos posturas que en este momento tienen más difusión:

El colecho.

Enseñar a los niños a dormir solos.

Son teorías muy diferentes en sus principios y en su aplicación.

Hasta el punto de que los defensores de cada una consideran en muchos casos una barbaridad lo que la otra propone.

Mi labor intento que consista en informar, ofreciendo consejos que puedan ayudar a algunos padres.

Pero en ningún caso pienso que soy poseedor de la verdad absoluta.

Yo no creo en dar información a los padres generándoles continuamente miedos.

Diciendo como hacen algunos que no obedecer sus indicaciones harán un daño irreparable a su hijo.

Estos autores hacen mención continua a estudios que respalden lo que afirman.

Y en teoría eso es positivo, quiere decir que no es una opinión subjetiva, sino que son afirmaciones científicamente comprobadas.

Pero es que tratándose de educación infantil todo es subjetivo.
Todas las teorías tienen una fuerte carga ideológica.

Y hay estudios que “demuestran” una cosa y otros de “demuestran” la contraria.

Yo he leído libros, estudios y hablado con defensores de una postura y de otra.

Pero sobre todo hablo con padres y sé que lo que a unos les funciona es para otros impensable.

Y con ambas teorías puede conseguirse el objetivo:

Que padres e hijos puedan descansar.

Por tanto las expondré del modo en que yo las entiendo, con sus condicionantes y métodos distintos y sois vosotros los padres, los que debéis decidir cual es más adecuada para vuestra familia.

O si debéis buscar otro método distinto de estos dos.

Como en tantas otras cosas, hablando de educación, cuanto antes se empiezan a hacer bien las cosas, menos trabajo cuesta. Y si empezamos haciéndolo mal, es más difícil corregirlo cuanto más tiempo pase.

Por eso, lo recomendable sería que esto se leyera antes de tener el niño y especialmente antes de que aparezcan los problemas de sueño.

Escribo este libro por “puro egoísmo”.

Porque como pediatra sé que existe una cadena de acontecimientos inmutable por la cual:

“Si el niño no duerme, no duermen lo padres.

Y si los padres no duermen, no duerme el pediatra.”

Y ese soy yo.

Así que vamos a ver si dormimos todos.

Capítulo siguiente: Bases para entender el sueño en niños…

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Los padres y madres perfectos no existen

Nadie es perfecto. Como padre o madre, te equivocarás. Deja de pretender ser en la paternidad lo que nadie es en nada. Y disfruta de tu hijo.

Si lees guías de ayuda a padres y madres, es porque te preocupa la educación y la salud de tu hijo.

O sea, que si lees esto, como cualquier madre o padre que se precie, intentas hacer las cosas lo mejor posible.

No quieres hacer daño a tu hijo involuntariamente. Y si es posible, quiere hacerlo todo, lo mejor que puedas.

Además, siempre tienes gente cerca que te aconseja cómo hacer las cosas con tu hijo.

Yo suelo decir que el deporte nacional no es el fútbol, no son los toros: Es calentarle la «cabeza» a los padres.

No es, en la mayoría de los casos, fruto de la mala voluntad, sino de la buena intención.

Los que rodean a los padres, habitualmente, cuando ven algún problema, tienden a dar consejos.

Unos tienen más fundamento y otros menos. Unos tienen un punto de comprensión, y otros de crítica.

Pero al final, es frecuente que las madres y los padres se sientan juzgados, inseguros y culpables. Porque piensan que nunca hacen las cosas todo lo bien que deberían en la crianza de sus hijos.

Me he decidido a escribir este artículo, porque veo en mi trabajo muchos padres y madres que están tan agobiados con hacer las cosas perfectas, que son incapaces de disfrutar de sus hijos. Están abrumados por un mar de dudas y detalles que les superan. Intentan hacerlo todo tan perfecto que es imposible. Y siempre hay algo que falla.

Algunos, además se culpabilizan en cuanto al niño le pasa algo: «Se le ha irritado el culete porque no le cambio el pañal con bastante frecuencia.» «No gana bastante peso porque no se alimentarlo.» «Es un consentido porque no sé educarlo.» «Se ha resfriado porque no lo abrigué bien.»…

Cuando no se le ocurre al padre o a la madre de forma espontánea, no falta el que lo sugiere desde fuera.

Y luego están los «expertos» que te dicen cómo debes actuar en cada momento: El pediatra, La super nanny, a veces un familiar…

Muchos te dan órdenes directamente, como si tu hijo te lo hubiesen prestado, pero fuese suyo…

Para algunos de ellos no hay más que una forma correcta de hacer las cosas: La suya.

Y funciona igual de bien en cualquier niño. Si no funciona, es que tú lo haces mal.

Y luego encuentras toda clase de expertos famosos. Algunos ya casi «están en los altares». Te cuentan lo maravilloso que es hacer las cosas a su manera y quedáis totalmente convencidos. Luego llega la realidad, el día a día y resulta que no siempre es tan fácil, y que cuando buscas una solución a los problemas reales, obtienes respuestas vagas para volver a lo mismo: La forma correcta.

El mensaje que yo quisiera que saquéis de esta lectura es el siguiente:

En este mundo nada es «perfecto». Ni lo somos nosotros, ni lo serán nuestros hijos.

Intentad informaros, intentar hacerlo «bien». Pero que no os agobie tanto el tema como para que vuestra experiencia de paternidad esté dominada por la ansiedad o la culpa.

Si disfrutáis de la crianza y os agobiáis menos, seguramente vuestro hijo será más feliz. Y ese es sin duda el objetivo.