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A mi niño le cuesta dormirse

A mi niño le cuesta dormise

Niños a los que cuesta empezar a dormir. Aprende cómo mejorar.

Le cuesta dormir

Las tres claves para ayudar a descansar al niño al que le cuesta dormirse. Entender porqué le cuesta y cambiar es la solución para que todos descanséis.

Empezar a dormirse es algo misterioso y sin embargo tan natural que sorprende a veces. El cuerpo está diseñado para que cuando se den las circunstancias adecuadas lo hagamos a diario. Porque es imprescindible. Incluso por agotamiento, sucede a veces hasta cuando no debería.

Hay niños que una vez que se duermen ya lo hacen del tirón toda la noche, pero sin embargo les cuesta muchísimo empezar. Cuando llega la hora de acostarse parece que les dieran un café doble, no quieren ni ver la cuna y generalmente acaban durmiéndose en brazos o en la cama de los padres.

Tienen el problema para dormirse de noche, pero luego no es raro que se queden dormidos de agotamiento durante el día, o se levanten más tarde. Al final duermen las horas que necesitan, pero de forma desorganizada.

La solución cuando al niño le cuesta dormirse

  • Primero, tiene que llegar con sueño a la hora de acostarse, por lo que si es de los que duermen más de día que de noche, no le dejéis. No es cuestión de torturarle, sino de darle más alicientes para que durante el día esté activo. Es decir, darle más juego. Sé que llevar el ritmo de un bebé es complicado, y que encima si no estáis descansando bien de noche, aún más. Pero tiene su recompensa.

Los primeros días podéis notarle algo más irritable, porque se resiste a cambiar el hábito que tenía. De hecho le hacéis lo mismo que él a vosotros, no dejarle dormir cuando su cuerpo se lo pide. Pero sólo serán unos días y merece la pena.

Pensad, el niño llora todas las noches por no querer dormirse y puede seguir así años. La pediatría respetuosa no es dejar todos los ritmos del bebé funcionando a su aire. Es no modificar uno de ellos más que cuando tengamos claro que le perjudica. Y en este caso lo hace. Llora cada noche para dormirse y su ritmo de descanso tiene como consecuencia que sus padres no descansen. Y él tiene que convivir con esa pareja de zombies malhumorados. ¡No le conviene lo más mínimo! No señor…

  • Segundo, la regularidad: Todos tenemos una hora de conciliar el sueño. “Gracias” a las guardias, que son parte de mi trabajo, tengo comprobado y todos los compañeros lo confirman, que cada uno tiene una hora determinada en la que se le cierran los párpados y cuesta la propia vida no dormirse, pero en cuanto pasa esa hora, ya puedes aguantar despierto sin mucho problema.

Del mismo modo, cuando un niño pasa la hora a la que se duerme habitualmente, sea por una fiesta, una visita o cualquier otra cosa, ya cuesta mucho más que se duerma y además se pone de mal humor (razón esta aplicada a los médicos, que me hace recomendar con convicción que no acudáis a urgencias de noche si no es imprescindible: el médico, aunque intente lo contrario suele ser menos agradable).

Si de veras queremos establecer una hora razonable a la que el niño se duerma sin problemas es importante que nosotros respetemos esa hora.

Pero también hay veces en las que pretendemos que se duerma cuando para él es imposible aún. Si hacemos un intento y hay gran resistencia en ocasiones la mejor opción antes de que se active mucho más es dejar el intento para un rato después.

  •  Tercero, evita actividades que le activan antes de dormirse o le animan a seguir despierto. Al menos en la hora previa a dormirse, lo recomendable es reducir el ritmo de las actividades que hacemos con él. Y evitar en ese tiempo ofrecerle cosas que va a querer prolongar, como ver la televisión o jugar, especialmente con aparatos electrónicos. En su lugar, leerle un cuento o contarle un cuento en su cama puede ser un incentivo para aceptar esa nueva situación. Pero escoged historias tranquilas y que no le puedan producir miedo a la hora de dormirse.