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Problemas en el parto

Los problemas que pueden aparecer tras el parto son en su mayoría fallos en la adapatación a la vida fuera del útero.

En el parto, un recién nacido pasa de estar en una situación en la que tiene todas sus necesidades cubiertas, en un ambiente totalmente estabilizado, sin contacto con sustancias ni seres extraños a tener que respirar o se ahoga, cambia el circuito de la circulación sanguínea, tener que comer o sufrir hambre y un ambiente de lo más agresivo en el que pierde calor, pierde humedad, todo es áspero, son materiales extraños y empiezan a colonizarle millones de seres microscópicos, algunos de los cuales intentarán producir una infección.
De cada una de las adaptaciones anteriores surgen los problemas que un recién nacido puede tener en las primeras horas de vida:

  1. La respiración supone que en cuestión de segundos un órgano que hasta entonces no había servido para prácticamente nada, empiece a funcionar a plena capacidad. Los pulmones estaban colapsados, eran como un racimo de globos cerrados, y en segundos tienes que abrirlos todos. Al hacerlo arrastran hacia su interior parte del líquido que estaba ocupando las vías respiratorias. Si es poca cantidad y va limpio se irá re-absorbiendo en las primeras horas de vida sin problemas. Pero a veces es demasiado, o los pulmones no consiguen abrirse del todo, o antes del parto, por un exceso de estrés el niño ha hecho caca en el líquido antes de salir y lo ha manchado con meconio (las heces que hace los primeros días de color negro verdoso). Lo primero, el exceso de secreciones en el árbol respiratorio suele ceder en cuestión de horas o pocos días en los que suele necesitar un mayor aporte de oxígeno y alguna que otra medida de apoyo. El caso de los pulmones que no consiguen abrirse del todo es más frecuente cuanto más prematuro es el recién nacido, debido a que en las últimas etapas del embarazo los pulmones producen una sustancia llamada surfactante que facilita que las paredes de los pequeños sacos (alvéolos) en los que se produce el intercambio de gases no se queden pegadas. Si un niño nace antes de que haya la cantidad necesaria de esa sustancia muchos de los alvéolos quedarán colapsados. En algunos casos se usa un sustituto de esa sustancia para paliar el problema. En otros puede suponer un esfuerzo tan importante el abrir esos alvéolos colapsados en cada respiración que será necesario mantener al recién nacido con respiración mecánica para evitar que se agote. El último caso da lugar a lo que llamamos síndrome de aspiración meconial. Generalmente tras el parto, el estrés sufrido hace que el recién nacido efectúe su primera defecación. Esta primera y las siguientes serán de un color negro verdoso. Son deposiciones compuestas casi exclusivamente por secreciones intestinales de las que el principal componente son las secreciones biliares, que dan el color a estas heces. Mientras las deposiciones tienen esas características reciben el nombre de meconio. A veces si el estrés que el feto sufre es excesivo antes de salir, puede hacer una primera deposición en el interior del útero. El meconio se mezclará con el líquido que envuelve al niño (líquido amniótico) y puede ser aspirado en el momento del nacimiento hacia el interior de los pulmones. Este meconio es una sustancia muy agresiva en las vías respiratorias, inflamándolas, lo que dificulta la respiración y favoreciendo las infecciones. Cuando esto sucede suelen precisar ayuda respiratoria (respiración mecánica), tratamiento antibiótico para evitar las infecciones y a veces control en una unidad de cuidados intensivos durante los primeros días de vida.
  2. La oxigenación por medio de los pulmones, la alimentación por vía digestiva y la desaparición de la placenta que realizaba ambas funciones determinan que el circuito de circulación sanguínea cambie por completo. Antes del parto el corazón debía enviar la sangre a la placenta para recibir el oxígeno y los nutrientes y eliminar el dióxido de carbono y las demás impurezas resultantes del metabolismo. El pulmón era un órgano más a mantener vivo y en desarrollo pero no el responsable de oxigenar toda la sangre del organismo. Las arterias pulmonares que le llevan la sangre antes del nacimiento, son las mismas que lo tendrán que hacer después con un volumen mucho mayor, con la diferencia de que antes del nacimiento es esta sangre la que debe llevar el oxígeno que necesita el pulmón.Para ello lo recibe por mezcla con la sangre que procede de la placenta a través de unos orificios abiertos en las separaciones internas del corazón y por un cortocircuito entre las dos arterias que salen del corazón (la aorta y la pulmonar). Si estas conexiones permanecen abiertas tras el nacimiento, se oyen unos ruidos anormales en los latidos (soplos), que nos están diciendo que esta adaptación no se ha producido del modo adecuado. Algunos de ellos no tienen repercusión en el riego y oxigenación correcto del organismo (soplos sin repercusión hemodinámica) pero otros pueden dificultarlos seriamente (soplos con repercusión hemodinámica). El cierre de estas conexiones se produce a veces de modo gradual durante los primeros días de vida por lo que durante este período es posible que se detecten soplos que desaparecen en poco tiempo, no teniendo repercusiones serias. En otros casos existen malformaciones graves en el corazón o los principales vasos sanguíneos que no impidieron el correcto desarrollo del organismo mientras funcionaba la placenta y estaban abiertas las conexiones fetales pero que hacen incompatible el correcto riego sanguíneo del organismo una vez se cierran éstas. Cuando sucede el cierre de las conexiones, a veces días después del nacimiento, se produce un empeoramiento claro del niño en cuestión de minutos con palidez de piel que puede llegar a ponerse azulada y un marcado decaimiento. Si esto ocurre debe ser visto por un pediatra de forma inmediata.
  3. En cuanto al hambre. Mientras el niño se alimentó en el interior de su madre a través de la placenta era como si tuviese un suero cogido al ombligo y por él le fuésemos pasando toda la alimentación necesaria. En el momento que nace, se cierra el grifo. A partir de ese momento su cuerpo tiene que acostumbrarse a abastecerse a partir de sus reservas y cuando estas empiezan a agotarse pedir comida y asimilarla. Es un cambio radical. Tan radical que los primeros días tras el nacimiento tiene mucha facilidad para que los niveles de azúcar en sangre bajen. Por ello, estos primeros días, no debe dejarse a un niño sin comer demasiadas horas. De hecho la mayoría de ellos se encargan de que sea así, exigiendo con el llanto que se les dé de comer cada 2 ó 3 horas como mucho.Son como un coche con el depósito de combustible pequeño. Pide pequeñas cantidades de forma continua. Poco a poco su estómago aumentará de tamaño y su hígado regulará cada vez mejor los niveles de nutrientes en sangre hasta que en torno a las 2 semanas de vida ya los controle perfectamente. Desde ese momento veremos que las tomas van espaciándose en el tiempo al ritmo que aumenta la cantidad que come en cada toma y si una noche por fin duerme del tirón 6 ó 7 horas, habrá que agradecerlo y descansar.
  4. Otro aspecto es el mantenimiento de la temperatura corporal. Los seres humanos para el buen funcionamiento de nuestro metabolismo precisamos una temperatura estable entre los 35 y los 37º. Una disminución por debajo de esas cifras enlentece nuestra actividad vital y dificulta el normal funcionamiento del organismo. Es lo que llamamos una hipotermia. Los recién nacidos que son abandonados de cuando en cuando en cubos de basura y similares mueren de hipotermia al agotar sus reservas de energía si no son rescatados antes. Son especialmente proclives a sufrirlas por su escasa capa de grasa y porque su superficie corporal es mayor en relación a su peso de lo que lo será en cualquier otra edad.Para reducir el esfuerzo que debe realizar el recién nacido para mantener su temperatura al principio se recomienda abrigar bien a los niños y mantenerlos en un ambiente cálido y con cambios de temperatura lo más suaves posibles. Abrigarlos bien quiere decir, durante los primeros días de vida 2 capas de ropa más que los adultos que haya a su alrededor. A partir del mes y hasta los 3 meses de edad una capa de ropa más. Y a partir de los 3 meses las mismas capas de ropa que los adultos que le rodean.Al nacer la propia naturaleza ha previsto un sistema para proteger al cuerpo contra la pérdida de calor. Es una grasa blanquecina que cubre el cuerpo del niño cuando nace (vérmix) que es más abundante cuanto más prematuro sea el niño, protegiendo mejor así cuanto más fina es su piel. En la reanimación se seca al niño pero intentando no retirar esa grasa que le protege del frío, pero también de las infecciones.
  5. Al igual que pierden calor, pierden mucho líquido a través de una piel y unas mucosas que hasta entonces habían estado permanentemente hidratadas (sumergidas en líquido amniótico). El efecto en la piel es la descamación durante los primeros días, que en algunos niños llega a ser de todo el cuerpo y muy llamativa.  Lo mismo que se seca la piel se secan las mucosas (nariz, garganta) dando como resultado una congestión nasal con estornudos y poca tos, pero sin moqueo, que a veces los padres confunden con un resfriado. Mejora con hidratar un poco la mucosa echando un par de gotas de suero fisiológico en los orificios nasales. No hace falta aspirar si no ves moco. A veces mejoran también poniendo una fuente de humedad en la habitación.
  6. Por último, otra gran novedad para el organismo, es descubrir que el mundo está lleno de seres y sustancias extrañas.Algunas de ellas agresivas, capaces de producir alergias e infecciones. Hasta el nacimiento el sistema inmunitario de la madre había establecido un cerco en torno al feto que hacía casi innecesario que actuase él, pero desde que nació, a excepción de los anticuerpos heredados de la madre, que no es poco, todo aquello con lo que tiene contacto (y son miles de microbios y sustancias) tienen que ser sobre la marcha catalogados como algo inocuo o algo peligroso y activar el sistema inmunitario en su contra o ignorarlo. De ello puede depender su supervivencia. Tan perjudicial resultaría desencadenar una reacción contra algo que nos rodea por todas partes produciendo una alergia como no reaccionar ante un microorganismo capaz de producir una infección grave. El resultado es que en los primeros días aparece una reacción alérgica más o menos intensa en muchos niños (exantema toxoalérgico) por reacción a ropa, colorantes, detergentes… con los que nunca había tenido contacto su piel, que suele ceder antes de los 10-15 días de vida sin necesidad de tratamiento.
  7. En el extremo contrario están las infecciones neonatales.Infecciones generalizadas (sepsis) y meningitis son más frecuentes y más graves en las primeras semanas de vida. Por lo que en algunos casos es preciso analizar y mantener en observación o incluso tratar preventivamente a los niños ante ciertas situaciones de riesgo que pueden favorecer estas infecciones, como por ejemplo una rotura de aguas de la madre más de 24 horas antes del parto, fiebre de la madre durante el parto o la presencia de un microorganismo en la flora vaginal de la madre (el estreptococo beta galactiae) que es el causante de infecciones neonatales más frecuentes.

Todos estos cambios y la adaptación a su nuevo ambiente tras el parto se van completando en las primeras semanas, considerándose período neonatal el primer mes de vida. Es el período en el que suelen dar la cara la mayoría de los problemas congénitos: infecciones, malformaciones, alteraciones metabólicas, tumores neonatales… responsables de la mayor parte de las muertes infantiles.