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Laringitis en niños

Laringitis aguda en niños y bebés, Causas de la Laringitis, Síntomas de la Laringitis, Tratamiento de la Laringitis

Laringitis aguda en niños y bebés. Causas, síntomas y tratamiento de la laringitis aguda. Tos de perro o de foca que le despierta de noche con ahogo.

La laringitis en niños es una de las causas más frecuentes de salir corriendo a Urgencias de madrugada. Son más frecuentes en los cambios de estación: Final del verano y principios de la primavera.

¿Qué es la laringitis en los niños? Síntomas de la Laringitis Aguda

La laringitis es una inflamación de la laringe. En la laringe están las cuerdas vocales. Y cuando se inflaman, a parte de dolor de garganta, lo primero que notamos es afonía o ronquera.
La laringitis a veces va acompañada de tos muy escandalosa. Es lo que la gente llama «tos de perro o de foca«.
Otras veces se acompaña también de ahogo. Lo notamos porque al respirar el niño hace un ruido muy ronco que llamamos estridor.

Puedes escuchar la tos de laringitis en el siguiente vídeo. Gracias a los padres que lo grabaron y me lo enviaron para poder añadirlo a este artículo.

Causas y Síntomas de la Laringitis en niños y bebés

Habitualmente el niño se acuesta bien y se despierta de madrugada con tos ronca y ahogo.

El ahogo se nota a parte del ruido que hace al respirar, porque vemos que mueve todo el cuerpo en cada respiración y si le vemos el pecho se nota que al aspirar la piel se hunde entre los huesos.

El problema es que al inflamarse las cuerdas vocales, cuesta que el aire pase hacia los pulmones.

Si llora está muy afónico.

Como podréis imaginar, cuando la mayoría de los padres ven así a su hijo, salen corriendo hacia el servicio de Urgencias más cercano. Es de hecho la causa más frecuente de que despierten a un médico de guardia en fechas del cambio de estación. Cuando hace calor durante el día y refresca de noche. 

Lo normal es que al llegar a Urgencias la mayoría de los niños hayan mejorado algo. El motivo es que al respirar el aire frío de la noche baja la inflamación de las cuerdas vocales.

Tratamiento de las laringitis agudas en niños y bebés

El tratamiento suele consistir en administrar corticoides (un medicamento que baja la inflamación, en España los más usados son la dexametasona, el deflazacor y la estilsona (prednisolona)) que pueden darse por boca, pinchados o en aerosol (esta última es la vía más usada y con menos efectos secundarios –budesonida-).

A veces con la única dosis de Dexametasona administrada en urgencias es suficiente. Pero otras se debe tomar el medicamento durante varios días para evitar la recaída.

La laringitis puede acompañarse de fiebre o no. Para bajar la fiebre se pueden usar antitérmicos. Puedes calcular la dosis en los siguientes enlaces:

Tos en la laringitis aguda. Hay niños que tosen más y otros que casi no lo hacen. Cuando la tos es persistente puede empeorar la inflamación de las cuerdas vocales y por lo tanto el ahogo. En estos casos podemos recomendar algún antitusivo.

Lo habitual es que al principio sea la tos típica seca con afonía. Pero cuando pasan un par de días esa tos suele cambiar y empezar a mover moco. Cuando esto ocurre es mejor suprimir los antitusivos para permitir que acabe de limpiar las secreciones.

Laringitis de repetición. Forma de actuar y tratamiento.

En realidad, no hay un sólo germen causante de las laringitis. Hay más bien niños de laringitis y niños que no lo son. Es decir, ante cualquier infección de garganta o catarro, durante las épocas de cambio de estación hay niños que reaccionan a esas infecciones una y otra vez inflamando las cuerdas vocales.

Los padres de estos niños acaban asustándose menos y probando ciertos métodos para bajar la inflamación de la laringe y evitar las excursiones nocturnas a urgencias:

  • Tener siempre a mano los corticoides para tratarlo. Como en otras ocasiones, no os recomiendo la automedicación. Pero seamos realistas. Cuando un niño tiene 6-7 laringitis los padres conocen perfectamente el cuadro y acaban usando los corticoides en casa en lugar de salir corriendo a urgencias para que acaben recetándoles eso mismo.
  • Cuando se despierta con la tos y el ahogo pueden:
    • Abrigar al niño y sacarlo al balcón para que respire el aire frío de la noche.
    • Cerrar el baño y poner en funcionamiento la ducha con agua caliente para que respire el vaho. La humedad ambiental mejora también el ahogo y la tos.
    • Si no mejora con ninguna de las anteriores a Urgencias con las ventanillas del coche bajadas para que respire el frío nocturno.
    • Hay además tratamientos que pueden darse para prevenir las laringitis de repetición en los niños predispuestos. Estos tratamientos se toman durante los meses en los que sigue haciendo calor durante el día pero refresca durante la noche.
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Pekevídeo 16: Síntomas de bronquitis en niños

En este Pekevídeo, en menos de dos minutos, puedes entender lo que es la bronquitis, porqué se produce y qué notamos en un niño cuando la sufre.

La bronquitis es la causa más frecuente de tipo respiratorio de que un niño con menos de 4 años acabe ingresado en un hospital. En algunos niños, a partir de la primera que sufren pueden hacerlo con mucha facilidad.

Si tienes interés en este tema pueden ayudarte también estos otros artículos:

Bronquitis crónica en niños y bebés
La Tos
Pekevídeo 15: Tipos de bronquitis en niños
Displasia broncopulmonar en prematuros
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Pekevídeo 15: Tipos de bronquitis en niños

La bronquitis en niños es una de las enfermedades crónicas más frecuentes durante los primeros años de vida.

En este pekvídeo explicaremos cuales son los 2 tipos fundamentales de bronquitis en niños y en qué se diferencian.

Muchos padres de niños pequeños que son diagnosticados de bronquitis, piensan que su hijo es alérgico a algo. Se suele identificar la bronquitis con asma alérgica. Pero dependiendo de la edad del niño y del desencadenante hay varios tipos de bronquitis, en los que el pronóstico es diferente.

En este vídeo lo explicaremos.

Para aquellos que tengan interés en saber más de este tema podéis leer mi artículo: Bronquitis crónica en niños y bebés.

 

 

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¿Por qué siempre está con mocos y tos? Las vegetaciones. Pekevídeo 12

Sobre todo al final del curso escolar hay niños de 2 a 5 años que tienen mocos y algo de tos de forma continua.

En muchos casos los padres han probado de todo sin ningún resultado.

En este Pekevídeo os explico una de las causas más frecuentes de esto: Las vegetaciones o hipertrofia adenoide.

Podréis entender por qué aparece cada uno de los síntomas que tiene vuestro hijo, para poder tener claro por vosotros mismos si es lo que tiene.

 

¿Por qué siempre está con mocos y tos? Las vegetaciones.

 

 

Si queréis información por escrito sobre este mismo tema podéis leer también el artículo del mismo nombre: ¿Porqué siempre está con mocos y tos? Las vegetaciones

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El niño con las defensas mal Pekevídeo 11

En este pekevídeo abordamos uno de los temas que más preocupan a los padres: Las defensas de sus hijos y las infecciones.

Intentaré responder a los interrogantes más importantes que surgen en este tema:

¿Porqué los niños tienen tantas infecciones?

¿Tendrá mi hijo las defensas mal?

¿Cómo se nota cuando realmente las tiene mal?

Además:

Si visualizar el pekevideo estimula vuestra curiosidad o conocéis casos de niños que verdaderamente tienen la defensas mal, encontraréis respuesta a las inmediatas preguntas que os habréis hecho:

¿Entonces, hay algo que suba las defensas?

¿Cuándo y como madurará su sistema defensivo?

¿Qué podemos hacer, es difícil o caro mejorar el sistema defensivo?

No dejéis de visitar el enlace:

Defensas para bebés y niños

 

El niño con las defensas mal

 

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Alergia o catarro en niños: Peketip 10

Diferenciar catarro y alergia al polen en niños sin hacer pruebas:

El catarro dura días. / La alergia lo que la polinización (meses).

El catarro empeora durante unos días y después mejora.

La alergia tiene un horario claro:

Empeora un poco a primera hora, mejora a medio día y empeora mucho al atardecer.

En primavera un niño puede resfriarse, pero también puede ser alergia, por lo que es habitual que surja la duda. De hecho una alergia no es más que un error de nuestro sistema defensivo, que hace que nos defendamos de un polen (por ejemplo) como si un virus nos atacase. De hecho, pueden tratarse con los mismos medicamentos.

Hay varias pistas que pueden orientarnos en los niños para diferenciar catarro de alergia:

  1. Duración: Un catarro suele durar en torno a una semana. Pasamos 2 ó 3 días en los que los síntomas van en aumento. Y luego otros 2 ó 3 días de mejoría. En la alergia sin embargo hay días mejores y días peores (dependiendo de la intensidad de la polinización, de si la lluvia limpia el ambiente o el viento libera más polen…), pero no desaparece del todo en los meses en los que sigue habiendo polen.
  2. Horario: En el catarro, el único horario que podemos ver es que habitualmente el moco es más claro durante el día y se espesa a lo largo de la noche. Pero en la alergia a pólenes, vemos que el niño empeora cuando sale a un ambiente donde hay más polen. Y que no es igual hacerlo a cualquier hora. Cuando el sol sale, por la mañana, las flores se abren y empiezan a liberar polen. Pero en cuanto empieza el calor, se forman corrientes de aire que suben desde el suelo caliente arrastrando el polen a las capas altas de la atmósfera. Durante las horas de más calor el polen que hay a nuestra altura se reduce. Por último, cuando al atardecer empieza a refrescar, las corrientes de aire ascendente desaparecen, y el polen que habían mantenido en capas altas de la atmósfera cae de golpe. Esto se repite cada día, de modo que hay más polen en el aire a primera hora de la mañana, se reduce por la tarde y aumenta mucho al atardecer. Y los síntomas del alérgico siguen claramente este ritmo.
  3. Fiebre: Por último, la alergia no produce fiebre, un catarro puede hacerlo o no. Por tanto si la congestión se acompaña de fiebre, suele ser un catarro. Si no lo hace, puede ser alergia o catarro.

La importancia de diferenciar el catarro de la alergia en niños es importante porque en la alergia el tratamiento es de mayor duración y en algunos casos conviene hacer tratamientos de prevención cada primavera. A veces, antes de que empiecen los síntomas.

Las pruebas de alergia, que pueden darnos el diagnóstico definitivo suelen realizarse en otoño (cuando no se está tomando medicación para la alergia, y con tiempo para iniciar la vacunación anti-alérgica cuando está indicado).

Peketip 9
Peketip 11

 

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Los seis síntomas del niño enfermo

Niño enfermo
Niño enfermo

Fiebre, tos mocos, vómitos, diarrea y dolor.

Los principales motivos por los que los niños son llevados al pediatra, son en realidad, mecanismos que el cuerpo usa para defenderse.

Puede surgir entonces la idea de: «Si son formas del cuerpo para defenderse, dejémoslas actuar libremente. ¿Para qué interferir con un mecanismo que el cuerpo usa para sanar?»

Lo que sucede, es que cuando aparecen, interpretamos que algo marcha mal y suelen ir relacionados con malestar y sensaciones desagradables.

Cuando las detectamos, son un signo de que hay una causa que está desencadenando el proceso. Y es importante averiguar la causa, para plantearse si hay algo que podamos hacer para mejorar la evolución normal de la enfermedad.

Además, el problema es que la reacción, que en sí misma está diseñada para curar, a veces puede empeorar mucho la evolución de una enfermedad.

En muchos casos es útil combatir esos mecanismos, para evitar el agotamiento que producen y para reducir el sufrimiento que llevan asociado.

He escrito un Ebook llamado «Los seis síntomas del niño enfermo» en el que explico en qué consisten estos mecanismos, porqué están ahí, cómo ayudan al cuerpo a sanar y como funcionan. Es la falta de entendimiento de esto lo que genera inseguridad en muchos padres.

Además, intento explicar cuándo considero que el mecanismo funciona bien y ayuda al cuerpo a curar. En esos casos, posiblemente, no será necesario que hagamos nada.

Pero también aclaro, cuáles son los criterios que me hacen recomendar a los padres que, en ocasiones, tomen medidas para contrarrestar estos síntomas. Detallando los que considero mejores métodos para conseguirlo.

Este manual, «Los seis síntomas del niño enfermo«, es un regalo que puedes conseguir gratis, suscribiéndote a esta web.

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Bronquiolitis y lactancia

¿Porqué en algunos casos, la secuela de una bronquiolitis es el abandono de la lactancia materna?

Como todos los años, llegaron las bronquiolitis con el invierno. Pero me doy cuenta de que algo ha cambiado en mí. Nunca había caído en la cuenta hasta ahora de un detalle. Supongo que se debe a que mi formación en lactancia ha mejorado, y ahora presto más atención al tema.
He visto varios casos de bronquiolitis este año, en los que después del episodio han aparecido problemas con la lactancia materna.

¿Cuál es la relación entre bronquiolitis y pérdida de la lactancia materna?

Para entenderlo, voy a explicar el proceso.
La bronquiolitis es una infección producida por un virus. Esos mismos virus, en niños mayores o adultos, suelen causar un simple resfriado. Pero en niños menores de 6 meses, es frecuente que ataquen al bronquiolo (el canal más fino de paso de aire en los pulmones). El resultado es tos y ahogo. Lo que impide que el niño se alimente bien.
Las bronquiolitis suelen durar desde unos días, hasta varias semanas. En ese tiempo el niño come mal. En los bebés que están con lactancia materna, el resultado es que el pecho no se vacía con la frecuencia habitual. Algunas madres lo notan porque se les llena demasiado los primeros días de enfermedad de su hijo. Otras no lo notan tanto.
Pero el resultado es que al vaciar menos el pecho, disminuye su producción de leche.
Si a eso juntamos que la madre suele estar bastante preocupada por la situación del bebé y no piensa en el pecho como algo prioritario, los días van pasando y la producción de leche va reduciéndose.
Cuando por fin el bebé mejora de la bronquiolitis, y empieza a comer más, se empieza a recuperar el pecho. Pero a veces esa recuperación en la cantidad de leche, tarda más que el bebé en pedirla.
Entonces el bebé empieza a comer con ansiedad, traga más gases, llora más. Y la madre interpreta, con razón, que el niño se está quedando con hambre y el pecho no llega.
En muchos casos recurren al biberón y puede suponer el fin de la lactancia.

¿Cómo evitar que una bronquiolitis acabe con una lactancia que funcionaba?

Se me ha ocurrido escribir este artículo, porque he visto varios casos este año en los que ha ocurrido. La bronquiolitis pasó, pero se llevó con ella una lactancia que funcionaba hasta entonces.
Para evitarlo, si tu bebé toma pecho, y empieza con bronquiolitis, prepárate.
Es normal que coma menos durante unos días.
Lo que te aconsejo, es que durante esos días, tras darle al bebé el pecho, te saques la leche sobrante con un saca-leches.
Si lo haces por sistema, mantendrás la producción de leche. Y aunque se redujese un poco, cuando el niño se mejore de la bronquiolitis y empiece a demandar más, podrás recurrir a las reservas que has guardado para completarle hasta que el pecho produzca de nuevo lo que él necesita.
Puede ser la diferencia entre salvar la lactancia o perderla.

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El niño que come mal

Si tu hijo come mal, tiene solución. Si de verdad quieres arreglarlo ¡cambia ya!

 

“Mi niño no me come nada”.

Es el problema (no enfermedad) más frecuente por el que consultan los padres y cuidadores de menores de 4 años.

Pone a prueba la paciencia de cualquiera, porque además es evidente, lo que hace que todo el que hay a su alrededor quiera «solucionarle» el problema a los padres.

La exposición del problema cuando me lo dicen en la consulta suele terminar con una de estas dos coletillas:

  1. ¿No le podría mandar unas vitaminas?
  2. Le he dado «tales vitaminas» y mientras se las ha tomado ha comido (en el mejor de los casos), pero ya he dejado de dársela y está de nuevo igual.

¿Que se hace entonces con un niño que come mal?

Desde luego no mandarle «vitaminas».

Las «vitaminas» que hay en el mercado son de dos tipos:

  1. Complejos vitamínicos: Se dieron con más frecuencia en épocas anteriores en las que aún se veían en nuestro país los efectos del hambre. En realidad están indicadas en situaciones en las que pese a comer de forma adecuada hay una enfermedad que impide que se absorba una vitamina en concreto o todas en general (por ejemplo personas a las que se ha extirpado una parte del intestino por un cáncer). Estas vitaminas no dan hambre. La única razón por la que las mandan algunos médicos es intentando suplir parte de las faltas que hay en la dieta del niño. Son un parche, porque el niño no va a tomarlas toda la vida, y porque hay otros muchos componentes de una dieta sana que toma mal y son tan necesarios o más que las vitaminas.
  2. Antianoréxicos: Son fármacos cuya función es abrir el apetito, lo que hacen actuando a nivel cerebral sobre algunas sustancias que regulan el funcionamiento de las neuronas (serotonina). Sus efectos secundarios no están claros y en cualquier caso no se pueden dar de forma indefinida.

Aunque un día se descubriera un fármaco que de forma infalible diera ganas de comer y se pudiese tomar durante toda la infancia tampoco estaría indicado. Porque no soluciona el problema de base. Sería como tener un tumor cerebral y conformarnos con tomar simplemente algo que nos quite el dolor pensando que si no duele ya no hay tumor.

Bueno, pues después de descubrir que todo lo que hemos hecho hasta ahora no sirve, ¿qué pasa? ¿Es que el problema no tiene solución?

Pues si. La tiene, pero es más complicada que dar un jarabe.

Tiene la ventaja, eso si, de que es más fácil de aplicar cuanto más desesperados estén los padres y cuantos más «remedios milagrosos» hayan probado ya.

Hay que tener claras varias cuestiones antes de empezar:

Edad: Hay varias épocas claves en las que suele aparecer el problema:

  • Antes de la introducción de la alimentación complementaria, cuando aún toma sólo leche.
  • A partir de la introducción de la alimentación complementaria.
  • A partir de la pubertad.

El primer grupo es el menos frecuente, son lactantes que no toman bien la leche, que es su único alimento.

Hay que distinguir un punto clave: ¿Ganan peso o no?

Los que ganan peso es que comen lo que necesitan (aunque no sea todo lo querrían sus padres).

En ese caso el problema no es del niño, sino de los padres que deben entender que piensen lo que piensen, independientemente de lo que diga la experta cuñada, abuela o vecina o hayan leído, el niño come lo que necesita y no tiene porqué comer más.

Otro motivo de tener un peso normal y la sensación de que no come bien es el cólico del lactante: Son muy ansiosos comiendo pero al poco de empezar a comer lo dejan enfadados y en menos de una hora están de nuevo llorando y se vuelven a poner a comer con mucha ansiedad para volver a dejarlo enfadados enseguida.

Su problema es que al comer con tanta ansiedad, enseguida se empachan entre leche y gases.

Le duele la barriga porque el estómago está para reventar, pero como gran parte de lo que ha tragado es aire, sigue con hambre, y al intentar tragar y ver que no puede porque le duele, se cabrea.

Y al no poder acabar de comer a gusto al poco rato vuelve a tener hambre y se pone cada vez con más desesperación a comer porque no consigue saciarse.

Los que no comen bien y no ganan peso son los que deben ser estudiados para descartar, entre otras cosas, infecciones de orina, intolerancia alimentaria o problemas del metabolismo.

El último grupo de edad (en la pubertad) es el que realmente puede corresponder a anorexia nerviosa, siendo su tratamiento fundamentalmente psicológico.

Dejo para el último el grupo de en medio, porque es el más frecuente y con diferencia el que creo que se enfoca peor, tanto por los padres como por muchos médicos.

Todo lo que voy a explicar a partir de ahora es aplicable a este grupo:

Los niños que empezaron a comer mal a partir de la introducción de la alimentación complementaria (sobre todo a partir del segundo año, cuando ya estaréis desesperados y el niño debería comer de todo).

Dos ideas:

1º Todos los seres vivos de este planeta han desarrollado a lo largo de su evolución un instinto que garantiza su supervivencia: el hambre.

Tu hijo no es una excepción.

Es un problema cada vez más frecuente, como lo es también la obesidad infantil (son dos caras del mismo problema).

Y dado que no es causado por una epidemia de «virus quitahambre-engordaniños», la causa debe estar en una serie de cambios sociales cada vez más evidentes:

  • La excesiva oferta de alimentación en nuestra sociedad.

Sobretodo a costa de alimentos elaborados de fácil ingesta y sabor agradable en los que prima la capacidad de venderlos (y para ello los gustos de los niños) sobre la calidad nutritiva: Refrescos, zumos, batidos, derivados lácteos, bollería industrial, frutos secos y demás chucherías…

La edad a la que los niños empiezan a tomar todas estas basuras es cada vez menor (empezando generalmente por los «gusanitos», los zumos y el trozo de pan, o el chupe mojado con azúcar o incluso con miel).

  • La falta de ideas claras de los padres (y de muchos médicos) sobre educación infantil y sobre los mecanismos que regulan el hambre.

Lo que regula el hambre es fundamentalmente el nivel de azúcar en sangre:

Cuando baja sentimos hambre, cuando sube el hambre cede.

La principal razón por la que muchos niños no comen bien es que tienen este mecanismo totalmente alterado, porque lo hemos alterado.

  • Antes la crianza de los niños era cuestión de mujeres y se las educaba para ello. Con la revolución feminista se ha pasado a considerar esta educación como sexista por lo que es cada vez más rara, no educándose ahora para el cuidado de los hijos ni a las mujeres ni a los hombres.

Por que si algo somos a la hora de adoptar soluciones es cómodos.

Lo mismo pasa con la cocina.

Resultado, como ya no saben cocinar ni hombres ni mujeres y además no tienen tiempo, pues comida rápida y que les guste a los niños para que tardemos lo menos posible en que se lo tomen, que hay que ir a trabajar.

  • Los niños pasan a lo largo del día por cada vez más manos.

Antes eran responsabilidad exclusiva de los padres (generalmente de las madres), hoy pasan por unos padres estresados (indistintamente padre o madre en función del horario laboral), por unos cuidadores en la guardería y por familiares, generalmente abuelos a los que la naturaleza, que dicen que es sabia, retiró hace tiempo la capacidad de tener hijos porque a estas alturas no están en condiciones de aguantarlos.

El resultado es que el niño pasa tiempo durante el día con varias personas, cada una con su criterio de como hacer las cosas, unos más estrictos y otros más complacientes.

Cuando sucede esto el niño acaba adaptándose a la situación y «sacando provecho» de ella.

Los niños saben quien les da chucherías y quien no, quien le tolera los caprichos y quien no, y si se les da la oportunidad se organizan para salirse con la suya, aunque no les convenga.

Un niño sabe lo que le gusta y lo que no.

Pero no sabe lo que le conviene, por lo que si dejamos que seleccione su dieta, él suele acabar perjudicado.

¿Cómo empieza el problema?

Hay cuatro hábitos muy comunes que favorecen que el niño empiece a comer mal:

  • Desde el momento que empezamos a darles cosas diferentes a la leche, parece que se hubiera dado permiso a toda la familia para que el niño se convierta en el campo de pruebas «¿A ver que cara?».

Es decir, ya no come porque sea su hora. Si a alguien se le ocurre darle cualquier cosa (pan, gusanitos, un poco de…), no puede escapar bajo el irrefutable argumento de:

«¿A ver que cara pone al tomar un poco de…? Si no le va a pasar nada.»

Acabamos de dar al niño el título de mono de feria oficial de la familia.

  • Nos ve comer, él ya ha comido hace un rato. No le toca comer:

«Pero es que nos mira. Se le va saltar la «yez».

  • El niño está aburrido o triste y usamos la comida para entretenerlo en lugar de darle afecto o atención.
  • Damos bebidas azucaradas para quitar la sed o para que se entretenga.

Si hacéis estas cosas, probad un experimento:

Cada vez que al niño se le ofrezca comida a lo largo del día, apuntadlo. Se incluyen en el concepto de comida cualquier bebida distinta del agua.

En los prudentes suelen ser entre 10 y 15 veces al día.

Algo está claro: Nadie puede comer bien 15 veces cada día.

Antes de empezar estos hábitos vuestro hijo comía cuatro o cinco veces al día.

Ante el exceso de oferta no le queda más que una opción: Seleccionar.

Y su elección es muy previsible:

Entre su comida (potito insulso) y la vuestra (sabores llamativos, salados, dulces…), entre alimentos o bebidas ricos en azúcares y otros ricos en fibra, escogerá el dulce:

Pica de la vuestra y pasa de la suya.

Se bebe el zumo o se come el pan y pasa de la verdura o la fruta.

Es que hasta que probó la nuestra no sabía que le estábamos tomando el pelo.

A partir de ahora, mami, la suya te la comes tú.

La solución en el pre-escolar que empieza a comer mal

Por tanto, si vuestro hijo es un pre-escolar que come mal, poco, no quiere comidas de verdad, cada comida es una pelea y la lista de alimentos que no ha tomado nunca y de los que no quiere cada vez crece más.

Seguro, estáis desesperados: «Lo habéis probado todo».

Por tanto, no perdéis nada probando algo tan descabellado como lo que os voy a proponer:

Lo primero que debéis hacer es hablar con cada uno de los cuidadores actuales del niño (abuelos, tíos, hermanos mayores…) y dejarles claro que vosotros sois lo padres, que la responsabilidad es vuestra y que estaréis encantados si siguen colaborando en la crianza del niño, pero que si lo que van a hacer es llevar la contraria en cuanto os deis la vuelta, entonces que se estén quietos y se abstengan de quedarse con los niños.

No intentéis poner en práctica este método si no conseguís esto,

porque será un desastre.

Pensad por un momento.

¿Cuál es ese alimento que tiene mantenido al niño?

Lo único que come y que le mantiene vivo.

Eso que pide al rato de haberlo rechazado todo.

Una pista, suele ser un producto azucarado (biberón, yogur y sus derivados, batidos, zumos, galletas, trozo de pan… o directamente chucherías).

Esto es lo que llamo El Comodín.

No vuelvas a comprarlo hasta que el niño coma de todo.

Si lo compras y lo tienes en la casa sentirás la tentación de dárselo:

“Para que no se acueste con el estómago vacío”.

Si lo haces, todo el mal rato de verlo sin comer en todo el día no servirá para nada.

Dado que todo niño tiene el instinto de supervivencia del que forma parte el hambre (y que tu hijo tiene como el resto de seres vivos de este planeta, no te engañes), nos vamos a aprovechar de él para educar al niño.

Las normas a seguir son las siguientes:

  1. No se come viendo la tele.
  2. Si el niño tiene edad de coger los cubiertos (y la tiene en las edades de las que hablamos), no dar de comer.
  3. Evitar cualquier comentario relativo a la comida y sobre todo aunque te queme la sangre, no le regañes por comer lento o no comer.
  4. Ofrecer un plato de comida idéntico al de los demás, ni comida especial, ni triturado, ni pasado por el pasapurés. Si acaso troceado.
  5. Cuando los demás miembros de la familia halláis acabado de comer, se retiran todos los platos, incluido el del niño, aunque no lo halla tocado, y sin un sólo comentario.
  6. No le deis absolutamente nada de alimento hasta la siguiente comida. Si pide algo decid simplemente que no va a haber nada hasta la próxima comida. Entre comida y comida sólo hay agua.
  7. No discutáis sobre el tema delante del niño.

Sé que es duro, por eso voy a explicar el porqué de cada una de esas normas:

Para empezar, la tele los emboba. Lo que hace casi imposible que coman ellos solos. Si le pones la tele puedes estar 3 horas con el plato delante del niño sin que se entere siquiera de que existe.

Debe comer cogiendo él mismo los cubiertos para conseguir uno de los principales objetivos de este método: eliminar toda relación de la comida con la afectividad. Hay muchos niños que estando muertos de hambre no comen. Pero es porque consiguen algo a cambio. Ese algo es la atención de los padres, aunque sea para gritarles. Una vez que el niño comprende que no va a conseguir esa atención no comiendo deja de tener sentido pasar hambre para nada. Esto es especialmente frecuente en niños que empiezan a comer mal desde que ha llegado un nuevo hermanito. Hay que evitar por eso mismo regañarle, ni avisarle continuamente de que coma, ni comentarios del tipo de «qué malo es para comer»…

Fuera de las comidas intentad dedicarle tanto tiempo a vuestro hijo como podáis.

Hay casos en que el niño actúa así porque se le ha repetido tanto que come mal, en momentos de desesperación de los padres, que ya da por hecho que él es así y que ese es el papel que le toca representar cada vez que le ponen la comida delante.

La comida que debemos ofrecerle debe ser la misma que la nuestra, porque con dos años o más su dieta debe ser completa y debe masticar.

Si no mastica no se estimula el crecimiento de la mandíbula y cuando salgan los dientes definitivos no caben con lo que deforma la boca.

No debe tampoco caerse en el error de poner comidas especiales que sabemos que toma mejor, porque en lugar de tomar una dieta completa irá restringiendo cada vez más sus preferencias, simplemente como excusa para no comer ese día porque eso ya no le gusta y obligar así a la madre a prepararle otra cosa.

Cuando todos halláis acabado de comer, se supone que ha tenido un tiempo razonable para acabar. Por lo que se retira la comida de la mesa.

Sin comentarios de ningún tipo referentes a lo mucho o poco que haya comido. Al hacer esto le dais a entender que dais por hecho que comerá si tiene hambre, pero que no es algo que os preocupe y por tanto no es un arma de chantaje válida.

La siguiente es la parte más complicada y la más importante:

No deis nada que le entre por la boca hasta la siguiente comida.

Sólo agua, y no más de medio litro al día.

Sobre todo os costará mucho trabajo si os pide, pero especialmente en ese caso no hay que darle. Si lo haces, el mensaje que le estás transmitiendo es «haz lo que te de la gana a la hora de comer, que después, en cuanto me pidas te voy a dar lo que quieras».

En cuanto a no discutir delante del niño, debería ser una norma, no discutir delante de él ni sobre este tema ni sobre ningún otro. Es muy perjudicial para el desarrollo afectivo del niño y transmite la idea de que no estáis de acuerdo y si insiste vais a ceder.

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El dolor de oídos despierta al niño

El niño que no duerme por dolor de oídos. Hay niños que se despiertan de noche por dolor de oídos. Qué hacer.

Una causa muy frecuente de despertar en los niños son los dolores de oídos. Sobre todo en los 5 primeros años de vida. Es decir, mientras los niños siguen teniendo más catarros.

El dolor de oídos suele ser más intenso durante la noche, porque cuando nos tumbamos boca arriba, el oído queda más bajo que la garganta. En esa posición el moco del propio oído no sale, se acumula aunmentando la presión. Pero también, si hay moco abundante en la garganta, puede bajar hacia el oído.

Cuando se pone en posición vertical, el oído queda más alto que la garganta, de moco que se vacia hacia ella disminuyendo la presión, y el dolor.

Si el despertar del niño se produce por este dolor de oídos, notamos que se calma al rato de cogerlo y mantenerlo incorporado (10-15 minutos) y reaparece al rato de estar tumbado (entre 15 minutos y una hora).

Además suele doler más al presionar delante del oído en el hueco que queda tras el lóbulo de la oreja. 

Hay niños que tienen este dolor con frecuencia sin fiebre ni secreción saliendo por el oído. La causa suele ser una hipertrofia de vegetaciones o que el conducto por el que drena el moco del oído hacia la garganta (trompa de Eustaquio) no hace bien su función (está taponada o el moco sube con demasiada facilidad hacia el oído). Podemos usar diversos tratamientos para resolver esos problemas. Pero en ocasiones lo único que resuelve de verdad el problema es quitar las vegetaciones o poner drenajes en los oídos (Otorrinolaringólogo).

En ocasiones el dolor se hace constante tanto si está tumbado como si está de pie y aparece la fiebre. En estos casos es que posiblemente el moco acumulado en el oído se ha sobreinfectado y conviene que sea visto por el pediatra para valorar el tratamiento adecuado.

Siguiente Capítulo: Se despierta por frío o calor…

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