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¿Se alimenta bien mi bebé recién nacido?

Un bebé recién nacido se alimenta bien si come con frecuencia, no llora por hambre y la evolución de su peso es la normal en los primeros días.

En los primeros días de vida casi todos los padres se preocupan porque no están seguros de si su bebé come suficiente.

En realidad, los primeros días de vida, casi cualquier cosa es causa de preocupación. No conocemos aún a esa «criaturita» que ahora es nuestra responsabilidad.

Para aclarar lo más posible, como decía al principio, está bien alimentado si:

  1. Come con frecuencia. Hay bebés que desde el principio duermen demasiado. El peligro que esto tiene es que si pasa demasiadas horas sin comer, puede bajar el azúcar. Si eso pasa, el recién nacido está más adormilado. Y eso dificulta que se alimente. Para evitarlo, recomiendo a los padres que no dejen sin comer a los recién nacidos sin comer más de 3 horas durante el día ni más de 5 horas durante la noche. En los bebés con peso más bajo (menos de 3 kg) y en los de peso muy alto (cercano o por encima de los 4 kg) conviene darles incluso con más frecuencia (2 horas de día y 4 de noche).
  2. No llora por hambre. Cuando un bebé llega a llorar por hambre y no se sacia al darle, es que lo que le damos está por debajo de lo que necesita. Cuando lo que toma es pecho, la solución suele estar en dar con más frecuencia. Ya que el pecho funciona de forma que cuanto más lo vaciamos más produce, darle con más frecuencia es la forma de aumentar la producción de leche. Cuando lo que toma es biberón, es más simple, prepara un biberón con más cantidad o si al hacerlo echa más bocanadas, dale con más frecuencia.
  3. La evolución de su peso es la normal en los primeros días. Los primeros días de vida de un bebé suelen perder peso. El recién nacido ha estado sumergido en agua durante 9 meses. Es como una esponja recién sacada de un cubo. Chorrea agua. La pérdida de peso no se debe a que no se alimenten bien, sino a la pérdida de agua. Es normal que puedan perder hasta una décima parte de su peso inicial. Es decir, que es normal que en los 5-7 primeros días de vida un niño de 3 kg pierda hasta 300 gramos. Si pierde más del 10% de su peso al nacer, posiblemente no se está alimentando bien.

Resumiendo: Si llora, come y se calla y el peso va normal, en principio el recién nacido está comiendo bien.

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El chupe en recién nacidos

Ese artilugio que todos asociamos con los bebés. Muy criticado por la mayoría de los defensores de la lactancia materna.

La mayoría de los que critican al chupe, lo hacen especialmente en su uso durante las primeras semanas de vida. Yo estoy entre ellos.

Utilidades atribuidas al chupe:

Para entretenerle el hambre: Hay quien defiende que hay que establecer un ritmo de tomas fijo a los recién nacidos. Esas personas recomiendan el uso del chupe cuando el niño parece estar inquieto «antes de que le toque». Para aguantarlo un poco hasta la siguiente toma. Mi pregunta es: ¿Qué ganamos aguantándole el hambre? Si toma pecho, el niño tiene hambre, pero el pecho no se entera, con lo que le costará llegar a producir lo que el niño necesita. Tome pecho o biberón, cuanto más rato espere el bebé a que se sacie su hambre, con más ansiedad comerá, lo que favorece que trague gases, eche bocanadas, le duela la barriga… Dicho sea de paso, es el mismo problema que causa usar biberones de manzanilla para «aguantarlo hasta la próxima toma».

Para calmar la molestia de los dientes cuando salgan: Sí, es útil. Y de hecho los que no tiene chupe, es frecuente que acaben teniendo dedo. Suele decirse (yo lo he dicho) que es más fácil, llegado el momento retirar el chupe que el dedo (y es cierto). Pero desde que nace, hasta que el chupe pueda ser útil para calmar la molestia de los dientes, quedan muchos meses. Y que deje de chuparse el dedo, llegado el momento, no es tan complicado como parece.

Para ayudarle a dormirse: El ritual de sueño de un niño son las cosas que el niño necesita para conciliar el sueño, (sitio, condiciones, objetos, colaboración de una forma concreta de cierta persona). Se evitan muchos problemas de sueño si ese ritual es lo más simple posible. Incluir el chupe en el ritual para dormirse supone un problema hasta la edad en la que el niño es capaz de encontrar el chupe, cogerlo y ponérselo. Ya que si lo necesita y no sabe hacerlo, solicitará tu colaboración cada vez que se despierte y quiera volver a dormirse. Aún así, siempre hay que valorar si usarlo es más útil que otras opciones en cada niño concreto. Pero si conseguís que vuestro hijo se duerma con facilidad sin el chupe, mejor.

En resumen: Que si al final queréis usar el chupe, tiempo habrá. Pero claramente os recomiendo que no esté en las primeras semanas o meses de vida del niño. Hasta que se establezca un buen ritmo de alimentación. Especialmente si toma pecho o el niño tiene tendencia a comer con ansiedad (sea el pecho o el biberón). Cuando un niño come con ansiedad, la mejor opción es darle de comer cada vez que lo necesita (sea pecho o biberón lo que tome).

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Lactancia artificial, las primeras tomas

Consejos para empezar la lactancia artificial en un recién nacido.

Cuando un niño nace, una de las primeras dudas que surge en cuanto sabemos que el niño y la madre está bien es la alimentación.

Si la opción elegida es lactancia artificial, hay algunas ideas que es importante saber:

  1. El recién nacido puede tomar el biberón desde el momento en que nace. Si está bien y no ha necesitado ayuda del pediatra, conviene que el bebé esté en contacto con la madre piel con piel. Disfrutad el momento.
  2. En las primeras horas, madre e hijo necesitan tranquilidad. Es frecuente que haya demasiada gente en la habitación. Es recomendable que cuando se vayan a dar las tomas de biberón haya el menor número de gente posible.
  3. Cada vez que veas activo al bebé, ofrécele el biberón. No esperes a que llore. Y no te desesperes si cuesta que lo coja. Aunque tienen el instinto necesario, a veces, tras el parto, están muy agotados y pueden pasar horas sin reaccionar.
  4. Si durante el primer día pasa más de 2-3 horas sin pedir, intenta despertarlo. No conviene que un recién nacido pase demasiadas horas sin comer. El problema es que si pasa demasiado tiempo, puede bajar el azúcar. Y si eso pasa, cuesta despertarlo.

Dudas que suelen surgir:

  • ¿Cómo sé si toma suficiente? Es simple: Si llora, chupa y se calla, es que toma bastante.
  • ¿Y si le doy demasiado? Puede que eche un poco y que tome menos en las siguientes tomas, pero ya está.
  • ¿Y si le doy poco? Se quedará con hambre, es decir, llorando. En la toma siguiente comerá con más ansiedad, lo que favorece que trague gases. Entonces le dolería la barriga, comería mal y a la siguiente toma a peor. Estaríamos empezando un cólico del lactante. 
  • Me han dicho que le de una cantidad fija y con horario fijo: Pues se siente, no. Cada niño es diferente. No existe una norma fija para todos. Los habrá que no toman esa cantidad fija ni aunque intentemos metérsela con embudo y otros que con esa cantidad se quedan con hambre.
  • Y entonces, ¿Cuánto le doy? Pues la cantidad que quiera. Es decir, prepara los biberones con la cantidad suficiente para que siempre sobre. Que coma hasta que se quede sin hambre, pero sin insistir.
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Cómo resolver el 90% de los cólicos del lactante que toman biberón, sin usar medicación

Cómo resolver el 90% de los cólicos del lactante que toman biberón, sin usar medicación

Usando el sentido común para entender qué falla y cambiando lo que hacemos mal, se consigue mucho más.

Si lees este artículo, posiblemente ya tienes claro que tu hijo tiene cólico del lactante. Es más que probable que hayas acudido desesperado a urgencias más de una vez y a uno o varios pediatras en busca de una solución. Y que familiares y conocidos te hayan aconsejado de todo.

Pero, desgraciadamente, si estás leyendo, es que nada te ha funcionado por ahora.

Esa era la experiencia que yo tenía como pediatra cuando acabé la especialidad. Me habían explicado que para el cólico del lactante, había:

– Leches anticólico.

– Biberones anticólico.

– Infusiones.

– Medicamentos.

– «Fórmulas magistrales», que poco tienen de magistrales y sí muchos riesgos.

– Masajes.

– Posturas.

– Hamacas con vibración, paseos en coche, sacudidas en brazos….

Es posible que ya hayáis probado una buena parte de ellos sin resultado.

Después de esa experiencia, parecía que la postura más lógica era la del «sincero comprensivo», que te echa la mano por el hombro, y te dice:

«Para los 3 ó 4 meses se pasa, y mientras tanto, sombra de ojos para camuflar las ojeras.»

Pero es que el Cólico del Lactante Sí tiene solución.

Y no en 3-4 meses. Sino en un tiempo mucho más razonable.

De hecho la solución se alcanza mucho antes, cuanto antes se trata de forma adecuada.

¿Y cuál es esa solución para el cólico del lactante?

Yo llegué a ella, replanteándomelo todo, observando a los niños con cólico del lactante y preguntando a los padres.

La clave es, ¿qué tienen en común todos los niños con cólico?

– Comen con ansiedad.

– Ganan un peso normal o habitualmente muy por encima de lo normal.

– Tienen muchos gases.

– Lloran mucho.

Vamos a desmenuzar:

– Si tu hijo no come con ganas, posiblemente no tiene cólico. Es más probable que tenga algún problema (reflujo gastroesoágico, infección de orina, intolerancias alimentarias).

– Si tu hijo gana poco peso, posiblemente no tiene cólico. La lista de causas es similar a la anterior. Y tampoco hay que descartar que esté simplemente pasando hambre.

– Si tu hijo no tiene muchos gases, tampoco entra en la categoría de cólico. Volvemos a la lista superior.

– Si tu hijo no llora mucho, definitivamente no tiene cólico. Dar apretones y ruiditos no es cólico. Pero eso, los padres de un niño con cólico, lo tenéis muy claro.

La realidad, es que lo que llamamos cólico de verdad es:

Un bebé, entre la semana y los 4-5 meses que llora todos los días más de 3 horas de forma inconsolable, come con ansiedad, gana peso de sobra y tiene muchos gases.

Pero esto se puede confundir con otros problemas parecidos que son diferentes.

En el 90% se ajusta a lo descrito.

Y si ese es vuestro caso, esta es la Solución:

– Dadle de comer cada vez que pida y la cantidad que quiera.

– No hay tiempo mínimo entre las tomas. Pero sí máximo: si durante el día pasa más de 2 horas sin comer, despertadlo y ofrecedle el biberón.

Cada vez que pida quiere decir, que si lo ves inquieto, no le pongas el chupe o le des manzanilla, dale biberón con su leche.

La cantidad que quiera, significa que prepares los biberones de forma que cuando no quiera más siempre quede leche. Si se acaba los biberones, es que hay que aumentar la cantidad.

No hay tiempo mínimo entre tomas, es, que si toma y no quiere más, pero 10 minutos después lo ves inquieto de nuevo, prueba a ofrecerle de nuevo el biberón.

Sé que esto contradice muchos consejos que os habrán dado.

Sé que para muchos padres puede resultar contrario a la lógica.

Pero si algo sé, es cuál es el resultado cuando los padres lo aplican. Y es una clara mejoría en pocos días y la práctica desaparición del cólico en menos de dos semanas. Cuando la expectativa que les pintaban eran meses de lo mismo.

Para aquellos que desean entender porqué esto funciona y saber qué hacer en ese 10% de casos en los que la definición de arriba no es exacta para su hijo o lo anterior no funciona, hay más recursos a vuestra disposición:

Un ebook que explica en detalle el tema del cólico y las otras patologías que se confunden con él distinguiéndolas y diciendo como tratarlas:

Bebé sin cólico

Si aún así quedan dudas, yo las intento resolver de forma más personalizada en mi consulta o a través de consultas online para los que no pueden venir hasta Granada.

Intentadlo. De verdad, mi experiencia dice que el Cólico del Lactante tiene Solución.

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Inducción del sueño en niños

Inducción del sueño en niños

Ritual para que un niño aprenda a dormirse solo. Consejos para acostarlos a dormir.

 

Todos nos dormimos realizando nuestro ritual de sueño.

 

Voy a daros un ejemplo de cómo hacer ese ritual en niños cuando lo que queremos es que aprendan a dormir solos.

 

Todo lo expuesto aquí esta pensado para empezar a hacerlo desde el primer día. Pero la mayoría de los padres no se plantean en serio el tema antes del mes o los dos meses.

 

Cuando más tiempo lleven haciéndose las cosas de un modo concreto, más difícil será cambiarlas después.


En algunos casos, como por ejemplo en niños con cólico del lactante, plantearse lo que sigue es poco realista antes de los 5-6 meses, ya que en estos niños una de las prioridades es que coman hasta que se sacien y se duermen al pecho mientras toman. En estos niños la educación del sueño es secundaria.


Cuando queremos empezar a habituar al niño a dormir solo, se facilita el cambio sacándolo del dormitorio de los padres a partir de los 5-6 meses.


Para aquellos padres que prefieren hacer colecho, sobra la explicación que sigue.


Y no hay una opción correcta y otra incorrecta. Depende de los padres y del niño.



 

En primer lugar el momento adecuado.


Os recomiendo en los niños menores de dos años (no hay una barrera antes de dos años – después de dos años, es orientativo) que se acuesten entre las 20:30 y las 21:30.

 

En este aspecto es especialmente importante la regularidad. Como ya dije, si un día nos saltamos su momento de dormirse, dad por hecho que no hay nada que hacer hasta unas 2 horas después.

 

Un ritual que suele dar buen resultado, es:

Baño, comida, mimitos y a la cuna.

 

Baño: Algunos niños se relajan con el baño (la mayoría). Otros se activan. Pero incluso en los que se activan momentáneamente, cuando los vestimos limpitos, les damos de comer y les tranquilizamos un poquito tienden a caer. Y el baño debe ser tranquilo, puede entretenerse un poco con un juguete, pero no es cuestión de liar “el asalto de los piratas” cuando queremos que se duerma al poco rato.

 

Comida: Conviene que coma tranquilo, sin forzarle, si sois de los que estáis “en guerra con en niño” por el tema de la comida, en la cena no es el momento de la batalla (de hecho soy de los que piensan que la mejor forma de ganar esa guerra es no plantar nunca batalla). Como si se acuesta sin comer prácticamente. En este momento es más importante la tranquilidad.

 

Mimitos: En esta fase se puede coger en brazos y hablarle con suavidad.

 

Aquí es donde está una de las claves. El error más frecuente para dormir a un niño está en que su necesidad de mimitos puede ir haciéndose progresivamente mayor, con lo que el rato de tranquilizarlo que inicialmente era de 5 minutos, más de una vez acaba alargándose una hora o más.

 

El objetivo es que ese rato sea cada vez más corto o que se mantenga, no más largo.

 

A la cuna: Aquí está la segunda clave. Hay que acostarlo en la cuna tranquilo, pero no dormido.

 

Si el niño se duerme fuera de la cuna, cuando se despierta en ella no es capaz de volver a dormirse.

 

No porque, como dicen algunos, se le quede grabada una imagen del sitio donde se durmió y si al despertarse ve algo diferente le dé un ataque de pánico.

 

Recuerdo una niña de cuatro años que cada vez que se despertaba de noche exigía que la bajaran al salón, para acostarse en el sofá viendo la televisión. Haciendo eso se dormía enseguida, pero era incapaz de hacerlo en su cuarto. No es que la niña quisiera hacer la puñeta a sus padres. Adivinad cómo la habían acostumbrado a dormirse cada noche…

 

Que un día se te duerma en brazos no quiere decir que debas despertarlo para echarlo a la cuna despierto.

 

Lo importante en educación es la norma, no la excepción.

 

Si un niño por norma se duerme en brazos, cuando se despierte necesitará repetir su ritual para dormirse, y éste incluye el estar en brazos, por lo que si se despierta pedirá tu colaboración para dormirse cada vez.

 

Si un niño por norma se duerme solo, cada vez que se despierta es capaz de dormirse solo de nuevo, con lo que te llamará cuando tenga hambre, esté incómodo o tenga necesidad de seguridad o cariño, pero si lo que quiere es simplemente dormirse de nuevo, lo hará él solito.

 

Éste es el objetivo de enseñarle a dormir solo, no pretendemos que renuncie al afecto de sus padres, ni que se quede a dieta de noche si tiene hambre, o se aguante con un pañal que le irrita. Sólo que si lo que tiene es sueño, sepa dormirse por sí mismo.

 

Truco: Para los niños muy pequeños (menos de 3 meses) a los que les gusta mucho estar en brazos, funciona a veces poner en la cuna una prenda de la madre impregnada con su olor. (Puedes por ejemplo dormir sobre la sábana de su cuna la noche anterior a cambiársela).

 

Esto se basa en que uno de los sentidos más desarrollados de los niños de menos de 3 meses es el olfato y tiene una íntima relación con la parte del cerebro que procesa las emociones.

 

A muchos niños eso les hace sentirse más seguros.

 

Estos dos últimos pasos del ritual (tranquilizarlo y a la cuna antes de que se duerma) son los que repetimos si el niño se despierta de nuevo durante la noche, pero teniendo claros los matices destacados:

El objetivo es reducir progresivamente el tiempo necesario para tranquilizarlo, y conviene acostarlo antes de que se duerma del todo.

 

 

 

A modo de resumen, los errores que conviene evitar si queremos que un niño aprenda a dormir solo:


Evitar cambios importantes en la hora de dormir. Si cada día lo acostamos a una hora según “nuestra muy nutrida agenda social”, el niño se encargará de completarla con “noches inolvidables”.


No hacer cosas que excitan al niño y le estimulan a seguir despierto: Como ver dibujos animados mientras cena o cualquier actividad que va a querer prolongar. Si hacemos esto es fácil que se rebele cuando le digamos que ya toca dormir.


Por mucho que pueda gustarnos hacerle mimitos, incluso si nos gusta más que a él, no debe ir progresivamente alargándose, o llegará el momento en que lo haga más de lo razonable. Pensad que eso mismo pedirá cuando quiera dormirse tras un despertar de los que tendrá varios a lo largo de la noche.


No interrumpir el proceso por continuos ajustes de condiciones supuestamente necesarios y secundarios. Como: “hay una rendijita de luz, bajad la voz, ir a por tal o cual objeto imprescindible…” Una de las principales características de los adultos con insomnio, es la necesidad excesiva de ajustes secundarios y la interrupción continua del ritual para dormirse por motivos innecesarios, que se aprende desde pequeños.


No dormirlo en brazos normalmente: Si se duerme en brazos, cada vez que se despierte y quiera dormirse, pedirá de nuevo brazos.


No echarlo ya dormido en la cuna: Si se duerme fuera de la cuna cuando se despierta querrá que lo saquéis de ella, para dormirse en el sitio en que suele hacerlo.