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Tiene el sueño cambiado

Tiene el sueño cambiado

¿Qué hacer si un niño duerme durante el día y no para durante la noche? Especialmente en los primeros días de vida.

Es decir que de noche no duerme bien y luego durante el día aguanta entre toma y toma más de lo normal. (Estoy aquí hablando de los primeros días de vida).

Esto si es un problema.

Ya que la incompatibilidad con el horario de los padres impide el descanso de estos, cuando en realidad no hay ningún beneficio para el niño por tener ese ritmo.

Al bebé no le interesa que sus padres duerman mal. No es lo mismo para él convivir con unos padres descansados y de buen humor que hacerlo con dos zombies malhumorados que llevan meses sin dormir.

Esta alteración del ritmo es frecuente los primeros días tras el nacimiento. Y si no se soluciona en esos primeros días puede mantenerse algún tiempo.

¿Qué hacer si un bebé duerme de día y está más activo de noche?

Uno de los factores que regula el sueño es la melatonina, una sustancia que se produce en función de la iluminación ambiental.

Por eso, para que duerma de noche es necesario que su ambiente durante el día esté siempre iluminado, aunque esté dormido. Y que esa iluminación se reduzca de noche. Es decir, de día con las persianas y cortinas abiertas, de noche con el mínimo de luz posible.

A modo orientativo (en realidad ya sabéis que no hay tiempo mínimo entre las tomas), los primeros días suelen tomar, cada 1-3 horas. Y los primeros 15 días no interesa que duerman más de 5 horas seguidas sin comer (para evitar una bajada de azúcar por un ayuno prolongado).

Para que esas horas de descanso máximo las haga de noche, conviene que ofrezcamos con más frecuencia el alimento durante el día.

Habrá niños que quieran comer cada hora, cada dos horas… pero no conviene dejarles que estén más de 3 horas durmiendo sin comer durante el día.

Si durante el día le dejáis que descanse períodos de más de 3 horas, llegará a la noche muy descansado y con hambre. Esa combinación significa mala noche garantizada.

De modo que si llegan las 3 horas (contando del principio de una toma el principio de la siguiente) y sigue dormido, cogedlo y dadle un poco de entretenimiento, movedle brazos y piernas, jugad con él, y si no se despierta, quitadle la ropa, hacedle cosquillas… Soltadle al hermano o primo de 3 años… Hacedle la puñeta, vamos.

Hay gente que dice que no hay forma de despertarlos y cuando los veo intentarlo, lo que le hacen es caricias suaves en la carita, les hablan con delicadeza… No es por nada, pero así yo, me duermo.

A veces hace falta pasar un par de noches malas para desarrollar cierto grado de “mala uva” cariñosa.

Durante la noche, las primeras dos semanas despertadlo sólo si pasa más de 5 horas sin comer.

A partir de las dos semanas si aguanta más de 5 horas, lo que debéis hacer es agradecerlo y descansar, que seguro que a esas alturas sin haber tenido una sola noche decente en semanas, lo necesitáis.

Acortando el tiempo entre las tomas durante el día conseguimos varias cosas:

– Estimulamos la producción de pecho (si toma pecho). Tened en cuenta que cuanto más vaciamos el pecho, más leche produce.

– Le damos antes de que esté desesperado, con lo que come más tranquilo y traga menos gases.

– Al darle con más frecuencia durante el día, cuando llegue la noche, tendrá menos hambre y más sueño.

¿Y en lactantes más grandes?

En niños más grandes (sigo refiriéndome a lactantes y como mucho preescolares) que tienen el mismo problema, debemos entender que el niño duerme en total el número de horas que necesita al día.

Ya que no tiene obligaciones que se lo impidan cuando tiene sueño, al final duerme lo que necesita.

Lo único que nosotros podemos elegir es en qué momentos queremos que descanse esas horas, y podemos hacer que se adapte a ese patrón no dejándole dormir en los momentos en que preferimos que esté despierto hasta que acaba acostumbrándose.

Antes de decidir cambiar, pensad bien si la alternativa no es peor.

Se puede modificar su ritmo, pero necesita tener uno y no es cuestión de que estemos continuamente alterándolo. La prioridad a la hora de modificar sus propios mecanismos de regulación debe ser el bienestar del niño. Dentro del que se incluye que sus padres tengan unas condiciones mínimas de descanso «compatibles con la supervivencia».

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Edad para pasar a un niño a su dormitorio

Edad para que un niño duerma en su propio dormitorio

En respuesta a un Peketema solicitado porra las madres en Facebook: Cuál es la edad que recomiendo para pasar a un niño a su propio dormitorio.

Esta pregunta parte de un error. Y es el hecho de suponer que existen normas generales de cual es la forma correcta de hacer las cosas con los niños. Y especialmente es un error común pensar que los niños deben ir cumpliendo una serie de objetivos con un calendario más o menos fijo, porque no hacerlo es perjudicial o puede tener consecuencias muy negativas.

Hablamos así en ocasiones de:

– ¿Cuál es la edad a la que debe dejar el pecho?

– ¿Cuál es la edad a la que debe dejar de tomar biberón?

– ¿Cuál es la edad a la que debe dejar el chupe?

– ¿Cuál es la edad a la que debe dejar el pañal?

– … Dejar de comer triturado… ir al baño y limpiarse sólo… cepillarse los dientes…

Y la realidad es que en todos estos casos y algunos más la mejor respuesta es individualizada. Lo que pasa es que para poder dar respuestas personalizadas hay que conocer la situación real de desarrollo de cada niño y las preferencias y circunstancias de cada familia. Y muchas veces queremos una respuesta demasiado simple.

En esta pregunta concreta: Edad a la que es adecuado pasar a un niño a su propio dormitorio.

¿Cuáles son los aspectos más importantes en los que yo me oriento cuando me hacen esta pregunta en la consulta?

– ¿Tenéis otro dormitorio? Porque la realidad es que muchas familias no. En muchos casos tienen previsto cambiar de vivienda cuando sea necesario, pero ¿qué sentido tiene decir a unos padres que ya sería bueno cuando la realidad es que no pueden hacerlo?
– Lo esencial: Hasta ahora dormís en el mismo dormitorio. ¿Qué tal descansáis todos? Si la respuesta es que descansan bien. No hay ninguna necesidad de hacer el cambio. Otra cosa es que los padres prefieran hacerlo por otras cuestiones, como recuperar la intimidad de pareja… Que puede ser importante. Pero ¿y cuando no descansan bien? Entonces en algunos casos pueden mejorar si el niño duerme en su propio dormitorio. Pero no siempre es así. Depende de cual sea la razón por la que no descansan bien.

Hay un caso en el que puede mejorar claramente: Hay niños que son muy activos durante el sueño. Duermen, pero se mueven mucho, hacen ruidos… Y algunos padres tienen el sueño ligero y se despiertan cada vez que el niño hace una de esas cosas. En este caso es el más claro. El niño descansa, pero los padres no. Si el niño duerme en su propio dormitorio los padres no verán constantemente interrumpido su sueño para nada. Ya en en nada beneficia al niño que sus padres no descansen por oírle toda la noche.

Otro caso en el que puede ser útil es cuando los niños se despiertan con mucha frecuencia y para volver a dormirse piden siempre la colaboración de los padres. En este caso lo que ocurre es que tienen un ritual para dormirse que precisa la colaboración de los padres. Esto no es un problema en sí mismo. Es una elección de los padres. Pero se convierte en un problema si el número de despertares transforma la noche en una tortura que impide el descanso adecuado de los padres. Porque por el bien del niño, conviene que los padres descansen bien. Cuando esto ocurre, algunos suelen decir que les gustaría que su hijo aprenda a dormirse sólo. Puede conseguirse sin que el niño llore, pero es bastante complicado que el niño escoja el nuevo ritual de sueño «independiente» si cada vez que se despierta tiene a su lado «en bandeja» la forma en que se ha dormido hasta ahora. Y eso significa que es necesario que el niño empiece a dormir sólo en su dormitorio para lograr ese cambio.

Al final es cuestión de opciones. Hay padres para los que todo esto resulta innecesario y absurdo. Duermen con sus hijos en la cama «de matrimonio» y descansan razonablemente bien, o hasta muy bien. Y prefieren esta opción hasta que el niño escoja dormir sólo. Es una elección tan válida en mi opinión como la otra… Mientras descanséis.

Lo que me parece más importante

Más que una edad a la que es adecuado que un niño duerma sólo, os diría cuando no es adecuado. Antes de los 3-4 meses, que un niño duerma fuera del dormitorio de los padres tiene importantes riesgos. Especialmente la muerte súbita del lactante y las crisis de atragantamiento.

La mayoría de los padres que se plantean que el bebé duerma fuera del dormitorio, no suelen hacerlo antes de los 5-6 meses. Con esa edad ya no hay muerte súbita del lactante y las crisis de atragantamiento son muy poco habituales.

Pero no es cierto como dicen algunos que haya una edad por encima de la cual el niño no deba dormir en el dormitorio de los padres, porque si sigue haciéndolo…. (maldiciones bíblicas variadas según la imaginación del que intenta convencer a los padres). No me voy a molestar ni a apuntar las razones más frecuentes que se dan. Porque son absurdas.

La realidad es que cada familia tiene unas circunstancias y preferencias. Pero que incluso por encima de ellas cada niño está preparado para ese paso en un momento distinto. Y forzar ese cambio cuando la familia o el niño no están preparados para él es una forma de generar problemas innecesarios.

Incluso cuando creamos que ha llegado el momento y pensemos que nuestro hijo está preparado, es un paso con posibilidad de vuelta atrás. Y podemos y debemos ser flexibles en ello.

Y no tengáis una fecha preconcebida. Sólo sirve para generar ansiedad si la superamos y tiene tanta justificación esa fecha como cualquier otra que hubiésemos fijado.

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Familiares y «amigos» en la crianza

Familia y amigos en la crianza

Los familiares y «amigos» son las personas que más influyen sobre los padres en la crianza de los hijos. ¿Porqué somos tan vulnerables a sus opiniones?

Debemos entender algo para empezar. Hoy en día son una minoría los padres que deciden estar preparados para serlo. Esa minoría lee y se informa como estás haciendo tú en este momento. Porque prefieren tener un criterio propio a la hora de tomar decisiones en algo tan importante como la forma en la que van a criar a sus hijos.

Pero empecemos por el principio de la historia.

Antes de que su hijo nazca, si no son los propios padres los que se preocupan de hacerlo, nadie les da formación. Hace décadas las familias eran más numerosas y su conocimiento sobre la crianza dependía del lugar que ocupaban en el orden de los hermanos. Si eran de los mayores tenían la experiencia de ver cómo sus padres fueron criando a sus hermanos pequeños desde su nacimiento. Pero si eran el menor, pues nada.

También hace unas décadas «las niñas jugaban con muñecas». Eso, que hoy en día consideramos sexista era una forma de adquirir por imitación (junto a ver a los padres hacerlo) habilidades básicas (cambiar un pañal, estar pendiente de darle la comida al bebé, ayudarle a echar los gases, bañarlo, acunarlo, darle cariño…). No era negativo que las niñas aprendiesen esto. Lo negativo era que lo aprendiesen «sólo las niñas». Pero como somos así, ponemos el sello de juego sexista al tema y ya está: ¡Ahora no lo aprende nadie!

La cuestión es que cuando por fin los padres van a tener su bebé, son dos personas. Y de repente, tras el parto son 3 (a veces más). Y esa tercera personita está totalmente indefensa, no la conocemos de nada y sus padres somos los únicos responsables de su bienestar en este mundo.

Si tenemos la «suerte» (la mayoría de las veces lo es, pero no siempre) de tener cerca a nuestros familiares y amigos para que echen una mano o nos aconsejen, lo agradecemos. Porque todo son dudas y el bebé necesita siempre más atención de la que la mayoría de los padres esperan.

Tiene en ese momento sentido la frase «para criar a un niño hace falta toda la tribu». En la mayoría de los casos, agradecemos tener esa ayuda.

Pero a veces aparecen los conflictos.

Cuando ocurre, suele ser porque algunos de los familiares o amigos no tienen claro cuál es el papel de cada actor.

Existe un nucleo esencial: El niño, la madre y el padre.

Los demás: Abuelos, tíos, amigos… son accesorios. Bienvenidos para ayudar y aconsejar. Nunca para decidir ni presionar.

Pero muchos lo hacen. En la mayoría de los casos con toda la buena voluntad del mundo. Pero la realidad es que algo tan esperado por toda una familia como la llegada de un bebé, no pocas veces es el origen de problemas importantes en las relaciones familiares.

Los conflictos más frecuentes:

Puede sonar sexista, si en algún caso no corresponde a la realidad pido disculpas a ese caso. Pero el objetivo de este artículo es concretar y para eso necesitamos generalizar lo más frecuente.

La realidad es que quienes más se implican en la crianza de los bebés, especialemente desde el naciento, son las mujeres de la familia. En los años que llevo como pediatra, suelen ser las madres las que me cuentan que tienen un problema con abuelas o tías.

Y si rizamos el rizo, sin pretender herir sensibilidades los conflictos suelen ser con las suegras y cuñadas.

Hay motivos para que sea así.

En primer lugar la confirmación o excepción de esta «regla», depende del caracter de los familiares. Hay gente que cree poseer verdades absolutas y tiene la necesidad de defenderlas a ultranza. En realidad esto lo que demuestra es inseguridad. Como la crianza de los hijos es algo que nos preocupa tanto y en lo que estamos tan inseguros, algunas personas necesitan creer que la forma en la que hacen las cosas es la única posible. Porque si hay otras opciones, ¿no me estaré equivocando? Hay personas que no pueden soportar esa idea en un tema que les afecta tanto como este. Y eso hace que cuando ya no tienen posibilidad de arreglarlo (sus hijos ya los criaron de un modo concreto), lo único que queda es reforzar la idea de que la forma en la que lo hicieron era la única correcta. Es por tanto comprensible y no se lo toméis a mal. Lo hacen con la mejor intención. Pero es que para ser capaces de aceptar que pudimos hacer mejor algo tan importante como criar a nuestros hijos hay que tener una humildad y una flexibilidad mental que no es habitual.

La segunda parte es que hace unas décadas, cuando las abuelas criaron a sus hijos, los consejos que se les daban desde instituciones educativas y por parte de los pediatras eran muy diferentes a las que se defienden hoy en día.

Un ejemplo claro es la lactancia materna: Hace décadas, los pediatras no sabían prácticamente nada sobre lactancia. Y en cuanto surgía un problema, disponíamos de una «solución científicamente diseñada» que lo solucionaba todo: El biberón.

Por eso, la mayoría de las abuelas de hoy en día son desgraciadamente unas nefastas consejeras de lactancia. Y con la mejor intención, pero suelen bombardear a sus hijas o nueras con las frases que en su momento les dieron a ellas: «No tienes suficiente leche», «tu leche no es buena», «déjate de tonterías y dale un biberón», «estás empeñada en la teta y con el biberón se crían de maravilla». Y esto si no hay problemas, como los haya… Pobre de la teta y de la madre: «Si ya te lo decía yo», «esto mismo me pasó a mí y por eso no te pude dar pecho», «¿ves, ya te lo dije? En la familia es que no damos buena leche, te pasa lo mismo que me pasó a mí»….

Repito. Son comentarios bienintencionados. Pero es que cualquier problema en esa época tenía una misma solución: Biberón.

Y ¿porqué los conflictos son más frecuentes con suegras y cuñadas?

Pues por prudencia. La mayoría de las veces las madres tienen la confianza suficiente con sus madres o sus hermanas para decirles con todo el «cariño del mundo»: «Anda, mamá. ¡Ve y date una vuelta un rato y deja de calentarme la cabeza!» Pero decirle eso a una suegra o una cuñada… No queremos generar conflictos con la familia de nuestra pareja y no tenemos la confianza suficiente para poder «defendernos» del bombardeo sin medir las consecuencias.

Y luego están los «amigos».

Hay amigos de verdad y conocidos. Algunos «amigos» ven la paternidad como una competición en la cual cuando hablamos de los hijos y de cómo los criamos lo esencial es dejar claro al final de la conversación que su hijo es el mejor y la forma en la que lo están criando la única correcta. Evidentemente no son la mayoría, y muchos tenemos la suerte de tener amigos que son un apoyo y personas con las que podemos compartir, desahogarnos y aprender.

Me gustaría que esto lo lean tanto padres y madres como familiares y «amigos».

Los únicos con capacidad de decisión sobre cómo se cría un niño son: el niño, la madre y el padre.

Todos los demás (ahí entramos hasta los pediatras) pueden ofrecer ayuda y consejo, pero mientras entiendan con agrado que los de arriba tienen la opción de aceptar o rechazar ambos.

Y más que un consejo una necesidad:

La salud mental de los padres depende de que desarrollen lo antes posilble lo que llamo «órgano de supervivencia de los padres».

Es un conducto que se acaba desarrollando, cuanto antes mejor. Este conducto comunica oreja y oreja y es selectivo.

Su función es que cualquier comentario o consejo que no vaya acompañado de una explicación que nos parezca razonable, pase de oreja a oreja y salga de nuestra cabeza sin dejar ningún residuo en el camino.

De verdad, ¡Esencial para sobrevivir el primer año de vida de nuestro hijo!

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El bebé de alta demanda afectiva

Bebés de Alta demanda

Hay bebés de alta demanda, que piden continuamente ser atendidos, alimentados, entretenidos, ¿Es así por su propio carácter o es que lo hacemos todo mal?

Son niños que se caracterizan por lo que sigue:

-Pide comida continuamente:

Suele hacer tomas muy cortas pero muy frecuentes.

– Pide afecto continuamente:

Tolera muy mal la separación de los padres. Especialmente de la madre.

– Exigente:

Tiene crisis de llanto exigente. Pide la satisfacción inmediata de sus necesidades. Calmándose momentáneamente en cuanto es atendida.

– Carácter fuerte:

Cuando quiere algo no para hasta conseguirlo.

– Muy activo:

Sus ratos de descanso son mínimos. Durante el día casi no duerme. Y en cuando una crisis de llanto cesa porque le damos lo que pide, comienza otra al poco rato.

– Agotador:

Superan la capacidad de esfuerzo de padres, abuelos y casi cualquiera que se ofrezca a echar una mano.

-Insatisfecho:

Es como si nunca tuviese suficiente. A pesar de atender todo la anterior, enseguida vuelve a llorar por otra cosa.

– Impredecible:

Cuando parece que empiezas a cogerle el tranquillo, lo que ayer ayudó, no sirve hoy.

– Muy sensible:

Nota cualquier mínimo cambio. La despierta cualquier ruido. Es muy influenciable por el estado de ánimo de los que le rodea.

En estos niños, la estrategia que parece funcionar mejor es lo que algunos llaman “Crianza Natural”.

Básicamente consiste en:

– Alimentación con pecho a demanda.

– Contacto continuo íntimo con la madre.

– Colecho (duerme en la cama de los padres).

Aunque es un método válido para cualquier familia, en los bebés de alta demanda, otras alternativas son casi insoportables. Aplicando métodos próximos a la «Crianza Natural» suelen mejorar poco a poco en el primer año de vida.

Yo no conocía la existencia de los bebés de alta demanda cuando acabé la especialidad. No me explicaron nada sobre ellos.

Mi experiencia como pediatra, es que lo más duro para los padres de un bebé de alta demanda es la sensación de frustración que les genera. El sentimiento de culpa que nace en ellos pensando que no son buenos padres. La mayoría de los padres a los que toca un bebé de este tipo no repiten. Yo los llamo a veces «niños cuco» (donde entra uno, no hay más).

En muchos casos, lo que más agradecen los padres cuando les das el diagnóstico, no es que les des una solución (que la que hay no es fácil), sino que por fin entienden que su hijo es así, y no lo es porque ellos sean malos padres. Sino que posiblemente para que su hijo progrese, van a tener que ganarse el título de PADRES con mayúsculas.

A la larga también tiene su parte buena:

– Los niños que fueron bebés de alta demanda son muy inteligentes y muy constantes. Lo que a la larga es una garantía de que conseguirán en la vida casi cualquier cosa que se propongan. La labor de los padres es que intentemos orientarlos hacia objetivos positivos.

Son grandes actores en potencia y personas con muchísimo carisma.

 

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Para dormir sólo, ¿cuna o cama?

Cuando un niño pasa a dormir a su propio dormitorio ¿es mejor que lo haga en una cuna o en una cama?

Esto en realidad es una duda accesoria, que a veces acompaña a otras más importantes:

Cuál es el momento para que nuestro hijo deje de dormir en nuestro dormitorio y pase a hacerlo en el suyo. Y es evidente si ya me conocéis un poco que la respuesta no va a ser una edad concreta. Por supuesto, depende de cada caso. A mi entender:

  1. Plantearse sacar a un niño del dormitorio de los padres si toma lactancia materna antes de los 4-6 meses es muy poco operativo. En esta edad la lactancia a demanda casi es sinónimo de colecho, al menos en el mismo dormitorio, muchas veces de forma constante o intermitente en la propia cama.
  2. Entre los 4 y los 7 meses suele producirse un cambio en el patrón de sueño de los niños, que suele vivirse por parte de los padres como un empeoramiento en el ritmo de sueño del bebé. Ya que lo más evidente es que pasa a despertarse con más frecuencia y a pedir la colaboración de los padres para volver a dormirse de forma más intensiva. Cuando esto ocurre, una de las posibilidades es dar el paso de que el bebé pase a dormir separado de los padres.
  3. Pero hay niños que duermen bien con sus padres y padres que duermen bien con sus hijos. En estos casos el colecho o compartir dormitorio puede prolongarse el tiempo que la familia (Padres e hijo) desee.
  4. Sólo me atrevo a proponer que saquen al bebé o niño del dormitorio en los casos en los que son los padres los que plantean de forma clara que su calidad de sueño es muy mala, va a peor, y ya les está afectando de forma importante. En estos casos les doy mi opinión: Que sacrificarse no durmiendo noche tras noche, cuando se puede buscar una alternativa que permita descansar a todos, no me parece razonable. Porque pensando en el bienestar del niño, especialmente cuando nuestro vínculo afectivo con él es muy fuerte, pasa por que los padres descansen. Ya que no descansar, quiere decir que se resiente nuestra salud, nuestro humor y la relación de pareja de los padres. Es imposible que esto, mantenido en el tiempo, no perjudique al niño.

Cómo puedo hacer ese cambio de forma respetuosa. En eso hay varias tendencias hoy en día:

  1. Una, la verdad cada vez menos pujante, es la conductista pura conocida en España por el libro «Duérmete niño». Yo no es la que recomiendo, aunque pueda ser efectiva, porque creo que hay otra mejor. Os cuento mi opinión sobre duérmete niño en otro artículo.
  2. La que yo recomiendo. Pude lograrse lo mismo, es decir, que un niño pase a dormir en su propio dormitorio y que cuando se despierta, si lo único que desea es volver a dormirse, sea capaz de hacerlo sólo, mientras sus padres siguen descansando, de forma menos dolorosa para el niño y para los padres. La mayoría de los padres que conozco quieren a sus hijos de un modo que les hace muy difícil verlos llorar sin hacer nada. Y por tanto, usar un método como «duérmete niño» que se basa en dejarlo llorar periodos cada vez más largos hasta que el niño se acostumbra a dormir sólo, me parece un método muy mejorable. Podéis leer la alternativa en mi artículo: «Cómo enseñar a un niño a dormir sólo sin dejarlo llorar».

Y ahora el tema central de este artículo ¿cuna o cama?

Aclarado lo anterior, pasamos al título de este artículo. Y de nuevo la respuesta no es única: Depende de la edad y sobre todo de la habilidad del niño.

Es decir, lo que me hace recomendar a unos padres cuna o cama es una sola cuestión. ¿Qué importancia tiene que duerma en cuna o en cama? ¡Pues que se la pegue!

Explicándolo. Todos nos hemos caído alguna vez de la cama. Y lo que preocupa a los padres cuando se plantean si cuna o cama es precisamente eso.

Sabemos que al final el objetivo es que acaben durmiendo en una cama. Y que la cuna no es más que una cama con protección para no caer de ella. Por tanto la cuestión es si necesita o no esa protección.

Y eso depende de dos cuestiones en los niños:

  1. ¿Suele dormir apoyándose en los laterales de la cuna o si hacíais colecho antes del cambio solía pegarse a vosotros? En ese caso os recomiendo empezar con la cuna o con una cama con protección lateral, ya que posiblemente va a desplazarse hacia los lados buscando ese apoyo y puede costarle más dormir si no lo tiene o puede caer por los lados buscándolo.
  2. ¿Es capaz de bajarse de una cama con facilidad? Si un niño no sabe aún bajarse de la cama es más fácil que se caiga en un intento de hacerlo. Si es el caso os recomiendo mejor la cuna. Si por el contrario, ya se baja perfectamente de la cama, pues cama: Con barras laterales si tiene tendencia a buscar apoyo para dormir. Sin ellas si veis que suele dormir en el centro de la cama.

En la mayoría de los casos suele hacerse un cambio en 3 fases:

  1. Paso en cuna a su propio dormitorio. Si tenía cuna en el cuarto de los padres y sigue cabiendo en ella. Lo mejor es hacer el cambio con la misma cuna.
  2. Cuando el niño tiene la habilidad de bajarse de la cuna con la barandilla bajada (la mayoría de las cunas permiten esta opción), lo dejamos dormir con ella bajada. Si el colchón puede regularse también en altura, conviene que esté lo más bajo posible, para que si hay una caída no sea importante y que le resulte lo más fácil posible bajar de la cama si lo desea.
  3. Finalmente el paso a la cama, sin barandilla. Suele hacerse cuando el niño lleva ya un tiempo durmiendo con la barandilla bajada sin problemas. Pero en la mayoría de los casos, cuando ya empieza a no poder moverse mucho por falta de espacio y toca cambiar a una cama por tamaño.
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Peketip: Cada bebé a su ritmo

Cada bebé a su ritmo

Todo bebé dispone de mecanismo para adaptarse a los cambios mucho más complejos de lo que somos capaces de comprender.

Todo lo que sabemos hasta ahora sobre esos mecanismos son una burda aproximación.

Por eso, intentar forzarlos es mala idea.

Mientras no tengamos una prueba clara de que la forma en la que un bebé se adapta a un cambio le perjudica (lo que a veces pasa), no deberíamos interferir.

Si dejamos que sus mecanismos adaptativos actúen irán afinando su respuesta, haciéndolo cada vez mejor.

Si en lugar de interferir, observamos como funcionan, aprenderemos a entender mejor las necesidades de nuestro hijo y responderemos de forma más adecuada la próxima vez.

Observa mucho a tu hijo, disfruta que tienes el honor de vivirlo y piensa antes de actuar.

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Ropa de lactancia

Hoy os presento la colaboración de una amiga, nueva en nuestro blog. María del Mar Marco es la autora de sienteme.es, una web especializada en ropa de lactancia.

Nos explicará las principales ventajas de esta ropa para las madres, durante el embarazo y durante el periodo de lactancia.

Encontrar ropa para el embarazo no es muy difícil, hoy en día muchas de las grandes cadenas las fabrican y la puedes encontrar en cualquier centro comercial, si no tienes la economía para invertir en ropa que vas a usar unos pocos meses siempre puedes usar ropa de más talla. Esto último es una solución a medias porque después del parto sigues sin poder usar tu antigua ropa y con tallas más grandes te ves fatal.

Para después del parto, si escoges dar el pecho es posible que te interese la ropa de lactancia y embarazo.

Hoy en día hay muchos modelos de camisetas y vestidos para que te veas perfecta en cualquier situación, tanto en el embarazo como después cuando estés alimentando a tu bebé. Tienen unas aberturas muy discretas para que puedas dar el pecho cómodamente en cualquier lugar.

La ventaja de la ropa de lactancia es que puede comprarse en el embarazo para usarla como ropa premamá y también te sirve para meses posteriores en el periodo de lactancia. Las hay con diseños atractivos y variados y diferentes aberturas para mayor comodidad de la mamá lactante.

Estas prendas suelen fabricarse de algodón y elastán con lo cual la ropa no se deforma con el uso y tiene un tacto suave y cálido.

Muchas madres no conocen la ropa de lactancia y usan camisetas con escote que con el paso del tiempo se deforman hasta hacerse inservibles, o bien compran camisas con botones y tienen que llevar cuidado de que el bebé no se clave ningún botón o no le abra la otra parte de la camisa y quede el cuerpo al descubierto.

La ropa específica de lactancia permite aunar estética y utilidad haciendo más cómodo el amamantar en cualquier lugar. Especialmente en los meses que no hace calor.

En torno a amamantar en público se han generado varios debates y hemos asistido a varias concentraciones para denunciar la censura que sufren algunas madres por parte de establecimientos a la hora de amamantar allí a tu bebé.

El mundo de la lactancia materna debería estar normalizado ya que es algo natural, los pechos de las mujeres están diseñados para alimentar a sus hijos.

A raíz de este tipo de noticias muchas madres no se sienten bien a la hora de dar el pecho fuera de casa, con ropa adaptada para esta etapa como es la ropa de lactancia de no debes preocuparte a la hora de amamantar a tu bebé ya que es muy discreta y sacas tu pecho de forma rápida y cómoda.

Aunque evidentemente la solución no es la discreción, sino que la sociedad madure y acepte la lactancia con la naturalidad que debería ser normal.

Hay muchas de estas prendas que puede ser útil tener preparadas ya para el momento del parto, como pijamas y camisones de lactancia, evitando las horribles batas que suelen dar en los hospitales.

Os espero en Sienteme.es

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Colecho no aceptado: ¿Peleas para no meter al bebé en la cama?

Cuando acabamos haciendo colecho pero peleamos para no hacerlo

Hay muchas familias en las que el problema que les impide dormir bien es lo que llamo «colecho no aceptado».

En ocasiones, los problemas surgen cuando las soluciones más evidentes entran en conflicto con nuestros prejuicios. Llevo un par de semanas pensando en escribir este artículo, porque en este tiempo han sido varias las familias que me han contado el mismo problema.

Os resumo una de estas conversaciones, por si se da el caso de que os ocurra lo mismo. Y si no es así, para que sirva de ejemplo de lo sencillas que pueden ser a veces las respuestas y de lo mucho que cuesta verlas:

– «Lo hemos probado todo. Y no hay forma, todas las noches en torno a las 4-5 de la mañana nuestro hijo se despierta y no para de llorar hasta que me acuesto con él o me lo llevo a la cama.»

Yo: – «Y, ¿Cómo lo duermes habitualmente?»

Ante lo que hay una de estas dos respuestas casi siempre:

  1. «Me echo con él en su cama, y cuando está ya dormido lo dejo.»
  2. «Lo duermo conmigo en mi cama y cuando ya está profundamente dormido lo llevo con mucho cuidado a su cama.»

Yo de nuevo:

– «Y ¿cuando se despierta por la noche qué haces para que vuelva a dormir?»

– «Pues, lo he intentado todo, pero como no me eche con él a dormir o me lo lleve a mi cama no para, nos podemos tirar horas y ya no pegar ojos en toda la noche.»

Y entonces la pregunta clave:

– «Y cuando lo echas en tu cama ¿se duerme en seguida? y ¿duermes bien con él a tu lado?.»

Lo sorprendente es que en la mayoría de los casos la respuesta es que sí a ambas preguntas. Y en ese caso no puedo reprimirme:

– «Me quieres explicar entonces a qué estáis jugando. Es decir, en la práctica haces colecho. Tu hijo se duerme contigo. El cree que duerme toda la noche contigo. Pero cuando se despierta se encuentra con que no estás. Entonces acudes y vuelves a acostarte con él. Pero a veces, después de liar la de San Quintín. Y el caso es que duermes bien con él. ¿Me quieres explicar entonces para qué tanto tira y afloja? La postura del niño la entiendo, es pura coherencia, ¿pero la vuestra?».

– «Es que me han dicho que si hago eso estoy perdida, que se va a acostumbrar, que…»

Resumiendo. Que mucha gente hace a los ojos del niño colecho con él. Hasta les gusta. Son capaces de descansar bien cuando lo hacen. Pero no son capaces de aceptarlo.

Y por eso, empiezan a desarrollar montones de estrategias para enmascararlo, no entendiendo la conducta del niño. Cuando la del niño es la única coherente con lo que se está haciendo.

Y todo, porque tienen una idea negativa sobre el colecho, sin darse cuenta de que es lo que están haciendo lo que genera el problema.

Si es tu caso, haz un experimento:

Si tu hijo tiene que acostarse antes que tú, como es normal que sea, acuéstate a su lado (como en realidad estás haciendo todas las noches). Y una vez dormido, te levantas hasta la que sea tu hora de dormir. Pero déjalo en tu cama.

Y cuando vayas a dormir hazlo en esa cama, de nuevo con él.

Si cuando se despierte a la hora de siempre, el «sorprendente» resultado es que simplemente se acerca a ti, te abraza y vuelve a dormirse, y dormís por fin decentemente después de meses o años… no te sorprendas demasiado.

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Guarderías: ¿Positivas o Negativas?

¿Es mejor la escolarización precoz o reforzar el vínculo materno-filial durante los primeros años de vida de un niño?

Es un tema muy polémico. Escribo este artículo a petición de mis lectores. No me metería en estos berenjenales si no. Esto no es más que mi opinión. Que además ha ido evolucionando en el tiempo y espero que siga haciéndolo.

Para los que no lo conozcan, os recomiendo a un autor (Khalil Gibran) del que os añado una cita de su libro «El Profeta»:

«Sigue con alegría al que busca la verdad, y huye desesperadamente del que la encuentra.»

Espero que me ayudéis a continuar mi búsqueda y tener la suerte de no creer nunca que la he encontrado.

Guardería sí o guardería no.

El debate en realidad es: Escolarización antes de la educación obligatoria o no.

Tengo claro que hay dos posturas:

Crianza natural: Guarderías no.

Los niños en sus primeros años de vida necesitan el contacto continuado con sus padres. No están preparados para la separación. Mantener ese contacto no les hace más dependientes, sino todo lo contrario, ya que al establecer un vínculo afectivo tan fuerte, llegado el momento de separarse de sus padres tiene la seguridad de que no le abandonarán.

Conductismo: Guarderías sí.

La socialización precoz de los niños favorece que se hagan más independientes, desarrollen antes las habilidades sociales y el lenguaje. Evita que se hagan demasiado «dependientes» o «manipuladores».

¿Qué opinan los defensores más radicales de una opción respecto a los de la otra?

Crianza natural: Guardería no.

Hay autores que describen la llegada de un niño a la guardería como si lo estuviésemos internando en un campo de concentración. Les parece una atrocidad que necesariamente va a dañar la relación afectiva del niño con sus padres de forma irreparable.

Conductismo: Guardería sí.

Algunos piensan que si un niño no acude a la guardería de forma precoz va a tener una excesiva dependencia de los padres y que acabará dominando totalmente el ambiente familiar estableciendo unos patrones de conducta que dificultarán su adaptación en el futuro a la sociedad.

Y ahora a mojarse:¿Qué opino yo?

Evidentemente es sólo mi opinión. Muy discutible. Y si no quisiera que se discutiese no la expondría.

En cuanto al planteamiento de las ventajas que otorgan una y otra postura: Me identifico más con el planteamiento de la crianza natural que con el conductista.

Pero a eso tengo que añadir que creo que:

  1. Un niño puede ir a la guardería y hacerlo de forma que preservemos el vínculo afectivo con sus padres intacto.
  2. Es cierto que cuando van, desarrollan antes socialización, lenguaje y regulan antes su conducta haciéndose más flexibles y tolerando mejor la frustración.
  3. Que defender una postura u otra, haciendo que los padres se sientan culpables o amenazándolos con que van a destrozar la vida de sus hijos si escogen la opción contraria, sólo descalifica al que usa ese tipo de argumentos.

Por encima en este tema hay un trasfondo muy importante del que se tiende a pasar de largo:

Conciliación

Sobre el chiste y esto no es un chiste:

Que en España el nivel de conciliación no sea similar a otros países europeos no es responsabilidad de Europa,

ni por falta de recursos, sino de que nuestros políticos tienen «otras prioridades».

Si lo anterior era polémico, lo que sigue ni os cuento. Pero pretendo ser realista y huir de la idea bucólica que a veces vendemos desde la crianza con apego. Porque cuando se confronta con la realidad puede hacer mucho daño.

Todos conocemos la situación laboral y económica actual. ¿Qué significa en ese plano mantener el contacto íntimo de la madre durante al menos los primeros 3 años de vida de forma constante?

Pues en la mayoría de los casos y ateniéndonos a nuestra realidad social, que la madre queda excluida del mercado laboral. Como tenga más de 2 hijos y teniendo en cuenta lo cambiante que es la situación actual y la necesidad de reciclaje tan brutal que hay, junto a la tasa de paro de España… Esto es una bomba: ¿Qué estamos defendiendo de forma solapada? «¿Que el lugar de la mujer está en casa con sus hijos?»

En resumen, que la conciliación es un chiste macabro. Pues en España, con su actual nivel de apoyo social a la maternidad, que es nulo, lo es. Y es una pena y algo que como sociedad vamos a pagar muy caro.

Cuando hablamos de este tema desde la crianza natural o con apego, que es la opción con cuyos principios más me identifico, nos centramos en las necesidades del niño. Pero olvidamos que el núcleo familiar es una unidad en la que es esencial el bienestar de todos sus miembros.

Todos los seres humanos tenemos varios planos de desarrollo personal. Uno de ellos es la realización profesional. Sacrificar todo a un solo plano como la maternidad puede ser una decisión consciente, meditada y escogida. Pero en la mayoría de los casos no es el caso. Casi todo el mundo prefiere compatibilizar el desarrollo.

¿De verdad lo mejor para un niño es convivir con una madre que ve como se pierden todos los esfuerzos de realización profesional que hizo antes de ser madre?

Pero es que encima necesitamos pagar las facturas. Y para muchas familias prescindir de los ingresos del trabajo durante 3 años por cada hijo es irrealizable.

Ante esta situación hay varias opciones entre las que cada familia escoge según sus circunstancias:

No escolarizar al niño hasta los 3-6 años y cuidarlo en casa, quedándose la madre en casa. La única que permite mantener la lactancia materna a demanda plena. Pero con las implicaciones en el plano profesional que hemos descrito.

No escolarizar al niño hasta los 3-6 años y cuidarlo en casa, alternándose los padres en casa si su horario laboral lo permite.

No escolarizar al niño hasta los 3-6 años y cuidarlo en casa, quedándose el padre en casa. Esta opción no permite la lactancia materna a demanda. Aunque se puede completar con leche materna extraída y conservada. Pero supone para el padre el mismo problema en el plano laboral.

No escolarizar al niño hasta los 3-6 años y cuidarlo en casa, quedándose la madre o el padre en casa y trabajando desde casa. Es una opción cada vez más extendida, pero depende de que el trabajo de la madre o el padre lo permitan.

No escolarizar al niño hasta los 3-6 años y cuidarlo en casa, quedándose con un familiar. Habitualmente las abuelas. Benditas abuelas quien las tiene cerca. Pero hay quien no tiene esa suerte. Y no todos los abuelos están en condiciones de asumir ese papel, por desgracia.

No escolarizar al niño hasta los 3-6 años y cuidarlo en casa, dejando a su cuidado a alguien contratado. A mi parecer es una situación muy arriesgada. Necesitamos confiar en esa persona y en su forma de ser muchísimo. Tened en cuenta que los primeros años de vida de un niño se asimilan esquemas de conducta inconsciente que van a seguir activos toda la vida.

Escolarizar al niño antes de esa edad. En algunos niños se plantea incluso en cuanto termina la baja maternal. Unos penosos 4 meses en España. Eso sí me parece una aberración. Meter a un niño en la guardería antes de los 4 meses es un riesgo excesivo hasta desde el punto de vista físico: El primer y segundo año de guardería los niños pillan de todo. El riesgo de complicaciones de las infecciones es mucho mayor en niños menores de 6 meses. Esa debería ser sin duda la duración mínima de la baja maternal. Soñar con lo que hay en otros países de Europa…

Yo no sé vosotros, pero yo parto de la idea de que todos los padres están preocupados por el bienestar de sus hijos. Y que por tanto van a escoger de todas la que crean mejor para sus hijos según sus circunstancias.

Hay guarderías y «guarderías»

Conozco a varios responsables de guarderías, y la mayoría no lo ven como un negocio más, sino que se preocupan muy seriamente del bienestar afectivo y de respetar los distintos ritmos de desarrollo de cada niño. De hecho a ellos no les gusta el término «guardería». Sino el de escuelas infantiles.

Como en todo, hay mucha diferencia en lo que uno puede encontrarse con el mismo nombre:

Hay centros en los que se respeta la adaptación con distintos ritmos al comienzo de la escolarización, se facilita la formación de vínculos afectivos con las cuidadoras junto a los padres, y luego se trata de forma individualizada a los niños. Esto depende de que tengan la filosofía y la voluntad de hacerlo, pero también de que dispongan del personal necesario.

Y hay centros en los que se aplican normas rígidas para todo que no tienen más función que hacer posible manejar a muchos niños con pocas cuidadoras…

 

Otros artículos polémicos y que no reflejan más que mi opinión sobre distintos aspectos de la crianza:

Pediatría respetuosa

La Crianza Natural

Madres Juzgadas

El colecho en niños

Los bebés necesitan ir en brazos

Mi opinión sobre Duérmete Niño

¿Dejar el pecho porque mi niño no quiere otra cosa? Va a ser que no.

¿Qué pasa si a partir de los 6 meses el colecho + lactancia da por resultado mal sueño?

Mecanismos de autorregulación en bebés frente a cifras redondas

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Nacimiento de un hermano y celos

Los celos tras el nacimiento de un hermano son una de las preocupaciones que todos los padres tienen cuando esperan su segundo hijo.

Ante esta situación surgen muchas preguntas, centradas casi siempre en cómo afectará al mayor:

¿Cómo se lo tomará el hermano mayor?

¿Qué podemos hacer para que sea algo lo más positivo posible para él?

¿Le traerá el mayor todos los bichitos habidos y por haber del colegio?

¿Cómo se lo tomará el hermano mayor?

Las estadísticas dicen que la mayoría de los hermanos mayores tienen unos 2-3 años cuando nace el segundo hijo.

Ya de por sí esa edad es complicada: Los terribles dos años. Son muchos cambios: Dejar el pañal, escolarización, en muchos casos destete. Es la edad del «no», las rabietas, el pegar…

Para algunos un nuevo hermanito puede ser la gota que colma el vaso.

Pero en la práctica, depende de cada familia y de la personalidad de cada niño. Nada garantiza que otra edad sea más adecuada para planificar la llegada de un hermano.

¿Qué podemos hacer para que sea algo lo más positivo posible para él?

Especialmente en los niños que tienen un vínculo mucho más fuerte con su madre que con su padre, desde que conocemos que va a venir un hermanito, conviene que el padre empiece a ganar protagonismo. Pensad que el día tiene las horas que tiene, y por fuerza la madre va a tener que dedicar más tiempo al recién nacido. Con los niños de esta edad la mejor forma de que el padre llene ese hueco es darle más juego al niño. Y lo recomendable es que esto empiece mucho antes de la llegada del hermano.

Hablad con los familiares, especialmente con los que mejor se llevan con el hermano mayor, para que cuando vayan a casa tras el nacimiento del nuevo bebé, se centren especialmente en prestar atención al mayor.

Implicad al mayor en el cuidado del pequeño, de forma que cuando tenemos que atenderlo el mayor colabore sintiéndose protagonista de la situación.

Si tiene una edad en la que ya muestra sus preferencias (escoge ropa que ponerse, actividades de ocio…) concedédselas en la medida de lo que sea razonable. Y explicarle que lo hacemos porque él ya es mayor. Que vea las ventajas de su condición.

Es frecuente que niños que ya controlaban el pipí o la caca dejen de hacerlo con la llegada de un hermanito, o que duerman y coman peor…

Si ocurre, intentad actuar de forma calmada y no le deis mucha importancia al tema. Debéis entender que el niño mantendrá esas conductas en la medida que se le premie por hacerlas. Y en esta situación regañar a un niño es prestarle atención, es decir premiarlo.

Está claro que cuando algo de lo anterior ocurre es que el niño se siente desatendido (lo que no siempre está justificado, pero él lo siente así). Lo que debéis hacer es tomar nota: No prestar importancia a esas conductas, pero dedicadle más atención fuera de esos momentos. De forma que se sienta más atendido, pero no piense que lo es por hacer la conducta «mala».

¿Le traerá el mayor todos los bichitos habidos y por haber del colegio?

Sí. La mayoría de los hijos únicos no empiezan a ponerse malitos con frecuencia hasta que se escolarizan. El primer año de escolarización suele ser de pillar una tras otra.

¿Y los segundos? Pues como esa primera racha mala del hermano mayor suele coincidir con el nacimiento del segundo, no es raro que empiecen a enfermar antes. Le traen el trabajo a casa.

Ante eso, muchos padres se agobian e intentan mantener al mayor alejado del pequeño. Os aclaro una cuantas cuestiones:

  1. Los virus tienen más capacidad de contagio que nosotros de alejar al hermano mayor. Si tiene que pillarlo, lo va a pillar, aunque no le tosa en la cara.
  2. Los primeros cuatro meses de vida la mayoría de los niños pequeños no enferman, y no lo hacen porque tienen los anticuerpos que su madre les ha pasado durante el embarazo. Si es un germen contra el que la madre no tiene defensas, seguramente la madre lo va a pillar ella también del hermano mayor y será la madre la que acabe contagiándolo al pequeño. Con lo que separar al mayor del pequeño en enfermedades contra las que la madre tiene defensas es innecesario, y en las que la madre no está inmunizada es inútil.
  3. Que empiece a enfermar antes también significa que cuando empiece la escolarización el niño pequeño estará ya más inmunizado y tendrá menos infecciones.
  4. Alejar al hermano mayor del pequeño, por evitar infecciones o porque no nos fiemos de sus reacciones es la mejor forma de que el mayor vea al pequeño de forma negativa y no lo asimile como algo natural en su vida.