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Fiebre en niños y bebés

Fiebre en Niños y Bebés explicado a los padres

Fiebre en niños y bebés: qué es, cómo controlarla, convulsión febril, fases de la fiebre. Explicado a los padres de forma clara.

Ya que la causa más frecuente de enfermedad en niños y bebés es la infección. La fiebre es también causa habitual de consulta. A veces asociada a otros síntomas. Otras veces como signo de alerta de que algo no anda bien.

No hay que obsesionarse por controlar totalmente la fiebre. De hecho en muchas infecciones durante los primeros días no es controlable. Pero la posibilidad de convulsiones febriles (que explicaré más adelante) y el hecho de que va agotando más rápidamente los recursos del organismo hacen recomendable intentar mantenerla bajo ciertos límites.

La fiebre en niños

¿Qué es fiebre en niños y bebés?

Se considera febrícula a la temperatura medida en axila (temperatura periférica) entre 37 y 38º Centígrados, y fiebre si ésta es mayor de 38º. En otras localizaciones, la temperatura tiene valores distintos. Por ejemplo en culete (temperatura central) la temperatura suele ser más alta que en axila (entre medio y un grado más).

Los termómetros digitales tienen el problema de que cuando las pilas empiezan a gastarse pueden no ser fiables. Y dado que entre uso y uso a veces pasa bastante tiempo no podemos saber si están gastándose o no. Por eso lo mejor es ponerlo en dos ocasiones y debe darnos el mismo valor. Si da dos valores muy distintos, sospechad que no es fiable.

El termómetro de oído añaden el problema de que una infección de oído puede darnos temperaturas altas que en realidad corresponden al foco de la infección sin que en muchos casos el niño tenga fiebre realmente. Y si el niño tiene tapones de cera no dan temperaturas inferiores.

Los termómetros de la frente son muy sensibles a situaciones en las que estamos calentando o enfriando la piel (por ejemplo que no detecten la fiebre si nos está dando un aire acondicionado sobre la piel, o dar temperaturas altas si estamos tomando el sol). Por lo que hay que evitar la exposición a focos de frío o calor antes de tomar la temperatura.

Las fases de la fiebre en niños y bebés:

 

Cuando la fiebre es alta pueden diferenciarse fácilmente 4 fases en niños y bebés:

La piel se pone pálida con las ojeras más marcadas y los pies, las manos y los labios morados.

Las manos y los pies están fríos y la cabeza está caliente.

Todo esto ocurre porque para subir la temperatura el cuerpo retira el riego de sangre de la piel, acumulándola en el interior del cuerpo evitando que pierda calor por contacto con el aire.

Si tomamos la temperatura en este momento puede ser incluso más baja de lo normal (34-35º en la axila o la frente). Y el niño tiene sensación de frío, ya que al reducir el riego de sangre a la piel baja la temperatura en su superficie, que es donde tenemos los receptores para la temperatura. Si es pasajero (viene y se va con los picos de fiebre) no hay que preocuparse.

Pero si la palidez de piel es permanente durante varias horas seguidas debe ser visto por un pediatra de forma inmediata.

Empieza a temblar. Hay que diferenciar el temblor (como cuando uno tiene frío) de las sacudidas (movimientos rítmicos bruscos, que pueden aparecer en las convulsiones). El temblor es una forma de producir más calor, quemando energía en los músculos.

La piel se enrojece. Esto ocurre cuando el cuerpo quiere eliminar el calor acumulado. Dilata los vasos sanguíneos de la piel para eliminar calor por contacto con el aire. Aunque en este momento es cuando más caliente notamos la piel y el niño tiene calor, en realidad es cuando la fiebre está empezando a bajar.

Suda. La piel desprende agua que al evaporarse arrastra con ella el calor. Cuando el sudor ya esta frío, la fiebre ha bajado.

Fases de la fiebre en niños

¿Cómo controlar la fiebre en niños y bebés?

Para controlar la fiebre hay dos herramientas: Los medios físicos y las medicinas.

Medios físicos: Quitar ropa, baño con agua templada, dar agua con frecuencia.

La fiebre da sensación de frío por lo que se tiene tendencia a abrigarse. Pero al hacerlo dificultamos la eliminación de calor por la piel con lo que sube la temperatura. Por tanto para hacer bajar la temperatura debemos desnudar al enfermo. No es bueno bajar la temperatura de golpe. La convulsión febril puede ocurrir tanto con una subida como con una bajada brusca de la temperatura. Por ello los métodos para bajarla rápidamente como las duchas de agua fría o los paños de alcohol no son recomendables.

Lo que hay que hacer es meter al niño en la bañera con agua templada (unos 5º menos que la temperatura del niño, si tiene 39º el agua a 34º) y dejarlo durante 15-20 minutos de forma que conforme se enfría el agua por sí sola va bajando gradualmente la temperatura.

La forma más efectiva del cuerpo para eliminar calor es sudar. Cuando estamos deshidratados tenemos que ahorrar agua con lo que sudamos menos, por lo que si tenemos fiebre cuesta más bajarla. Por eso cuando alguien tiene fiebre es bueno que tome líquidos con frecuencia para permitirle al cuerpo que pueda eliminarla sudando.

Medicinas para la fiebre en niños y bebés:

En pediatría los tres medicamentos usados para la fiebre con más frecuencia son Paracetamol (Apiretal, Febrectal, Melabón), Ibuprofeno (Dalsy, Junifen) y Metamizol (Nolotil, Metalgial).
Cualquiera de ellas en jarabe, supositorios o pinchado tarda en torno a una hora en empezar a hacer efecto.

Dosis de Dalsy en niños

Dosis de Apiretal en niños

Dosis de Metalgial en Niños

A modo orientativo la dosis de los más usados son:

Dalsy 2%: El peso dividido entre 3 cada 6 u 8 horas.

Ej.: Niño de 15 Kg. 5 ml cada 6 u 8 horas. 1ml (mililitro) es lo mismo que 1cc (centímetro cúbico).

En los ibuprofenos al 4% damos la mitad de cantidad.

Apiretal: El peso dividido entre 10 cada 6 u 8 horas.

Ej.: Un niño de 15 Kg. 1,5 ml cada 6 u 8 horas.

Si la fiebre es superior a 38,5 o cuesta mucho que baje se puede dar hasta el doble.

Es decir para 15kg, 3ml cada 6 u 8 horas.

Cuando la fiebre vuelve a subir antes de las 6 horas hay pediatras que adelantan la toma, poniéndolas hasta cada 4 horas, los hay que usan los medios físicos y los hay que intercalan las tomas de Dalsy y Apiretal cada 3 ó 4 horas.

Yo soy partidario de esto último:

Se da Dalsy, si a las 3-4 horas sube de nuevo la fiebre a más de 38º se da Apiretal y a las 3-4 horas de nuevo Dalsy…

Si la fiebre es muy alta (más de 39º), dado que el medicamento va a tardar una hora en empezar a hacerle efecto, mientras tanto metemos al niño en agua templada durante 15-20 minutos como describí más arriba.

Aún haciendo todo esto a veces la fiebre no puede controlarse, sobretodo los primeros días de la infección. En esos casos manda el estado general. Si es bueno, aunque la fiebre sea alta, la infección no es grave en principio. Si el estado general es malo y la fiebre muy resistente, debe ser visto por un pediatra lo antes posible para descartar infecciones graves.

Convulsión febril en niños y bebés.

Es la pérdida de conciencia brusca como consecuencia de la fiebre.

A veces se acompaña de movimientos raros, como sacudidas, que es lo que la mayoría de la gente interpreta como convulsión. Aunque puede haber convulsión si temblores.

Las convulsiones febriles típicas aparecen entre los 6 meses y los 6 años, suelen coincidir con una subida o bajada brusca de la fiebre, generalmente el primer día de la infección (no suelen repetir en la misma infección) y ceden sin necesidad de tratamiento en menos de 15 minutos.

Aproximadamente la mitad de los niños que sufren una convulsión febril no vuelve a tener otra en toda su vida

Que un niño tenga una convulsión febril no quiere decir que sea epiléptico, aunque esta repita más de una vez. En la mayoría de los casos, cuando es típica, no precisa estudio alguno ni tratamiento especial si es la primera vez.

Si tiene alguna característica atípica, como que dure más de 15 minutos, que mantenga síntomas de alteración nerviosa tras la crisis, que repita en una misma infección o que aparezca en niños de menores de 6 meses o mayores de 6 años si precisa de estudio para descartar otras enfermedades asociadas.

En cuanto al pronóstico, muchos padres están más preocupados por si la convulsión es un signo de una enfermedad cerebral o si va a dejar secuelas al niño que por la crisis en sí. Si una convulsión cumple todos los criterios descritos anteriormente para considerarla típica, sobre todo el hecho de que dure menos de 15 minutos, no se asocia con secuelas de ningún tipo, el desarrollo cerebral del niño puede ser totalmente normal.

Incluso hay estudios según los cuales los niños que tuvieron convulsiones febriles suelen ser mejores estudiantes y tienen una capacidad de concentración superior a los que no las tuvieron. Aunque pueda sonar presuntuoso, a modo de ejemplo: Somos 7 hermanos, los dos que tuvimos convulsiones febriles de pequeños (una de mis hermanas y yo) hemos sido los que hemos tenido mejores calificaciones en los estudios.

Convulsiones febriles, ¿qué deberían saber los padres sobre ellas?

La crisis: en aquellos niños predispuestos (se ha visto por ejemplo que los niños con convulsiones febriles suelen tener antecedentes familiares) una subida o bajada brusca de la temperatura puede alterar los impulsos eléctricos del cerebro dando lugar a una descarga.

Esa descarga que puede afectar a una zona del cerebro más amplia o menos, suele provocar la pérdida de conciencia del niño y movimientos desorganizados que son más evidentes en las extremidades.

Se puede acompañar de piel pálida con los labios morados (cosa que de por sí puede aparecer simplemente con la fiebre). Si afecta a los nervios que controlan la musculatura de la cara cerrará la boca con mucha fuerza.

Al respirar con los dientes encajados y no tragar la saliva durante la convulsión puede formarse en la boca espuma con la saliva.

Ya que los movimientos de las extremidades pueden ser muy violentos a veces conviene retener al niño, no impidiendo los movimientos por completo, pero si para impedir que se golpee con objetos cercanos.

Cuando la crisis ceda lo notaremos inicialmente porque se relaja, ceden los espasmos y al final se despierta.

No es raro que se relajen los esfínteres escapando orina y heces.

Y tras la convulsión es frecuente también que queden con algo de somnolencia por el agotamiento.

Cuando un niño tiene una convulsión casi siempre va a urgencias donde se suele poner medicación para que ceda la convulsión y oxígeno mientras cede.

En otros muchos casos al llegar a urgencias ya no convulsiona.

Una de las cosas que debe hacerse cuando cualquier niño tiene una convulsión febril es explicar a los padres como actuar si algún día vuelve a aparecer.

¿Qué hacer en una convulsión febril de un niño o bebé?

Hay una medicación que suele recomendarse que tengan en casa todos los padres de niños que han tenido alguna vez una convulsión: Diazepam rectal de 5mg (Stesolid).

Es un enema pequeño, fácil de poner en las convulsiones cuyo efecto como relajante muscular hace que ceda.

Aunque su absorción es muy irregular (su principal defecto) suele cortar la convulsión en menos de 5 minutos, por lo que en niños de más de 10 kilos de peso se puede repetir pasados los 5 minutos si no cede.

Ante una convulsión con fiebre, si se tiene el Stesolid, es lo primero que debemos ponerle.

Evitar que con los espasmos se golpee contra objetos próximos retirándolos de su alcance.

Procurar que pueda respirar bien, eliminando cualquier objeto de la boca (por ejemplo si estaba comiendo) y procurando que haya aire (abrir las ventanas y que no se agolpe la gente a su alrededor).

Una vez que cede la convulsión, si la fiebre es alta dar algo para que ceda.

Si está consciente se puede dar en jarabe (Dalsy, Apiretal…), pero si sigue somnoliento ponerlo en supositorio (Febrectal, Efferalgan, Melabón, Nolotil…).

Como cualquier tratamiento para la fiebre tarda en torno a una hora en empezar a hacer efecto, mientras se puede ir bajando la temperatura por medios físicos (meter en la bañera con agua templada, o liar al niño en una toalla húmeda templada).

Tras todo esto y aunque se recupere bien de la convulsión, debe ser valorado por un pediatra para cerciorarse que la crisis ha cedido sin complicaciones y tratar la infección desencadenante de la fiebre.